capítulo 4
Doble la nota y la tire en el asiento trasero y volví a encaminarme a mi trabajo, si, voy más que tarde, pero en fin no tenía obligación de ir pues trabajo en el colegio que funde hace algunos años cerca de donde vivo en Providence, soy directora y maestra en filosofía y letras, mi colegio era algo especial, pero no me sentía bien como para pensar en eso, me puse a meditar en mi misma y como iba mi vida.
Mi nombre es Alexa Gilbert y soy la típica chica delgada, me mantenía delgada pues podía comerme un camión y me mantenía así, aunque si tenía mis atributos, mis ojos son marrones y mi pelo mejor no lo describo porque como puedo tenerlo hoy largo y en tonos rubios puedo cortarlo y teñirlo, amo los cambios, y a mis veinte y cuatro años sentía que había logrado mucho en mi independiente vida tenía como lema cumplir mis propósitos.
No podía decir que era la mujer más del mundo pero vivía cómoda, tenía todo cuando necesitaba, mi madre me había entregado el terreno donde hoy estaba situado mi colegio, prospere sola en poco tiempo.
Llegue al colegio y aparque, me dirigí hacia adentro, hoy solo saludaría los niños, para luego ir a casa me sentía un poco mareada y con fiebre.
Pase por mi oficina, deja mis pertenecías y me prepare un café fuerte, me sentí y lo tome lentamente disfrutándolo, sintiendo su aroma llenarme, su sabor inundar mis papilas, si soy adicta al buen café. Luego de unos minutos escuche el timbre de mi puerta.
—Pase.
—Hola Alexa ¿Qué te pasa? —quiso saber Ruth al ver mi rostro.
—Ruth amor, estoy un poco cansada, toma asiento y cuéntame todo.
Ruth era quien se encargaba de las actividades del centro y hacia los itinerarios, yo solo los firmaba y verificaba que todo estuviera bien, ella era una parte esencial en el colegio, aparte de ser mi mejor amiga era quien se quedaba a cargo cuando yo no asistía.
—Mía ha preguntado por ti.
Mía era una niña especial del centro al igual que muchos otros y me había encariñado con ella, me recordaba mi hermana menor....
—Hmm Alexa.
—Si voy a verla en un momento.
—Dentro de una semana tendremos un operativo médico para revisión de los niños y niñas.
—Entiendo.
—Si quieres te puedo cubrir ese día.
—Gracias Ruth, pero vendré debo de dar una charla y dar la bienvenida a los médicos. No te preocupes al momento de la tratamientos me vendré a mi oficina.
Firme los papeles que me trajo Ruth y ambas salimos de la oficina, pase por los cursos y los niños me aplaudían algunos me decían "Tía Lexa" y así. Luego me dirigí a ver a Mia, ella estaba en una unidad de cuidados especiales, amaba tanto esa pequeña, su forma de luchar por la vida y dar alegría, ella estaba en sillas de ruedas pues estaba invalida, sus pequeñas piernas estaban atrofiadas por un accidente que la había dejado así, además de que era autista lo que dificultaba su comunicación con otros niños.
Era una hermosa niña de tan solo trece años y yo estaba luchando porque su vida fuera mejor. Mia me vio entrar sus brazos se abrieron de emoción y sus ojos reflejaron felicidad, yo era una de las pocas personas con las que ella se comunicaba. Fui y le di un fuerte abrazo y bese su frente.
—Tranquila mi niña todo irá bien.
Quise que mis palabras fueran ciertas, quería que mía tuviera una vida plena.
Horas más tarde ya estaba en casa, era un desastre total, decidí darme una ducha antes que nada, puse a llenar la tina del baño con agua tibia y puse una música suave.
Como de tensa me sentía. Me introduje en la tina y empecé a relajarme y a pasar suavemente la esponja con jabón por mi cuerpo, la pase por mis senos y fui bajando hasta mi abdomen, mis muslos, mis partes más íntimas, separe mis piernas más y lleve mis dedos hasta la parte más sensible de mí y empecé a tocarme y dejarme llevar por el placer y al abandono del clímax, esa parte de plenitud dónde no te importa nada, esos segundos en los que tu mente está en blanco y tu cuerpo se estremece con el más alto grado de lujuria.
Mordí mis labios y recosté mi cabeza en el borde de la tina y me quede allí unos minutos respirando profundo mientras mi cuerpo se reponía de los espasmos causado por el orgasmo.
Cuando salí de la ducha me puse ropa cómoda, limpie toda la casa y luego me recosté en mi cama a leer un poco pero fui interrumpida ya que mi teléfono me aviso tenía un nuevo mensaje, entonces le revise y me quede helada al leer el texto que acababa de recibir.
"Señorita, que linda foto dejo usted en mi teléfono"
—Liam—
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