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Capitulo 2

No sé porque mi orgullo se encargaba de dañar a Kaela, pero cuando trataba de dar un paso adelante con ella algo iba mal.

Flashback.

Caminaba por la emergencia del hospital Flowers from the Sky, Liam se había ido a Alaska con Alexa, no podía dejar de sentirme celoso por las razones que se fueron, una de ellas es que tenía cuentas pendientes con ella y la otra es que yo debería haberme ido también de congreso, había sido enviado a este hospital recientemente, pero aun así merecía ir al congreso.

—Señorita, no puede pasar a esa área. —explico el guardia de turno.

—Claro que si puedo. —dijo esa voz melodiosa.

Me acerqué sigiloso a ver a quien pertenecía esa hermosa voz, y entonces le vi, esa hermosa mujer, poseía algunas pecas en su frente y su larga cabellera caía más abajo de su cintura, su piel era bronceada, desde ese momento me sentí intrigado, como por arte de magia las cuentas que quería saldar con Alexa salieron de mi quedando solo un deseo de amistad. Ya tenía un objetivo en mente. Me acerqué a la mujer vestida de negro mirándole más de cerca.

— ¿Que sucede aquí? —pregunte.

—Pues le explico que tengo que buscar algo en el consultorio de Liam, a esta hora la parte delantera del hospital está cerrado, y debo pasar por aquí pero este guardia no me deja entrar Doctor Velarde. —respondió leyendo mi apellido en mi bata.

Me sorprendí al escuchar mencionara a Liam, ¿que tenían que ver estos dos?, aun así tome la mano derecha de la mujer y la lleve al área de información que estaba vacía en este momento.

— ¿Que necesita en realidad? —quise saber.

—Mire mi hermano dejo algo para mi allí, y el muy cabeza hueca no responde a su teléfono para que el estúpido guardia me crea que soy su hermana. —soltó sin soltar aire.

Hermana de Liam eso explicaba todo, esta chica seria otra más de mi lista, quien sabe que pudiera salir de aquí.

—Señorita le ayudaré, pero déjeme presentarme formalmente, soy Byron Velarde Rousseff, médico cirujano general y terapeuta, es un placer conocer a tan hermosa dama. —Le tendí una mano en modo de saludo.

Pensé fui muy lanzado, y que la mujer que tenía en frente me rechazaría, pero no, ella sonrió, y cuando lo hizo algo de mí se rompió, era como si dentro fuera un cristal y estallara dejando mi sangre más caliente, juro que podía escuchar el sonido de esta al pasar por todo mi cuerpo.

—Yo soy Kaela Johnson Reynolds, hermana de Liam, es un placer conocer un colega de mi hermanito. —Volvió a sonreír.

La guíe hasta el consultorio de Liam, íbamos en silencio pero no se sentía incómodo, y aunque ella se sabía el camino le acompañe, no por desconfianza sino más bien para pasar más tiempo con la hermanita de Liam. Cuando llegamos a la ruta pautada, ella tomo la llave y abrió la puerta, yo me quedé fuera recostado de la pared esperando ella saliera.

—Byron ¿puedes ayudarme? —pidió Kaela desde adentro.

Me sobresalte ante su forma de tutearme. Entre inmediatamente al consultorio y la vi sobre el escritorio de pies con una caja casi más grande que ella en sus brazos, me reí ante la imagen que estaba viendo.

—No te rías y ayúdame por favor. —suplicó.

Me sentí avergonzado, pero que delicadas eran las mujeres, tome la caja de su mano y era algo pesada, la coloque en el suelo para poder bajar a Kaela también ella coloco sus manos en mi hombro y yo en su cintura bajándola así desde donde estaba.

—Gracias Byron, espero no te moleste la confianza que tomé contigo, pero tarde o temprano pasaría pues siempre vengo a visitar a mi hermano. Así que mejor temprano que tarde.

Levanto la caja del suelo y el dejo fuera, cerrando tras nosotros el consultoría de su hermano, a quien consideraba mi rival, y que gracias a Kaela tendría que dejar de serlo.

—Yo te ayudo a llevarla a tu auto. —ofrecí.

—Si por supuesto. —acordó.

Salimos hasta el parqueo, y allí estaba su diminuto auto azul, algo poco común en una chica, pero me gusto.

—Muchas gracias Byron por ayudarme esta noche. —expresó.

—Es un placer socorrer una dama en apuros siempre. —mencioné

Kaela se adentró en su vehículo, y bajo la ventanilla para sacar una mano diciéndome adiós, yo aproveche el momento para darle una tarjeta con mi número, ella la tomo y salió de allí.

Volví a la realidad y deje de pensar en el día que todo empezó a cambiar en mí, necesitaba una ducha con agua helada, fui al refrigerador y tome cuatro bolsas de hielo, las vacié en mi bañera y le deje caer agua tan fría como permitiera la ducha. Me senté en el borde introduciendo mis pies, luego mi cuerpo entero, me sentí eufórico, solté una carcajada al ver mi miembro encogerse para protegerse del frio.

—Lo siento por ti amiguito, pero sabes que me encantan las duchas heladas. —le hable a mi miembro.

Cuando salí del agua me cambie formal y me fui a mi próxima conquista, tenía cita con una hermosa y delgada morena, no se iba a librar de que fuera mía, yo era imparable, sentía que nada ni nadie me detendría  de mis caminos.

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