Capítulo 11
Ella se había quedado dormida, su respiración cambió y Wirt lo sentía.
Rodó los ojos mientras que un color carmesí escalaba hasta sus mejillas.
—Dipper no es mí...—dejó la oración en el aire, ¿qué se suponía que debía defender?
Dipper era su amigo; había sido la primera persona en siquiera saber de su existencia en esa escuela de prodigios sobre-valorados por el gobierno.
Era su mejor amigo; lo había visto escribir cartas y poesía, y jamás se había burlado o lo había denigrado por hacerlo tan puro y de corazón como otros chicos lo hacían.
Era su confidente; le había hablado acerca de Lo Desconocido, y el chico no lo había alejado o se había inmutado siquiera
Era su mano derecha; había asuntos que él no podía manejar por su cuenta, como el constante tener que lidiar con las chicas que lo creían un Dios o algo parecido sólo por el hecho de tocar un instrumento y disfrutar de la poesía.
Era su mundo; Dipper sabía todo acerca de él, y viceversa. Jamás había recordado sentirse tan libre con alguien, ¡ni siquiera con la mismísima dueña de su corazón: Sara Overbeen!
Suspiró y dejó que su cabeza chocara contra la fría almohada, tal vez dejarse llevar a la Ciudad de las Nubes no fuera una mala idea en ese momento.
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—Hey, Wirt—no parecía tan dormida del todo.
Soltó un gruñido como respuesta, pudo sentirla rodar los ojos.
—¿Qué quieres, Valery? Déjame dormir de una vez, carajo—se rodó en la cama y se volvió a tapar con las cobijas.
Ella bufó.
—Estás pálido, imbécil. Estás pálido y la maldita carta no está.
Logró hacer que sus ojos se abrieran como platos y que se incorporara de golpe.
—¿Q-Qué?—llevó una de sus manos a la vista.
Efectivamente, estaba blanco, inclusive mucho más de lo normal.
—¡Aaah! ¡¿Qué me pasó?!—exclamó, mientras recordaba sus palabras.
"La carta no está..."
Desesperadamente buscó entre las cobijas, su nota para Sara si estaba ahí. ¿De qué hablaría la peliazul?
—P-pero si mi nota para Sara si se encuentra...—bostezó, ¿qué hora era? Sus ojos aún no enfocaban del todo, pero notaba que aún estaba oscuro—... se encuentra aquí.
Ella rodó los ojos y clavó algo en el suelo, él no pudo distinguir que era, pero por la manera en la que el piso retumbó y el sonido de metal pegando contra el suelo su sentido de temor se encendió de manera casi instantánea.
—Esa estúpida nota puñetera no importa, pelele sin iniciativa—soltó un suspiro, no parecía nada cansada, más bien desesperada. Se preguntó si era normal que los demonios se desesperaran.
—¿Entonces qué?—arqueó la ceja y buscó a tientas su teléfono.
Sus manos seguían pálidas, pero poco a poco empezaban a recuperar el color. Sus dedos temblaban de frío cuando se iluminó la pantalla y los números 3:45 A.M. aparecieron en la pantalla.
—No encuentro mi puñetera explicación para que entendieras quién carajo soy—empezó a juguetear con la cosa que previamente había clavado en el piso.
Dejó el teléfono de lado y se volvió a tirar sobre la cama, ella corrió una mano por su corto cabello antes de empezar a darle leves golpes en el abdomen con ese palo de metal, o al menos pensaba que era eso.
—¿Qué hay de malo con que no encuentres un papel? Ha de estar en el piso, en el bote de basura o qué-sé-yo. Búscalo por tu cuenta y déjame dormir.
—Ugh, ¡Wirt!—ella lo empujó hasta que su cara chocó con la pared en un golpe sordo.
—¡¿Qué quieres?! No sé cuánto tiempo deba dormir un demonio para mantenerse en pie, ¡ni siquiera sé a ciencia cierta si duermen! Has estado despierta toda la maldita noche y no me has dejado dormir. Disculpa, ¡pero yo ser-humano-Wirt-Cones necesito al menos ocho horas de...!
Sintió un frío contra la mejilla, y segundos después le empezó a arder como el infierno.
—¡Auch!—había una marca roja que parecía mano en su mejilla derecha, se tocó el lugar inflamado y la vio con cara de pocos amigos.
—¡ESTO NO ES ACERCA DE TI O DE TUS ESTÚPIDOS TIEMPOS DE SUEÑO DE HUMANO, IMBÉCIL!—había gritado tan fuerte que estaba seguro que los chicos de los dormitorios continuos se habían despertado también, después bajó la mirada y se sentó al borde de la cama—. Esto me está matando, idiota. ¿Sabes qué pasaría si me descubren?
Se mordió el labio inferior, pero aún mantuvo su postura de demonio a-prueba-de-todo.
—No pasará. Estoy seguro de que el papel está por aquí en la habitación...
Ella no lo dejó terminar, con un leve golpe en el suelo contrajo ese objeto con el que tanto había disfrutado molestar a Wirt, y lo colocó encima del buró de Wirt.
Tomó un paquete que estaba al lado y se lo aventó con agilidad, él tuvo que hacer un par de maniobras antes de cacharlo.
—Estabas soñando con la Ciudad Nubosa esa... ¿cierto?—estaba parada frente a la puerta de salida y sostenía el metal con una mano.
—S-si—empezó a rasgar el papel, no podía verle la cara porque ella estaba de espaldas y tenía una mano sobre la perilla.
—Bueno, pues vete acostumbrando a las pesadillas—suspiró—. Es muy peligroso soñar con ese tipo de cosas tiernositas y asquerosas cuando estás así de cerca de alguien nacido en el Reinado de las Pesadillas.
Wirt asintió, no prestando tanta atención como debería. Ella notó esto, por lo que solo suspiró un "Bienvenido a: Salvando el Mundo: Versión Beta" y salió de la habitación a la fría noche sin agregar más.
No tuvo tiempo de preguntarle a dónde iba, tomó lo que se encontraba dentro del paquete y lo abrió sin cautela.
Era una bitácora.
Y estaba escrita con esa letra que jamás perdería de rastro, era una caligrafía hermosa pero aún así no era completamente detallada. Era fácil de leer y rápida para escribir, también.
Era la letra de Dipper.
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¡ES VERDE! ES JODIDAMENTE VERDE. :"O
"Usa tintes caseros", decían. "¡Se te verá todo padre!", decían.
¬¬ Pero gua, veremos si sobrevivo con este nuevo pelo. [?]
¡Hey! No es un cliffhanger, pero aún así, es algo. [?]
Por lo menos ya saben que Dipper sigue vivito y culeando por ahí, es todo lo que obtendrán de mí hoy. No molesten más. <(OvO)> *cambia la señal del local a "Cerrado" y se va a dormir*
Eeen fin, ¿aún no me odian? :"c Espérense al próximo capítulo, haré que lo hagan con todo el fuego de su alma. :D
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