Capítulo 12
Despertar y lo primero que ves sea el trasero de tu novia, si lo es tuve parpadeo varias veces para ver si no estaba viendo mal, me percate que su ropa interior era un conjunto tragué dándome cuenta que ella había planeado un encuentro sexual.
Deslice mi mano por sus muslos sintiendo la suavidad de su piel, deseaba morderla, darle nalgadas, pero ese deseo solo estaba dentro de mí, aun estando ella dormida en una posición tan provocativa me excitaba pero seguía sin poder hacerla mía, definitivamente no tenía una erección, lo que me hizo sentir frustrado.
Me levanté con cuidado para que ella no se despertará, no darles explicaciones se estaba convirtiendo en mi especialidad, tenía que buscar una solución para poder hacer a Kaela mía. Tomé mi teléfono y llame a la única persona me ayudaba cuando era un adolescente, mi maestra y psicóloga de la escuela, Margaret.
Había transcurrido mucho desde la última vez hablé con ella, puede que no me recuerde, aun así le llamé.
—Buenos días. —saludó en la línea.
—Buenas días, Margaret. —respondí.
— ¿Con quién tengo el placer de hablar? —preguntó.
Su voz se escuchaba algo cansada, pero seguía siendo la misma.
—Recuerda que una vez un chico en donde trabajaba se resbaló lastimando su brazo derecho, y fue burla de todos porque lloró, exagerando el dolor de la herida superficial, porque su dolor interno era más grande, quería ser cirujano, por lo que pensó que estar lastimado le impediría serlo, así que se encerró en su salón y allí estaba usted comiendo una manzana, le dirigió una mirada a aquel pequeño llorón. —Le recordé.
—No me digas señor Byron, demasiado sin saber de ti pequeño llorón. —manifestó con voz alegre.
—Circunstancias de vida me hicieron alejarme de todo, aun así le llevo presente, me gustaría invitarle una cena. —dije.
—Claro jovencito, me gustaría ver cuánto has crecido. —contestó.
Colgué la llamada luego de despedirme, mire hacia adelante sintiendo como alguien me miraba, Kaela estaba con sus brazos cruzados y su mirada distaba fuego.
— ¿Se puede saber con hablabas de forma tan dulce? —inquirió.
—Hablaba con Margaret, Ella era mi consejera y ayudó mucho en mi adolescencia, te la presentaré algún día. —informé.
Ella no bajo la guardia y quito mi teléfono de la mano, buscando entre las llamadas, afortunadamente había borrado los mensajes con Veira y otras cosas más comprometedoras, tras asegurarse que no me mentí me devolvió el aparato.
—Lo siento, no debo desconfiar de ti. —se disculpó.
Se acercó a mi rodeándome con sus brazos, coloque mis manos en su cintura y la besé en las mejillas, baje a su cuello, pude sentir como el deseo la atravesaba, así que me detuve, tomé su mano para llevarla al mueble de mi sala.
—Tenemos que hablar mi princesa, tengo mucho que explicarte.
Ella asintió, su mirada estaba llena de comprensión, como si de alguna forma supiera de qué le hablaría.
—Conozco a Alexa desde mi niñez, eso lo sabes, en ese entonces yo era el chico popular que volvía a todas locas, por lo mismo tenia rivales, Miguel quien en un tiempo fue mi amigo se transformó en mi peor enemigo y rival. —expresé.
Kaela guardaba silenció apremiándome a continuar ya sea con su mirada o apretando mis manos de vez en cuando.
—Nuestra rivalidad paso los límites, tanto así que nos enfrentamos, Miguel mi hirió y casi pierdo la vida, de hecho eso fue un detonante para la fobia de Alexa. —mencioné melancólico recordando mi pasado.
—Te entiendo Byron, no me importa tu pasado, ya no existe, es algo que marcó tu vida y definió parte de tu futuro ¿Como lo hizo? Pues veo que fantástico, eres un excelente médico, buena persona, tienes valores, sabes cómo tratar una chica. —declaró haciendo una pausa.
Colocó un dedo en su barbilla mirando el techo, en pocos segundos su mirada fue dirigida a mí.
—Aunque no siempre sabes cómo tratar una chica, pero tendré paciencia, porque te amo. —Sonrió haciendo mi corazón latiera más fuerte.
Mi teléfono sonó rompiendo la magia del momento, para colmo era Anyeline, una tos escapó de mí, había quedado con ella y se me había olvidado tomé mi teléfono y fingiendo sorpresa, Kaela parecía creerme.
—Lo más curioso es que mi alarma suene a esta hora. —dije.
—Hablando de hora ya son las diez de la mañana, debía abrir temprano hoy la tienda. —Se levantó muy rápido.
Sabía lo que pasaría, corrí más cerca de ella y la sostuve de caer al suelo.
—Nunca debes levantarte tan rápido amor, al hacerlo así tu presión sanguínea baja lo que te causa mareos. —expliqué.
Su rostro era de agradecimientos, ella fue a cambiarse su atuendo, cuando me percaté que estaba donde no me podría escuchar le devolví la llamada a Anyeline.
—Anyeline que grata sorpresa tu llamada. —Fingí sorpresa, al fin y al cabo ya sabía que llamaría.
— ¿Cuándo pasas por mí? —preguntó.
Podía reconocer una mujer excitada aun por teléfono, y Anyeline lo estaba, no tenía mucho tiempo, Kaela saldría en cualquier momento así que fui rápido en terminar la conversación.
—Pasare por ti a las dos de la tarde, me envías tu ubicación. —ordene.
Kaela salió con su bolsa en manos, llevaba su cabello suelto y un labial rosa, una punzada de celos me llego al recordar que un hombre trabaja con ella, había intentado que lo despidiera pero se negó justificando él era casado y nunca estaban solos a excepción de la vez que fui.
—En un momento te llevo a la tienda. —Le dije.
—Ah ya pedí un taxi, no quiero que vayas a hacerme otro numerito. —respondió.
Respire profundo, a fin de cuentas acepte se fuera sola, total ella no me seria infiel, sé que me amaba lo suficiente como para no hacerlo, conocía los tipo de chicas como ella, cuando amaban se entregaban a tal punto que no eran capaz de dejar ir el amor de su vida. La despedí con un beso y mire bien la matricula del taxi que la llevaba, también tome el tiempo, de no llegar en él y Kaela comunicarse conmigo saldría inmediatamente en su búsqueda.
Subí nuevamente y me duche, le di algo de forma a mi barba y me mire en el espejo, me sonreí a mí mismo ladeando mi cabeza, ese gesto hacia que muchas chicas se derritieran. Mi teléfono timbro con el sonido especial que tenía para Kaela, leí y era un simple ''Llegue bien''.
Vi la dirección que me envió Anyeline, y baje al parqueo en busca de mi auto, el recorrido era de unos treinta minutos, yo en cambio lo hice en veinte, amaba la velocidad, Anyeline por igual, cuando subió al auto y pise el acelerador lanzo un grito aventurero y de felicidad, le mire alzando mis cejas.
—Oh lo siento, es que amo la velocidad, antes de ser enfermera quería ser piloto de carrera. —explicó.
—Interesante, pero las chicas no deben hacer ese tipo de cosas, siento que pierden su esencia femenina.
Dije eso entonces un pensamiento loco llego a mi mente, vi en lo más profundo de mi a Kaela con ropa de cuero sobre mi moto con su coleta larga, fue una vista hermosa, y retiro lo dicho si deben hacer esas cosas, las mujeres se ven hermosa haciendo lo que creemos no pueden o deben.
Estábamos en Foster, un pequeño pueblo de Providence, Anyeline le sacaba foto a todo lo que veía, di un giro brusco por lo que se fue adelante y de no ser por mi mano se hubiera llevado tremendo golpe.
—Por momentos así es que debes de verificar que tu cinturón de seguridad este bien puesto. —manifesté parqueándome.
—Gracias Byron. —Se limitó a decir con vergüenza.
Me había parado en el hotel Vianty, era pequeño pero cómodo, justo para lo que necesitaba, mire de reojo a Anyeline, no puso objeción en ninguna momento, por lo que ya sabía a lo que veníamos.
Pague una habitación y entramos, y esta chica sí que estaba caliente, salto sobre mi rodeando mi cintura con sus piernas, besándome como una fiera, inmediatamente me excité, sentí un dolor inmenso cuando mi erección se apretó contra mi pantalón, ya tenía en mente no usarlo más.
—Tranquila Anye, vamos despacio. —pedí.
—Me gustan las cosas rápidas Byron. —afirmo.
Me tumbo sobre la cama arrancándome la ropa, por Dios esta chica estaba loca, se desnudó más rápido de lo que pude pensar, me levante dando un giro dejándola debajo de mí, introduje sus senos en mis labios y ella dejo escapar un grito en vez de un gemido, lo que me hizo excitar aún más, mientras yo jugaba con su pezón Anyeline alargo su mano tocando mi miembro tratando de dirigirlo a su húmeda zona.
—Calma fiera, me voy a colocar un preservativo. —explique.
—No quiero que lo uses, quiero sentir tu piel contra la mía, al igual que como te corres en mí. —sostuvo.
Era demasiado tentativo hacerlo, pero era demasiado riesgoso, no quería tomarlos.
—Lo siento nena pero no eres la indicada para hacerlo de esa forma. —informé.
Me coloque el preservativo y la penetre, creo que sus gritos los escuchaban en medio mundo, me puse de pies atrayéndola conmigo, la levante en mis brazos y la embestí sobre mí, mis manos estaban apretando su trasero, sus senos saltaban en cada movimiento, su piel clara estaba totalmente roja, bese su cuello mientras acababa, solté un gemido y me deje caer con ella sobre la cama.
—He estado con varios hombres, pero ninguno me había hecho gritar tanto. —enuncio mientras recostaba su cabeza sobre mí.
—Soy único Anyeline, recuérdalo siempre. —articule.
Me levante colocando mi atuendo, sentí una punzada incomoda, el rostro de Kaela estaba en mi mente, era como si ella estuviera aquí viéndome fallarle, también me estaba dando cuenta que estaba sucediendo algo con ella, que me imposibilitaba tener relaciones con ella, la próxima vez que tratara de hacerlo buscaría una forma de satisfacerla, también aunque tuviera que tomar terapias dejaría de buscar mujeres en la calle.
—Vístete Anyeline, te llevare a tu casa. —ordene.
—Pero si acabamos de llegar, esperaba que se repitiera, además deberíamos comer algo. —sugirió.
—Me he quedado sin ganas de nada, te comprare algo de regreso. —asegure.
Se vistió con cara de pocos amigos y salió delante de mí, el camino fue en silencio, nos detuvimos en un puesto de comida rápida, ella ordeno, cuando pague volví a mi recorrido.
Anyeline quedo en su casa y yo fui directo a ver a Margaret, necesitaba cuanto antes que hablásemos, ya tenía una agonía que me estaba matando, era algo que no podía durar mas tiempo.
52Z0!O.RX
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