▪️Capítulo I
Egipto era un lugar prospero, lleno de vida y sueños. A pesar de vivir en el cálido desierto, teníamos cosechas, animales y tesoros, no nos faltaba nada, no teníamos enemigos, solo... Teníamos miedo de los dioses. Ellos eran los seres más poderosos de todo el mundo, algunos eran benevolentes, otros malvados... Podrían traer desde vida y frutos y otros podrían traer desgracia y muerte ; Anubis, era uno de ellos.
Yo era la princesa de Egipto, una respetada, delicada y elegante princesa heredera al trono, o al menos eso era hasta que me ofrecieron como sacrificio. Una reciente ola de muerte llegó a Egipto, asesinando a varios de nuestros animales y cosechas al igual que a las personas, si no hacíamos nada pronto, todos moriríamos
—Es nuestra única opción, mi querida hija... — mi padre, el faraón, acarició mi mejilla con suavidad — Créeme que no haría esto si tuviéramos otra opción. Anubis.. Quiere un sacrificio para detener su ira y sed de muerte
—Lo sé, no te estoy culpando... — sonreí suavemente para tranquilizar a mi padre, él ya era mayor, no debía preocuparse por estas cosas — Es una lástima que mi hermano sea el próximo faraón ahora... Ah... Siempre apostamos a que sería yo..
—Hija...
—No digas más — lo interrumpí. Solté sus manos y retrocedí unos pasos — Tengo que irme, padre. Los dioses no esperan
Algo que jamás habría visto sucedió ahora: un faraón, el más cercanos a los dioses, comenzó a llorar... Esta sería la última vez que vería a su preciada hija, porque después de hoy ya no me volvería a ver, sería sacrificada...
Tras esa despedida me dirigí al sitio acordado para el sacrificio. Tenía una leve idea de como sucedería esto: tomaría algún veneno, moriría y toda esta ola de muerte llegaría a su fin. Pero...
—¿D-Dios Anubis..? — mis ojos se abrieron de par en par al instante en que él apareció.
La gente ahí presente, al igual que el faraón y yo hicimos una reverencia. Era realmente inusual que un dios se presentara en un simple sacrificio, más bien, no era necesario que ellos nos visitaran para nada. Pero ahora que lo veía, me daba cuenta que nuestros dibujos de el dios eran algo erróneos: lo imaginaba con cabeza de perro, pero en realidad solo era una especie de sombrero que iba unido a un velo que cubría su cabello y la parte detrás de su cabeza. Su cuerpo era humano, aunque lleno de extrañas cicatrices; su ropa era digna de un dios, pues llevaba oro y extravagantes decoraciones
Pero aún si él era un dios y este era un sacrificio para él... ¿Qué hacía aquí?
—Oh gran poderoso Dios, ¿hay algo en que podamos ayudarlo? — mi padre habló. Yo aún mantenía la cabeza baja, mirar a un dios... No creo que sea apropiado
—Vengo por mi sacrificio — al avanzar, escuché como golpeaba su bastón contra el suelo. Esto era incómodo, se que soy una princesa, pero no creí que fuera tan especial hasta el punto en que un dios vendría a verme morir
—Y-Ya veo... Justo como pidió, mi hija... Será el sacrificio — extendiendo su mano hacia mi y ayudándome a ponerme de rodillas, hizo que así pudiera ver nuevamente al dios frente a mí —. Aún no.. Terminamos con el sacrificio, así que si gusta sentarse...
—No — su voz, grave y seductora, se escuchó por todo el lugar. La gente que observaba comenzó a murmurar, extrañada y sin comprender nada — No necesitan matarla
—¿Qué...? — mi voz salió antes de que me diera cuenta —Pero... Usted pidió un sacrificio...
—Si, lo hice — el dios se agachó a mi altura, la típica posición en la que alguien le pide matrimonio a una persona y tomó mi mentón — Es una lastima desperdiciar a una hermosa princesa como tu, ¿no crees?
—Pero eso es... ¿Entonces no debo morir? ¿La muerte terminará para Egipto?
—¿Qué? Oh, no seas tonta — soltó una carcajada — No morirás, pero tampoco será gratis; vendrás conmigo
—¿Venir..? ¿A d-dónde? — su mano se fue directo a tomar mi mano izquierda y me levantó
—A mi mundo
Había un problema aquí, existían varios tipos de mundos... Podría referirse al mundo de los muertos, el que reinaba Anubis, o al mundo de los dioses, que era un lugar un poco más... ¿Agradable?
—Pero... No soy digna — era una excusa, no quería irme
—No te voy a convertir en una diosa o algo por el estilo, solo te necesito para... Otras cosas — ignorando el hecho de que no me diría fácilmente el porque me necesitaba, no tenia muchas opciones. Él no me dejaría ir y me obligaría a ir a ese mundo
—Esta.. Bien — mi hermano y mi padre que estaban detrás mio no parecían estar muy de acuerdo, pero desobedecer las ordenes de un dios iba en contra de cualquier lógica
—De acuerdo, para concluir el "sacrificio", vendrás conmigo, princesa... — retrocediendo un paso, Anubis señaló un portal que había creado a sus espaldas: un enorme portal de color negro — Adelante
Mis piernas nuevamente temblaban, no lo demostraría pero tenía mucho miedo por primera vez en mi vida. Iría a un mundo completamente extraño, con un dios que precisamente no era muy agradable...
Por última vez observé a mi familia que también temia por mi, pero muy difícilmente harían algo, y no los culpaba. Di un paso hacia adelante, luego otro y así hasta que terminé delante del portal, Anubis me observó algo molesto, como si lo estuviera haciendo esperar , así que para evitar otra ira del dios, finalmente di el último paso y atravesé el portal. Una extraña sensación me cubrió, era como si estuviera en una tormenta de arena y en un lugar completamente oscuro, inconscientemente cerré los ojos y cuando los volví a abrir, la sensación se fue y ya me encontraba en otro lugar
—¿Qué...? — era una especie de palacio, no muy diferente a donde vivía en el mundo humano, solo que... Con un aura más.. ¿De dioses?
—Bienvenida, aquí te quedarás un tiempo — poco después Anubis se unió a mí, deteniéndose a mi lado. Yo aún seguía observando mi entorno, que aunque era igual, todo era diferente. El dios, molesto por no haberle respondido, me tomó del mentón y me hizo verlo — Te diré lo que harás aquí, no me hagas repetirlo.
Abrí mis ojos rápidamente y asentí conforme él hablaba. No podía decirle que no a un Dios, y mucho menos en estas circunstancias
—Cada ciertos milenios pido un sacrificio como tu — el saber que no había sido la primera, me tranquilizaba — La única utilidad que tienen es... Complacerme
—¿Qué...? — mire fijamente al Dios, incrédula de aquellas palabras. Por un momento crei que seria algún tipo de sacerdotisa o simplemente un sacrificio pero... — ¿C-Complacer en que sentido?
—Sexualmente, creí que había sido claro — sonrió de lado y soltó mi mentón —. Siempre que quiera estarás disponible, no es como si tuvieras otras cosas que hacer...
—P-Pero... Eso... Y-Yo... — mis mejillas estaban rojas y mi cerebro apenas procesaba esto; ¿cómo respondía ante esta petición de un Dios?
—¿Qué? — dijo entre risas — No es como si tuvieras que responder, no tienes otra opción
Dicho eso, Anubis se alejó unos pasos de mi y avanzó por el extenso pasillo. Pese a que sabía que tenía que seguirlo... Me había quedado estática. Servirle a un Dios de manera... S-Sexual no es algo que te pidan todos los días
—¿Qué haces? Apresúrate — se detuvo para verme y luego continuó avanzando.
Caminé hacia él a regañadientes, no necesitaba molestarlo más. Pero mientras caminábamos, yo observaba el lugar; si no había sido la primera deberían de haber alguna estatua o recuerdo de las antiguas mujeres pero... No había nada
—Nunca había escuchado que.. El Dios Anubis tuviera una pareja... — quería que al menos una de mis dudas quedara resuelta
—No la tengo — respondió —. Eran simples humanas, no mis parejas
—Pero... ¿P-Porqué no haces este tipo de cosas con alguna diosa o algo así? — el pasillo terminó y dio lugar a un salón principal adornado de muebles, una enorme puerta que supuce era la salida, unas escaleras a un segundo piso y una enorme ventana que daba una buena vista de un pequeño lago fuera donde podrías remojar los pies
—La mayoría de las diosas están casadas, son aburridas o... Simplemente no quieren tener nada que ver conmigo
—¿Contigo? ¿Porqué? — Anubis se detuvo y se giró a verme. Su sonrisa sarcástica junto al brillo de sus ojos azules... Eran en verdad seductores
—¿No ves quién soy? Debes saber que es lo que hago
—Anubis... ¿Dios de la otra vida? Tu te encargas de.. Llevar a los muertos al más allá y ayudarles a reencarnar, no veo lo malo.
—Pff, bueno — mi respuesta pareció gustarle al dios, ya que sonrió — No todos lo ven así; odian la muerte, por eso no se me acercan mucho. Ahora no hablemos en términos de pareja
—Pff — tuve que aguantar una risa en ese momento. Sabía perfectamente que no era el momento, pero por la forma en que lo dijo y la sonrisa que me mostró, había sido graciosa.
Cuando me di cuenta que era demasiado tarde para ocultar mi penosa risa, me cubrí la boca y me aclaré la garganta. El dios me miraba fijamente, con una sonrisa también, pero aún así me intimidaba. Después de eso, él dio un paso hacia mi y acarició mi mejilla con suavidad
—Es por eso que tomo sacrificios como tu; después de unos años, cuando ya estén... Ancianas, les ofrezco la opción de viajar al otro mundo y renacer en una familia noble. Lo mismo será para ti, cuando el momento llegue, por mientras tu me servirás aquí
—Y... ¿Porqué tenía que ser yo? — mis mejillas se pusieron levemente rojas — Quiero decir, hay otras mujeres en Egipto, yo iba a ser la próxima faraona, ¿Porqué quitarme ese destino?
—Siempre suelo escoger princesas, son lo más cercano a mi estatus, además.. Siempre elijo las más hermosas — yo intenté abrir la boca, pero él me interrumpió —. Tu cumples a esas características, tengo mis gustos así que siéntete orgullosa de gustarle a un dios.
—Hmp... Aún así — hice un puchero; no sabía si estar agradecida o molesta por sus palabras — Anubis...
—Dime Dabi, es mi verdadero nombre — volvió a interrumpirme —. Es hora de irnos, te llevaré a tu habitación y yo me iré a trabajar. Cuando vuelva en la noche, lo haremos
—¿H-Hacerlo? — de solo imaginar aquella idea tan lujuriosa.. El calor se me subía al cuerpo
—Je... — sonriendo de lado, se alejó de mi y volvió a avanzar. El sonido de su bastón golpear el suelo junto al de sus pasos cada vez se alejaba escaleras arriba. Tardé unos momentos en reaccionar y cuando lo hice me apresuré en subir, temía que se molestara de nuevo.
El pasillo de arriba no era muy diferente al de abajo: color blanco, varias estatuas y decoraciones de oro. El dios Anu- Dabi... Me dirigió a una enorme puerta al final del pasillo, abrió ambas puertas y me mostró una hermosa habitación, se parecía a mi habitación en el palacio: grande, con una enorme terraza y una cama. Dabi se quedó de pie frente a la puerta y yo avancé, la hermosa habitación me transmitía una tranquilidad armoniosa, me sentía como en casa.
Avancé y me detuve frente a la terraza, apoyé mis manos en el barandal y lo acaricié con gentileza, luego voltee a ver a Dabi quien me observaba con una pequeña sonrisa
—Gracias... — sonreí. Él simplemente asintió y abandonó la habitación, dejándome sola. Volví a ver hacia la ventana y observé el paisaje: se aprecia mucho al de los seres vivos, con la única excepción de que aquí todos eran dioses y vivían en sus respectivos palacios. Aquí es cuando una de mis dudas de respondía, y era la que se preguntaba en que clase de mundo vivía Anubis. Lo primero que se me vino a la mente fue que todos los dioses vivían en un mismo lugar, y que a la hora de ejercer su deber, en el caso de Anubis, viajaban al respectivo lugar y volvían aquí a descansar.
Sentándome en el borde, junté mis manos y cerré ambos ojos. Mi familia fue lo primero en cruzar mi mente; me preguntaba como se las haría mi hermano, como estaría mi padre y... Mi madre desde el otro mundo. Me preocupaba el pueblo y su gente..
—Por favor, Dios Horus, dios de la realeza y la guerra... — comencé a murmurar — Guía a mi hermano para ser un buen monarca, evita las guerras innecesarias en mi pueblo y... Por favor protege a mi padre.
No todos alababan a los mismos dioses, cada quien tenía su favorito : desde dioses de la guerra, diosas de la fertilidad o simplemente de protección, pero en mi caso alababa a Horus, quien era el dios de la realeza y confiaba plenamente en que él guiaria por el buen camino a mi hermano.
—Es extraño, ¿Porqué oras en un momento así? — una extraña voz me sacó de mis pensamientos y rápidamente abrí los ojos. Un hombre alado, con una especie de "sombrero" con forma de halcón volaba frente a mi ventana
—¡Ah! — solté un grito que hico eco en la habitación. Rápidamente di un paso hacia atrás, pero resbale y antes de caer, ese hombre alado me sostuvo de la cintura
—Cuidado, princesa — dijo con una sonrisa
—¿Q-Quién...?
—¿Hm? Pff, acabas de pedirme algo y ya me olvidaste.
—¿H-Horus? — dije poco después. No esperaba que alguna vez conocería al dios Horus. Sabía que estaba en el mundo de los dioses, pero por ningún momento se me pasó por la mente que él vendría personalmente al escuchar mis plegarias — P-Pero... ¿Qué haces aquí?
—Escuché lo que pediste, pero me sorprende que en un momento así, estés pidiendo por otras personas — lentamente me puso de pie y soltó mi cintura. Horus era un hombre rubio, de ojos amarillos y alas rojas; al igual que Dabi, tenía un sombrero con la forma de un halcón que representaba el porqué nosotros los dibujabamos con cabeza de animal. Tenía varias joyas, el torzo descubierto y los ojos delineados
—E-Es mi familia, obviamente orare por ellos, ¿no es normal?
—Tienes un punto, pero por tu situación... — yo alcé una ceja — Crei que orarias a... No se, ¿Sejmet?
—¿La diosa Sejmet? — repetí
—Ya sabes — levantó sus manos y mientras revoloteaba frente a mi, continuó — Diosa de la protección, venganza... Ya sabes
Bueno, podría darme una idea de porqué sería ella: Sejmet era conocía como una diosa leona, feroz pero amorosa. Si le pedías un favor, ella te ofrecería su protección, pero si desatabas su ira, ella cobraría venganza. En mi situación yo necesitaba protección contra Anubis y obviamente quería venganza contra él por llevarme en contra de mi voluntad. Pero aun así ...
—Sinceramente no necesito su protección — aclaré — Sejmet es una buena diosa, pero no quiero venganza contra Anubis. Él... Me a tratado bien, solo te pedí tu ayuda para proteger a mi familia.
—Ya veo... — Horus sonrió de lado y dejó de volar, lentamente aterrizó en el suelo, y se me acercó — Tienes un buen corazón, princesa. Ya veo porque te eligió Anubis
—Dijo que era por... M-Mi belleza — me daba vergüenza presumir de aquello, no me consideraba bella, pero era una de las razones por las que él me había traído
—Ese es un punto, pero Anubis no solo se fija en eso — respondió — ¿Porqué crees que toma una cada cierto tiempo? Elige con cuidado, aunque hasta ahora ninguna había sido tan buena...
—¿Tu conociste a las antiguas mujeres?
—A algunas, ninguna era de mi gusto así que simplemente las ignore y para cuando ya me había dado cuenta, la mayoría había muerto.
—Y-Ya veo... — los dioses vivían mucho tiempo, así que simplemente eran como un parpadeo para ellos nuestras vidas. Seguramente Dabi pensaba igual.
—Pero tranquila, tengo un buen presentimiento — él había visto mi expresión de preocupación, pero trató de cambiar el tema — Como dios, aceptaré tus plegarias y ayudaré a tu familia, ¿si?
—G-Gracias — respondí con una pequeña sonrisa. Hice una leve reverencia y volví a ver al hombre — Dabi y tu han sido muy amables con una simple mortal, lo agradezco
—¿Dabi? Oh, te dijo su nombre — nuevamente sonrió — Entonces te diré el mio también — el dios se acercó a mi y tomó mi mano, acercó está a sus labios y le dio un beso — Me llamo Hawks
Después de aquella... Agradable, visita del dios Horus, o Hawks, me había sentido aún más cómoda y segura acerca de mi familia. El dios había prometido darle la bendición a mi hermano y dudaba que él no cumpliera su promesa, por lo que Egipto estaría a salvo después de mi partida...
Pero conforme avanzaba la noche, mi preocupación se incrementaba. Por más que intentara sumergirme en el agua para dispersar mis problemas, no funcionaba; pese a eso, el lago que se encontraba en el primer piso era hermoso, ya que justo ahora la luz de la Luna se reflejaba en el centro de ella. Yo estaba también en el centro, justo debajo de la luna, dándome un baño. Me había quitado la peluca, las joyas y el maquillaje usual, un baño a la luz de la luna siempre venía bien pero... Ahora no lo se
—Princesa — enseguida me giré hacia atrás y observé al dios Anubis en la orilla del lago. Yo enseguida cubrí mis pechos y me di la vuelta
—B-Bienvenido, Dios Anubis — era tonto hacer esto, aún cuando ya sabía lo que se venía, pero debía proteger mi castidad lo más que se pudiera
—Te dije que me llamaras por mi nombre — se quejó. De reojo, observé como el dios se quitaba las sandalias y sumergía los pies en el agua a la vez que se sentaba en el borde —. Acércate
Me quedé estática en el mismo lugar, aún después de escuchar sus palabras. No sé me había pasado por la mente que él pudiera llegar en un momento así y ahora que nos encontrábamos así...
—¿No escuchaste? Es una orden. Acércate — temía por su ira, así que tuve que obedecer esta vez. Avancé hasta el dios, aún cubriéndome los pechos — Bien...
Me detuve frente a él, pero a unos centímetros de estar pegada a él. Dabi se inclinó hacia mí, acarició mi mentón y lentamente su dedo índice recorrió mi cuello y terminó en mi clavícula. Yo observé de reojo aquel movimiento, el cual logró ponerme nerviosa y hacerme tragar saliva
—D-Da-
—Silencio — su mano se detuvo en mi clavícula — Sabes a lo que vine, ¿no? — yo asentí — Entonces aparta tus manos y déjame verte
Lentamente aparte mis manos y le enseñé mis pechos al dios, el hombre sonrió de lado y su mano volvió a bajar. Sus dedos se dirigieron a mis pechos, los acarició con delicadeza, luego se detuvo en mis pezones
—Son lindos
—P-Por favor no diga cosas así, Dios Dabi — la lujuriosa forma en que me miraba hacia lograr enrojecer mis mejillas. Él simplemente sonrió ante eso y continuó bajando; mientras tanto yo, lo seguía con la mirada.
Al detenerse nuevamente en mi abdomen, Dabi volteó a verme. Sus ojos azules brillaban bajo la luz de la luna, lo que lo hacía ver terriblemente seductor; como era posible que... Un dios de la muerte pudiera ser tan atractivo. Sin ponerle atención a aquellas quemaduras en su piel que lo hacían ver como una especie de momia, era terriblemente atractivo; y aunque sabía perfectamente que él sólo me había llevado para... Complacerlo, no negaba que no tenía curiosidad de saber como sería hacerlo con un dios.
—Sal del agua — Dabi se puso de pie al mismo tiempo que decía eso. Yo aún estando desnuda, salí y me cubrí con mis brazos el cuerpo, no porque no quería que él me viera, si no por el frío. Detrás del dios apareció un nuevo portal como con el que había llegado aquí, por su expresión pude ver que quería que entrara así que lo hice sin protestar.
Al atravesarlo, me di cuenta que estábamos en mi habitación. Poco después llegó Dabi y tomó mi mano, me llevó a la cama y me hizo acostarme ahí. Mis mejillas se volvieron a sonrojar y simplemente observé como se ponía sobre mi
—¿Es tu primera vez? — yo asentí — Agh.. Bien, solo por eso seré gentil — algo molesto por eso, Dabi se quitó la única prenda que usaba, que era la inferior y después aquel "sombrero" — Hagamos esto rápido
Él se colocó a mi lado, una de sus manos se dirigió a mis labios y la otra a mis pechos. Con esa empezó a masagearlos y a acariciar mis pezones
—Abre la boca — yo lo hice, con demasiada vergüenza pero lo hice. Dabi sonrió ligeramente y metió aquellos dedos en mi boca. Comenzó a jugar con mi lengua, sosteniendola o haciendo que llenara de saliva sus dedos — Eso, buena chica
—Mhg ~ — la saliva caía de mis labios, pero eso no hacia más que gustarle a él. Así que cuando sus dedos quedaron completamente húmedos, él los dirigió a mi zona intimida — A-Anu- ¡ahh ~!
Sus dedos entraron de una a aquella zona tan privada, comenzó a hacer pequeños círculos, metiendolos y sacalos y finalmente haciendo tijeras. Mis gemidos llenaban la habitación, excitando a Dabi, quien movía sus dedos más y más rápido hasta el punto de volverme loca; yo era una princesa que había crecido rodeada de riquezas y placer, pero nada se comparaba a esto...
—Dabi... Dabi... — arquee la espalda conforme gritaba y cuando finalmente me vine, encaje las uñas en las sábanas de seda. Mis fluidos llenaron las sábanas y los dedos del dios quién no paraba de sonreír por mi reciente corrida — Ah... Ah... Ah...
—Bien hecho — quitó sus dedos de mi vagina y los llevó directo a su boca, lamiendolos de una forma lasciva — Es hora de que hagas lo mismo por mí; no creíste que solo tu recibirías placer, ¿no?
—¿C-Cómo...?
—Shh, solo déjame todo a mi — obedientemente hice lo que él dijo. Dabi de sentó en el borde de la cama y me hizo ponerme de rodillas frente a él en el suelo — Ahora abre la boca
Nuevamente lo obedecí; Dabi al ya estar desnudo, simplemente tomó su miembro y lo acercó a mi boca. Esa cosa era realmente... Jamás había visto una así de cerca... O así de grande
—Y-Yo no creo ser buena para esto — miré fijamente a los ojos azules del dios, quizás estaba haciendo algo mal, pero no podía evitar ponerme nerviosa
—Aprenderás, ahora solo obedece — frunciendo levemente el ceño, Anubis colocó su mano en mi nuca y me empujó contra su miembro. Con la mano libre lo dirigió hacia mí boca y no tuve más opción que abrirla. El amargo y algo salado sabor llenó mi boca, además de la simple y obvia razón de que era mucho más grande que mi boca,
—¡Mhg! Mhg... Ngh~ — con ojos llenos de lagrimas, observé a Anubis mientras él lideraba mis movimientos
—Agh... Si... Esta es la mejor parte — una sonrisa lujuriosa se formó en sus labios — Usa tu lengua y manos, también mueve tu boca...
Era mi primera vez haciendo esto, pero con sus instrucciones me fue fácil hacerlo bien. Su sonrisa de placer aún no se iba y cuando llegó el punto en el que él dejó de mover su mano para dejarme todo el trabajo a mi, pude escuchar algunos jadeos provinientes del dios.
—A-Así... Agh... Hace miles de años no hacía esto y... Las humanas siguen siendo las mejores
De cierta manera me sentía algo molesta por la forma en que me comparaba con otras mujeres; me ponía feliz que él me hubiera elegido porque era igual o más "hermosa", pero aún así...
Decidí hacer algo más arriesgado, odiaba ser comparada y sentirme inferior, así que decidí jugarle una pequeña broma al dios: como pude traté de meterlo más profundo en mi boca, era difícil debido al tamaño pero di todo lo que tenia para poder meterlo. Cuando el dios abrió los ojos de golpe y me miró sorprendido, esta vez yo sonreí un poco
—O-Oh... Jugando sucio... ¿No? — recogió mi cabello en una coleta y observó fijamente mi rostro — Bien, continua trabajando así
—Hmp... — frunci levemente el ceño al no recibir la respuesta que quería.
—¿Qué? ¿Acaso estabas celosa? — soltó una carcajada — No estés así, pequeña princesa; recuerda el trato, solo te quiero para placer, nada más.
Saqué su miembro de la boca, limpié la saliva de mis labios y encare al dios por primera vez.
—Jamás dije que fuera celosa, solo odio que me comparen con otras personas — me puse de pie y señalé al dios — Deja de tener el ego tan alto, ¿si?
—Bien — demostrando nuestra diferencia de estatura, el dios se puso de pie y me observó furioso — Entonces tendré que demostrarte porque tengo el "ego tan alto", ¿no?
Me di cuenta del peso que llevaban mis palabras y que había ganado su ira al haber dicho esas cosas. Retrocedí unos pasos pero el dios me tomó de la muñeca y me empujó devuelta a la cama, se subió encima mío y dejó caer un poco de su peso sobre mi, su mano izquierda fue directo sobre mis muñecas y las sujetó por encima de mi cabeza.
—¡S-Sueltame! No debí decir eso, ¿bien? ¡Por favor no te enojes!
—Oh, no estoy enojado, princesa — con su rodilla abrió mis piernas y se colocó entre ellas — Solo voy a demostrar porque mi ego es así; ya no necesito ser gentil también, ¿no?
Su mano derecha sujetó su miembro y lo dirigió a mi entrada, debido a lo mojada que estaba, logró entrar de una estocada, sacándome un fuerte grito de placer y dolor; la sangre salió al igual que mis lágrimas, el dios solo soltó un gruñido que se escuchó en toda la habitación.
—Gg... Agh.. Vamos, ¿ya no puedes hablar? — soltó una carcajada. Comenzó a moverse, metiendo y sacando su miembro y sacándome más y más gemidos
—A-Anu... Ahh... ¡Dabi! — miré fijamente al dios, quien se seguía burlando y regocijando de mis expresiones y gemidos de placer. Yo ya estaba muy mojada ahí abajo y aunque me había dolido un poco al inicio, ahora solo era placer lo que sentía.
—¿Te gusta, pequeña princesa? — dijo sonriendo — Mhg, seguro se siente muy bien ~
Sus movimientos se hacían más y más fuertes y profundos; aquí es donde me daba cuenta de toda la experiencia que tenía aquel dios y lo bien que me estaba haciendo sentir con tan poco esfuerzo. Mis manos también seguian sobre mi cabeza y me impedían moverme o siquiera resistirme, pero seguramente... No lo detendría, esto se sentía realmente bien.
—Vamos, grita mi nombre — su mano libre fue a mi mentón y lo sostuvo con fuerza — Di lo bien que te sientes cuando este dios te hace suya
No podía mentir, esto se sentía demasiado bien. Él era el dios de la muerte, uno al que pocos alababan por simple voluntad, pero... Yo en este momento le estaba rogando para que no se detuviera
—Dabi... ¡Dabi! — comencé a gritar de placer. Mi cuerpo cedía ante la lujuria; mis pechos se movían de arriba a abajo y la cama no paraba de rechinar. Así fue durante un largo tiempo hasta que por fin llegamos a nuestro límite — M-Me voy a... Ah... ¡Espera ~!
—S-Siéntete feliz, yo también me voy a... V-Venir — soltó mis manos por fin y entrelazo nuestros dedos. La forma en que sostenía con fuerza mis manos y yo encajaban las uñas en las suyas fueron suficiente para excitarnos y hacernos llegar al límite. Junto a unos últimos jadeos comenzamos a venirnos — ¡Agh! Ah... Maldita sea, eso fue mucho...
Sacando su miembro de mi, vi como escurría todo su semen por mi entrepierna y se mezclaba con mis fluidos. Mi respiración era irregular y apenas podía pensar en otra cosa que no fuera él
—Como dije antes, no quedarás embarazada de mi — continuó. Eso me calmó un poco y me permitió acostarme en la cama sin ningún malestar — Descansa, yo me iré
Antes de que terminara de hablar, yo ya me había quedado dormida por el cansancio. Mi vida sería así de ahora en adelante, siendo un simple juguete de un dios hasta el final de mis días.
La humana se había quedado dormida antes de que pudiera decirle algo más, pero eso no me importaba ahora.
Cuando me había puesto de pie para ponerme la ropa, observé algo molesto: justo en el borde del balcón, una pluma roja se asomaba. Sabía perfectamente de quién era, lo que no sabía era... ¿Porqué estaba aquí? Hawks jamás se había interesado en los sacrificios que traía, por no decir que jamás se había parado a visitar mi palacio
Algo me molestaba, no quería que nadie y mucho menos él tocaran algo que era mío.
Tomé la pluma que había dejado ahí - quizás por accidente, quizás intencional para que supiera que él había estado ahí - y la lleve conmigo fuera de la habitación de la humana.
—¿Qué te llamó la atención de ella? Es una simple humana, solo un juguete más. No es... "ella"
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