
Cuarenta y dos ~~> ¿Amor?
De vuelta en la actualidad...
- Creo que ya entiendo por qué nadie sabía dónde se encontraba Pandora... - Menciona Sera, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al recorrer un camino cerrado por vallas y completamente alejado de la ciudad, un lugar que le daba la sensación de que nadie había pasado por allí en mucho tiempo.
Trató de calmarse recordando la conversación que tuvo con Lucifer, quien tras felicitarla por haber ganado la apuesta y tras soportar varias de sus burlas, agarró a la chica del brazo y la llevó a través de un portal a exactamente la entrada a los enormes pasillos de verjas metálicas por los que ahora estaba andando. Le dijo claramente que siguiera adelante, que a lo mejor tardaba un poco pero que merecería la pena, y que sabría que había llegado cuando viera una enorme mansión.
Algo que ya no le dio tanta confianza fue una de sus últimas frases: "dijiste que te ayudara a encontrar a Pandora, ¡y eso he hecho! Pero hace mucho tiempo que no tengo noticias sobre ella, ¡así que a saber si sigue por ahí! Yo he cumplido mi parte...", y luego desapareció. Tampoco tenía del todo claro cómo iba a volver a Under-G, el tiempo se le estaba echando encima y la noche ya iba terminando, se había retrasado demasiado y podía ver el sol levantándose en la profundidad, tan lejos estaba de la ciudad que lograba ver el único sitio por el que entra algo de luz a todo el Infierno.
- Todo saldrá bien, todo saldrá bien... - Se repetía a sí misma una y otra vez, temerosa. Pero luego, todo el miedo desapareció y fue reemplazado por sorpresa, curiosidad y nerviosismo al girar una de las esquinas. - Anda, me esperaba andar un par de horitas más.
Frente a ella se alzaba lo que perfectamente podría ser una de las casas con menos valor del Exterior, pero se atrevería a decir que es lugar más grande que ha visitado nunca sin contar el Tártaro. Y tanto de enorme tenía la mansión como de deteriorada, su fachada dejó de ser deslumbrante hace mucho y ahora solo era madera oxidada y rota, la pintura blanca moderna se había descolorido hasta tal punto que sus paredes se acercaban más al negro que al blanco, sus ventanas de vitrales estaban cubiertas de polvo y algunas incluso habiendo perdido por completo los paneles, ahora camuflados con la maleza que rodeaba el lugar...
No, la verdad es que no tenía muy buena pinta teniendo en cuenta que ahí debía de vivir Pandora, pero qué se le iba a hacer. No perdía nada por intentarlo, así que se acercó a la enorme puerta principal, tan antigua como el resto de la casa, escuchando crujir los tablones de madera, pero no pudo abrirla cuando lo intentó. Soltó un suspiro de alivio, a lo mejor Pandora sí vivía ahí y lo cerró con llave, así que se apartó unos metros y gritó con todas sus fuerzas:
- ¡Pandora, no sé si estás ahí, ni siquiera sé quién eres, pero necesito tu ayuda! - Dijo, pero no obtuvo respuesta, así que volvió a intentarlo. - ¡Mi amigo está atrapado, y no puedo hacerlo yo sola! ¡Te prometo que te recompensaré con lo que haga falta si me ayudas, pero por favor, déjame entrar y escucha lo que tengo que...! - Y de repente, la puerta se abrió lentamente desde dentro de par en par, con un crujido ensordecedor, pero tras ella no había nadie.
Sera tragó saliva, era una buena señal ya que parecía que Pandora se encontraba allí, pero el gesto de abrirle las puertas no se sentía como algo de educación o interés, sino como una amenaza. Y viendo todas las sensaciones que sintió en el camino, empezaba a sospechar que Pandora no iba a ayudarle.
- Hago esto por Xenon, no por mí... - Susurró y dio un paso adelante.
Una vez dentro, pudo notar que el estado deteriorado del exterior no era más que una fachada para, al menos, una recepción increíblemente enorme y bien cuidada. Los colores de la pared eran morados, pero más bien eran texturas que seguían unos patrones de dibujo que congeniaban de manera perfecta a los pilares, blancos como el cuarzo.
Para su sorpresa, el lugar estaba vacío y la oscuridad era bastante presente, incluso teniendo algunas luces que iluminaban de manera tenue y le permitían ver al fondo del todo unas escaleras relucientes que llevaban a un segundo piso, este rodeando toda la recepción en estrechos pasillos con barandillas de metal. Al mirar a uno de esos pasillos, pudo notar una figura alta y esbelta observándola, pero no le dio tiempo a verla bien del todo, porque antes de darse cuenta dicha figura se había abalanzado sobre ella y lanzado un par de tijeras que consiguió esquivar por pura suerte tirándose al suelo.
Al levantarse, con pánico en el cuerpo trató de mirar a la figura, pero esta otra vez se situaba en el segundo piso y la observaba con detenimiento, como curiosa por quién era, pero la oscuridad tapaba su rostro.
- Poca gente sobrevive al primer ataque - Mencionó una voz dulce pero amenazante, a la vez que la figura comenzaba a caminar alrededor del pasillo, posando una de sus manos en la barandilla y dejando ver que al final de sus dedos sus uñas se convertían en afiladas garras. Su rostro seguía siendo un misterio, pero dos grandes cuernos parecían salir de su cabeza y casi enroscarse en el aire. - Tienes un minuto. ¿Te envía Satán?
- ¿Q-Qué? ¿Un minuto? Eh... ¡N-No, estoy buscando a una chica, Pandora! ¡Necesito su ayuda, mi amigo corre peligro!
- ¿Por qué a Pandora le importaría tu amigo? Y además, Satán se llevó su alma hace mucho tiempo, vivo sola desde entonces. 45 segundos.
- ¿No está aquí...? - Preguntó, algo desanimada, pero rápidamente sus esperanzas volvieron a crecer. - ¡P-Pero tú casi me matas antes, tú podrías ayudarme!
- 30 segundos, no estoy interesada en ayudarte, ni siquiera te conozco, y no voy a arriesgarme a que ese demonio me tome para sus planes.
- ¡No estoy con Satán, te lo prometo! ¡Ni siquiera sé de qué planes habla, o qué relación tiene con Pandora o contigo! - La chica empezaba a preparar su pistola, porque sentía que con quien estuviese hablando iba a saltar a su cara en cualquier momento. - ¡Mi amigo corre peligro, un virus informático me lo ha quitado, lo está corrompiendo, y podría ser un peligro mayor si no hacemos algo!
- Te quedan 15 segundos - La chica apoyó sus dos manos en la barandilla y dejó soltar una carcajada. - ¿Y no se supone que es tu responsabilidad, por qué debería ayudarte?
- ¡Por favor, sea lo que sea, no puedo hacer nada yo sola! - Levantó el arma, lista para luchar si era necesario. - No puedo abandonarle... ¡no puedo dejar que mi egoísmo siga llevándose a las personas que amo! ¡Necesito tu ayuda, no soy capaz de hacer nada por mi cuenta, no es mi culpa que dependa de otras personas para todos!
El silencio se apoderó de la sala por unos segundos, pero no fue demasiado.
- Lilith - Dijo la chica de repente, inclinando su cuerpo lo suficiente como para que la luz dejara ver su rostro pálido, sus ojos de color rojo brillante, sus afilados cuernos en forma de corona y su pelo negro con una raya blanca en forma de L que iba desde su cuerno izquierdo hasta su ojo derecho, y un vestido completamente blanco que parecía incómodo para moverse, pero que aun así parecía darle más movilidad de la que tendría normalmente. - Soy Lilith, la primera mujer creada en este mundo, y la primera en ser desterrada al Infierno, Pandora fue la segunda.
- ¿La primera mujer en...? Eso tiene bastante sentido... - Suspiró Sera, en parte aliviada. - No, espera, no tiene ni puto sentido, hay muchas cosas aquí que no estoy entendiendo. ¿Qué tiene que ver Satán en todo esto, por qué estás aquí y dónde está Pandora?
- Haces muchas preguntas para alguien que solo busca a su amigo - Lilith miró a un lado y luego a otro, para finalmente dirigir su mirada a Sera. - Por cierto, se acabó el tiempo.
Y de pronto, Lilith dio un enorme salto de la barandilla hasta Sera e intentó atacarla con una patada alta, la cual podría haber sido letal no por la fuerza sino por los tacones de cristal puntiagudos que llevaba puestos, por suerte ella pudo tirarse al suelo y rodar para esquivarlo, aunque tuvo que dar otro salto hacia atrás y disparar la pistola para contrarrestar un lanzamiento de tijeras.
El sonido de la bala rebotando en el metal de las tijeras retumbó por toda la mansión, Lilith no desaprovechó el tiempo y empezó a correr en dirección a Sera, preparando sus afiladas uñas para cortar a la chica pero esta logra apartarse en el último segundo. Un momento después, Lilith frena su placaje y vuelve a retomarlo dando un salto justo por encima de Sera, lanzando tres tijeras que ella vuelve a evadir y contrarrestar un último ataque con las garras usando la pistola para hacerle retroceder.
La chica alta vuelve a intentar tomar la posición ventajosa, acercándose con gran rapidez a Sera quien intenta disparar dos, tres y hasta cuatro balas antes de tener que recargar, pero a Lilith le basta con un par de movimientos y giros bruscos en el aire que hacen que sus afiladas garras destelleen con impacto, para luego volver a embestir contra ella y lanzar otra tijera que esta vez le rozó la mejilla y provocó una hilera de sangre, aunque pudo desplazarse en lateral en el momento justo para que la herida no fuera a más.
- ¡Vale, ya lo pillo, no quieres ayudarme, pero veo completamente innecesaria esta pelea! - Gritó Sera, justo antes de esquivar otra patada de la chica y rodar disparando para evitar sus tijeras. - ¡Podrías dejar irme y ya, digo yo!
- ¿No querías ayuda? Te estoy ayudando - Murmuró en un tono tranquilo y sereno, usando una sola tijera en varios movimientos gráciles para cortar a la mitad tres balas que venían de parte de Sera.
- ¡Ayudarme intentando matarme, tú di que sí!
La demonio dio un hábil salto hacia la cornisa superior y se deslizó por la barandilla para obtener una cierta ventaja de altura que le permitiera visualizar a Sera desde arriba, empezó a correr por los pasillos superiores lanzando tijeras que cuyos movimientos estaban sincronizados a la perfección y a los que ella solo sobrevivía al desviarlas con sus disparos, de vez en cuando intentando alcanzar a la chica pero sin éxito por sus hábiles movimientos.
- ¡Tu mente cerrada no te deja ver cuál es la raíz del problema, niña idiota! - Se detuvo de golpe y volvió a dar otro salto, sus garras brillaron frente a la tenue luz de la lámpara e intentaron rebanar el cuello de la cíborg, pero esta volvió a tirarse al suelo y sobrevivir de milagro. Pese a eso, el golpe contra el suelo fue tan fuerte que le costaba horrores levantarse, y aun así, Lilith no intentó matarla. - ¿Cuál es tu motivo? Para ayudar a tu amigo, digo - Susurró, moviéndose alrededor de Sera de forma amenazante y clavando sus tacones contra la madera.
- ¿A qué viene eso ahora? Intentas matarme, dices que me estás ayudando, y ahora...
- Responde o morirás cercenada por un tacón de cristal.
- Joder, vale, vale... - Susurró, levantándose a duras penas y con la pistola aún en la mano, sabiendo que ese no sería el último movimiento de Lilith. - Si necesitas un motivo... supongo que podría decirse que lo hago por amor.
- Eso es correcto, pero a la vez es incorrecto - Sera la miró con expresión dubitativa, algo mareada por las vueltas que estaba dando alrededor de ella y por pasar toda la noche en vela. - Tienes razón en que lo haces por amor pero, ¿lo haces únicamente porque le amas a él?
- S-Supongo que sí... ¿qué clase de pregunta es esa? - Lilith suspiró, algo estresada.
- Eres capaz de seguirle el ritmo en una pelea a la demonio más antigua de todas, has sido capaz de dar conmigo cuando nadie lo ha hecho, posiblemente arriesgando tu vida en una peligrosa apuesta contra Satán o Lucifer, todo eso lo has hecho para encontrar a Pandora, pero sigues sin entenderlo.
- ¿Entender el qué?
- Miremos las cosas desde otra perspectiva. ¿Por qué quieres salvar a tu amigo? Porque le amas, vale, hasta ahí me queda claro, ¿pero por qué quieres ser tú la que le salve?
- ¿Qué estás...? - Y de repente, Lilith volvió a ponerse en posición de ataque, a lo que Sera respondió poniéndose a la defensiva.
- Dime, ¿quieres salvarle porque es tu amigo, o porque solo tú puedes salvarle?
Entonces ocurrió un destello de luz que iluminó toda la mansión en el momento que Lilith embistió de vuelta contra Sera, con toda la fuerza que pudo usando ambas de sus garras, pero esta vez Sera no tuvo el miedo que le hacía esquivar los ataques, sino que simplemente confío en sus habilidades; su mano volvió a convertirse en una motosierra, tal y como la otra vez, y fue eso lo que provocó un fuerte sonido al chocar contra las garras y hacer retroceder a Lilith.
La cíborg se quedó quieta en el sitio, con la respiración acelerada y mirando al suelo, inexpresiva, pensante, con la cabeza hecha un lío, pero luego respondió por lo bajo:
- Porque solo yo puedo ayudarle...
Lilith la miró, suspirando con alivio y sonriendo orgullosa, la primera sonrisa que se curvaban en esos labios resecos y sin sentimientos.
- Por fin lo entiendes - Dijo, bajando la guardia y dándole la espalda a la chica, que ahora parecía ver las cosas en un color completamente distinto. - Llevas tanto tiempo enfrascada en la búsqueda de Pandora que te habías olvidado que quien tiene que rescatarlo eres tú y no ella. Y si has podido llegar hasta aquí, eso será un paseo de rosas.
El ambiente en el interior de la mansión era ahora completamente distinto, la luz tenue parecía desvanecerse y sumir los pasillos en una oscuridad casi palpable. Lilith dejó escapar un suspiro, Sera también lo hizo, la batalla les hizo perder casi todas sus fuerzas, pocas veces una chica tan joven era capaz de igualar en batalla a una demonio.
- ¿Puedo... puedo preguntarte una cosa? - Empezó a hablar, también más relajada y descansando los brazos. - Has mencionado a Satán muchas veces, y no sé si debería pasarlo por alto...
- Satán está fuera de la ecuación de momento - Dijo sin siquiera dirigirle la mirada. - Él vino y apostó su alma junto a Pandora, eso pasó hace mucho. Desde entonces, ni siquiera sé si ella sigue viva, y es una pena, porque era una compañera de piso espectacular.
- Eso parece... - Murmuró. - C-Creo que voy a irme, no es plan de meterme en tus asuntos personales y tal, de todos modos tengo cosas que hacer. Gracias por... bueno, por todo esto.
- Te deseo buena suerte - Terminó de hablar con una sonrisa, algo que también se le pegó a la chica.
Sera abrió la puerta y se marchó, sintiendo una extraña mezcla de alivio y confusión, y con las palabras que ella misma había dicho hace escasos minutos resonándole en su cabeza como un eco esperanzador y un destello de vida en el foso de la oscuridad. "Solo yo puedo ayudarle".
La demonio sonreía ahora de oreja a oreja, sintiéndose idiota porque acababa de encariñarse de aquella chica que ahora se marchaba a salvar a una persona especial. Llevaba tanto tiempo sola en la oscuridad que aquella visita le trajo buenos recuerdos, y esperaba que no fuese la última vez que se encontraran. Pero dicen que el destino es cruel, y eso supo ella cuando sintió un escalofrío a sus espaldas.
- A ti sí que te envía Satán, ¿cierto? - Preguntó sin mirar la amenaza a los ojos, pues pocas probabilidades tenía de vencer en una batalla con el cansancio de la anterior. Desde las sombras resonó una risa baja, maliciosa, se podría catalogar como muerta, una voz quebrada, de calidad inquietante y perturbadora, pero tampoco se estaba burlando de Lilith. Simplemente, la cordura había abandonado a la persona.
Dos ojos violetas, probablemente del violeta más intenso y aterrador que alguien podría describir, empezaron a brillar entre la poca luz que quedaba, mirando a la demonio desde una de las barandillas de arriba.
- A mí no me envía nadie - Susurró una voz femenina pero completamente rota, y segundos después, el sonido de una bala inundó la recepción.
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