SIEMPRE A TU LADO
Cinco años después de su llegada, el templo había recobrado su esplendor. KyungSoo no alcanzaba a comprender cómo su sola presencia bastaba para que el aspecto desgastado del lugar se transformara en lo que en ese momento estaba contemplando.
Su vida se había vuelto pacífica y aunque aún pensaba en su madre y las desdichas por las que tuvo que pasar, con sus veinte años cumplidos, el chico de grandes ojos podía sentirse nuevamente en casa.
Y no solo por el trato de los monjes, quienes resultaron ser espíritus de personas que solían cuidar del templo en sus vidas humanas, o por JongDae, un mapache con personalidad excéntrica que, según los demás, no era de gran ayuda protegiendo el lugar pero en compensación, desde que sus pies pisaron el lugar santo, el sake nunca supo mejor. De todos ellos quien supo llenar el vacío en su vida fue JongIn, un espíritu zorro de nueve colas que lo salvó de las garras de un demonio cuando el chico tenía apenas quince años.
El moreno de blancos cabellos era conocido por su mal carácter, su temple frío y su rudeza al hablar, creando una barrera entre él y los demás. Pero como si se tratase de una moneda de dos caras, frente a Soo era un ser dulce, atento y paciente. Cuando no recibía clases de los sacerdotes, era JongIn quien se acercaba a narrarle las míticas historias del bosque milenario, le hablaba de los demás demonios, como unos eran buenos y otros malos.
Solo KyungSoo podía ver ese lado amable y se sentía especial por ello.
-Los cerezos están en flor... ¿no es hermoso?
-Toda la energía fluye a través de la tierra nutriendo los árboles y arbustos...- explicó el anciano mientras instruía a KyungSoo. El pelinegro nació con un gran poder espiritual, era deber del más viejo enseñarle a concentrar esa energía mediante el uso de talismanes. -...si esta energía es positiva, los cerezos florecen... en cambio, si se contamina con malos sentimientos, sus hojas se marchitaran y negruzcas caerán al suelo.
-¿Y de dónde proviene toda esa energía?- preguntó con sincero interés.
-De tu interior, por supuesto...- explicó con calma, mientras dibujaba en su rostro una pacífica sonrisa. -... y de los humanos que suben la colina para orar. Es esa energía la que da vida a todo nuestro alrededor... el sentimiento que impulsa sus deseos es lo que otorga vida... y dentro de ti...- dijo lo último señalando con el índice el pecho del más bajo. –Será lo que dé poder a tus talismanes, tu propia esencia se impregnará en el papel con cada pincelada y si tu corazón está en paz... este pergamino sabrá concederte lo que le pidas.
-¿Cómo es que saben lo que hay dentro de mí? ¿Por qué están tan seguros de que podré cumplir con sus expectativas?- cuestionó bajando la mirada hacia aquella hoja de papel, aun en blanco.
-Porque ya lo hiciste una vez, claro está...- interrumpió el mapache que los observaba desde la copa del cerezo. -...esto puede verse nuevo para ti, porque no tienes conciencia de quien fuiste antes... a diferencia de ti, que aún no puedes percibir más allá de lo físico, nosotros vemos directamente el alma. A nuestros ojos eres el mismo joven que una vez llenó de vida estas tierras, justo como lo haces ahora.
-Los humanos no son como nosotros JongDae...- JongIn se hizo presente justo al lado del pelinegro, observando con estoicismo al espíritu que descansaba en el árbol.
La voz del zorro hizo que el Tanuki perdiera el equilibrio y cayera al suelo. -¿Por qué te tienes que aparecer de ese modo?- resopló mientras se levantaba.
-El alma puede ser inmortal, pero cada vida humana es diferente... lo que para nosotros es un mismo ser, para ellos es una herencia, su alma es el legado de sus ancestros...- alegó antes de fijar su vista en el chico sentado a su lado. –No pretendemos que seas como esa persona, queremos que seas KyungSoo... nadie más.
El chico asintió y nuevamente bajó la mirada.
El zorro curvo sus comisuras en una sutil sonrisa y tras despeinar los negros cabellos del bajito, se dirigió a él con voz suave. –El sol está ubicado justo en su punto culmen en el cielo, acompáñame.
-¿A dónde nos dirigimos?- preguntó mientras se reincorporaba.
El inmortal al oír sus palabras soltó una leve risa antes de responder. –Adentro por supuesto, te prepararé algo de comer... los humanos necesitan más que buenos sentimientos para nutrirse.
Soo infló las mejillas tras notar cierto tono divertido en sus palabras, pero cualquier enfado que pudiera llegar a sentir se disipó al ver esa cálida sonrisa en una mirada apacible. El bajito cuestionaba cuándo fue que comenzó a sentir el calor en sus mejillas y los latidos frenéticos de su corazón ante aquellos gestos.
Sin decir más siguió a JongIn hasta la casa principal. Como era costumbre todos los mediodías desde que compartían sus días, el zorro preparaba los alimentos que recolectaba personalmente mientras Kyung observaba con maravillado las habilidades culinarias desplegadas por su protector.
-¡Oh! Se ve delicioso- exclamó al observar la mesa servida. –JongIn, cocinas tan bien... ¿Cómo aprendiste a hacer todo esto?
-Cuando el templo se estaba apenas forjando, estaba al cuidado de los monjes quienes eran humanos al igual que tú, aprendí de ellos todo lo que sé de sus costumbres y necesidades.
-Y antes... ¿solías cocinar también para esa persona?- preguntó con la mirada fija en el plato.
Hablar de esa etapa de su pasado siempre era difícil por lo que JongIn generalmente desviaba el tema y Soo, solía solo dejarlo pasar, pero desde aquella clase, el comentario de JongDae despertó en el chico la necesidad de conocer más de aquella persona. Después de todo, si el sentimiento entre ambos era tan fuerte como para que JongIn prometiera esperar por siglos hasta volver a encontrarlo y cuidar de él, aunque ya no fuera el mismo ser, cabía la posibilidad que el moreno aún lo sintiera.
KyungSoo no podía conseguir que su mente dejara de torturarlo con la idea de que JongIn veía a su antiguo amor reflejado en él y que todas sus atenciones para con él eran debidas a ese hecho y no por algún sentimiento que haya nacido entre ambos.
-De haberlo hecho hubiese sido malo para su salud...- respondió con sinceridad. -...me tomó un tiempo aprender a hacerlo bien y lo que para mí es apenas un instante... para ustedes puede significar una vida entera.
-Oh... ya veo...- Soo levantó los ojos para centrarse en observar al zorro, este estaba pensativo con la mirada fija en el horizonte vista a través de un gran ventanal, su mirada reflejaba añoranza como si en sus orbes se mostraran los años pasados. -... ¿lo que dijo JongDae es cierto?...- murmuró en tono apenas audible. -...que ustedes solo ven el alma de las cosas... yo... digo, tú... ¿puedes verme?
-Ya te lo había dicho KyungSoo, los humanos son diferentes a nosotros, tú lo eres también. Así como cambias con los años mientras creces, tu alma también lo hizo con el pasar de los tiempos, tomó experiencias, se embebió en el océano de almas en el más allá retornando al mundo de los vivos como algo nuevo... no voy a negar que en ciertos aspectos me recuerdas a él, e incluso que su apariencia física es similar, pero soy consciente de quién eres.
¿Cuántas veces debía explicárselo para que KyungSoo lo entendiera? Esa pregunta también se la hacía el mismo Soo, pero ¿Quién podrá culparlo? YoungSoo, como se llamaba el mismo en su vida anterior, fue alguien demasiado importante en la vida del zorro, tanto que todo el templo que veía en ese momento fue creado en esas épocas para que ambos pudieran vivir juntos. Ser su reencarnación solo lograba que aquel fantasma del pasado retorne a importunarlos.
El más alto se acercó al pelinegro sin previo aviso y tras posar su diestra en su rostro, con el pulgar limpió su mejilla manchada con restos de arroz causando un fuerte sonrojo por parte del bajito.
-Jong...- el chico desvió la mirada no pudiendo ver la sonrisa lasciva que había mostrado el zorro.
-No fue mi intención incomodarte hyung...- más que la manera como lo había llamado, fue aquella voz infantil con la que lo hizo, logrando que su mirada se centre en JongIn, encontrándose con la imagen más tierna que hubiera podido ver en su corta vida: adoptó la apariencia de un niño de cinco o seis años manteniendo sus puntiagudas orejas sobresaliendo de sus blancos cabellos, un tanto ondulados, y una de sus nueve colas moviéndose de un lado al otro mientras lo veía con sus grandes ojos color ámbar. -¿...me perdonas, hyung?- soltó con un adorable puchero.
JongIn se divertía con la forma en que el alma de Soo vibraba ante sus acciones, cambiando de color dependiendo de lo que el mismo le inspiraba: desde el rojo intenso al blanco puro. –Kyungie... -chilló estirando sus bracitos hacia el pelinegro.
Embobado por aquella enternecedora escena, cargo al pequeño zorro acunándolo en sus brazos, a pesar de su apariencia seguía transmitiendo la misma calidez. Soo sentía como rozaba con su nariz su pecho, sintiendo cosquillas ante el tacto. Una situación tan hipnótica que terminó por romperse cuando las traviesas manos de JongIn descendieron hasta su espalda baja acariciando poco después el trasero del chico.
-¡O...oye!- el pelinegro reventó aquella burbuja alejando al astuto zorro de su regazo.
-Pero... ¿acaso hice algo que molestó a hyung?- musito con voz lastimera mientras abultaba los labios en un encantador mohín.
-Ese truco ya no funcionará conmigo- afirmó tras voltearse para no ver al zorro, quien al ver sus planes frustrados retornó a su anterior forma para abrazar al pelinegro por detrás.
-Es una lástima... el pecho de Soo es tan cálido... -canturreó cerca de su oído mientras sus manos se escabullían a través de la abertura superior de su kimono, deleitándose con el tacto aterciopelado de sus dedos contra el pecho del bajito.
-Jong... mmmhh...- el suave roce de los pulpejos contra sus sensibles pezones sumado con la sensación de los labios contrarios contra su cuello lograron callar toda objeción de parte del más joven.
-Shhh... Prometo que seguirás puro después de esto... considéralo una lección -susurró curvando una de sus comisuras mientras deshacía los atados de su ropa.
-¿Una... una lección?- repitió el bajito con más entrega que resistencia.
-Ajam... tu cuerpo no tiene que privarse de ningún placer para mantenerte puro... tu interior brillará como el más inmaculado de los blancos... de la misma forma que cuando te conocí, hace cinco años... - KyungSoo necesitaba entender y a JongIn se le acabaron las palabras. -...en esta vida... soy tuyo KyungSoo...
KyungSoo cerró los ojos, presa del suave roce contra su cuerpo, de su cálido aliento al susurrar contra su oído esas tan ansiadas palabras. Con un "te amo" atorado en la garganta, se volteó para ver al culpable de su conmoción, sin siquiera notar que el alto ya lo había privado de sus prendas.
Tampoco fue consciente del momento en que lo recargó sobre la mesa del comedor, con las piernas abiertas y el moreno en medio de estas. Estaba demasiado abstraído por los gruesos labios del inmortal, los cuales se movían con desenfreno contra los propios, robándole el aliento, ahogando sus gemidos y reprimiendo su voluntad.
Su alma era pura, pero su cuerpo reaccionaba a cada caricia como si ya las hubiera vivido, como si extrañase el tacto del contrario. -...In... mmghhh... Inie...- se sentía arder, tensándose por completo cuando la palma del alto rodeó su intimidad, la cual ya se encontraba dura, chorreando un líquido claro en la punta.
El moreno humedeció sus manos con el pre-seminal mientras el bajito se retorcía entre gemidos, con la espalda apoyada en la madera.
JongIn se deleitó cuando su adorado amo lo nombró en un agudo gemido cuando introdujo sus largos dedos en su interior, sintiendo como sus cálidas paredes se abrían solo para él.
El zorro se inclinó hacia el bajito saboreando nuevamente su nívea piel, sonriendo cuando el más bajo rodeó su cintura con las piernas, impaciente porque el alto dejara de jugar con los dedos en su interior y lo llenara de algo más placentero.
No fue necesario que el bajito se lo pidiera con palabras, sin vacilaciones retiró sus dígitos, causando que el menor se tensara y arqueara la espalda con la primera embestida.
KyungSoo no sentía dolor alguno, como si se tratase de un trance, estaba inmerso en gran placer, tanto que apenas y alcanzaba a gritar el nombre del moreno entre hilarantes gemidos mientras este se movía en un rudo vaivén mientras marcaba el blanquecino cuerpo con chupones y mordidas.
Cuando ambos terminaron, el comedor había resultado en un chiquero, con la comida tirada a los costados cuando se hicieron lugar sobre la mesa y con sus propios fluidos escurriéndose por sus cuerpos.
JongIn tomó un paño húmedo y comenzó a limpiar a su amo con total delicadeza, teniendo especial cuidado con sus zonas sensibles. KyungSoo lo miraba atento mientras el mayor lo consentía, ayudándolo con sutiles movimientos mientras lo vestía nuevamente.
-¿Crees que algún día podré usar esos talismanes?- preguntó en voz baja mientras el moreno terminaba de arreglarse.
-Por supuesto pequeño, la capacidad de lograrlo está dentro de ti, solo tienes que aprender el camino correcto para que así sea... es solo cuestión de tiempo.
-¿Y si lo que quiero puede considerarse egoísta? ¿Aun así crees... que podría conseguirlo?
-¿Egoísta dices?
El bajito asintió antes de bajar la mirada –Lo es... y al mismo tiempo también es por alguien más... es complicado.
-Los sentimientos humanos son complejos... nada es blanco o negro en su totalidad... -explico con calma mientras dejaba todo para centrarse en el más bajo. -... si realizas una buena acción y ese sentimiento te da felicidad... ¿es egoísta que lo disfrutes? ¿Es ambicioso querer más de algo que te complace aun si eso también beneficia a los demás? Al final todo se reduce a los resultados, cuando se pone en labalanza lo que haces y por qué lo haces, dudo que pueda inclinarse en tu contra, mi pequeño.
Como siempre, el más alto sabía que decir para tranquilizarlo, aunque fuertes dudas se mantenían en su interior, el deseo ferviente de que el moreno dejara de sufrir por el dolor de la perdida y el pesar de la espera era más trascendente que su anhelo de hacer más, de significar más para el alto, que la persona que una vez fue su amor.
KyungSoo vio un nuevo propósito en su vida. Aún era joven y la experiencia no estaba de su lado. Pero gracias al discurso de JongIn, dejo de creer en imposibles.
Esa fue la primera y estaba decidido a que sería también la última reencarnación de su alma. Sin importar lo que debía hacer KyungSoo vería la forma de estar por siempre al lado de JongIn.
Lo que deseo, más allá de mis dudas, más allá de los fantasmas del pasado y de las amenazas del futuro... es estar siempre a tu lado.
"lo bueno llega para quien sabe esperar"
Y conmigo esperan mucho así que tratare de mostrarles siempre lo mejor que puedo dar^^
Gracias por entregar tanto amor a mis historias, gracias por seguirme en cada paso♥
Las actualizaciones están en puerta*-* y nuevas cosillas tambien/-*\ así que nos estaremos leyendo♥
Bonito día mis amores, nos leemos prontito♥♥♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro