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Capítulo 10




Liam

No puedo parar de decir que Alexa me traía loco, aunque ella no sabe en qué se mete, mi corazón se ha endurecido con el paso del tiempo y aunque no ha perdido su humanidad, el amor es algo que no me interesaba mucho hasta conocerla, algunas cosas ya no me interesan a mis treinta y tres años, y aunque me falta mucho por ver, viví en carne propia el desamor y temía repetir la historia, aunque a las personas se les percibe la maldad y la bondad por encima de todo.

Antes de iniciarme en la medicina conocí una chica, estaba llena de sueños o al menos eso aparentaba pues su mente estaba vacía y luego que me sedujo quiso introducirme en su mundo de drogas y delirios, no tenía nada por lo que vivir o actuar a fin de cuentas se volvió demente y hoy día vive en el hospital psiquiátrico central de Providence, yo me había encargado de que estuviera bien ya que a fin de cuentas era una persona.

Alexa era diferente lo sentía y cada vez que la veía no podía controlar mis pensamientos o tal vez las taquicardia que me causaba junto a las erecciones. Mientras pensaba conducía en mi auto y llegue a Wal-Mart debía de hacer unas compras.

Tome un carro y me puse mis audífonos. Mientras iba caminando decidí pasar por el área de juguetes para llevarle algunos juegos a Mia y los niños del colegio de Alexa.

Entonces justo cuando iba a entrar al área la vi, Alexa se encontraba allí estaba distraída mirando los juegos y tenía una mano puesta en una de las vitrinas, estaba como apoyándose por si ella perdía el equilibrio, la observe mejor y parecía enferma, ella se apoyó a la vitrina con una muñeca sujeta a su pecho y se inclinó hacia adelante entonces corrí hacia a ella y la sujete en mis brazos.

— ¡Alexa! ¿Estás bien?

Ella me miró sorprendida y se relajó al reconocerme.

—Tranquilo no voy a desmayarme.

—Estas ardiendo. Y esta sonrojada.

— Ya se me pasara, pase a comprar pastillas.

— ¿Porque no me llamaste? Hubiera ido a tu casa, sabes que soy médico amor.

—Gracias Liam, pero no me gusta ser molestia.

—Cariño no digas eso, que no lo eres.

Ella sonrió y juro que tenía la sonrisa más hermosa del mundo, y aun a pesar de estar enferma no dejaba de relucir su belleza.

—Vamos te llevare a tu casa, deja tu auto aquí y te llevo.

— Ah un amigo me trajo, pensé irme andando, pero creo que no podre lo mejor es que me lleves sí.

La dirigí al camino y tome algunas muñecas, y empuje mi carro con las compras. Fui directo a pagar y luego antes de salir me quite el abrigo que llevaba puesto y se lo puse, cubrí su cabeza para protegerla del frío de la noche, recibí una sonrisa como recompensa y me sentí extraño, pude sentir como algo en mi pecho se calentaba y hacia latir más fuerte mi corazón.

—Espera aquí entra al auto, estas son las llaves deja comprar algo que te mejorará esa fiebre y tu malestar.

—Está bien.

Me sorprendió que no estuviera de cabeza dura y entrará al auto, fui y compre medicinas para su resfriado, cuando regrese estaba dormida. Sí que se había dormido pronto, aproveche y guarde la compra y me subí al auto, y conduje hasta su casa.

Cuando llegamos fui y busque entre sus bolsillos la llave de su casa y abrí la puerta, entonces fui y la tomé en mis brazos y la lleve a su casa. La recosté en un mueble y busque agua en su cocina, tome un pañuelo para ponerle paños de agua fría.

Cuando volví la escuché delirar de la fiebre "Oh no Danna no saltes". Me acerqué y le puse los paños de agua fría y me pegue a ella.

—Shh osita nadie va a saltar.

Ella despertó y me miró, sus ojos estaban llenos de dolor, aunque se relajó al verse en la realidad, o más bien al ver que yo estaba con ella.

—Liam.

—Ten tomate esto y con toda el agua.

Ella lo hizo sin rechistar y luego se recostó con sus ojos abiertos mirando el techo.

—Liam.

— ¿Si?

— ¿Alguna vez te has arrepentido de algo? Inquirió

—Pues bueno, todos hemos llegado a sentirnos así. ¿Porque lo dices?

Ella se limitó a sonreírme y se levantó, recostó su cabeza en mis piernas y sonrió, rayos lo hizo de la forma que solo ella podía hacerlo, de la manera que te hace sentir que has visto un ángel, de ese modo que puedes estar con los peores ánimos del mundo y ese pequeño gesto de Alexa te hacía sentir el cielo aun estando en el infierno.

—Sabes me siento mejor, pero quiero pedirte algo.

—Dime osita.

—Quédate está noche aquí conmigo.

Me la puso difícil, no quería decirle que no y en realidad quería hacerlo, pero una parte de mí se negaba a hacerlo.

—Liam estoy viendo la duda en ti, por favor quédate conmigo.

No pude negarme ante su rostro triste, además ¿qué podía pasar por una noche con Alexa? Ella estaba enferma y me necesitaba.

—Está bien.

Ella salto del mueble y casi se cae y aplaudió, tomó mi rostro entre sus manos y le dio un ligero beso a mis labios.

—Gracias Liam, me perdonas un momento, voy a ducharme.

—Está bien.

—Si quieres hacerlo también por el pasillo a la izquierda tengo otro baño hay toallas en el gabinete, yo me duchare en el que está en mi habitación, aunque si deseas puedes ducharte conmigo.

Dijo esto de forma sensual mordiéndose un dedo y pestañeando rápido. Sonreí y ella se fue.

Aproveche para ducharme al igual que ella, no podía negarme lo mucho que excitaba Alexa, aleje estos pensamientos y me duché. Salí del baño y me dirigí al mueble.

Al cabo de unos minutos más Alexa llego, olía a vainilla y sándalo y traía puesto un albornoz.

— ¿Te sientes mejor?

— Si gracias.

Ella me tendió una mano y me dijo en voz baja "Acompáñame". No sé por qué pero me deje llevar, tome su mano y ella me llevo a su habitación, el deseo de hacerla mía me estaba matando y una vez dentro la gire, la tomé entre mis brazos y la bese, ella se aferró a mis hombros y me atrajo más hacia ella me besaba con ansias. Pero luego me empujó y me dejo desconcertado, yo no aguante más y la volví a atraer hacia a mí.

—Tranquilo gatito.

Gemí y vi su sonrisa maliciosa mientras me empujaba y me deje guiar, ella me sentó en una silla y se quitó el albornoz.

—Cielos Alexa...

Ella tenía una diminuta ropa interior que hizo mi erección más potente, mi miembro dolía y palpitaba debajo de mi ropa.

— ¿Sabe que doctor? Esta noche le haré mío y creo que nada podrá evitarlo.

Sin saberlo creo que le he pertenecido desde el primer momento que la vi, desde el día que nuestras miradas se cruzaron y nuestros labios se rozaron.

Alexa empezó a quitarme la ropa, lo hacía tan rápido, como si el mundo se fuera a acabar y sonreí al verla así, mientras ella quitaba mi correa aproveche mis manos libres para quitar su brasier dejando al descubierto sus hermosos senos, la atraje hacia a mí e introduje uno de ellos en mi boca succionando suavemente y luego al otro pasando mi lengua sobre ellos haciéndola gemir, ella me dejo totalmente desnudo y me volvió a sentar y me beso, la vi tocarse y cielos santo creo que voy a explotar está chica sí que sabía cómo volver loco a un hombre, ella tomo mi mano y la puso en su zona íntima.

—Toca Liam, mira como me pones. Estoy lista para ti.

Jamás en mi vida había estado con una chica así, me excitó bastante que tomara la iniciativa, mi osita me volvió a besar, mientras yo tocaba su húmeda zona y tomó mi miembro entre sus manos y empezó a moverlo en su clítoris, ambos gemimos, estábamos experimentando el mismo placer.

—Ahora Liam dejare entres en mí.

Me beso y se deslizó sobre mi e hizo mi miembro entrar en ella, la sentí tensarse y aferrarse a mí, dejando escapar un pequeño grito, como si algo le doliera.

— ¿Que pasa Alexa?

Tome su rostro entre mis manos y la hice mirarme, y me di cuenta, ella era virgen, había decidió darme su más preciado tesoro y se había hecho cargo de todo.

—Alexa, amor...

No me dejo decir más porque empezó a moverse sobre mí besando mi cuello, gemía y me hacía gemir. Sujete su trasero y ella seguía gimiendo y moviéndose sobre mí.

—Alexa para por favor.

— ¿Que? ¿Lo estoy haciendo mal?

La muy tonta no se daba cuenta que era perfecta, justo lo que un hombre deseaba.

—Osita no, pero me harás acabar antes de lo esperado y quiero darte placer también.

—No Liam yo te lo daré a ti.

Dijo esto y se levantó, mi miembro estaba cubierto por una fina capa de sangre pero no me importó, pero la vi entrar al baño y luego de unos minutos salir y traer unos paños húmedos, me limpio y me beso, se detuvo y guio mi cabeza hacia sus senos y suplicaba no me detuviera en lo que hacía, su deseo sexual era inigualable.

Volvió a tomar mi miembro entre sus manos, esta vez se giró y se puso de espaldas sobre mí, empezó a moverse y no tarde mucho en terminar, esa posición me había matado. Ambos llegamos a los clímax juntos y ella se recostó sobre mí. Me quede meditando que si enferma era así ya deseaba saber cuándo estaba en salud como se ponía. Cuando se levantó fuimos a la cama juntos. Y nos dormimos.

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