
Treinta y nueve ~~> Valor
Esa extraña aparición no iba a interponerse entre Sera y su búsqueda, pero sobraba decir que su mente estaba volviendo a sobrepensar en demasiadas cosas. Esa chica era realmente extraña, y tenía un aspecto demasiado bien cuidado como para ser de la ciudad. ¿Acaso era alguien del Exterior? Y si era así, ¿qué hacía en Under-G? Todo eso lo pensaba mientras admiraba la peculiar forma del artefacto que dejó caer, o lo que fuera esa cosa.
Era una especie de aguja rosa fucsia, pero del tamaño de un puñal y también contando con un mango para que fuese más fácil de manejar. Ya había comprobado por su propia mano lo afilado que era, y es que con tan solo rozar un poco de la piel de su brazo ya había formado una gota de sangre. La forma de la aguja también era peculiar, porque ni siquiera estaba entera, sino que simplemente era el contorno y no tenía relleno, además de que se dio cuenta de que contaba con una especie de interruptor invisible.
"¿Este es el tipo de armas que manejan en el Exterior?" pensó para sí misma. También se le ocurrió que quizás no fuera de la ciudad de arriba, sino del mismísimo Cielo, un ángel básicamente, pero eso no tenía ningún tipo de sentido. Después de todo, tan solo el camino desde la Nueva Atlantis hasta la isla era horrible para cualquier residente de aquel paraíso, y dudaba mucho que alguien con tanto poder como un ángel simplemente usara una especie de puñal rosado si tenía asuntos que atender en Under-G.
Fuera de eso, también tenía que admitir que se sentía bastante mal por lo que había ocurrido momentos atrás con aquel hombre. No por cortarle las partes íntimas, seguía pensando que se lo merecía y que lo hubiera vuelto a hacer de ser necesario, pero acababa de perder la única posible pista del paradero de Pandora. A pesar de todo, ella todavía no se había rendido, y es que habría tenido demasiada suerte de que la primera persona a la que le preguntara le dijera dónde estaba.
Tenía que ponerse en marcha, y qué mejor lugar para buscar información que uno de los tantos mercadillos nocturnos que había en toda la ciudad. Y tanto que eran nocturnos, como que solo abrían entre las 10 de la noche y las 10 de la mañana, para cualquiera esas horas serían terribles pero aquí era uno de los trabajos ilegales más deseados. Y, para suerte de Sera, un lugar en el que la información y los rumores están a la orden del día.
Caminó alrededor de los puestos durante un buen rato, tratando de ignorar el mal estado de la ciudad como para que fuera normal encontrar negocios de venta de huesos humanos en una carretera común y corriente. Al final, decidió detenerse en uno que vendía amuletos y cosas espirituales, posiblemente otra de tantas estafas, eso no era lo que importaba.
- Busco a una persona. O a alguien que pueda ayudarme a encontrar a una persona. Estoy dispuesta a pagar.
- Vaya, no solemos tener muchos clientes tan jóvenes, y para una que viene y solo busca a alguien... - Respondió una anciana detrás del mostrador que a primera vista se veía como una buena persona. "Nunca juzgues a un libro por su portada" pensó Sera. - Veamos en qué puedo ayudarte, ¿a quién estás buscando?
- Pandora, se llama Pandora. Creo que es una demonio retirada, no estoy muy segura. Necesito su ayuda - Habló con rapidez, consciente de que el tiempo se le estaba echando encima.
- Hmm, no conozco a nadie que se llame Pandora, definitivamente es un nombre exótico que no se escucha todos los días... - Susurró, aunque luego le devolvió la mirada con una sonrisa malévola. - Aunque estoy acostumbrada a la magia negra, y por algo de dinero, creo que podría preguntarle a las cartas dónde se encuentra tu amiga...
- ¿Cuánto? - Preguntó, sin muchas esperanzas pero ya desesperada, y es que no tenía nada que perder... o más bien, no demasiado.
- 10 millones.
Le hubiera gustado gritarle un "vete a la mierda, estafadora", pero decidió no armar demasiado escándalo y simplemente rechazar la "oferta" educadamente y seguir con su vida, moviéndose por el mercado. Encontró algunos puestos que pensó que podrían ayudarle, pero todos decían que no conocían nada de esa tal Pandora o que intentaban estafarla con cualquier tontería. Al fin y al cabo, en Under-G los precios están tan inflados que todo se mueve por millones, así que incluso una mera posibilidad podía costarle un ojo de la cara. Posiblemente el único ojo humano que le queda, que es el que vale más.
Empezó a desesperarse, y es que se le estaba echando la noche encima y se negaba a volver a casa con las manos vacías. Solo había tenido una oportunidad y la había desperdiciado, empezó a echarse las culpas por haber valorado más su cuerpo que la vida de su amigo cuando llegó el momento. Pensaba que debería haber aceptado la oferta, Ágatha lo hubiera hecho sin pensarlo, ¿por qué no podía ser como ella? O ser tan valiente como Ezna, que le hubiera sacado la información a golpes a él y a todos los demás mercaderes.
Se quedó quieta frente a la puerta de su casa, no sabía muy bien si quería entrar o no. Se sentía avergonzada, se odiaba a sí misma, todo eran pensamientos negativos que pensaba haber dejado atrás mucho antes. El miedo la paralizaba, el miedo de pensar que podría perder a Xenon para siempre, ¿pero qué iba a hacerle? Solo era una inútil incapaz de hacer algo tan simple como buscar a una persona por su cuenta. ¿Y si había sido demasiado inocente, y si Sédulus se inventó esa historia, y si...?
- ¿Y si pasas adentro? - Preguntó Melanie a sus espaldas, sobresaltándola y casi dándole un ataque al corazón.
- ¡Joder! ¡Son las 4 de la mañana, qué mierda haces esperando en la puerta como una psicópata!
- Había salido a dar una vuelta, necesitaba despejarme y aclarar un par de cosas de mi mente. Deberías hacerlo más a menudo, aunque sé que no estás del todo bien como para eso - Suspiró, y luego continuó hablando. - Siento lo de antes, no quería sonar borde. ¿por qué no pasas adentro y hablamos mejor las cosas?
- No soy capaz - Respondió casi por acto reflejo y ocultando su rostro en la oscuridad de la noche. - L-Lo siento, no soy capaz de entrar. Me siento avergonzada, de muchas cosas, siento que no debería estar aquí, que no... - Traga saliva. - Que no soy suficiente.
Melanie dio un paso adelante, sintiendo cómo Sera se ahogaba en cada palabra que decía y hacía una bola de cada acto que cometía, colocó una mano sobre su hombro esperando que así pudiera infundirle cierta calma y seguridad.
- ¿Sabes? Yo antes te odiaba. Muchísimo. Y los demás también lo hacían, sobre todo Rose. Creíamos que todo lo que tenías era por mera suerte y no por esfuerzo como nosotros, y nos daba rabia que nos superaras porque lo considerábamos injusto. Pero ahora te he podido conocer, he podido conocer a la chica que hay debajo de la máquina, y ahora sé que todo ese odio venía por envidia de lo que eres y lo que has conseguido.
Sera apartó la mirada, dejando su cuerpo tenso y reacio a moverse.
- No puedo entrar, Melanie. No esta noche. Necesito... necesito seguir buscando, Pandora es mi única oportunidad, y no puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo que la persona que me enseñó a ser quien soy está en peligro. Estoy cansada de ser una inútil, pero no... no puedo evitarlo, yo solo quiero servir para algo, serviros a vosotros, no tener que depender de lo que otras personas hagan o digan, pero simplemente, no puedo.
La otra chica suspiró, apartando la mano de su hombro y sabiendo que esta conversación no iba a llevar a ninguna parte más que a Sera cayendo a lo más profundo del pozo una vez más.
- Lucifer tiene que saberlo - Dijo de pronto, y los ojos de Sera se abrieron como platos. - Si Pandora está en algún lugar ahí fuera, Lucifer debe saberlo.
- ¿Estás loca? Me estás sugiriendo que vaya al mismo demonio al que le pertenece el alma de mi amiga, la cual lleva días desaparecida, y que solo ha perdido una apuesta una vez y fue contra él, ¿y le pregunte acerca de Pandora?
- ¿Quieres sentirte útil? Pues ahí tienes la solución - Melanie se apartó de ella y abrió la puerta, dedicándole una última mirada de pena a la chica. - Sí que eres útil, Sera, pero no comprendes el potencial que tienes. Solo una persona sería capaz de ganarle a Lucifer en su propio juego, y esa eres tú - Y con eso, cerró la puerta y echó la llave.
Sera se quedó mirando la casa de Melanie, reflexionando sobre sus palabras y con un enorme nudo en el estómago. Tenía razón, si alguien sabía dónde se encontraba Pandora ese debía ser Lucifer, pero claramente no iba a dejarle la información así como así.
Así que ella tragó saliva, respiró profundamente, y preparó la pistola.
|~~> <~~|
Era posiblemente la primera vez que pisaba el Tártaro en años, poco recordaba de esa música electrónica tan rítmica e intensa casi ensordecedora junto a todas esas luces neones rojizas que salían del suelo y las paredes. Sin embargo, pudo notar que algo no iba del todo bien, y es que no había que ser un genio para darse cuenta de que no había ni la mitad de gente que solía haber en ese lugar, todo se sentía muy vacío y solitario a pesar de que los que sí estaban eran igual de energéticos que siempre, y tampoco era una cantidad pequeña.
Supuso que se trataba por los repentinos intercambios de almas entre los Demonios Capitales y que habían convertido a Lucifer y Satán en los dos únicos que podían seguir considerándose poderosos, y Sera rezaba porque el primero decidiese aparecer por la fiesta. Miró a un lado y a otro, obviamente ignorando la pista de baile y es que no había ningún motivo por el que estaría ahí, y fue así que divisó a lo lejos una figura alta frente a una mesa de apuestas rodeada de varias personas ricas, ludópatas con buena suerte y demonios casi tan poderosos como los Capitales, aunque no tanto.
Se quedó mirándolos durante un largo período de tiempo, con el pánico reflejado en su rostro y sus piernas paralizadas por el miedo y sin querer moverse. Si Ezna no pudo con él, ¿qué le hacía pensar a Melanie que Sera sí podría? Pero daba igual, ya daba igual, había llegado demasiado lejos, así que trató de poner buena cara y sonreír para mostrar confianza, y su determinación por salvar a Xenon hizo el resto con sus piernas.
- Disculpa, dejen paso, lo siento... - Mencionaba mientras se hacía paso por todas las personas sudorosas que había en medio y se postraba justo al otro lado de la mesa de apuestas, Lucifer la vio de reojo y su sonrisa se estiró momentáneamente, curioso e impaciente, aunque a ella no le parecían salir las palabras.
- Señorita, ¿qué la trae por este lugar? - Su tono no reflejaba educación, sino burla. Daba igual, ella no estaba aquí para ganarse su respeto.
- Necesito tu ayuda, estoy buscando a Pandora - Su labio temblaba mientras lo decía, pero sus palabras no lo hacían. - Es muy urgente, y estoy dispuesta a apostar si es necesario para conseguir la información.
- Ay, cariño, pero no hay nada de ti que yo pudiera querer... ¡ni siquiera siento que tu alma me merezca la pena! - Sonreía como un maníaco mientras hablaba, los demás se reían a carcajadas de los desesperados intentos de la chica. - Y además, estoy un poco abrumado de tantas apuestas, así que...
- No hay nada de mí que puedas querer - Le cortó rápidamente antes de que terminara su frase, y sin pestañear agarró su pistola y la lanzó al centro de la mesa. - Pero sé lo mucho que te gusta el riesgo y ver la desesperación de las personas. Si tú ganas, yo muero, y si yo gano, me darás la información.
Los ojos de Lucifer se agrandaron rápidamente y ahora sí empezaba a prestarle atención, los que antes reían se callaron de golpe y el único que sonreía era el demonio al que se le había hecho una tentadora oferta.
- Tengo todo de perder, pero incluso si te gano no te afectará negativamente en nada - Suspiró. - Además, soy amiga de Ezna, puedes tener por claro que no voy a dejarme ganar así como así.
Lucifer forzó todavía más su sonrisa, al punto de que Sera comenzó a temerle de tan solo notar sus labios cosidos agrandarse más y más. Pero eso no le hizo retroceder, y al demonio le gustó esa determinación, así que alargó su mano hacia la pistola y, con un tono entre burlón y amenazante dijo:
- ¿A qué vamos a jugar?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro