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único










En su habitación, Jimin observó su figura a través del espejo sintiéndose de pronto muy nostálgico, quizá porque hoy cerraría una etapa en su vida.

Alisó su túnica de graduación y luego estiró la mano hacia su escritorio para tomar el birrete entre sus manos.

Se dio un último vistazo a su cuerpo completo y sus ojos no pudieron evitar descender hacia su cuello, justo donde una marca bonita resplandecía en el lateral de su piel blanca. De inmediato su corazón se contrajo en alivio. Su mente plagada en recuerdos que se formaban tan claros en su cabeza como si hubiese ocurrido ayer y no hace dos años.

Conocerlo fue algo rápido, brusco e inesperado, pero, a la vez con tanta emoción cargada que podía revivir los momentos tatuados en su piel una y otra vez, como ahora.

Aquel día de secundaria, había sido histérico, imposible de olvidar porque, ¿quién jodidos rayos conoce a su pareja predestinada de esa manera?

Dios, él solo iba caminando, sujetando la bandeja de almuerzo entre sus manos, buscando con la mirada a su grupo de amigos en algunas de las mesas del extenso comedor de su escuela, sin ser consciente que, frente a él, en el mismo camino, venía parte del equipo de baloncesto.

Era como un cliché, de esas películas americanas que veía tarde por la noche en Netflix cuando no hallaba otra cosa que hacer. Jimin se reía de ellas, por ser tan cursis e idealizadas sobre encuentros y amores imposibles que a la gente real no podría ocurrirle ni en un millón de años.

Pero la vida gustaba burlarse de él, aprovechándose de su personalidad despistada; y tonta torpeza y tonto equipo de baloncesto que no hacían más que pensar con las piernas en vez del cerebro cuando, uno de ellos, a modo de juego, empujó al jugador estrella -y alfa- Min Yoongi, de tal forma que, de un segundo a otro, Jimin tenía algo de sopa caliente manchando su uniforme, el culo doliendo contra la cerámica del suelo y el alfa frente a él embetunado en salsa y fideos, recibiendo casi todo el contenido de su almuerzo.

Jimin estaba estoico, estupefacto, ni siquiera las risas huecas y gruesas del equipo deportivo lo hicieron salir de su trance, tampoco su camiseta manchada apegada a su estómago, ni el dolor de su cuerpo por la caída.

Había algo en el aire, tan diferente que su mente solo podía enfocarse en eso, en aquella tensión cerniéndose como una bruma sobre él y que de pronto terminaría tragándolo por completo.

Como si algo lo hubiese golpeado de pronto, arrugó la nariz, desesperado cuando el aroma a cebollas y verduras cocidas quedaron al fondo, opacadas por una esencia más fuerte y completamente diferente; rosas búlgaras, manteca de cacao y algo más, algo suave, algo tan delicado que resultaba imposible para su lobo ignorarlo. Era diferente, atrayente, como si... como si fuese hecho exclusivamente para él. 

Sus ojos se abrieron de golpe, un inevitable jadeo se escapó de sus labios al momento justo cuando los ojos del jugador estrella lo hicieron también, como si hubiese reaccionado a su conducta.

Min Yoongi giró la cabeza demasiado rápido para un humano, sus brillantes ojos negros mirando a su dirección, escaneando la cara sorprendida y sonrojada de Jimin. Era inconsciente de lo que hacía en ese momento, pero Yoongi tenía el ceño fruncido, la nariz arrugada y los labios suavemente tensos.

Y quizá a Jimin debió asustarle un poco eso, pero su lobo omega estaba muy ocupado capturando el pequeño sonido que brotó del pecho del alfa, un gruñido suave, que solo había sido escuchado por él porque, era para él. La pequeña vibración envió ondas por todo su cuerpo, como si de algún modo se tratara de un sonido de bienvenida, una vaga invitación, algo que solo era reconocido por él, porque era para su omega.

Fue como si el mundo hubiese detenido el tiempo para que ellos se deleitaran observando los rasgos del otro. El cabello negro de Yoongi caía liso por su frente, una leve partidura en la mitad que delineaba las facciones de todo su rostro cremoso, blanco, con un ligero sonrojo en la piel. Sus labios finos, rellenos de un rosado natural que calzaba perfecto con las demás partes de su cara.

Jimin tuvo que apretar los labios para evitar jadear por aire al contemplarlo. Era lindo, la verdad, pero ¿dónde había estado todo este tiempo? ¿ese chico realmente había estado en su escuela en el mismo periodo que él?

Es decir, no estaba realmente familiarizado con los deportes y solo conocía unos cuantos nombres, pero ¿en serio? ¿cómo no lo sintió antes?

Una fuerte risotada lo saca de su ensoñación, tan de golpe que se siente aturdido por un segundo, Jimin por fin se da cuenta en el lugar en el que están y en qué situación está.

Y joder, la emoción de su omega es tan fuerte sobre su pecho que pareciera que su corazón brincaría de pronto contra su caja torácica. El chico le mira fijo, como lo ha estado haciendo todo ese rato, sin hacer nada más que eso, y Jimin se tensa, sin ser consciente de la forma en como su cuerpo reacciona ante su mirada. 

Porque no se da cuenta que ha estado soltando su aroma con mayor potencia y que había ladeado la cabeza, mostrando su cuello en una señal de invitación hacia él. 

Pero cuando el deseo de querer abalanzarse sobre él, enterrar la nariz en el trozo de piel entre su cuello y hombro y frotarse ahí hasta que sus aromas combinen juntos, es lo que realmente lo desespera.

La sensación de miedo lo golpea de lleno, y Jimin sabe que tiene que salir de ahí antes de terminar haciendo algo vergonzoso para su omega. 

Rápidamente se coloca de pie, asustado sin saber qué hacer porque su cuerpo se tensa ante la idea de moverse lejos del alfa que solamente le miraba esperando por algo, un movimiento, una señal, lo que sea.

Entonces hay una sombra moviéndose por el rabillo de su ojo, Jimin realmente no puede quitar la vista de aquellos ojos del jugador cuando siente unas manos envolver su muñeca, tirando tan fuerte de él que sus pasos tropiezan torpes cuando es jalado con fuerza. 

Sea quien sea, lo está guiando hacia la salida del casino, y la voz que se escucha no hace más que parlotear sobre escenas de asesinatos en masa y extorsiones que, de seguro sonaban creíbles si sólo eran sacadas de alguna película de terror.

—Jodidos alfas hormonales que tenemos en esta escuela —suelta entonces Jin, un beta que había sido su amigo desde que descubrieron el hecho de ser vecinos—. ¿Qué todos tienen que ser así de subnormales?

Jimin habría apoyado todas las sentencias, agregando insultos demás porque todos sabían que el equipo de baloncesto se formaba solo de alfas, y si bien no tenían mala fama como equipo, las alfas adolescentes de su instituto sí, y ya con ser alfa te calificabas en un rango de idiotez extrema por ser parte de aquel grupo que estaba en la cúspide de la pirámide de rangos, pero también en el lugar número uno de gente idiota siendo controlada por sus hormonas más que por pensamientos racionales. 

Sin embargo, se encontró diciendo nada, su mente en blanco, intentando aun procesar lo que había ocurrido en su primer día de clases de la semana.

Era él, su alfa.

Pero, ¿qué iba hacer? apenas tenía dieciséis años, su lobo omega se había presentado solo el año anterior y el hecho de nunca haber experimentado el amor más allá de tener un crush por el mejor amigo de su hermano Chanyeol no resultaba de mucha ayuda tampoco.

Y caer en el conocimiento de que acababa de conocer a su pareja predestinada. Ahí. De casualidad, solo porque su cuerpo chocó con el del otro, era como haberle lanzado una bomba de agua fría al rostro sin darle la oportunidad de siquiera calmarse, porque literal, se estaba ahogando mientras era llevado casi a rastras por el pasillo.

Alfas y omegas observaron con inquietud, quizá por su camiseta que lucía la fea mancha de su almuerzo o quizá porque en ese momento, se sentía tan nervioso, tan asustado, tan abrumado y tan ansioso que su lobito no podía llegar y controlar todas esas feromonas que iba soltando en el camino.

O bueno, quizá era porque Jin seguía gruñendo y soltando a viva voz lo mucho que quería romperle los huesos a todos los alfas de la nación o algo así, Jimin no lo estaba escuchando correctamente, la conmoción era más fuerte que unas simples palabras sueltas.

—¿¡Es que quién se cree que es!? —Jin gritó una vez dentro del baño. Jimin apretó los labios y estirando la camisa abrió la llave para intentar lavarla bajo el grifo, su rostro ardiendo en vergüenza, sin saber cómo soltar esas palabras que seguían atascada bajo su garganta porque aún se sentía como si de pronto cualquier cosa lo llevaría a la realidad, lo despertaría en su cama, y entonces él se reiría del mal sueño que acababa de tener, y ¿es muy tonto que esté considerando golpearse contra el espejo para comprobar si estaba soñando o no?

—Ya, no importa, hyung... —Es lo único que logra decir, sin atreverse a encontrarse con la mirada ajena porque ahora mismo se siente vulnerable, expuesto, sus pensamientos viajando a mil kilómetros cuando lucha con el deseo de dar media vuelta y correr hacia aquel chico, deseoso de enterrar la nariz en su cuello y probar la fuente directa de aquel aroma tierno y suave. Era una esencia dulce, Jimin la recuerda tan bien, a pesar de que habían sido segundos, porque no se podía igualar a ningún otro alfa, quienes generalmente traían consigo un aroma más fuerte y picante, los cuales le generaban rechazo. 

—Ah, pero ya se las van a ver, por suerte me tienes a mí, jodidos alfas de mierda —farfulló el castaño, cruzándose de brazos y mirándole a través del espejo—, se les caerá el culo cuando noten que soy un beta y su mierda de machito no me hace nada ¿cuál de todos esos neandertales te empujó? ¿Min Yoongi?

Cielos, el solo nombre hizo que su boca se hiciera agua y sus piernas se volvieran gelatinas, ¿qué mierda le pasaba? ¿era así para todos los predestinados, acaso? ¿fue así para Jungkook, también?

De seguro tendría una conversación con él, pues, es el único de su grupo de amigos y, además, de la escuela, que conocía a su pareja predestinada.

—Sí... fue él —dijo luego de un largo suspiro y escuchó maldecir a Jin, sin embargo, antes de que el beta dijera algo más, cerró la llave y se giró para enfrentarlo— él en realidad es-

La puerta del baño siendo abierta de manera estrepitosa lo interrumpe, y ahora ambos miran con sorpresa a Jungkook, quien les miraba de la misma forma. El pequeño omega tenía las mejillas coloradas y el cabello largo hecho un lío hacia atrás, como si hubiese corrido con todas sus fuerzas para encontrarlos.

—T-tae-hyung —tartamudeó, sus respiraciones agitadas y su mirada asustadiza moviéndose de uno a otro mientras intentaba tragar saliva en un intento de calmarse—, s-se está peleando con...con Yoongi-sunbaenim...

—¿¡QUÉ!? —Tanto Jin como Jimin dijeron al mismo tiempo, este último sintiendo un brote de emoción y adrenalina golpeándolo de la nada, sin saber qué ocurría con todo su cuerpo y sus pensamientos.

—E-está reclamando tu aroma —volvió a decir Jungkook cuando mira directo a Jimin—, dice que está en Tae...

Jimin frunció el ceño. —Es imposible. Tú eres el omega de Tae.

Y el bonito sonrojo de Jungkook no pasó desapercibido para ninguno de los dos cuando dijo eso.

—Yo... uhm —Jungkook agachó la mirada, mordiéndose el labio antes de hablar. Lucía culpable y eso no hizo más que confundir a Jimin—. La camiseta que me prestaste... se la pasé a Tae-hyung... y huele un poquito a ti, creo que es eso... lo siento hyung...

—Dios —Jimin cerró los ojos y pasó las manos por su rostro, varias veces, luciendo exasperado cuando se le oye un resoplido—, qué alfas más hormonales...

—¿¡Qué les pasa!? ¿Qué harán ahora? —bufó Jin, chasqueando la lengua, sin entender la situación, por lo que, en consecuencia, aumentaba su rabia—. Una competencia de espadas ¿acaso?

—¿Quéeee? —Jungkook fue el único que reaccionó a esa pregunta, sonrojándose horriblemente y soltando un jadeo luego.

—Ay no es así, Jungkook —dijo Jin—, cálmate, nadie le quiere ver el pene a Taehyung.

—Mierda, hyung —Jimin le dio una tensa mirada, sintiéndose un poco mareado ante el fuerte aroma preocupado que Jungkook expelía ante las palabras de Jin—, ¿tienes que ser así de explícito?

El alto castaño simplemente se encogió de hombros.

—¿Entonces qué harás? —prefirió preguntar—, iremos a poner a esos alfas en su lugar o ¿¡qué!?

—No sé... ¿es correcto ir? —preguntó Jimin, dudoso de no saber qué hacer y mordiéndose el labio con nerviosismo y ansiedad—, mi omega —soltó de pronto, haciendo que ambos de sus amigos le miraran sin entender sus palabras, así que se tensó en su sitio y sus mejillas se coloraron por la atención y por lo que diría a continuación—, mi omega...mi omega quiere ir con él, no sé, él... lo siento en el pecho y-

—Espera —El mayor frunce el ceño, intentando unir los hilos ante su confesión, Jimin no le miró de vuelta, tenía demasiada vergüenza como para hacerlo—, estás diciendo que...

—Sí —respondió, luego de un rato, levantando la vista por fin—, es mi pareja predestinada.

—¿¡Qué!? ¡¿me estás jodiendo que eres el predestinado del jugador estrella de nuestro colegio?! —Jin gritó a viva voz, y Jimin realmente agradeció de que el baño se encontrara vacío cuando dijo eso—, ¡todo este tiempo creí que eras la pareja predestinada de Namjoon o algo así!

Y mierda, ¿por qué su amigo tenía que soltar cosas tan vergonzosas así como así? ¿qué acaso no tenía un filtro entre lo que su lengua decía y lo que su cerebro pensaba?

—No, hyung, cállate —murmuró avergonzado—, Namjoon-hyung es un hyung muy bueno, es amigo de mi hermano, solo por eso lo conozco, pero él... no es mi predestinado... es Yoongi... —arrastró las palabras y con un hilo de voz agregó—: sunbaenim...

—Jimin tienes que pararlo, por favor —Jungkook se acercó y tomó su mano—, los demás del equipo de baloncesto los estaban animando y se formó un círculo y yo-

—Jungkook, cálmate.

El chico hizo pucheros y negó con la cabeza, lucía como si estuviese a punto de llorar.

—No quiero que le pase nada malo a Tae-hyung...

Eso definitivamente hizo reír a Jin. —¿Bromeas? —dijo en un tono burlesco, tomando la atención de Jungkook cuando levantó una mano, simulando una altura de un metro aproximadamente contra el suelo—. Yoongi —afirmó, y luego con la otra mano simuló una altura mucho más grande y exagerada que la primera—. Taehyung.

Pero ni eso logró borrar la preocupación de Jungkook al entender la referencia de la exagerada diferencia de alturas que hizo.

Jimin por otro lado, solo rodó los ojos.

—No ayudas, Jin-hyung —y con eso miró a Jungkook—, vamos a ir... Tae es mi amigo y tu alfa, haré lo que sea para protegerlo —soltó casi en un susurró cuando la garganta se le apretó—, protegerlos...

Y Jimin no podía mentirse así, porque lo único que quería era verlo, a él, poder protegerlo a él porque su lobo sintió una pesadez que se estancó en su pecho y le apretó el estómago al imaginarse a su alfa siendo herido por otro.

Con ello, el sonrojo natural en sus mejillas, logró únicamente intensificarse.









*







~ Minutos antes ~






—¡PELEA, PELEA, PELEA, PELEA, PELEA!

—¿Por qué hueles a él? —Min Yoongi soltó en un gruñido grueso, haciendo vibrar su pecho casi de manera visible cuando la camiseta se agitó con aquel rugido.

Frunció el ceño, más para él mismo que para otra persona en sí, no entendía la posición tan defensiva que había adoptado de pronto, de la nada, por un omega que ni siquiera conocía pero que de alguna manera lo ansiaba para él, todo para él.

Ante aquel pensamiento, su lobo mostró los dientes al alfa frente a él.

Taehyung bufó en respuesta, soltando una risa seca mientras una comisura de su labio se levantaba en una media sonrisa.

—¿Por qué crees? —Es lo único que dice, solo con la intención de sonar molesto y así conseguir cabrear al chico frente a él por su actitud de macho alfa descerebrado, quien al parecer hizo su camino hasta su mesa para encararlo, reclamándole el olor de un omega en él, lo cual era estúpido si se ponía a pensar que todos en el instituto sabían de él y su omega, el que, por cierto, era Jungkook y que, irónicamente estaba a su lado mirando la escena con ojos preocupantes.

Pero Yoongi no es consciente de eso, porque lo único que se mete en su cabeza es el dulce aroma ese omega impregnado en el alfa frente a él, y el cual olía delicioso.

Y si aquello era solo una pizca de su olor, Yoongi ni siquiera podía imaginarse cómo se sentiría olerle de cerca, enterrar la nariz en su cuello, usar su ropa, caminar cerca de él, y mierda, el solo pensamiento le aprieta los músculos del abdomen y le hacen tragar duro. 

Aún así, la rabia no sale de su cuerpo.

Y tontos alfas los dos, porque Taehyung ni siquiera se percata que la camiseta que lleva puesta, es en realidad de Jimin, y no de Jungkook como creyó, cuando esa mañana le pidió por una de respuesta al haber perdido la suya propia.

Taehyung olía a Jimin, y el alfa frente suyo reclamaba el olor de su amigo, y no de Jungkook como creía él.

Por otro lado, Jungkook se estaba sintiendo horriblemente mal por ser el causante de esto. Fue él quien le pasó la camiseta de Jimin, sin sentirse celoso sobre el hecho de que su alfa cargara el olor de otro omega, porque Jimin era como un hermano y su lobo lo reconocía como parte de su familia.

Además, no quería que Taehyung se enterara que en realidad hurtó su camiseta porque estaba haciendo un nido, recolectando sus ropas para dejarlas juntas ya que el aroma entremezclado entre ellos era algo que le retorcía las entrañas y lo hacía suspirar, sintiendo el lugar como seguro. Pero su vergüenza era más grande y deseaba que nunca supiera su secreto, o por lo menos hasta que sean muy mayores. 

El aroma era casi imperceptible, porque Taehyung había pasado toda la mañana llenándose de la boca de su omega y refregándose con su olor para marcarse y marcarlo.

Pero Dios, el aroma de su omega era algo que Min Yoongi reconocería a kilómetros, y quizá ese era el problema de por qué, desde el inicio de las clases, todos los días, su nariz picaba y su lobo se encontraba más revoltoso, como si supiera que algo importante para ellos anda cerca.

Ahora que Yoongi por fin lo sabía, que aquellas veces que su nariz se retorcía como si tuviera alergia de algo y su lobo revoloteaba intranquilo, incluso desconcentrándolo en clases y entrenamientos, era por el hecho de que su pareja predestinaba estaba ahí, a solo unos cuantos metros lejos de él. 

No lo dejaría ir. Y quizá fue precipitado, pero Yoongi no podía dar un paso atrás, dar el brazo a torcer y todas esas mierdas, porque le había gruñido a Taehyung, reclamándole ser un alfa irresponsable que no cuidaba de ese omega, que en realidad era su omega.

Y si Yoongi no estuviera tan enojado, quizá habría mirado al alto chico que se apretaba contra Taehyung, susurrándole que se calmara, que no tomara en cuenta sus provocaciones. Quizá, si Yoongi hubiese visto al chico que reconocía como Jungkook porque era un omega famoso por su increíble belleza, lo hubiese notado y hubiese notado que el alfa al cual le gruñía se trataba en realidad de Taehyung, el famoso y único alfa en el instituto que salía con su predestinado.

Pero su cerebro no pensó, simplemente se dispuso a estar ahí, en medio del círculo, alimentándose de las hormonas que soltaban los demás estudiantes, extasiados mientras gritaban animando la pelea.

Ni siquiera volvió a la realidad cuando las cejas del alfa frente a él bajaron en preocupación y su vista se giró hacia la salida del casino, por donde se veía a un omega correr con el cabello ondulado, perdiéndose por el extenso pasillo cuando dobló por una de las esquinas.

Absolutamente nada pudo hacerlo volver y retroceder, el alfa frente a él volvió la cabeza hacia su dirección y le miró con ojos profundos, cabello ondulado meciéndose por su frente y tapando parte de su vista, pero Yoongi no se perdió la forma en como unos ojos rojizos parecieron iluminarse en sus iris por una fracción de un segundo.

—Asustaste a mí omega. —gruñó el chico.

Y Yoongi le gruñó de vuelta, colocándose en posición de combate, como un animal que estaba analizando a su presa, decidiendo el momento exacto para atacar.

—Cuídalo bien, entonces.

—Estás mal de la cabeza si piensas que te puedes meter con mi omega —Taehyung renegó—, nuestro lazo es diferente.

—¿A qué te refieres?

—¡Ya córtale la cabeza, Taehyung! —dijo alguien cualquiera, entremezclándose en los demás gritos, pero Yoongi alcanzó a escuchar específicamente ese y frunció el ceño al reconocer aquel nombre.

¿Taehyung?

Taehyung era el famoso alfa con aquel omega predestinado.

—¡No! ¡Corta su cuello, Yoongi!

Otra persona dijo, sus palabras destacando entre otras frases incluso más crudas que esas.

—¿Qué? —Taehyung le observó, soltando una risa fingida cuando vio su ceño fruncido en confusión—, no te acercarás a Jungkook si tus intenciones no son buenas.

Una oleada de agua fría pareció caer por su cuerpo cuando reconoció los nombres, metafóricamente hablando, fue como una patada en su estómago, una cachetada en su mejilla.

¿Había confundido todo?

Pero antes de que pudiera abrir la boca, un tirón apretujó su estómago y su pecho se apretó, su corazón acelerado cuando su nariz olisqueó aquella esencia y joder, cerraría los ojos ahora mismo deleitándose con el dulce aroma si no fuera porque los jodidos estudiantes a su alrededor seguían gritando cosas como "rómpele los dedos" "dale en las bolas" entre otras cosas turbias que no deberían salir de la boca de los adolescentes. 

Entonces su cabeza se giró en una dirección en particular y sus ojos buscaron al dueño de ese aroma que pareció intensificarse en cuestión de segundos. Yoongi ignoró a Taehyung y el hecho de que ahora era abrazado por su omega, quien le murmuró algo al oído que le hizo reír.  

Quizá lo idiota que había sido al confundir las cosas, no sabe, Yoongi no tiene tiempo para pensar en que su orgullo resultó herido ante aquella equivocación.

Honestamente, no puede razonar algo en específico más que el hecho de saber que su omega estaba ahí, oliendo demasiado bien para su gusto y por el cual haría el ridículo ahora mismo si se lo pidiese porque cielos, era su maldito omega y el corazón se le apretaba jodidamente fuerte al saber que fue una de las pocas personas que había encontrado a su predestinado. 

En un planeta, con alrededor de siete mil millones de personas, en donde la posibilidad de que tu pareja predestinada nazca en el otro lado del mundo, sin tener la oportunidad de encontrarse en esta vida, Yoongi se siente agradecido.

Y quizá está exagerando, pero él era demasiado romántico y no puede evitar pensar en lo que está ocurriendo como algo sacado de alguna película.

—Por favor, detente —dijo el omega, mirándole a los ojos y ahora que Yoongi se había acercado hasta él, pudo notar sus mejillas sonrojadas, sus labios esponjosos entre abiertos, rojizos quizás de tanto habérselos mordido y todo su cuerpo tenso—. N-no es lo que crees, Taehyung tiene a su omega y no soy yo —el chico dio un largo suspiro y Yoongi tuvo que contenerse ahí mismo cuando creyó haber sentido la emoción contraria como propia, un malestar en su estómago al ver los ojos preocupados del otro como si fueran su propio reflejo—. No le hagas nada.

Yoongi simplemente asintió, sin saber qué más hacer porque estaba luchando contra la urgencia de ir hasta él y abrazarlo, pero el temor de poder asustar al omega era más grande que cualquier anhelo.

—¿Cuál es tu nombre? —prefiere decir, y jura que pretende que su voz no salga ronca, pero le es inevitable cuando tiene demasiado sentir en su pecho. 

Jimin tragó saliva, sintiendo su garganta seca y apretada, la vista de los ojos ajenos en los suyos, como si hubiese dejado de existir la gente de su alrededor, y su lobo, jodido lobito alterado que le hacía sentir el pecho comprimido por aquel alfa frente a él.

Abrió la boca, y casi jadea, tuvo que apretar las manos en puños a los costados en un intento de reprimir todo lo que estaba sintiendo.

—Jimin —Responde, suave porque no se imagina de qué otra forma puede tratar al chico frente a él más que eso—, mi nombre es Park Jimin.

—Soy Yoongi.

Jimin tragó saliva y asintió. —Lo sé.

Yoongi cerró los ojos por un segundo y dio una inspiración profunda al sentir el aroma dulce del menor envolverlo, casi embriagándolo de una forma que lo hizo sentir con miedo y necesitado, ansioso por algo. Quizá por hacer caso a su lobo alfa de querer ir hasta él y disfrutar de su aroma con mucha mejor cercanía.

Sin embargo, su parte humana se negaba un poco a hacer aquello, tampoco quería asustarlo, su pecho se apretó en su sitio al pensar en eso si quiera.

—Puedo encargarme de eso —Jimin dijo, sus ojos vagando hacia abajo, a su cuerpo y Yoongi casi tuvo un corto circuito cuando sus pensamientos vagaron hacia otra cosa y estúpido lobo alfa que se hizo notar porque al parecer Jimin supo hacia donde fueron sus pensamientos. Rápidamente el pelinegro carraspeó y agregó—. D-digo, p-puedo pasarte ropa l-limpia, estás embetunado con mi almuerzo y- —suspiró profundo, y tragó duro, intentando calmarse por dentro cuando le miró nuevamente—. ¿La quieres o no?

Jimin no quería sonar tan seco, pero tampoco es como si a lo largo de su adolescencia haya sido un omega muy dulce, y el hecho de que todo su cuerpo reaccionaba a Yoongi, un desconocido para él, no hacía más que alterarlo un poco porque casi quería llorar por querer echarse a sus brazos, retorcer la mejilla en su hombro y poder enterrar la nariz en su cuello. Su cuerpo pedía por ello, su omega, todo de él lo quería así.

Yoongi asintió sin decir nada, sus pequeños ojos rasgados le miraban a través del cabello negro y Jimin juró sentirse expuesto bajo esa mirada, sin ser consciente que había torcido nuevamente su cuello, exponiéndose hacia él de manera inconsciente.

Se giró con el dolor de su corazón al querer seguir contemplando al chico frente a él y dejó que le siguiera, había evaluado su contextura, era parecida a la suya, salvo que sus hombros lucían más anchos, de todas maneras, sabía que su ropa deportiva le quedaría bien.

Cuando llegaron a su casillero, le tendió su ropa, Yoongi la tomó con extremo cuidado y miró las prendas mientras él cerraba su taquilla. Ambos sucumbidos en un enorme silencio luego de eso, sin saber qué decir o como expresar todas las palabras que se formulaban en sus mentes, demasiado tímidos como para decir a viva voz como "oye eres mi pareja predestinada y ahora mismo quiero estar contigo porque sí a todo."

Y Yoongi debería sentir vergüenza de él mismo mientras se colocaba las prendas en el baño cerca de la entrada, porque en el mismo bolso deportivo que llevaba flojo en su hombro antes de dejarlo en el suelo para desvestirse, guardaba su ropa extra, desistiendo de esta porque usar la ropa de Jimin era muchísimo más tentador, sobre todo cuando sintió un aroma del omega, muy sutil bajo todo aquel aromatizante y detergente, pero a la vez fuerte ante su olfato.

Vainilla negra, sándalo y ese fuerte olor a melocotones. Dios, Yoongi sintió sus mejillas calientes tan pronto se le hizo agua la boca al sentirlo.

Nunca le había pasado, y se sentía tan adolescente e inexperto y tonto, con un poco de miedo al no entender la respuesta física automática de su cuerpo, su estómago se contrajo en un pequeño espasmo y tuvo que cerrarlos ojos y soltar un pequeño gruñido con intenciones de calmarse.

Ya listo, hizo una pequeña bola con su ropa sucia para guardarla en su bolso y se observó al espejo, bajando la vista hacia la camiseta blanca con el logo del instituto que marcaba bajo esta las siglas P.J. y los pantalones cortos deportivos negros con los cuales se sentía completamente cómodo porque eran iguales a las prendas que ocupaba en sus prácticas de basquetbol.

Sintió movimiento de un cubículo y miró a través del espejo a Jimin saliendo de este con una camiseta limpia también. No pudo evitar mirar las siglas bajo el logo que decían J.J.

Tragó saliva y abrió el grifo, echando agua en sus manos para mojarse el rostro.

—¿Es de tu alfa? —tuvo la necesidad de preguntar, sin entender la presión que se atoró en su garganta cuando los ojos del omega viajaron a los suyos.

Había cierto temor. Ellos no se conocían y Yoongi respetaría si el chico le dijese que tenía novio, solo que no quería ser alejado de la persona a la cual estaba destinada porque incluso pensarlo le dolía.

Jimin se observó hacia abajo, estirando un poco la tela y Yoongi aprovechó de escrutar su rostro, enfocándose en sus mejillas levemente sonrojadas y en su cabello largo un poco despeinado.

—No- uhm... es de un amigo... —murmuró nervioso, acercándose a su lado en el lavabo para realizar la misma acción que había hecho él antes, salvo que Jimin antes de mojarse la cara le miró a través del espejo y dijo—. Es... uhm... un omega.

Y Yoongi no debió haberse sentido tan bien con esa aclaración. Rápidamente sus orejas se calentaron al tener la realización de que Jimin le acababa de aclarar eso para asegurarle que no había alfas alrededor y que se podía quedar tranquilo.

No volvieron hablar y cuando ambos dejaron el baño se miraron nerviosos al sentir el ruido de la campanilla para volver a entrar a clases.

Quédate.

El lobo de Yoongi gritó cuando sintió que algo en el omega de Jimin andaba mal, sin ser realmente consciente que el omega gritaba lo mismo.

—Bien... yo uhm... —Jimin se rascó la nuca y respiró nervioso—, te veo por ahí.

Yoongi asintió, sin decir nada más y Jimin se dio media vuelta, apretando las manos y sintiendo su espalda un poco sudorosa producto del mismo nerviosismo.

—¿Jimin? —Yoongi no soportó dejarlo así, y tragó duro cuando Jimin se giró y le miró entre asombrado y sorprendido—. ¿Puedo... acompañarte a tu casa al terminar las cla-

—Sí. —Y se sonrojó horrible por haber respondido tan desesperado, como si hubiese rogado mentalmente que por favor le pidiese aquello, sin embargo, Yoongi no lo nota porque de por sí el mismo estaba desesperado, el pecho apretado ante la incertidumbre y sintiendo mil mariposas revolotear en su estómago.

Ninguno quiso separarse después de eso, incluso se sentía como si la vida antes de conocerse hubiese sido desperdiciada. Él estaba ahí, y no duraría ni un segundo en obtener, aunque sea un poquito de él.

Yoongi lo creía así. Aunque lo tuviera como un amigo, como un cercano, lo que sea, lo tomaría igual, incluso de tan solo pensarlo se sentía que enfermaría al no tenerlo dentro de su círculo. Como si tan solo verlo fuese energía que lo ayudaría a vivir mil años más.

Jimin hizo un puchero inconsciente cuando se despidió, como si intentara decirle que no quería irse de ahí, que quería quedarse con él y ambos sintieron el sabor amargo en sus bocas cuando se dieron media vuelta para regresar a sus respectivas clases, siendo el consuelo de sus lobos el saber que se reunirían al final de estas para caminar a casa.

Y joder, aunque Jimin vivía casi a la vuelta de la manzana, tomándole apenas cinco minutos de su casa a la escuela, de todas formas, sabía que serían los minutos más preciosos de su día.

Porque, aunque no lo conociera, él lo sabía, su corazón se lo decía, era algo de lo que no iba a arrepentirse jamás.

No podía darle la espalda a lo que su lobo había ansiado por años, a lo que cualquier lobo ansiaba conocer.

Así que se dedicó a guardar ese sentimiento, tan especial, el cual nació y continuó creciendo por el resto de su vida, para siempre. 

No miraría atrás.

Ellos estaban destinados y lo estarían por siempre.

Jimin no pudo ocultar la sonrisa tras eso.













Jimin volvió a la realidad cuando sintió unos brazos deslizarse por su cintura, el aroma a cacao, rosas búlgaras y melocotón llenando el aire al tiempo que un mentón descansaba en su hombro.

—¿Qué piensas? —Preguntó Yoongi, besando la zona lateral de su cuello y mirando sus cuerpos juntos a través del espejo que había frente a ellos.

Jimin no pudo evitar echarle un vistazo a Yoongi en su traje elegante y luego su mirada se posó en sí mismo, contemplando la toga de graduación que tenía puesta.

Sonrió, pensando en cómo había pasado el tiempo y echó la espalda hacia atrás, apoyándose completamente en el pecho ajeno.

—En que eras bastante tímido cuando nos conocimos.

Yoongi bufó, pero la sonrisa se ensanchaba en su rostro y se dispuso a darle un ligero mordisco a la oreja de su novio en forma de juego. 

—Sí, bueno ¿sabes en lo que pienso yo?

Jimin se giró en sus brazos para quedar de frente, sonriendo y mirándole con ojos brillantes, pasando los brazos por sus hombros para rodearlo.

—En qué... —Susurró, bajando la vista hasta sus labios y rozando sus narices juntas.

—En lo afortunado que somos, mi amor —Yoongi se movió hacia adelante, atrapando los labios ajenos en un beso suave y lento, tomándose todo el tiempo del mundo para explorarlos y saborearlos a su antojo, sintiendo el dulzor de su lengua juguetear con la suya, lamiendo su labio inferior antes de dejarlo ir—. Mi omega.

Jimin sintió su corazón apretado contra su pecho. —Alfa —declaró, enredando los dedos en el cabello negro del otro y mirándole con los ojos de su lobo—, te amo.

Yoongi sonrió en la boca del otro, sintiendo el aroma feliz rodearlo a él y haciendo a su lobo ladrar de alegría al recibir las tiernas palabras que se acompañaron con un sonrojo en sus mejillas.

Le besó una última vez antes de escuchar a Jin gritar desde abajo que estaban atrasados y que deberían apurarse si querían que Jimin se graduara como un omega feliz.

Sin embargo, ahí, estando ellos dos juntos, Yoongi apretó el agarre en su cintura y deslizó una de las manos por la espalda baja del menor, acercándolo para apegar todo su cuerpo si era posible.

Jimin jadeó, y dejó que su alfa hiciera lo que quisiera con él, aunque su corazón se agitó cuando lo vio inclinarse hacia su cuello, justo donde yacía la marca que le había hecho hace unos dos meses atrás, para su segundo aniversario como novios.

Besó ahí y pasó la lengua antes de volver a dejar un último beso.

Yoongi volvió a su sitio y le sonrió tan lindo que Jimin quiso llorar de felicidad y amor cuando sintió a su lobo conectarse con el de Yoongi, en un sentimiento de regocijo que no podía ni siquiera ser descrito con nada.

—Te amo. —le susurró Yoongi, sus ojos brillantes reflejando los ajenos, y con eso una promesa de un para siempre con la cual Jimin se permitía soñar todos los días.

Porque así era, así se sentía, afortunado todos los días y amado todos los días.

Yoongi era su para siempre, y él, no podía estar más feliz con eso.










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okayy klaj nunca había escrito omegaverse, so espero que haya resultado bien(? de todas formas, gracias por leer :((((((8♥ esto está inspirado en DNA de BTS Ü

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