La vida transcurría así. Una vez pasando junto al parque un chico le había llamado la atención. Hacia ya tiempo de eso, unos meses. 

-Hola- dijo, pero no la oyó.

-Knock, knock- dijo acercándose un poco más, inclinando el rostro - O sea ¿no crees en el amor a primera vista? ¿o tengo que volver a pasar?

El muchacho la miro y la camarerita se sentó junto a él. Estaban al borde de la fuente y ella le rodeaba su cuello. Y hablándole acercaba sus labios, de modo que si sus bocas chocaban, habría sido accidental. Llego otra muchacha, la novia. Parecía amable, hasta razonable, pero cuando la camarerita alzó coqueta su diestra para ofrecérsela en amistad. La rechazo brusca y el manotazo se torno en bofetada. Intento apartarse y cayo en la fuente. Los rizos destrozados por la caída le cubrían la cara. Estaba asustada, que fiera la otra! Pero esa otra, la novia, se llevo al muchacho y se le oía gritarle a lo lejos.

Laura se levanto, temblando. Sintiendo agua dentro de su falda, correrle por las piernas. Volvió a ver y había un libro. Que raro, no se había mojado, las hojas impresas no se habían deshecho con la tinta. Lo sacudió, ni una gota. Y se lo quedo.