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Capítulo 1: "¿Ella...es Itaete?
Desde que la pequeña niña enrulada había marcado una huella en el corazón de cada que la conocía se terminaba sintiendo desahuciado sin su presencia. Y eso se podría corroborar en el tiempo de un 1 año y 4 meses sin verla, sin protegerla, sin cumplir la promesa que le habían hecho a la Luna y a su propia madre.
Tan solo les llegaba a sus manos, mes tras mes el arrepentimiento de no haber protegido a su hermana pequeña en las incontables veces que la vieron sufrir, pero mas que nada luchar por sobrevivir a pesar que hacían lo posible en ese entonces, ni pensar que cuando era pequeña parecía que esta situación podría ser manejada aun.
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4 de junio de 1997
Ni siquiera los chicos hormonales y casi adultos estaban preparados para el nacimiento del bebé menor de la familia, con la partera anunciando que Yerutî, la madre de seis hijos viniendo su séptimo diciendole que solo se tranquilizarla que ya veía la cabeza era sencillamente un gran manojo de nervios para toda la familia Stroessner. Mas aun con la seriedad del rostro de Aaron, el peliazul quien no paraba de mirar a Benjamin, el pelinegro que caminaba de izquierda a derecha nervioso, mientras que Daniel solamente mordía una mandioca cruda para matar los nervios. Mientras que Cameron golpeaba su baston de madera del mango a la madera de la mesa.
—¡Carajo, cálmense chera'a que me ponen de nervios tambien a mi!
Se escuchó retumbar en la sala la voz líder y grave de Aaron, mientras notaba como sus hermanos pequeños y gemelos se despertaban abruptamente como tambien limpiandose la baba de sus labios.
—¡No rompí el jarrón mamá, fue Eugenio!
—¡Que mbore sos, Tony que yo no fui, tks...!
Cameron de estar nervioso y desinteresado, pasó a estar con una sonrisa burlona, el rubio de ojos celestes. A ambos hermanos gemelos, de cabello violeta oscuro y claro. Mientras se peleaban por salvarse a si mismos, mientras que Daniel observaba alejándose de a poco sin que nadie lo note de Aaron quien le palpitaba la vena al haber escuchado aquello.
Benjamín iba a decir algo cuando percibió que se venía un gran regaño a los menores, pero un llanto agudo y fuerte, junto a un escalofrío de la noche inundó el ambiente de aquella noche del 4 de junio de 1997.
—Ya nació...
La voz ansiosa y amortiguada salió de los labios del joven pelinegro de ojos grises.
—No me digas, que no me entero, hermanito llorón
Se escucha la voz cargada de emoción, grave y burlona del mayor, Aaron. Quien le da una palmada con una sonrisa de felicidad pero esta no dura mucho al ver que la partera grita y sale corriendo de la habitación.
—La muerte volvió para asecharnos, ¡che dio marangature, peê oî malditos kuera, mayma! (Ustedes están malditos, ¡todos!)
Los gemelos tragaban saliva con el cuerpo tensos en alerta, todos sabían que la sensación friolenta que habían percibido no era nada mas de la noche.
—Nambre, Jaha pue Tyke'yra (Vamos pue hermanos), no perdamos nada de este momento—añade ignorando eso Aaron siendo el primero en pasar la puerta, seguido de Benjamin, Daniel y Cameron.
Nunca pensaron ver a su madre tan emocionada pero preocupada, abrazando a la pequeña bebé, si el aroma era distinto y lo sentían.
—Aaron... Mira tan pequeñita, y ya es temida por algo que no hizo.
La madre con lagrimas y tristeza de unos 51 años, acariciaba el pequeño bebé entre sus brazos el suave rostro junto a una peculiaridad distinta en un bebé, que explicaba el porqué la partera había huido, la bebé ya había abierto los ojos, que eran dos pelotitas de color café claro pero en estos se observaba perfectamente el color amarillo brillante parpadeando en sus ojos mientras observaba todo con curiosidad, un poco de cabellito que parecía enrulado, y su piel blanca como la de una muñeca.
—E'a (¡oh!), mirá Dani, pero si michimî (pequeñita) che(mi) princesita de ojos bonitos.
El rubio de ojos azules, había exclamado con júbilo, muriendo de ternura, acercandose para pellizcarle las regordetas mejillas. Logrando que esta balbuseara y salivara, haciendo ruiditos absurdos junto una sonrisa suave.
El corazón de la madre mayora era la que se enternecía ante la escena que su cuarto hijo mayor le daba.
Mientras que por curiosidad los gemelos mas pequeños se habían acercado a mirar de que se trataba, quedando sin siquiera decir algo.
Yerutî, la madre de cabello oscuros los llamó para que acercaran, pero justo ante la curiosidad del pequeño Eugenio de acariciarle tambien no pudo evitar enojarse con su gemelo, porque sí, este le había empujado para ser Antonio el primero en tocarla por ende la mas pequeña frunció levemente el ceño y mordisqueó el dedo con sus encias nada mal, asustando al gemelo sacando su dedo y mirandola mal.
—¡Oye! Eso no se hace, eres mala.
—pfff jajajajajajajja hasta una bebé percibe cuan malo eres hermano —exclama burlón Eugenio.
Antonio había mirado mal a su gemelo junto a su hermano y le iba a dar un kapeté(golpe en la cabeza) pero Aaron los había apartado para llegar a la pequeña, mirandola fijente con una suave sonrisa plasmada en sus labios, mientras hacía un vago gesto a su madre en ahuparla él.
—¿Puedo che symi(mamita)?
—Heê, claro que si puedes. —le sonríe dulcemente la madre, mientras se le empieza a notar el cansancio
—¿Cómo se llama, che sy(mi mamá/mamá)?
—Itaete, será nuestra estrellita de acero... Mi bebita hermosa —susurra pasándole en brazos al peliazul la pequeña bebé.
Aaron de tanta experiencia de ayudar y cuidar de sus hermanos menores, cuida con su delicadeza el cuello y cabeza de la bebita. Mientras la acerca a él, mirandola curioso y con una mirada dulce.
—Hola mi pequeña Itaete lunerita, soy tu hermano mayor Aaron...
Justo en ese momento todos los hermanos varones se sorprendieron por tan dulzura y suavidad que había puesto al presentarse a la nueva integrante inclusive los menores gemelos sintieron celos, dejando de pelearse entre sí.
Sin embargo, cuando el rubio de ojos celeste iba a decir algo se asombró al ver como la bebé conectaba su mirada con la azulina del mayor, y brillaba intensamente, mientras que Aaron cae sobre sus rodillas al sentir tan presencia, pero nadie decía nada ni sabía que hacer o decir.
Mientras que para Aaron ocurría algo de la cual nunca se imaginó vivir, podía ver através de esos ojos al gran perro negro, el real, el de las primeras generaciones viviendo dentro de la pequeña solo con el pequeño enlace de miradas.
Era imponente, con su firmeza y mirada misteriosa lo miraba serio.
«Al fin tengo la maravilla de conocer a mi hijo. Espero que la cuides, nos cuides. Digas a tu madre que lo lamento mucho por no haberla avisado de todo este lío y por sobre todo se mantengan juntos, no estaré por mucho tiempo con ustedes pero la que si fue el ambiguo ancestral Luisõ estaba con vosotros»retumba una voz fría y sombría, grave, pero calida a la vez al dirigirse a Aaron.
Las palabras eran recibidas como si las estuviese hablando la bebé, pero esta tan solo se encontraba babeando el dedo del mayor. Entonces querría decir que por medios de pensamientos se estaban comunicando, y al fin tenía la increíble sorpresa de conocer a su padre. Al que volvió a recrear otra generación de mitos.
«¿Porqué ahora te presentas? ¿Sabes el mal que de entrada ya le haces a mi hermanita? ¿a tu hija? »contraataca.
«Porque el destino cree que es la mas capacitada de demostrarles que su fortaleza es mas que un simple nombre, forma o animal. Yo amo, los amo a todos. Pero ya hace años termine por desfallecer.»
Aaron endurece su mirada, quería gritarle que esto no se merecía una niña, alguien que debía ser libre, su pequeña lunita debía ser mas feliz.
«No estoy de acuerdo. Deshazlo»
«Ya no puedo Aaron, lo lamento, espero cumplas con tu misión, cuida a la familia, y por encima de todo ama a tu familia, y busca el bien por encima de todas las cosas. Las cosas no serán fácil, ella los necesitará, te necesitará... »la voz iba desapareciendo.
«Espera necesito mas información, ¡no te vayas! »exclama Aaron.
Pero de un momento a otro la visión se le nubla y una voz angelical pero femenina retumba en ese silencio.
«Llamame Madame Sir Lynch, cuídanos por favor»
Iba a decir algo mas pero una risa infantil lo trajo de nuevo a la realidad, mientras notaba como su hermanita sonreía y balbuseaba, estando en sus brazos mientras movía apenas sus manitas pero mas que nada pudo notar que Cameron le estaba haciendo caras raras detras de él, entendiendo del porque se reía.
—¿Qué crees que estás haciendo rubio teñido?
—¿EH? No soy teñido, ¡es natural!
—Que no, quién tendría un cabello asi como el tuyo hoy en día. —se mofa a decir burlonandose Aaron.
—¡Maamaaaa dile a Aaron que no sea malo!
Su madre reía y aun mas todos empezaron a hacerlos, pasando el primer día y comienzo de una era completamente distinta.
Teniendo así al final, a los siete hijos de Tau y Kerana, reencarnados para vivir un largo tiempo un millón de aventuras.
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Hola! Al fin he actualizado la historia de Itaete, estaré explicando algunos vacíos que tuvo en la primera temporada, ahora saben algo que Itaete no sabe, pero mas adelante lo sabrá. Despues de todo el compañero que tiene en su interior siempre ha sido su padre aunque ella no lo crea ni sepa, las cosas extrañas que el destino hace que uno viva.
¿Que parte les gustó mas?
¿Como creen que lo desarrollarse esta segunda temporada?
¿Están ansiosos por el siguiente capítulo? Ojala que si jajaja
Nos leemos pronto, salud y mucha lokura, los quiero y gracias por leer
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