El rescate
Luego de tres cuartos de hora rodando en la moto, llegaron a una colina con una elegante casa de dos pisos, el ruido de la fiesta se escuchaba desde antes de siquiera poder ver aquella vivienda. Al entrar, Sofía se sintió abrumada por el ruido de la música mezclándose con su resaca, pero al recordar a Adrián y a Melanie aquella tarde, decidió tomar otra copa de vino que le estaba ofreciendo un mesonero que se dirigía hacia ella. Las personas en la fiesta parecían sacadas de Halloween, Sofía no entendía muy bien la índole de aquel festejo paseó su mirada por el recinto y se sorprendió al ver mujeres desnudas haciendo danza en telas mientras pendían del techo.
—No bebas tanto mi hermosa Sofía. El único exceso que te puedes permitir hoy, soy yo —dijo Sorian, guiñándole un ojo mientras hacía una mueca que a Sofía le resultó placentera para luego tomar su mano y adentrarse a la fiesta a bailar.
El mundo daba vueltas mientras ella reía y saltaba junto a Sorian, dos copas más de vino la convencieron de hacer una pausa para tomar aire, así que salieron al jardín. Tomó su celular para llamar a Karen, no sabía nada de ella desde hace dos días y le preocupaba que no supiera donde se encontraba, ¡tenía que contarle todo!
—¿A quién llamas?, espero que no sea a ese bueno para nada de Adrián.
—No, llamo a mi amiga Karen, pero no contesta el teléfono. —Sofía miraba la pantalla del teléfono mientras en el altavoz la operadora desviaba la llamada. Pasó un instante, ella levantó la mirada hacia Sorian mientras una arcada hacía que vomitara justo en los zapatos de él. —¡Lo siento, qué vergüenza!
—No te preocupes, creo que has bebido mucho hoy, las resacas de vino son horribles, vamos a un baño —dijo mientras intentaba limpiar sus zapatos moviéndolos contra el pasto del jardín.
Un chico apareció de la nada y los interceptó.
—¿Qué se te ofrece, Lucas? —Sorian frunció el ceño al verlo.
—¿Qué tal? ¡Aghghh!, ¿ahora te gustan las humanas que vomitan? —Sofía estaba agachada, vomitando. Se sentía horrible y sus cabellos cubrían su rostro—, como sea, en el almacén hay mercancía nueva, para que te des un paseo. He tenido que hacer yo solo el trabajo...
—Gracias, Lucas. ¿Algo más?
—Sí, bueno, Adrián descubrió lo que hicimos con su pluma principal, ¿deberías temer por eso?, sé que quieres capturarlo cuando esté desprevenido, así que le propuse un pequeño sacrificio.
Sorian no confiaba mucho en Lucas, Él actuaba a su conveniencia siempre, aunque fuera un caído poderoso, se debía tener cuidado.
—Ya vengo —le dijo a Sofía—. No quiero dejarte, pero tengo asuntos que atender.
Sofía vio como Sorian se alejaba con aquel muchacho. Todo le daba vueltas, por lo que caminó por el jardín tambaleándose y dándose de tropezones. ¿Por qué había bebido tanto vino?, volvió a marcarle a Karen, necesitaba hablar con ella. «Responde, ¿dónde estás?», se preguntó justo antes de llegar a un garaje alejado de la fiesta. En la puerta, un letrero que decía: «No entrar sin autorización», hizo que ella girara la manilla.
Adentro, el frío la hizo temblar de inmediato, pero al ver el contenido del garaje, quiso salir corriendo enseguida. En frente de ella, varias personas estaban acostadas en camillas. Se volteó para abrir la puerta pero no abría, la invadió el pánico al pensar que estaba atrapada. Avanzó lentamente, observando a las personas que parecían estar dormidas, se notaba que podían respirar. Se llevó las manos a la boca para ahogar un grito, al reconocer a dos de las modelos de Adrián, las mismas por las que ella le preguntó días antes. «¡Con que aquí están!», asustada retrocedió varios pasos, topándose con un frigorífico, y al abrirlo, volvió a vomitar al ver numerosos corazones amontonados en una piscina de formol. Asustada, quiso llamar a Adrián, pero el orgullo hizo que desechara la idea y marcara otra vez al número de Karen, sintiendo un vuelco en su corazón cuando el mismo repique que tenía el móvil de Karen comenzó a sonar cerca de ella. Volteó y siguió el sonido, palideciendo cuando vio a su amiga en una camilla, en lo que parecía ser un sueño profundo y justo al lado de un muchacho que tenía un hueco en el pecho.
—¡Karen! —Intentó despertarla al darle unas cachetadas.
No podía creer que ella estuviera ahí, ¿cómo había parado en ese lugar?, no pudo contener las lágrimas de lo asustada que estaba. Pero no pudo hacer más, ya que la puerta del garaje se abrió. Lucas llevaba una bolsa a rastras hasta el final del garaje, Sofía intentó ocultarse, agradeciendo que abriera el frigorífico justo dándole la espalda, por lo cual, aprovechó de salir corriendo pero dominada por su estado de ebriedad y shock tropezó con una camilla que estaba justo al lado de la salida.
—¡Hey! ¡¿Qué haces aquí?! —gritó Lucas, quien empezó a perseguirla. Ella corrió lo más rápido que pudo, atravesando el jardín en un instante, llegando junto a la multitud, donde no aminoró el trote, al contrario, empujaba a los que estaban en su camino temiendo que Lucas la alcanzara, y justo cuando divisó que lo tenía cerca y él tocó su cabello, saltó en la piscina que estaba en su camino.
Las personas hablaban entre ellas preguntándose porqué había hecho eso. Lucas la vio sumergirse pero al notar que no subía a la superficie, se dio media vuelta y desapareció entre la muchedumbre. Sofía se hundía en aquella piscina, el agua era pesada, o eso creía. Intentaba nadar, pero sus piernas parecían de cemento. No podía respirar de la agonía, pero antes de perder el conocimiento unos brazos la tomaron para sacarla del agua.
—¡Sofía!, ¡respira! —Todo era confuso pero unos labios abrazaron los suyos para darle aliento, mientras sentía que comprimían su pecho varias veces. Vio a Adrián con unas alas blancas en un resplandor, sonriéndole y estrechándole la mano para que fuera con ella, pero la idea de Karen en el garaje gritando ¡auxilio!, la hizo despertar de repente. —¡Sofía!, aún no es tiempo de morir —dijo Sorian, quien la abrazó, aliviado de que estuviera viva.
Ella no tenía energía ni para abrir los ojos. Sintió como la cargaban y la llevaban a una habitación, recostándola en una superficie cómoda, donde durmió un buen rato. Estando aún entre el sopor, la resaca y el shock, escuchó a Sorian hablando con otra persona.
—¿Por qué la salvaste?
—No es tu asunto, además, si va a morir, debo ser yo quien tenga ese privilegio. —Aquello la asustó aún más, ¿porque se había ido con él? —Sé que estás despierta, abre los ojos. —No tuvo más opción que obedecer. Sorian estaba frente a ella viéndola con ojos penetrantes, aunque por más retorcido que pareciera, al mismo tiempo eran ojos de dulzura.
Ella se levantó, acordándose de Karen, y cuando él se acercó a ella le gritó.
—¡Aléjate de mí!, me engañaste.
—¿Engañarte?
—¿Qué son todas esas personas que vi allá abajo?, ¡mi amiga Karen está ahí!, ¡debo salvarla! —dijo antes de correr hacia la puerta, pero Sorian la atrapó— ¡Ayúdame a salvarla! —Estaba alterada.
—¡Tranquila!, eso que viste no es nada —le dijo hipnotizándola con sus ojos. Sofía se tranquilizó enseguida, olvidándose de Karen por completo—. Eso que crees que viste, fue solo tu imaginación, debes confiar en mí.
Acarició su rostro dulcemente. Un beso en la frente y otro en sus labios fueron suficientes para que ella confiara en él. Sorian posó sus manos en los hombros de ella, bajando su blusa y descubriendo sus senos, luego la volteó sujetando sus cabellos con una mano mientras con la otra jugaba con su intimidad. Luego, la inclinó hacia la cama y besó sus glúteos y su espalda, haciendo que ella se estremeciera y se volteara hacia él, quien se abalanzó hacia ella para besarla y seguir recorriendo su cuerpo. Aquellos besos siguieron por sus senos, donde sintió la emoción un poco más fuerte y tratando de desprenderse por el fino dolor que causaban los leves mordiscos en los pezones, tocó la marca que estaba cerca de su corazón, ahí, Sofía sintió un fuerte dolor en el pecho, una punzada que penetraba sus pulmones y no la dejaban respirar, se quemaba por dentro y aquel dolor que ya había sentido antes regresaba más feroz que nunca. A su memoria volvieron los gritos de su niñez, y esta vez vio a Sorian persiguiéndola en un bosque, incluso se vio a ella misma saltando de una montaña y un par de alas negras atajándola en el aire.
Sorian le tapó la boca con su mano para amortiguar sus gritos, pero fue inútil. De repente, la puerta se abrió de golpe y un hombre alto y corpulento apareció en la penumbra. Sorian maldijo en voz baja y se apartó enseguida para ir a la ventana pero antes de abrirla le dijo:
—Nos veremos en tus sueños pequeña diablita. —Y luego, saltó hacia la oscuridad.
Se retorcía de dolor cuando vio al hombre acercarse, ¿Adrián había ido a rescatarla?, él la miró un momento, se quitó su chaqueta negra para colocársela y cubrir su desnudez, luego colocó la mano en la marca que tenía Sofía en la muñeca, y de repente ya no sentía dolor, como si todos sus males hubieran desaparecido, así que se incorporó en aquella cama, sentándose poco a poco. Alzó la mirada para hacer contacto visual con su salvador, observando a un joven de unos veintiocho años con dos perlas marrones sumamente hermosas e hipnotizantes y cutis perfecto. «Estos hombres son cada vez más hermosos», pensó.
—¿Estás bien?, aún no te toca niña. Déjame ver tu herida. —Justo al lado de su corazón, tenía una quemadura en forma de "S", parecida a la que tenía ella en su muñeca y múltiples rasguños en los brazos— Debes venir conmigo, no estás a salvo aquí.
—¿Quién eres? —Estaba cansándose de hacer esa pregunta y nunca tener respuestas.
La cargó entre sus brazos y en el camino le respondió.
—Soy Azrael, ángel de la muerte. Alguien pidió tu alma a cambio de inmunidad pero todavía no es tu momento. Así que estás a salvo conmigo.
—¿Quién pidió mi alma? ¿Aquél que huyó?
—No, aquel que huyó, era Sorian. Él quiere robar tu alma. —La miró por unos segundos—. Pero quien la pide para salvarse, se llama Cassiel, así que debo protegerte de los dos.
nota
LES DEJO ESTA CANCION QUE LA AMO.
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