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Seis ~~> Apuestas de vértigo

- Con una última jugada espectacular, la señorita Ezna se hace con la victoria - Menciona el crupier de esta ocasión, un joven alto y delgado con un collar dorado en el cuello y que, a pesar de tratar de mantener su semblante serio, se hace notoria su admiración hacia la chica.

No llevaba demasiado esa noche, pero porque la gente apostaba muy poco. No querían arriesgarse a perder, y según iban viendo el potencial de Ezna, las apuestas empezaban a ser más y más pequeñas. Todo eso mientras ella aún apostaba con grandes cantidades, aunque no lo hacía porque fuera necesario. Lo hacía porque lo que necesitaba era la sensación de riesgo, poniendo en juego todo por lo que luchaba.

- ¡Mierda, Lucifer, qué hace esa chica aquí otra vez! - Gritaba Mammón con el cigarro en la mano y observando la sala de juego central desde la barandilla, con cientos de espectadores tal y como la última vez. Le quedaba claro que esa chica era un imán para la popularidad. - ¡Te dejé quedarte con su alma en lugar de quemarla solo porque confiaba en que la mantendrías alejada de este lugar, no para que la volvieras a traer!

- ¡No te preocupes, mi querido amiguito del alma! - Su sonrisa cosida se movía libremente a lo largo de su rostro de un modo siniestro, él también estaba apoyado en la barandilla de metal. - Ezna es una chica especial, y hemos hecho un trato.

- Me la suda los tratos que hagáis o que no hagáis, ¡pero tienes que sacarla de aquí! ¿Crees que te pago para que me arruines el negocio? ¡Estas fiestas se pagan con las apuestas, no con las entradas!

- No me pagas.

- Te pago con almas, te dejo que las quemes para tu 'proyecto' o lo que sea que tengas ahí abajo.

- Puedo conseguirlas en cualquier otro sitio.

- Pero las de aquí son de calidad, de hecho... - El dedo de Lucifer silenció los labios del otro demonio, deslizándonos de un modo siniestro y mirándolo fijamente a los ojos. Es curioso, porque era capaz de infundir miedo en otros demonios como él, pues su poder los superaba con creces.

No por nada era un arcángel.

- Mammón, si te ayudo es porque yo quiero. Tengo mis motivos, pero si decidiera no ayudarte, también podría conseguir lo que quiero - Una manta de tentáculos de masa oscura se asomaban detrás de su sonriente rostro, las paredes se volvían azules verdosas e incluso el propio Lucifer cambió a colores más vivos y tétricos a partes iguales, como el morado, el rosa y el rojo. - En realidad, si lo piensas bien, es tu vida la que depende de mí, y no al revés. Te recomiendo que te calles la puta boca y observes a mi querida amiga ganar todas las apuestas. Necesito ponerla a prueba.

Una gota de sudor se deslizó por la frente de Mammón a la vez que asentía con miedo en el cuerpo y tratando de mantenerse intacto para conservar su orgullo.

- ¡Buen chico! - Exclama Lucifer a la vez que acaricia el pelo de Mammón de un modo burlón. - Anda, mira, parece que tenemos un poco de acción.

Un chico de la misma edad que Ezna aparentemente, vestido con ropa de calle y sujetando un gran maletín en una de sus manos entra en la sala de juego, acaparando la atención de todos los espectadores y sacándole una sonrisa pícara a Ezna. Varios chicos más entran a sus espaldas, son sus amigos pero más bien parecen escoltas.

Se coloca al otro lado de la mesa de juego y pone el maletín sobre esta. Lo abre y varios fajos de billetes se asoman en el interior. «Ahora se pone interesante» piensan tanto Ezna como Lucifer, aunque Mammón no puede evitar pensar en cómo esta apuesta puede arruinarle por completo.

- Subo mi apuesta a 200.000 - Murmura el chico mirando a Ezna a los ojos, quien sigue sonriendo de manera pícara. - Esa es mi apuesta; si estás dispuesta a jugar con mis normas, claro.

- Subo mi apuesta a 400.000 - Ni siquiera se lo piensa dos veces, ni siquiera le pide saber a qué van a jugar. Ya han apostado; si gana Ezna, se lleva 200.000, y si pierde, pierde 400.000. No es un juego justo, pero esto no se trata de justicia. No, esto se trata de riesgo, de adrenalina.

El silencio se hace en la sala. Las apuestas ya están echadas, solo queda que se explique el juego. El chico le pide dos barajas de póker al crupier y empieza a barajarlas antes de explicar el juego.

- Jugaremos a un juego de posibilidad y riesgo. Las reglas son sencillas; tú tienes 7 cartas y yo tengo otras 7, en tu turno tienes que decir una serie de cartas que crees que tengo y quieres que descarte. Si no descarto ninguna, paso a mi turno, pero si descarto alguna, el crupier te sumará puntos en función a cuán específica hayas sido. El juego acaba cuando uno de los dos se queda sin cartas y se hace recuento de puntos, ¿todavía quieres jugar?

Entre los susurros se escuchaban a algunas personas decir que no entendían bien las reglas del juego; otros decían que era una tontería inventarse uno, pero todos estaban de acuerdo en que esta apuesta era una locura.

- Crupier, reparte las cartas - Respondió Ezna, y este le hizo caso. Ella sí había entendido las reglas, porque estaba acostumbrada a jugar juegos completamente distintos de la regla natural.

Ambos miraban sus cartas con detenimiento, y el chico le hizo una seña a Ezna para que esta empezara. Sonreía pensando que iba sobrado, que era imposible que perdiera, y ni siquiera estaba haciendo trampas.

- Quiero que descartes las cartas de 4 de picas - Susurra la chica, aunque su contrincante se ríe. No tiene ningún 4 de picas, así que ahora es su turno.

- Descarta todas las cartas de corazones - Y así como así, 4 cartas enteras se fueron. El 2, el 5, el 9 y la reina de corazones, todas ellas estaban en la mano de Ezna. Aunque esta no perdía la esperanza, de hecho estaba bastante segura de su victoria.

En el siguiente turno volvió a apostar por una carta en específico, el 2 de tréboles. Tampoco la tenía, y esto posicionaba a su oponente en una clara ventaja. Y mucha más cuando apostó por todas las cartas de tréboles, lo cual descartó dos más de Ezna. Solo le quedaba una.

- Vaya, ¿y tú eres la chica invencible? Tenía altas expectativas de ti, pero esto está siendo bastante...

- Rey de corazones - La sala se quedó en completo silencio de repente cuando el joven apretó los dientes y retiró la carta. No sabía cómo estaba contando el crupier los puntos, así que esa jugada le dejó en un aprieto.

Si quería ganar, tenía que adivinar la última carta de Ezna. O, como mínimo, hacer un acierto más preciso.

Su sonrisa no desaparecía, pero le costó pronunciar la frase 'una entre el 4 y el 8 de picas'. No tenía ninguna, así que era su oportunidad de remontar.

- Oye, ¿sabías que el destino y la suerte pueden estar muy unidos? Tanto es así que, cuando vemos varios golpes de suerte unos tras otros, dejamos de pensar que se trata de 'suerte' o 'casualidad' y empezamos a pensar que se trata de algo planeado. Por cierto, ¿puede ser que la mayoría de tus cartas sean diamantes?

El chico se asustó ante la precisión de sus palabras, ya que debido a su descarte, acabó teniendo una sola carta en su mano. Todas las demás habían ido al centro ya, porque la mayoría eran diamantes.

"Una carta de rey..." pronunció básicamente temblando. No lo era, su carta no era un rey.

Ahora mismo, todo se terminaba centrando en la última carta de cada uno. Pero todo se volvió mucho más tenso cuando, en su turno, Ezna giró su carta sin problema alguno.

- ¿Qué...?

Un jóker. Su carta era un jóker, y aunque nadie entendía por qué enseñaba su carta, era cierto que todavía seguía siendo su turno. Simplificando: si acertaba la carta de su contrincante, daba igual que hubiera enseñado la suya, porque el juego habría acabado.

- Como iba diciendo, si ocurren muchos golpes de suerte seguidos tendemos a pensar que no se trata de suerte, que no se trata de coincidencias. Eso es porque, para nosotros, es imposible, ¿pero acaso de eso no es de lo que trata el destino? Dime, ¿crees en el destino? ¿Crees en la suerte?

Sonreía de oreja a oreja, sujetando la carta del jóker con estilo y haciendo sudar a su adversario y a toda la sala. Lucifer también sonreía, curioso e intrigado, mientras Mammón tenía pensamientos muy cruzados.

- En un mazo de póker hay 52 cartas. En un mazo hay dos jokers, y en dos mazos hay 104 cartas y 4 jokers. Las probabilidades de que a alguien le toque un jóker en este juego son increíblemente bajas, ¿no crees? De hecho, es de tan solo un 3'8%. ¿Pero sabes qué es menos probable que eso?

Sus ojos se cerraron y su sonrisa se forzó mucho más.

- Que dos jugadores saquen un jóker. Es casi imposible, ¿no? Pero, como he dicho, ¿acaso no se trata de eso el destino? Crupier, quiero retirar un jóker de su baraja.

- ¡Ni de coña, has hecho trampas seguro hija de puta! - Exclamó su rival, tirando la carta del jóker al suelo y golpeando con fuerza la mesa. Todos los ojos se pusieron en vista de él y de Ezna. - No pienso aceptar esta apuesta, ¡he ganado yo y no hay más que hablar!

Algunos gritos se escucharon y todos los espectadores salieron corriendo cuando sacó una pistola de su bolsillo y apuntó a Ezna, y no solo él sino también todos sus amigos/escoltas. Estaba acorralada, pero seguía sonriendo.

Mammón trató de interferir, pero Lucifer se lo impidió y le susurró que observara atentamente. El alma de Ezna era suya, así que conocía perfectamente todo de la chica. Sabía qué era lo que iba a pasar, pero la curiosidad le podía de todas maneras.

- ¿Sabes qué? A la mierda los 400.000, te quiero a ti. Me la suda lo que hayas apostado, cómo lo hayas hecho para hacer trampas o qué te parezca todo esto, pero mis amigos y yo vamos a usar tu cuerpo como nos dé la gana, y luego nos llevaremos el dinero. Eso, o te metemos un tiro, usamos tu cadáver y nos llevamos el dinero. ¿Qué prefieres?

- Oh, vaya, qué penita, estoy indefensa... - Dijo en un tono burlón. - Sin armas, frente a un miedica que no puede hacer frente a una criaja sin armas y sin sus amiguitos, y además un mal perdedor...

- ¡No estás en posición de vacileos! Chicos, no os cortéis, usadla como os apetezca.

Un hombre robusto se acercaba a Ezna, también apuntándola con una pistola. Iba dispuesto y con las ideas claras, pero no se esperaba que la chica se defendiera.

Con la sonrisa más creciente que nunca y con los ojos iluminados de rosa, Ezna se subió a la mesa de un salto y lanzó numerosas cartas de póker al hombre de antes. Estas, afiladas como cuchillas, se clavaron en su ropa y lo atraparon directamente contra la pared.

Otros intentaron dispararle, pero de una patada hizo rebotar la mesa y la usó tanto como escudo como bomba de humo. Había desaparecido, pero no tardó en volver y lanzar de nuevo las afiladas cartas, esta vez en todas direcciones y atrapando a la mayoría, haciendo algún que otro corte no demasiado profundo y arrebatándoles las armas con estas cartas.

Alcanzó a agarrar una del suelo y disparó al techo, lo que provocó que los 'amigos' del chico se retiraran con miedo, quedando solo el que había provocado toda esta situación. También intentó dispararle, pero los temblores le hicieron fallar. Ezna se abalanzó sobre él, empujándolo contra la pared y poniéndole una afilada carta en el cuello, amenazándolo.

- ¿Sabes qué me da más asco que alguien que no sabe perder? Alguien que no acepta el riesgo de una apuesta, alguien que si pierde envía a sus 'amigos' pagados a defenderle, alguien así ni siquiera merece mi tiempo. Y que sepas que estás vivo por pura misericordia, y porque quiero que vivas el resto de tus días sabiendo que vives gracias a mí.

Apartó la carta y de una patada lo tiró al suelo, dejándolo con la respiración entrecortada. Ezna se acercó al maletín y lo cogió.

- Me llevo los 200.000. Y asegúrate a la próxima de no meterte con una chica ludópata.

Ezna salió del establecimiento. Al final, todo lo que había conseguido no eran más que 200.000 tristes dólares, pero era mejor que nada. Y la adrenalina que había sentido el día de hoy, era suficiente como para pagar todo lo demás.

Tenía que empezar a buscar otros casinos, pues el trato con Lucifer solo le dejaba ir al Tártaro cuando este la necesitara allí. Y en esta ocasión, era para probarla. Pero al menos había sacado algunos beneficios.

Una vez caminaba por las oscuras calles de Under-G, el móvil de Ezna vibró en su bolsillo. Era un mensaje de Ágatha;

'¿El trabajo me tiene muerta, ¿estás libre esta noche? Vamos a divertirnos un poco :)'.

'Claro, espera un momento que dejo una cosa en mi casa y voy a la tuya'.

Por suerte, a esas horas de la noche su hermanastra y madrastra no estarían en casa, así que podría depositar los 200.000 en el dispositivo e ir directamente con Ágatha.

Con eso hacían ya 700.000 dólares. Se acercaba cada vez más al precio que valía su alma, y dentro de poco podría pagarla. Podría liberarse y, luego, con un poco más de esfuerzo, tanto ella como Ágatha podrían marcharse a vivir al Exterior.

Podrían ser felices por fin.

Aunque seis ojos rojos perseguían a Ezna a medida que lentamente avanzaba calle abajo. Alguien parecía interesado en ella.

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