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Capítulo 29




—Kaela—

Mi cuerpo se sentía pesado, pero aun así hice un esfuerzo por levantarme de la cama, al abrir mis ojos me di cuenta que no estaba en mi habitación, más bien en las orillas de un río, sobre una colcha gruesa, por cómo se veía el día debían ser más o menos las seis de la mañana.

—Al fin despertaste. —escuché la voz de Byron.

— ¿Dónde estamos? —pregunté con curiosidad.

Lo último que recordaba fue salir del hospital e ir a investigar a fondo la cajita de música, y como si Byron leyera mis pensamientos me hablo de ella.

—Quédate con la caja de música y no investigues tanto, si el dueño no ha reclamado deja eso.

—Tienes razón. —comente.

Continúe mirando todo a mi alrededor, el clima era cálido, vi a Byron adentrarse al río y llamarme.

—Sabes que no sé nadar muy bien. —dije.

—No te preocupes, no dejaré que nada te suceda. —afirmó.

Me tendió la mano mientras mostraba su hermosa sonrisa, bajo su rostro un poco haciendo que sus rizos se dispersaran cubriendo su rostro.

Comencé a caminar hasta llegar a donde él estaba, sus brazos me rodearon levantándome haciendo que mis piernas abrazaran su cadera, comenzó a dar pasos hacia atrás conmigo sobre él.

—Byron está muy profundo. —Me abrace más a el lo que lo hizo sonreír.

— ¿Qué harías si te digo que tampoco sé nadar? —preguntó.

Su pregunta me hizo soltarme de él, pero él se aferró a mí y no me dejo caer.

—Volvamos a la orilla por favor. —supliqué.

Soltó una carcajada y tomó mis labios entre los suyos, estos temblaban dejándome saber que el tenia frío, aferre mis manos a su cuello devolviendo el beso olvidándome que no sabía nadar y de su tonta broma.

Sus manos bajaron hasta mis nalgas, y me excite más de la cuenta, recordé que dada todas las complicaciones que habíamos tenido la intimidad era algo en lo que no pensábamos, pero estábamos en un lugar público.

—Byron vamos a casa, quiero que me hagas tuya pero no aquí. —susurre.

— ¿Porque dañas el momento? —preguntó

Yo comencé a ver a los lados pero no vi a a nadie.

—Siempre quise hacerlo así, pero si mi amada no se siente cómoda vamos a casa. —añadió

Sonreí, amaba cuando él se volvía complaciente.

—Te voy a subir a mi espalda, porque nadare hasta la orilla —soltó de repente.

Me asuste y el miedo hizo que me resbalara, no bien caí al agua estaba a flote, los fueres brazos de Byron me sostuvieron.

— ¿De qué temes? A caso no te he dejado claro que siempre voy a cuidar de ti y protegerte. —recalcó.

Apretó mi nariz y me ayudó a subir a su espalda, me aferre a su cuello lo suficiente como para ahorcarlo, pero él no protestó, justo antes de llegar a la orilla escuche voces, levante mi cabeza e hice movimientos para que Byron mirase.

Él se detuvo sujetándome, dada mi baja estatura y mi poca destreza nadando cualquier zona era profunda para mí.

—Que buena sorpresa, encontrar al asesino de Miguel nadando con su novia. —espeto uno de los que estaban a la orilla.

Mis manos rodeaban el torso de Byron, pude sentir como sus latidos comenzaron a acelerarse.

—Kaela ¿ves el tronco que sobresale a mi derecha? —pregunto cauteloso.

Asentí algo nerviosa, podía predecir lo que haría, de seguro me querría lanzar a él.

—Bien caminaré lo más cerca de él para que te quedes ahí y te sujetes hasta que yo salga, aférrate con tu vida. —ordenó

Mientras caminaba hasta el tronco quienes se enfrentaban a nosotros comenzaban a vociferar tratando de hacer enfadar a Byron.

Me deposito en el tronco con cuidado, este estaba resbaloso, y me asuste bastante.

—No me dejes aquí por favor, sácame. —pedí.

—Confía en mí, esta es la única forma de protegerte, si te saco te van a usar en mi contra, y mi mente no podrá trabajar y cuidarte, eres lo que más amo y no puedo ponerte en peligro. —Me acuñó en sus brazos y comenzó a salir.

Gotas de agua se deslizaban por su cuerpo, sus puños estaban apretados, los familiares de Miguel se reían a carcajadas.

—Eres uno solo, y nosotros solos cinco, dejaste a tu nena sola allí y luego que te dejemos moribundo la vamos a usar. —declaró el líder.

Byron le propinó un golpe bastante fuerte dejándolo en el suelo, otro le sujeto por el cuello, la humedad del cuerpo de Byron ayudo bastante ya que se le resbalaba con facilidad al agarré.

Yo en mi intento de ver todo me resbale y caí al agua, salía y entraba mientras sentía como tragaba agua hasta que al fin pude sujetarme al tronco, mi caída hizo distraer a Byron lo vi mirarme pero ese momento fue mortal, esos segundos fueron causales para la vida de él, alguien saco un cuchillo y le propinó una estocada por la espalda, lo hizo repetidas veces, le empujaron hacia adelante haciendo que cayera de rodillas.

—Nooooo nooo Byron levántate —grité.

Subí al tronco totalmente, estaba desesperada debía salir de allí, corrí y salte al agua, aun no lograba alcanzar el sueño por lo que comencé a hundirme, sentí el agua inundar mis pulmones y cuando ya no pude más lance un grito.

—Era un maldito sueño. —susurre para mí misma.

Mis manos temblaban de forma descontrolada, tenía demasiada tensión, mi garganta dolía y estaba seca, al parecer había gritado mientras soñaba.

Bajé a la cocina en busca de agua, mire el reloj en la pared y marcaban las dos de la mañana ¿estaría Byron despierto? Quería llamarlo, necesitaba escuchar su voz pero no quise molestarlo.

Tome el agua y me senté, lágrimas rodaban por mis mejillas, yo sabía nadar perfectamente pero en el sueño se me hizo imposible, era increíble como soñar te hacía sentir una realidad indeleble, tenía un sabor amargo, un miedo de lo que realmente podría pasar con la situación, una brisa entro en la casa haciéndome sentir frío.

Busque de dónde provenía, para mi sorpresa dos ventanas estaban abiertas, mi corazón dio un vuelco, yo jamás las dejaba así, corrí a cerrarlas y encendí todas las luces de la casa. Sujete un cuchillo y busque en todos lados la presencia de alguien, era algo estúpido, pero peor lo era volver a acostarme con el sentimiento de que habría alguien.

No encontré a nadie por lo que subí a mi habitación, hice lo que desde pequeña acostumbre a hacer cada vez que sentía ese nudo en mi garganta, coloque música, las suaves melodías me transportaban a mundos perfectos en mente, pero esta vez algo iba diferente, no me podía calmar.

Sujete mi teléfono, necesitaba llamar a Byron,pero mi celular tenía la batería agotada, lo conecte y me senté en mi cama, alinstante me recosté en posición fetal, abrazándome a mí misma, al final en estemomento me tenía solo a mí, lloré hasta volver a quedarme dormida, justamenteesperando no volver a tener esa horrible pesadilla.   







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