Capítulo 4
"Un pacto de amistad"
El tiempo pasa volando demasiado rápido, que no es posible capturar cada momento de la infancia, pero sí te deja uno que otro recuerdo.
Un claro ejemplo es que los niños de cuarto año que conocíamos en la primaria pública de Nueva Donk del Este, ahora ya están a finales de concluir la etapa de educación primaria. Los últimos meses son los más alegres, pero a la vez los más melancólicos.
Un receso como cualquier otro estaban charlando tres del cuarteto amigos: Mario, Luigi y Luna, la faltante era Pauline ya que el día de hoy no asistió a clases. Justamente los amigos estaban platicando del tema de su graduación, sin embargo, Luigi cambió a otro tema.
—¿Se dan cuenta que hace dos años nos conocimos?
—Y también pasó el mismo tiempo que le di la paliza de su vida a los matones. Ja, ja... sí que fue un buen día.
—Lo recuerdo perfectamente, yo me asusté realmente ese día... no sabía que todo esto podría pasar en mi primer día de clases. Pero bueno, eso ya fue...
—No lo sé pero desde que ellos ya no están he disfrutado un poco la escuela, hasta podría decir que me gusta la escuela-
—Ush, ¡pues que gustos tan raros hermanito! En mi vida me escucharán decir que a mí me gusta la escuela. – Expresó Mario con una cara de asqueado.
—¿No te gusta ni un poquito? — Luna le preguntó a Mario y ve como este niega — Hum, pues yo pensé que sí, por Pauli...
Mario simplemente se sonrojó al escuchar el nombre de aquella niña de ojos grandotes y azules con un tono grisáceo, color fascinante para él. Suspiró y una sonrisita se pintó en su rostro.
Una sonrisita de "enamorado".
—Admítelo hermano, te sigue gustando Pauline ¿no es así? — Su gemelo alzó una ceja al preguntarle, con un tono pícaro.
—Es bonita, sí, pero n-no me gusta... — Evadió la mirada, mostrándose nervioso.
—Mario tiene razón, Luigi... a él ya no le gusta Pauline-
—Gracias... — El de rojo susurró de por medio.
—... ¡A él le ENCANTA Pauline! — Completó su frase con una risita al final.
Luigi se le unió a la risa, Mario se moría de la vergüenza al tener que admitir que realmente le gustaba una chica.
—¡Basta con esto! — Mario interrumpió el momento con cierto enfado — Es difícil para mí el tener que aceptarlo, además de que ella me ve como un amigo.
—¡Pero no te pongas así, Mario! — Luna le da unas palmaditas en su espalda como forma de ánimo — Digo, no pierdes nada con intentarlo a que se haga... algo más.
—Luna tiene razón, Pauline de segurito te da el sí. — Luigi guiñó un ojo.
—¿Ustedes creen? — Mario preguntó indeciso — Me da miedo hacerlo, es muy riesgoso.
—Mira Mario, te voy a dar el consejo de mi papá. – Luna dijo al quitar su brazo encima del hombro de Mario — En la vida habrá todo tipo de riesgos y hay que apostar sin miedo, pase lo que pase.
—Me gusta eso... apostar sin miedo. — Sonrió levemente — ¡Lo haré mañana por la mañana!
—¿Y por qué no hoy, tonto? — Luigi preguntó confundido.
—Porque hoy no vino por si no te has dado cuenta, ¡tonto! — Le dio un "zape" en la cabeza.
—¡Auch!
—¡Ja, ja, ja! Bueno... hablando de otra cosa, ¿saben de la nueva?
—¿Nueva? — Ambos gemelos preguntaron confundidos.
—¡Sí! O sea, de la novedad que hay... pues ustedes saben que me llevo bien con la maestra y casi siempre la ayudo. Ella me dijo que precisamente mañana el profesor de educación física reunirá al grupo "B" y al de nosotros en primera clase porque juntará a los mejores veinte estudiantes para participar en un torneo contra un colegio DE LUJO.
—¿¡QUÉ!? — Gritaron sorprendidos.
—¡NO ME LA CREO! ¿¡Pero por qué no nos dijeron nada!? — Mario preguntó más confundido que asombrado — Más bien, ¿¡por qué tú no nos dijiste nada desde antes!?
—Bueno es que hace no mucho me enteré... además se me pasó decirles ya que me he estado enfocando en estudiar para los exámenes finales. — La rubia le respondió a Mario — Y pues si no dijeron nada es porque quieren ver sus habilidades al momento de esa clase, o sea, como un examen sorpresa... ¿me entienden?
—Pues sí, más o menos... — Luigi comentó.
—Y bueno, aunque no debí de decirles nada ya que es "secreto" pues yo sé que a Mario le emociona mucho los deportes, y más el béisbol.
—¡Entonces tengo toda la tarde para practicar beisbol! — Dijo emocionado — Porque sí o SÍ seré de los mejores veinte jugadores de béisbol.
—¡Claro que lo serás hermanito, ten fe! — Puso su mano encima de la de él — Tienes todo mi apoyo.
—Y yo también te apoyo. — Luna también juntó su mano con la de los chicos.
—¡Gracias, chicos! – Expresó feliz aunque su sonrisa se desvaneció lentamente, mostrando un rostro de confusión — Pero esperen... ¿no piensan participar para ser parte del equipo?
Cada chico alejó su mano, se generó un silencio algo incómodo hasta que Luigi decide hablar.
—Bueno, puede que a veces no me va mal en los deportes pero... no soy muy fan de ellos, y menos del béisbol. — Suspiró — Así que yo paso.
—Yo también paso... yo ODIO cualquier deporte, no son mi fuerte. — Negó con su cabeza.
—¡Ay, vamos chicos! ¡No sean tan pesimistas y denle una oportunidad a uno de los deportes más bellos como lo es el béisbol! ¿Por qué no practicamos los tres juntos en la tarde?
—No gracias. — Luna se cruzó de brazos.
—¿Y tú Luigi? ¿No te gustaría darle una paliza a un grupo de riquillos tontos?
—Suena tentador pero... no. Yo también estoy del lado de Luna. — Se puso a un lado de ella.
—¿En serio no quieren participar? — El de rojo preguntó en un tono desanimado — ¡Podríamos ser el trío de beisbolistas invencibles de Nueva Donk!
—Mi respuesta sigue siendo un rotundo N-O, ¡NO! — Recalcó ya un poco molesta.
—Por favor, Luna, ¡acepta plis! — Mario dijo tomando sus manos y se arrodilla — Te cargo tu mochila lo que resta del año, ¡hago todo lo que tú quieras!
—¿Lo que yo quiera? — Alzó una ceja y una sonrisa se le formó.
—¡Claro, lo que tú quieras! — Se levantó nuevamente mientras sostenía sus pequeñas manos.
—Hmmm, acepto SOLO si Luigi acepta. — Volteó a ver a Luigi.
—¿Y-Yo?
—¡Anda, acepta Luigi! — Fue con su hermano — Te hago tu tarea si quieres, ¡pero por favor acepta!
—Hmmm, no gracias... yo prefiero hacer mi tarea. — Dijo con una sonrisa fingida — Pero con tal de ver a Luna jugar béisbol, acepto también.
—¿¡Q-Qué!? — Luna dijo sorprendida ya que pensó que no iba a aceptar tan fácilmente — ... ¡AYYY!
—¡Síííííííí! — Mario gritó de la emoción y cargó a Luna — ¡Ustedes dos van a ser los mejores jugadores, van a ver!
—¡Ay, bájame que me mareo!
—Ups, lo siento... — La bajó lentamente — fue por la emoción je, je. Entonces... ¿en dónde practicamos?
—Diría que en nuestra casa pero no hay tanto espacio como para jugar béisbol...
—Oye Luna, ¿por qué no practicamos en tu casa? Si no es mucha molestia, verdad... — Puso su mirada en la chica — además nunca hemos ido a tu casa-
—¿P-Por qué no mejor practicamos e-en el parque? — Interrumpió el comentario de Mario, con visibles nervios — Digo, con mucho gusto podría recibirlos en mi casa p-pero es que en estos momentos está en remodelación y no nos vamos a poder concentrar, además el parque que está cerca es muy espacioso.
—Hmmm bueno, ¿entonces nos vemos en el parque después de clases? — Mario propuso, aunque no estaba tan convencido.
—¡Claro! Allá nos veremos. — Confirmó Luna.
Dicho y hecho, pasó el tiempo. Mario y Luigi llegaron a su casa a toda prisa, se cambiaron de ropa a una más cómoda para jugar béisbol. Una vez estando listos, Luigi fue por una pelota y guante de béisbol mientras que Mario hacía una carta a su madre, escribiendo lo siguiente:
"Mamá, Luigi y yo nos fuimos al parque que está cerca de la escuela. Llegaremos antes de que oscurezca."
El papel lo puso en la mesa de comedor y hecho esto, ambos gemelos se fueron de su casa. Caminaron unas cuantas cuadras y justo se reencontraron con Luna en la entrada del parque, igualmente con su ropa deportiva.
—¡Perfecto, ya estamos los tres aquí! — Mario comentó alegre y puso sus manos en sus caderas.
—Yo traje esto, no es lo más nuevo pero si nos es útil para practicar. — Dijo la niña al aventar una mochila de bates al suelo.
Mario abrió la mochila y se emocionó mucho al ver tres bates de béisbol de metal, con distintos colores: rojo, verde y celeste.
—¿Qué no están nuevos? ¡Uf, pero si están enteritos! — Dijo con esa fascinación y tomó el bat rojo — ¿De dónde los conseguiste?
—Pues por ahí tenía muchos objetos en el garaje y entre tantas cosas encontré los bates de béisbol. — Dijo y tomó el bat verde para pasárselo a Luigi, luego ella tomó el bat restante — A él le gustaba mucho jugar béisbol de chico, y no por nada pero era de los mejores jugadores.
—Pues para ser algo "viejo" están muy bien cuidados. — Comentó Luigi al sostener su bat verde y mirar cada detalle.
—Sí, él es muy cuidadoso con ese tipo de cosas. Los considera como un trofeo.
—Y estoy de acuerdo con él... ¡es una belleza! — Chocó levemente el bat con su mano y lo toma con precisión — ¡Vamos a entrenar!
El de rojo tomó la iniciativa y fueron hacia un área libre de obstáculos.
—Primero, vamos a practicar con el lanzamiento. — Explicó Mario mientras lanzaba y atrapaba la pelota una y otra vez — El béisbol es un deporte de fuerza, pero a la vez de precisión y así como uno es un buen bateador, también tiene que ser un buen lanzador y receptor.
—Pero... es que a mí me da miedo que en una de esas me pegue la pelota. — Luna dijo con un rostro inconforme — ¡Ha de doler muchísimo!
—¡Ay ni digas eso, ya me entró el pánico! — Agregó Luigi con un tono de miedo.
—Tranquilos, para eso existe el equipaje adecuado para minimizar algún tipo de accidente... aunque claro, no lo tenemos por el momento. — Dijo con una sonrisa nerviosa, misma que se desvaneció al seguir hablando — ¡Pero eso no importa porque no nos pasará nada! ¿Entendido?
—¿S-Sí? — Ambos chicos respondieron en un tono dudoso y se miraron entre sí.
—Hay que tener confianza en uno mismo... y verán que no pasará nada. — Guiñó un ojo — ¡Muy bien! Luna... ponte el guante y da unos pasos hacia atrás.
Luna le hizo caso a Mario y se alejó lo suficientemente de él, viéndolo cara a cara.
—Luigi, haz lo mismo que Luna y toma el mismo espacio pero mirando hacia su lado izquierdo, como si formáramos un triángulo.
—¿Así? — Preguntó al alejarse de él.
—Un poquito más lejos... — Respondió mientras lo veía caminar — ¡Ándale, ahí! Como dije, vamos a hacer algo tan sencillo como lo es pasarnos la pelota. Yo se la lanzaré a Luna y me la regresarás, luego yo se la lanzaré a ti Luigi y también me la regresarás, y así sucesivamente. ¿De acuerdo? Bien-
Mario tomó un par de segundos para pensar bien su tirada, toma un poco de aire y concentración.
—¡Ahí va!
Al decir eso, le lanzó directamente la pelota a Luna, quien la esquivó del miedo.
—... ¡Luna! ¡Es atrapar, NO esquivar!
—¡Lo siento pero es que me da mucho miedo pegarme con esa pelota! — Gritó desde lejos y tomó la pelota.
—¡Pero que no te de miedo, Luna! ¡Lánzame la pelota!
—¿Se-Seguro? — Preguntó dudosa.
—¡Sí!
Luna lo pensó muchas veces mientras miraba a su amigo de camiseta roja, tomó la pelota con precisión, la lanzó y...
—¡Perfecto! — Atrapó la pelota — A eso le llamo una buena lanzada, pero también tienes que trabajar con la atrapada. Ahora vas tú, Luigi-
Lanzó directamente la pelota hacia su gemelo, lo cual él la atrapó sin miedo, después él mismo se la regresó a Mario.
Después de realizar esa rutina, pasaron a otra práctica: batear la pelota.
—Mira a Luigi, Luna. — Se puso detrás de ella — No le tengas miedo y confía que darás un buen tiro.
—Es que no le tengo miedo a él, le tengo miedo a la pelota. — Le susurró con un tono preocupado mientras sostenía su bat de béisbol.
—Para eso te voy a ayudar, ¿sí? — Le sonrió levemente — Como eres zurda, vas a colocar tu mano derecha encima del nudillo y tu mano izquierda la colocas encima de la derecha, justo así-
Sus manos guiaron las manos de Luna, poniéndolas en la posición correcta en el bat de béisbol. Mario se separó de ella, y dijo:
—Ahora, tú sabes mucho las matemáticas y ahorita que estamos viendo los temas de los ángulos, inclina el bat a un cuarto-
—O sea, ¿a cuarenta y cinco grados? — Dijo al acomodar su bat.
—Ehh ¿sí? — Respondió confundido y se rasca la parte inferior de su nuca — Algo así, y posiciónate como mejor conforme estás para pegarle a la pelota.
Luna separó un poco los pies, hizo un swing al aire para asegurarse que estaba en una buena posición.
—Creo que ya estoy lista... — Dijo con algo de nervios.
Mario se puso detrás de Luna, pues él iba a ser el receptor. Luigi lanzó la pelota y...
—¡Strike uno! — Mario gritó al recibir la pelota y se la regresó a Luigi.
—Mira a la pelota, Luigi. — Aconsejó Luigi al tomar la pelota y la lanza de nuevo.
—¡Strike dos! — Mario regresó la pelota.
—Muy bien, esta es mi última oportunidad... — La rubia dijo en sus pensamientos y suspira.
Esta última oportunidad la sintió muy lenta, el cómo se acercaba la pelota de béisbol con lentitud supo balancear bien su cuerpo, cogió un suspiro y dio una tirada perfecta.
Al menos fue perfecta para ella, se sintió tan feliz con poder pegarle a la pelota y lanzarla a una distancia "lejana".
—¿¡Vieron eso!? ¡Lo logré! — Saltaba de la alegría y tiró su bat de béisbol — ¡Lo logré! ¡Lo logré!
Ambos hermanos fueron a abrazar y cargar a la chica como forma de celebración, quien ella soltaba risitas por la inmensa alegría que sentía. Pero dejando a un lado las celebraciones, la más pequeña dijo:
—¿Qué esperamos? ¡A seguir practicando! — Fue detrás de la pelota.
—Y eso que ella era la que menos quería jugar. — Mario le susurró a su hermano.
Luigi solo se rio de forma leve. Luna regresó con la pelota en mano y siguieron con sus prácticas. Sin saberlo, el tiempo pasaba demasiado rápido, las risas, los descansos después de practicar se esfumaron.
—Ay, creo que ya es tiempo de volver a casa. — Luigi dijo en un tono triste.
—Sí, qué lástima... — Luna agregó en un tono desanimado — Les dije a mis padres que vendría antes de que oscurezca.
—Ay, pero todavía no oscurece del todo... ¿por qué no mejor nos sentamos y apreciamos un poco este bello atardecer? — Mario sugirió con una sonrisa.
—Bueno, está bien, unos minutitos no nos vendrían mal. — Luna aceptó.
Los tres se sentaron, la chica se puso en medio de los gemelos. Después de tantas pláticas lo único que necesitaban era un minuto de silencio mientras veían la preciosidad de atardecer: el cielo mostraba tonos amarillos y anaranjados, cuyo sol descendía y estaba más brillante que nunca, pero no molestaba. El clima era "perfecto" pues ni estaba tan frío ni tan caluroso, de vez en cuando venían brisas agradables.
Cada corazón acelerado de cada niño fue descansando lentamente, los chicos disfrutaban mucho el día juntos. Hace mucho que no se divertían así.
—Aprovechando este momento... hay que hacer un pacto.
—¿Un pacto? — Luna y Luigi preguntaron al mismo tiempo al ver a Mario.
—Sí, bueno... la graduación se acerca y ya no nos vamos a ver. — Mario dijo con un tono triste — Pero aun así eso no va a ser impedimento de que nos separemos, por eso mismo hago el pacto de siempre recordar esta amistad y si algún día llegáramos a reencontrarnos vamos a tratarnos como si nos hubiéramos visto ayer-
—Por una amistad duradera. — Dijo Luigi con una sonrisa y extendió su mano.
—Y con transparencia. — Mario agregó y puso su mano encima de la de su hermano.
Luna no dijo nada, simplemente puso su mano encima de la de su amigo Mario y los tres juntos levantaron sus manos hacia el aire. Después de aquel pacto que hicieron el trío de amigos, sus miradas volvieron en aquel cielo de atardecer que pronto volvió a tornarse más oscuro y las estrellas se hacían notar al igual que la luna.
—Creo que ahora sí es tiempo de regresar a nuestras casas. — Luna dijo al momento de levantarse.
Ella tomó los bates de béisbol y los puso dentro de su mochila, para después colgárselo en su espalda.
—¿No quieres que te acompañemos a tu casa? Una niña no debería estar sola en la calle a estas horas-
—No gracias, igual me queda muy cerquita mi casa desde aquí. — Respondió a Mario de forma tranquila — ¡Adiós, me la pasé muy bien! ¡Nos vemos en clase!
—Adiós... — Respondieron ambos hermanos al mismo tiempo mientras la veían irse.
—Oye bro, ya deberíamos de apresurarnos, de seguro mamá llegó de su trabajo y capaz esté preocupada por nosotros. — Sugirió Luigi al regresar su mirada en Mario.
Mario asintió y entre los dos se llevaron las cosas que trajeron para esta tarde, una tarde que nunca olvidarán.
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