▪️Capítulo I
Cuando ibas en una lancha con tus amigos, quizás algo ebrios y jugandose bromas, podrías pensar que todo iba bien. En medio del mar había pocas probabilidades de chocar con algo, pero igualmente mi sentido "materno" por decir algo, se preocupaba. Yo era la que mantenía el orden ahí y aunque no quería del todo ir y beber, acepté.
El viaje se volvió turbulento cuando mi amigo, el que conducía, comenzó a beber. El resto le siguió el juego y junto a las chicas, empezaron las risas, bromas y... Toqueteos. Quiero decir, yo también traía un traje de baño de dos piezas, también tomé un poco pero... ¿Tratar de tener sexo aquí? No gracias; alguien tenia que tener la mente seria en estas situaciones, y tristemente era yo.
—¡Hip! V-Vamos muñeca ~ — uno de mis compañeros -íbamos a la misma universidad, ni si quiera eramos tan amigos o conocidos- se me acercó con aquella doble intención. Colocó su mano libre sobre mi pierna y con la otra le dio un sorbo a su cerveza — ¿Porqué no te refrescas un poco?
—Agh, por favor aléjate. Apestas a alcohol — gruñi. Alejé su mano de mi pierna a lo que él se molestó.
Él volvió a acercarla, pero esta vez subió por mi muslo y se acercó al cordón que en parte sujetaba las bragas a mi cuerpo y amenazó con quitarlo. Mi odio y repulsión hacia él me hizo enfurecer, y justo cuando lo iba a golpear en la cara, observé algo extraño: detrás de él, el cielo se volvió oscuro y enseguida divisé los truenos y relámpagos. Una tormenta se avesinaba y el tonto del conductor no se daba cuenta por estar ebrio. Volví a apartar de golpe su mano y me puse de pie, di unos pasos para ir hacia mi compañero y le señalé la tormenta
—¡Tenemos que volver, la tormenta no se ve muy bien! — el fuerte ruido de la música me obligó a hablar fuerte, pero aún así no fue suficiente para que ese estúpido reaccionara
—La tormenta está muy ¡hip! Lejos~ no hay que preocuparse — comentó, sonriendo como idiota
—¿Estás de broma? ¡Las tormentas en el mar son peligrosas! — señalé. Por más que gritara, nadie me hacía caso: los chicos de atrás estaban en pleno sexo, algunos estaban vomitando por el alcohol y los mareos, y este idiota estaba a punto de quedarse dormido
No había más que hacer, no sabía como conducir una lancha, la tormenta se estaba aproximando y no podía regresar por más que quisiera. Conforme las olas nos empujaban directo a la tormenta en un suave y tenebroso baile, mi miedo crecía; para antes de que nos diéramos cuenta, nos encontrábamos en el centro de la tormenta. El cielo se había vuelto negro, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer y cuando los truenos se hicieron mucho más fuertes, ya era tarde para reaccionar.
Únicamente me maldecía por estar condenada a morir con unos idiotas ebrios y con las hormonas alteradas. Los demás chicos se dieron cuenta y el alcohol se les bajó de la sangre por el temor a morir; el conductor despertó de su siesta y encendió el motor de la lancha, rápidamente dio vuelta a la lancha y por más que aumentara la velocidad, las olas nos llevaban de vuelta al ojo de la tormenta. La lancha ya no era suficiente para la ferocidad de la tormenta y por más que intentaramos escapar, era imposible.
Con la última esperanza de sobrevivir, me aferré a uno de los barandales con toda la fuerza que tenía y cerré los ojos. Cuando la lancha se volcó y todos caímos al mar, aguanté todo el oxígeno que pude en mis pulmones hasta que perdí la consciencia
El golpe en la cabeza me había dejado inconsciente, pero estaba agradecida de haber logrado quedar encima de la barca antes de que eso sucediera. Había despertado en la orilla de una playa, estaba agradecida de haber llegado a alguna costa y no haber quedado a la deriva. Ahora estaba la gran pregunta: ¿dónde estaba? ¿Alguien me rescataria?
La cabeza me mataba y sentía que todo me daba vueltas, cuando coloqué mi mano sobre mi cabeza, sentí algo de sangre seca, lo que me indicó que había sido un fuerte golpe. Pero por más que doliera, tenía que encontrar una salida, al levantarme comencé a caminar a los adentros de lo que parecía ser una selva. Esta clase de vista era extraña, ¿Acaso esto era una isla como en las películas? Palmeras, vegetación típica de islas, una humedad que era fastidiosa...
Conforme caminaba, las hojas crujían bajo mis pies y me daba cada vez más asco pensar en lo que pisaba. A lo lejos se escuchan aves y algún que otro animal, lo que me daba a entender que esta era una isla "salvaje", no alguna ciudad costera o algo por el estilo, por lo que tendría que buscar como sobrevivir. La sola idea de estar sola en esa isla, rodeada de peligros que no conocía, me aterraba, pero no tenía más opción. Mis pensamientos se resumian a eso: buscar un refugio, algo de comer, sanar mi herida y buscar como salir de aquí, la única cosa capaz de sacarme de esos pensamientos fue unas voces. Mis pies se movieron más rápido que mi mente y me obligaron a correr hacia ellas sin importar de quienes fueran
Pero más grande fue mi sorpresa al darme cuenta que los que parecían ser nativos de este lugar, murmuraban cosas entre ellos. Su estatura era mucho más grande que el promedio, eran de pieles morenas y tenían las caras pintadas con franjas de distintos colores, irónicamente su estatura no me aterro al inicio, si no más bien sus armas, las cuales no tardaron en apuntar hacia mi. Retrocedí unos pasos por instinto, pero tan pronto como mis intenciones de huir se notaron, dos de ellos corrieron hacia mí y me sujetaron por los brazos, su enorme estatura les hizo poder levantarme como si fuera una pluma
—¿Qué hacemos con ella? — uno de ellos miró al que parecía ser el jefe
—Atenla, podría servirnos para un sacrifico — respondió enseguida.
Los dos obedecieron y me llevaron al árbol más próximo, me ataron con una soga y me dejaron ahí sentada. Esto era realmente incómodo, no solo por la soga, si no que aún mantenía el traje de baño; este se me pegaba al cuerpo más de lo que me gustaba y el sostén no era algo tan cómodo de usar en estas situaciones, ¿sabes?
Este día no podía ir para peor: me había subido a esa estúpida lancha con mis estúpidos compañeros, una tormenta volcó la lancha y me dejó a la deriva, y ahora me encontraba atada por unos nativos que me ofrecerían de sacrificio, ¡ya no aguanto más!
—¡Ataque enemigo! — de un momento a otro, todos comenzaron a agitarse, tomaron sus armas y me dejaron ahí. Al parecer, habían más tribus a parte de la de ellos y no parecían estar en buenos términos; pero eso no importaba ahora, esta era mi oportunidad de escapar
El nudo de esto era algo torpe, podría escapar si me lo proponía, pero como ellos estaban vigilandome, no podía hacerlo. Ahora que estaba sola podría intentarlo: la tela del sujetador hacia que parte de la soga se resbalara, si seguía moviendo mi cuerpo hacia abajo tarde o temprano saldría. Cuando los ruidos de lucha comenzaron a escucharse menos, temí que la pelea estaba terminando y me apresuré a seguir. Logré salir de la atadura y me arrastré a gatas y en silencio lejos de ahí; quería evitar ser vista, pero con mi estatura seguro no me notarían entre tanta hierba. Mi plan era perfecto, solo gatearia lejos de ahí sin ser vista y podría...
—¿Y esta mujer? — giré mi cabeza lentamente hacia la voz. Otro hombre moreno, pero incluso mucho más alto que los demás se puso de cuclillas detrás mío — ¿Será este el regalo de los dioses? — una sonrisa burlona se formó en sus labios y acercó su dedo índice a mi ropa interior. Mis mejillas se pusieron rojas como un tomate y enseguida giré mi cuerpo y terminé por sentarme en el suelo, mis manos fueron directo a mi pecho y la otra a mi zona baja para cubrirla
—¡Pervertido! ¡Asqueroso! ¡Ya tuve suficiente con el maldito ebrio de la lancha! — aquel grito fue lo suficientemente liberador, tenía muchas cosas guardadas y esto me había relajado un poco
—¿Qué? — alzando una ceja, aquel hombre comenzó a reír
—Jefe, ¿qué hacemos con ella? — otra vez esa pregunta se repitió. Uno de los hombres que sostenía una lanza observó al hombre que estaba de cuclillas frente a mi
Tenía miedo de que la respuesta también se repitiera. Tuve suerte de escapar una vez, ¿pero dos? Era tentar demasiado al destino
—Traiganla, podría ser la salvación a nuestro problema — él se puso de pie y tomó también la lanza. La pequeña guerra que había comenzado ahí al parecer había resultado en una victoria para ellos, pues cuando me puse de pie y me llevaron con ellos, observé los cadáveres de los que me habían atado antes.
Me sentía en parte aliviada por no tener que lidiar con ellos otra vez, pero aún no sabía a qué me estaba dirigiendo ni que me deparaba el destino con estas personas
—Los sabios han hablado y los dioses escuchado. Hoy, encontramos muestra solución a nuestros problemas — el hombre que me había recogido parecía ser el verdadero líder de toda la tribu y no sólo de unos cuentos guerreros. Pero aunque había logrado entender algo, aún no comprendía lo de sus "problemas"
A diferencia de los otros nativos, ellos no me tenían atada, solo custodiada por dos guardias en lo que el hombre terminaba de hablar. Y mientras esperaba, observé mejor al hombre: mucho más alto que los demás, cabello negro y largo atado en una media coleta, tenía marcas blancas en los ojos y su complexión era mucho más grande y fuerte que los demás. Se podría decir que era realmente atractivo, aquel encanto de salvaje que mataba a muchas, además de que al usar únicamente un taparrabos y unas cuantas joyas que adoraban perfectamente su bronceada piel era... Irresistible, pero no era momento de pensar en eso
—Los dioses nos enviaron a una mujer, con esto podremos continuar con nuestra tribu — continuó. Luego me señaló, lo que me sorprendió y me hizo abrir los ojos de la sorpresa — Los ancianos ordenaron comenzar con esto lo más pronto posible y así será: tomaré como esposa a la enviada de los dioses y continuaremos con la línea de sangre
—¿Qué? — mi cara era de asombro total, me debatía mentalmente en sí tomar esto como una broma o enserio. Esto también podía ser una broma de mis amigos, uno de ellos era rico y le encantaba burlarse de la gente; quizás había contratado actores y esto estaba siendo grabado
—Dentro de tres noches se llevará a cabo nuestra ceremonia. ¡Ese día será para celebrar y beber toda la noche!
Esto debe ser una broma, un estúpida broma... Tenía que salir de aquí lo más pronto posible y encontrar algún barco para escapar de esta isla de locos.
El hombre se acercó a mí, con una sonrisa en sus labios como si esto fuera algo que celebrar, quizás para ellos, pero para mi no. Los dos guardias que me cuidaban se alejaron y el hombre me tomó de la mano, con gentileza y me llevó lejos de todo ese mundo; para ser alguien el doble de grande que yo, su tacto era muy suave y gentil, casi parecía algo imposible.
Lo primero que hizo fue llevarme a lo que parecía ser su casa:una choza hecha de madera, hojas y demás materiales. Esta era mucho más grande que las otras que vi fugazmente durante su discurso, por lo que era obvio que él era importante. El interior también era acogedor, desde antorchas, tapetes de piel de animal, una cama, una zona para sus armas, etc.
—Siéntate — justo a un lado se la hoguera, me ordenó que tomara asiento. Lo hice sin poner peros, mi cuerpo estaba exhausto y agotado después de todo lo que había sucedido, todo esto en un solo día.. — Hay que curar esta herida, ¿ellos lo hicieron, no? Esos malditos de la tribu del Águila... — su mirada se oscureció en ese momento. Se notaba su rivalidad con aquella tribu, pero tampoco quería averiguar más
—No fueron ellos, fue cuando me golpeé en el... — al recordar el barco y el accidente, mi loca teoría también volvió a mi mente — Escucha, por favor deja de fingir. Si ese estúpido te pagó para jugar al indio, no le hagas caso. Conserva tu dignidad, no importa cuanto te haya pagado
—¿Fingir? — repitió, a lo que yo asentí — No se a que te refieras, pero debo curarte eso primero.
En sus manos había un bowl con una especie de crema amarilla dentro, tomando un poco con sus dedos la llevó al golpe en mi cabeza y con tan solo rozar un poco, un dolor punzante golpeó mi cabeza. El dolor era real, aún si había tratado de asimilar que el mareo del inicio y el dolor había sido gracias a la deshidratacion o el sol, y que la sangre era un simple efecto especial... No era cierto, me mentía a mi misma
—Lo siento, ¿estas bien? ¿Necesito ser más gentil? — la expresión de él cambió a una más gentil y preocupada, nada que ver con su ruda apariencia
—N-No, es solo que... ¿Todo esto es real? — la mano que inconscientemente fue a mi cabeza, bajó lentamente y le dio acceso a aquella zona para que continuara poniendo medicina — Hasta hace poco estaba en un barco con mis compañeros de universidad y ahora... Estoy atrapada en una isla con gente desconocida
—No estas sola, tu eres mi mujer ahora — terminó de aplicar la medicina y dejó el bowl a un lado
—No, eso es... Espera, ¡jamás acepté ser tu mujer! Apenas te conozco
—Los dioses te enviaron a salvar a nuestra tribu, por eso eres mi mujer
—Yo no fui enviada por los dioses, solo naufrague aquí
—Pero eres la única mujer aquí, no es una coincidencia
—¿Única... Mujer? — ahora me dana una idea mejor del problema aquí, pero aun así no significaba que yo sería la solución
—La tribu enemiga asesinó a todas las mujeres jóvenes y niñas, necesitamos tener a una mujer para continuar con la línea de sangre
—¿Y acaso no hay más mujeres en las otras tribus? — el hombre se me acercó más a mi, acortando el espacio entre ambos hasta el punto en que pude sentir su respiración
—Si las hay, pero hay una guerra entre las tribus y se negarán a compartir de sus mujeres. Tu eres nuestra salvación
—P-Pero eso es... — su cercanía me ponía nerviosa, ¿acaso no sabían lo que era el espacio privado?
Una sonrisa burlona se formó en sus labios a la vez que cerraba los ojos para enfatizar aquella sonrisa. Llevó una de mis manos a su pecho y la mantuvo ahí, su corazón latía con fuerza y me hacia sentir aún más nerviosa al sentir su cuerpo musculoso
—Tranquila, te haré muy feliz — abrió los ojos — Y aunque aún no estamos comprometidos, podríamos apresurar el momento el donde quedas embarazada... — su voz grave se volvió una caricia para mis oídos, era tan sensual e hipnótica, pero tenía que mantener aún la cabeza fría, era buena en eso.
—N-No es que no seas atractivo, créeme, no me quejaría de hacerlo una o dos veces contigo, p-pero no creo que esta sea la situación correcta
—¿Segura~? — inclinó su cuerpo hacia el mio hasta el punto en el que yo casi terminaba acostada en el suelo. Parte de su cabello cayó sobre sus hombros y lo hacía ver mucho más atractivo, pero no podía aceptar por más difícil que fuera — Pff... Es broma — volvió a reír y se apartó de mi — No haré nada, aún. Tu cabeza debe doler y quiero que te recuperes; cuando llegue nuestra noche de bodas ya estarás mejor.
Aquel hombre se volvió a poner de pie y sacudió el polvo de sus rodillas. Se dirigió a la salida de la cabaña, pero antes de irse, se detuvo en el marco de la puerta
—Mi nombre es Kugo, ¿y el tuyo?
—_-____... — respondí en voz baja
—Es muy lindo, puedes ponerte cómoda. Iré a traerte algo de comer — dicho eso, salió de la cabaña, dejándome sola en este extraño lugar
Esa noche me quedé dormida antes de que me diera cuenta, no importaba que mi cuerpo estuviera sucio y lleno de arena, estaba exhausta. Cuando amaneció, sentí que gran parte del cansancio de ayer se había ido; una parte de mi decía que lo que sucedió ayer fue un sueño y que en el mejor de los casos me había emborrachado y quizás acostado con ese idiota, pero no fue así. Al intentar darme la vuelta en la incomoda cama, me fue imposible. Un brazo estaba sobre mi cintura a modo de abrazo, al seguir este y encontrarme de nuevo con ese hombre, solté un grito.
—¿¡Q-Qué haces aquí!? — el hombre abrió los ojos lentamente y sonrió un poco, se veía cansado
—Ya te dije, eres mi mujer, es obvio que debemos dormir juntos...
—¡No me refiero a eso!
—Esta es mi única cama, además, ayer parecías tener frío y vine a cobijarte — la inocente sonrisa que se formó en sus labios casi me hizo cambiar de opinión, pero volví a mis sentidos
—La próxima vez dormiré en otro lado — retiré su brazo de mi cuerpo y me puse de pie. Aún llevaba aquel traje de baño tan incómodo y mi cuerpo estaba sucio, aunque me preguntaba en qué clase de lugar se duchaban aquí... — ¿Dónde puedo tomar un baño?
—Oh, claro. Sígueme — Kugo se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. Ahí, él me esperó a que me pusiera de pie y lo siguiera; ambos caminamos por el pueblo, todos estaban despiertos y en sus propios asuntos: las mujeres eran ancianas, eso explicaba porque se habían estancado con los nacimientos; ellas hacían cestas, comida, incluso mataban a los animales ahí... Y los hombres llegaban de cazar, afilaban sus armas, etc
Kugo me llevó a una zona lejana al pueblo pero a la vez cerca de esa área, tras unos minutos llegamos a una cascada que terminaba en un hermoso lago, aquella agua totalmente transparente y pura, pocas veces se veía en la ciudad.
—Es aquí — señaló el agua — No te adentres mucho, podría ser peligroso.
—Bien... — me acerqué a la orilla y luego miré a Kugo — Podrías... ¿Irte?
—¿Huh? — inclinó la cabeza
—No planeas estar aquí mientras me baño, ¿o si? — la sonrisa que me mostró significó que si, ese era su plan. Era tan obvio que iba a hacer eso que maldije lo estúpida que fui al preguntarle eso — No respondas, solo vete. No tardaré mucho y ya aprendí el camino
Logré convencerlo de irse y así dejarme para tomar un tranquilo y relajante baño. Luego de terminar, descubrí que había dejado ropa nueva en la orilla del río: una tela que cubriría mis pechos y otra en forma de falda, era un lindo gesto de él. Agradecía que se preocupara por mi en estas cosas: un hombre que aunque era salvaje, era dulce y atento
—Tengo que volver a mi hogar — Kugo era muy terco, por más que le dijera que tenia que volver, él se negaba — No soy de aquí, aún si dices que fui enviada por los dioses y que debo ayudar en esto...
—Este puede ser tu nuevo hogar — tomó mis manos y las acercó a su pecho. No niego que el sentir si desnuda piel era... Muy bueno, pero no era momento de eso — Prometo que serás feliz, a diferencia de otras tribus, nosotros le pertenecemos a una sola pareja toda nuestra vida, jamás te dejaré sola
—A-Aun así... — eran dulces palabras, no había duda de ello. En la ciudad muy pocas veces podías conseguir algo así: un hombre realmente atractivo, con una sonrisa encantadora y con la dulce promesa de ser siempre para mí y que fuera verdad
—Ven, te enseñaré el pueblo, quizás te encariñes y... Decidas quedarte aquí, conmigo
Como dije, era muy terco, pero a la vez era algo muy adorable en él. Kugo tomó mi mano con gentileza y de ahí me llevó al pueblo: la gente charlaba entre sí, los más jóvenes jugaban a perseguirse, los hombres afilaban sus armas o comían. Era un pintoresco y tranquilo paisaje, incluso el sonido de las aves cantando era en cierta forma tranquilizador, llegando a acompañar este aire silvestre. Si, era un pueblo encantador, la gente aquí parecían felices y amables, no como los hombres que me habían atrapado al inicio...
Aquí no hacían sacrificios humanos, solo de oro o animales. Eran creyentes en los dioses y anhelaban paz, cosechas buenas y nada de que preocuparse. La vida aquí era diferente a la ciudad, pero no me quejaba, incluso podría acostumbrarme si me lo proponía
—La gente aquí es tranquila, anhelan ser felices y cuidar de sus hijos, aunque quedan muy pocos. Los más pequeños tienen de 7 a 15 años, por eso necesitamos tu ayuda — se giró hacia mi, en sus ojos se veía la esperanza — Te necesito. Eres importante para mí
Ese día estuve realmente ocupada al igual que el siguiente. Después de haberme mostrado el pueblo, interactue con la gente y descubrí que nos llevábamos sorprendentemente bien. Era gente amable y que se esforzaba día a día, eso era agradable, eran diferentes a esos molestos compañeros de universidad que estaban llenos de dinero...
El día siguiente también fue ocupado, en la mañana, Kugo me ayudó a buscar alguna pista del barco en donde llegué y si había manera de repararlo, pero no logramos nada. Luego volvimos al pueblo y las mujeres me ayudaron a hacer lo que sería mi vestido de bodas, aunque no lo veía necesario; no conocía sus tradiciones aquí, por lo que no sabría si este era un traje necesario o un simple capricho de ellas. Aún así, este traje era hermoso: una seda blanca, decorada con flores rosas, una corona también de flores y un fino collar del mismo color que las flores
—Se ve muy hermosa — una mujer, que perfectamente podría tener la edad de mi madre, me halago
—Aún no se si esto sea lo correcto... Ya les dije que no soy enviada de ningún dios
—Oh, no tiene que estar preocupada por eso, jovencita — otra mujer habló — Nuestro líder, Kugo, en verdad se preocupa por usted.
—Lo conozco desde niño, pocas veces sonreía. Desde pequeño tenía el peso de convertirse en el próximo líder sobre sus pequeños hombros — la mujer apoyó su mejilla en su mano — Contigo siempre sonríe, supongo que se enamoró de ti a primera vista
—¿Q-Qué? — mis mejillas se pusieron rojas como tomate, que un hombre como él se enamorara...
—Antes de que ocurriera aquella tragedia, muchas jóvenes se le acercaron para seducirlo pero... No le interesó ninguna
—N-No tengo nada de especial — bajé la mirada.
—Aunque no lo veas, no significa que no seas especial. Él vio algo en ti que le gustó
Las suaves palabras de aquella anciana me tranquilizaron. Saber que no sólo por esta tonta situación de ser "enviada por los dioses" es que me necesitaba, si en verdad sentía algo por mi, si de verdad se había enamorado a primera vista... Podría darle una oportunidad
En la noche decidí darme otro baño a la luz de la luna. Pero aunque el agua estaba fría, me gustaba; de esta manera me podía concentrar en mis pensamientos, ¿era bueno hacer esto? Casarme ya era algo serio... Pero si era con él... No le veía mucho inconveniente; principalmente era muy atractivo, eso ayudaba un poco, aunque su personalidad también me gustaba demasiado, si lo comparaba con el idiota de mi compañero, él podía ser incluso un príncipe.
El agua recorría mi piel desnuda, desde mis hombros hasta mis pechos. Mi cabello mojado se pegaba a mi espalda y cuando iba a echarme más agua sobre mis hombros, unas manos acariciaron mi espalda
—Tranquila, soy yo — estaba a punto de gritar, pero escuchar su voz me tranquilizó. Había llegado el punto en el que al estar a su lado me sentía más segura, no importaba en la situación en la que me encontrara pero...
—¿¡Q-Qué haces aquí!? — mis mejillas se encendieron y enseguida cubrí mis pechos con mis brazos
—Me preocupé al ver que no estabas en casa, además yo también quería darme un baño — su habitual sonrisa apareció y yo suspiré. Giré mi cabeza para ver al hombre: estaba sin ninguna joyeria ni maquillaje en su rostro, su cabello también estaba algo mojado y si miraba hacia abajo...
—M-Mierda — trague saliva y volví a enfocar mi mirada al frente
—¿Qué sucede? — soltó una risilla y alzó una ceja. Pegó más su cuerpo al mío, permitiéndome sentir su entrepierna contra mí trasero. Instintivamente trague saliva y comencé a ponerme más nerviosa — Te ves muy linda así
—K-Kugo.. — lo miré de reojo, con un sonrojo en mis mejillas. Él me abrazó con fuerza, colocando sus brazos sobre mis pechos y apretandolos un poco — P-Podrias... Por favor... ¿Separarte un poco?
—¿Huh? ¿No te gusta que te abrace? — sonrió de lado
—N-No es eso, solo que... E-Eso es... Es vergonzoso sentirlo así de... Cerca
El hombre bajó la mirada hasta aquello, dándose cuenta de lo cerca que estaba de mi. Pero al contrario de lo que esperaba, él se acercó aún más y frotó su miembro contra mí, este se metió entre mis muslos y continuó aquel frote hasta que sentí como poco a poco se ponía duro. Volví a tragar saliva y sentí que mis piernas se estremecían de placer y nervios, volví a ver a Kugo, quien se reía de mis expresiones
—Mañana te convertirás en mi mujer, ¿no te gustaría ir empezando a tener hijos? — susurró contra mi oído
—K-Kugo.. ~ — un jadeo escapó de mis labios, por lo que al instante cubrí mi boca con la mano — ¿H-Hacerlo justo aquí? N-Nos verán...
Tenía mucho que pensar aquí: una parte de mi estaba segura que esto podría ser una equivocación, si quería volver a casa, lo menos que debía hacer era casarme con un "salvaje". La otra parte de mi era... Humana, una a la que si tentaban de esta forma no podría negarse a continuar. Este hombre desde el inicio había sido muy amable conmigo, era sumamente atractivo y... Justo ahora había mucha atracción y tensión entre ambos. Mi mente se nublaba por el placer y se mantenía curiosa de ver como sería hacerlo con alguien como él.
—Eso no importa ahora, todos saben que me perteneces y que es nuestro deber hacer esto — volvió a susurrar y mordió el lóbulo de mi oreja
Finalmente me rendí, tanto yo como él deseábamos esto, aún si en un principio yo hubiera dicho que no. Al final sólo asentí y él sonrió un poco; sus manos que hasta hace poco solo me abrazaban, subieron hasta mis manos que cubrían mis pechos y las apartaron. Sus manos eran más grandes que las mías y cubrían mis pechos por completo, lo que me hacía sentir muy avergonzada; el hombre pegó más su pecho a mi espalda y observó las caras de placer que hacía conforme el movía sus manos y pellizcaba mis pezones
—K-Kugo.. — mis jadeos no tardaron en salir pues sus manos hacían muy bien su trabajo, aún si solo eran leves caricias. También, otra cosa que realmente me excitaba y a la vez me atemorizaba era la enorme diferencia de tamaño. Su mano rodeaba por completo mi pecho, me llevaba al menos dos cabezas de diferencia y... Por lo que había sentido aquí abajo, "eso" no se quedaba atrás.
Mis mejillas estaban rojas y mi respiración agitada de solo imaginar todo lo que estaba por venir. Kugo me miraba fijamente a los ojos mientras hacía todo eso, sin querer apartar la mirada ni por un segundo pues no quería perderse ninguna de mis vergonzosas caras. Una de sus manos bajó hasta mi entrepierna y acarició con delicadeza los labios de mi vagina, luego los abrió y acarició mi clitoris. Un escalofrío recorrió desde mi zona baja hasta mi columna, lo que hizo que mis piernas temblaran y dejara caer algo de mi peso sobre él
—Te ves tan linda así — murmuró. Al ver la cara de placer y vergüenza que tenía, dejó de torturarme con esa zona. Sus dedos ahora se dirigieron a mi orificio e introdujo uno muy lentamente para así poder acostumbrarme
—N-No juegues así... — me quejé. Mis manos fueron a mi boca y la cubrieron para evitar soltar aquel gemido; su dedo se había sentido muy bien dentro mío, como si eso fuera justo lo que faltaba para hacerme sentir completa. Además, el claro hecho de que ya estaba muy húmeda para ese entonces hizo realmente fácil introducirlo, pero aún así, mi interior apretó su dedo, como si no quisiera dejarlo ir.
—¿Segura? Veo que eso te gusta — respondió. Su dedo comenzó a moverse de arriba a abajo, luego en círculos y cuando logró expandir un poco mi interior, metió el segundo, sacándome otro gemido — Estás apretando mucho, ¿como será cuando yo esté dentro?
Mi interior dio otro brinco, aquellas palabras fueron más que suficientes para volverme loca y apresurar mi orgasmo a gran velocidad. Mis ojos se abrieron de par en par y mirando hacia el cielo, comencé a venirme. Kugo cubrió mi boca un poco solo para no gritar tan fuerte y cuando terminé, mis piernas quedaron temblorosas, él me abrazó para impedir caer y acarició mi cabello con delicadeza
—Muy bien ~ espero aún puedas continuar — en medio de mis muslos, sentí algo duro y frotándose contra estos, me daba vergüenza imaginar que era, pero sabía perfectamente que no podía escapar de ello.
Kugo me dio media vuelta y me levantó con tanta facilidad que hasta a mi me sorprendió. Colocó mis piernas alrededor de su cintura y yo rodie su cuello con mis brazos para no caer; mi mirada fue directo hacia su zona baja, toda mi curiosidad y temor fueron ciertos, su miembro era igual de grande que él, lo que me aterraba y a la vez que me excitaba. Instintivamente trague saliva y volví a ver al hombre quien solo soltó una carcajada por la expresión que había puesto
—Quédate tranquila, seré muy gentil~ — sus palabras no me tranquilizaron en absoluto, pero aún así mi cuerpo exigía que lo metiera ya — ¿Lista? Voy a entrar
Encaje las uñas en su espalda para prepararme mentalmente e inhalar aire. Con una mano él dirigió su miembro a mi entrada y frotó la punta contra aquel pequeño orificio, un jadeo escapó de los labios y entrecerre los ojos un poco; desde esta posición él podría entrar con facilidad y muy profundo.
Kugo soltó un suave jadeo cuando su miembro comenzó a entrar en mi vagina, yo volví a encajar mis uñas y abrí la boca para soltar un gemido. Su miembro siguió introduciendose, el glande estaba dentro mío y mis paredes al instante lo apretaron
—A-Agh... — encajó sus uñas en mi trasero y luego dejó escapar un suspiro. Se podía ver que incluso para él era difícil meterlo, pero que no se detendría — Es muy apretado aquí, parece que no quieres dejarme ir...
—E-Es tan grande... ¿¡C-Cómo no quieres que reaccione así!? — lágrimas de placer salieron de mis ojos
—Tranquila, te acostumbrarás con el tiempo — introdujo otro poco. Yo volví a gemir y miré al hombre, confundida — No creerás que esta será la única vez que lo haremos, ¿o si? Tendremos muchos, muchos hijos ~
Ya sin decir más, introdujo el resto de su miembro hasta que rozó con la entrada de mi útero, amenazando con entrar. Esta vez rasguñe su espalda y escondí mi rostro en su cuello, aquel gemido que había soltado había sido tan fuerte que fácilmente alguien podría haberme escuchado.
—Vamos, tranquila~ se que puedes aguantar — sonrió de lado y comenzó a moverse lentamente
—A-Ah... Kugo... — las lágrimas en mis ojos, por más contradictorias que parecieran, eran de placer. Jamás me había sentido así de llena, una sensación que me decía que no quería que se detuviera y que siguiera moviéndose — M-Mas — dije en voz baja
El placer había llenado todo mi cuerpo en cuestión de segundos; hace mucho tiempo no tenía una noche como esta y hacerla en la mitad de la nada, con un hombre como este me fascinaba y volvía loca. Mi mente se nublaba de distintas escenas y formas en la que lo haríamos si me quedaba junto a él. La vida podría ser dura aquí sin las comodidades de mi hogar pero... Este hombre valía completamente la pena
—¿Oh? Repite eso una vez más ~ — el hombre detuvo sus movimientos. Aquel gesto me molestó e hizo que me volviera más ansiosa y necesitada; mi cuerpo estaba en pleno apogeo y necesitaba sentirlo y que se hubiera detenido no ayudó en nada
—Por... Favor, necesito más — mi voz apenas era entendible, pero lo había dicho. Necesitaba más, necesitaba más de él
—De acuerdo, justo como tu ordenes~ — sus movimientos volvieron a reanudarse, primero lento y luego más y más salvajes como él. Mis gemidos se unieron al instante y se hacían cada vez más fuerte, aún si mi rostro estaba contra su pecho — Eres... T-Tan pequeña, es difícil moverse aquí
Sus palabras no hacían más que avergonzarme, mis mejillas estaban más rojas que la sangre. Aún así, mi cuerpo no sentía pena alguna, era más sincero que yo; mi vagina apretaba su pene y eso le impedía moverse con la facilidad que él quería. Además de eso, mis uñas dejaban marcas sobre su piel y seguramente eso se notaría mañana al no usar ninguna camiseta que lo ocultara.
Él continuó con sus movimientos, tratando de abrir más mi intimidad y que todo fuera más fácil, lo cual, logró después de algo de esfuerzo. Por fin podía entrar y salir a su placer, descubriendo cada zona de mi interior y golpeando con facilidad mis puntos sensibles. Al paso del tiempo mis sentidos se nublaron y en lo único que podía pensar era en que quería mucho más; seguramente el día de mañana no podría caminar muy bien, pero valdría cada minuto
Mientras Kugo embestia, sentí una mordida en mi hombro. Justo en el centro de mi cuello y mi hombro, él me dejó un chupeton claramente visible para todos, una marca que quedaría ahí al menos unos días. Miré de reojo al hombre, el cual solo sonrió orgulloso de aquel acto
—Pronto todos sabrán que tu cuerpo y alma es mio — su sonrisa se agrandó y junto a ello, sus embestidas. El poco aire que entraba a mis pulmones enseguida era sacado y convertido en un gemido
Cada parte de él me excitaba, no solo la que me embestia: su voz, sus manos, su rostro, la forma en que me trataba y las dulces palabras que me decía. Ninguna mujer se resistiría a alguien como él y por supuesto, yo no era la excepción.
—E-Esto se siente tan bien... ~ — dejé escapar un suspiro y una sonrisa se formó en mis labios. Ya no podía aguantar más, esto era lo mejor y ninguna pena me impediría decirlo
—Y al principio te negabas — soltó una carcajada — Si te gusta tanto, prometo hacerlo siempre que quieras~
Mis mejillas se pusieron rojas nuevamente, él era tan directo y... No tenía pena de nada; eso era lo que me atraía en él.
—Además... Eso significa que te quedarás, ¿verdad? — una pequeña luz de esperanza apareció en sus ojos, como si eso le emocionara más de lo que estábamos haciendo ahora.
Yo en un despistado movimiento, asentí. Mi respuesta era un si, había decidido quedarme en esa isla, con él.
Feliz de mi respuesta, Kugo se movió aún más rápido, era momento de terminar con esta placentera noche de una vez por todas. El hombre continuo con sus embestidas hasta que se volvieron irregulares y torpes, anunciando que se vendría. Yo también llegaba a mi limite, al ser una experiencia nueva para mi, me había dejado llevar y ahora tendría mi segundo orgasmo de la noche.
Mi cuerpo saltaba por la fuerza de sus embestidas y aunque llevábamos un rato así, él me cargaba como si nada. Incluso, en el momento en que nos corrimos y su cuerpo se estremeció, no me soltó.
—Ngh... Agh... — un gruñido escapó de sus labios a la vez que todo su semen llenaba mi interior. Todo mi útero se inundó de su espeso semen y un poco se desbordó y cayó al agua
—¡Mhg~! — arquee levemente la espalda cuando una descarga recorrió desde mi parte baja hasta mi columna. Me aferre a Kugo, quién también estaba agitado por su reciente orgasmo.
Al recuperar la respiración, recosté mi cabeza en su pecho, su corazón aún latía con fuerza pero estaba mejor que antes. Con cuidado, Kugo nos llevó a la orilla y se sentó, conmigo en sus piernas; lentamente el acarició mi cabello para relajarme y me cobijó con sus brazos
—Te pediría volver a hacerlo pero se que estas exhausta, además mañana será nuestra boda
—¿Enserio aún tienes energía para volver a hacerlo? — reí un poco
—Por supuesto — dijo riendo — Pero me contendre, o al menos hasta mañana.
Sus palabras me dieron algo de miedo, temia por mi cadera el día de mañana, pero supongo que igual lo disfrutaría.
Otra risita escapó de mis labios y miré de reojo al hombre. Acerqué mis labios a los de él para unirnos en un tierno beso, el cual él correspondió al instante.
Supongo que... Podría acostumbrarme a esta vida
×~×~×
Espero les haya gustado este nuevo OneShot!
Basado ligeramente en el manga : Zona de Totem. Además, aquí les puse su increíble fetiche con que el chico mida más de 2 metros :)
Además, nieguenme que este hombre no les encanta *cara sexy*
Ahora, algunos datos curiosos:
1- Una de las principales razones por la que tarde mucho en escribir este OneShot fue... Su nombre, Gran Orca se llama Kugo, y que el traductor me corrigiera la palabra poniéndome JUGO en lugar de Kugo, me mataba la pasión. Solo imaginen:
—Ah.. Jugo ~ — gime como mona china
Yo creo que a cualquiera se le corta la inspiración
2- Como dije, está basado en el manga de Zona de Totem, donde la protagonista se pierde en una isla y conoce a un hombre tipo Tarzan y ahí tienen sus aventuras.
3- Al principio tenía planeado que la chica quedara naufraga junto a uno de sus compañeros para añadir algo de drama pero al final quedó descartada la idea.
4- Kugo al ser el líder de la tribu, recibía constantes coqueteos de las otras mujeres, él las ignoraba. Únicamente cuando se vio obligado a encontrar una pareja y llegaste tú, se dio la oportunidad de verte a más detalle y descubrió que eras alguien muy interesante. Y aunque no todo queda detallado en un solo OneShot, hubo más interacciones en las que ambos compartían momentos a solas y se da a entender el porqué se enamoraron.
Y eso es todo, espero les haya gustado~
-Cinna
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