work.
008/trabajo.
Abro los ojos con dificultad, mi cuerpo se ha vuelto a acostumbrar a dormir profundamente.
—¡Vamos, nueva! ¡En pie! —Grita un hombre detrás de la puerta
Luego de unos golpes su presencia desaparece, dándose por vencido o pensando que ya me he levantado. Me incorporo quedando sentada en la cómoda cama, bostezo, quito las sábanas aqua que me cubren para hacerme una coleta alta.
—¡Deprisa! —Grita de nuevo, asustándome.
Abro la puerta, encontrándome con un hombre pelirrojo, no mucho más alto que yo pero delgado, muy delgado.
—¿Y tú eres...?
—Jayden, —Sonríe— te enseñaré como va todo por aquí y seré tu compañero de guardias.
—¿Tu amo tiene miedo de que me escape? —Pregunto con una sonrisa en la cara, cerrando la puerta
No me contesta.
—Pues debería. —Sentencio la conversación— Vamos, Jay.
Él anda primero, mostrándome el camino al piso inferior.
—Toda esta gente trabaja para mantener el orden, acatan las órdenes y todo va bien. —Empieza a hablar una vez delante de toda esa gente— Esto...
—Ya, ya, ¿donde se desayuna aquí?
Rueda los ojos por mi comentario, iba a decir algo pero sigue andando sin decir palabra.
Lo sigo, rodeando a todo el pueblo que trabaja, hasta una habitación sin puerta, es enorme, incluso hay un billar. Mesas y sillas de madera bien colocadas junto una nevera y pequeños fogones. El ambiente está cargado de humo, aunque sólo es primera hora de la mañana.
Doy unos pasos más hasta abrir la nevera, para mi sorpresa está vacía. La cierro y me giro dirección a mi nuevo compañero, pidiéndole explicaciones con la mirada.
—Ah...
—Si quieres algo lo coges. —Lo interrumpe Dwight, llevándose un cigarrillo a la boca
Ahora él capta toda mi atención, está apoyado en el marco de una puerta que da a un huerto, fumando. Increíble que no me he dado cuenta de su presencia hasta ahora.
—Se supone que ese es mi trabajo, D.
—¿Quieres un sándwich? —Me habla ignorando por completo a Jayden
Me tiende la mano, la cual acepto con una sonrisa.
—Quiero un sándwich.
—¿Que diría Negan si se enterase de tu trato tan cercano con Lucille?
Wow, el rojizo tiene una lengua viperina. No me lo esperaba.
—¿Que diría Negan si supiera que te acuestas con una de sus esposas? —Contraataca el rubio
Guarda silencio mirandolo fijamente. Da una última calada y tira el cigarro, ya extinto, al suelo para luego pisarlo. Tira de mi para llevarme fuera, el sol brilla con fuerza hoy.
—Ah...
—Sí, ya se que no te gusta que fume.
—Estas cogiendo el gusto a interrumpir —Sonrío posicionandome a su lado sin soltarle la mano— Iba a decir que he extrañado tus sándwiches rellenos de carne.
Me mira desde su altura, sonriendo también. Bajo la mirada hasta nuestras manos, no quiero soltarlo nunca más, aunque me suelta por si alguien nos ve, no entiendo porqué tanto miedo. Damos la vuelta al recinto y subimos unas escaleras, camino a la cocina supongo. Todo está iluminado por una pequeña ventana, así que en el pasillo reina la oscuridad. No se oye ni un alma andando por aquí.
—¿Me das un beso? —Vuelvo a agarrar su mano
—Aquí no.
Intenta irse pero aprieto su mano, haciendo que se quede donde está.
—¿Por qué?
No quiere hacer contacto visual conmigo, pero le obligo sosteniendo su mandíbula. Tarda unos segundos en ceder, nunca pudo resistirse a mis ojos café.
—Negan se ha encaprichado de ti, y no le gusta que toquen lo que es suyo.
—¿Suyo? —Sonrío incrédula apartando la mano de su cara— No soy su esposa ni nada por el estilo, he visto a muchas otras tías por aquí.
—No lo entiendes. Tiene un cuarto donde están sus esposas, pero también se acuesta con otras.
—Yo no te voy a fallar, Dwight. Yo te quiero.
Le sostengo la mirada unos segundos, aguantando las lágrimas detrás de esos ojos oscuros. Se arrodilla, poniendo la cabeza en mi pecho, escuchandome el corazón.
—No deberías amarme, —Dice con la voz rota, abrazandome— soy un monstruo.
—No, Dwight, no lo eres.
Acaricio lo que queda de su melena rubia, acercandolo más a mí.
—Eres esa clase de persona que cede su asiento, comparte sus cosas y pone por delante a otra persona.
Llora. Llora silenciosamente contra la camiseta de tirantes, frotando la espalda por debajo de la camisa.
—Todos hemos hecho cosas para sobrevivir, no te tortures reviviendo eso una y otra vez, porque lo que está hecho no se puede cambiar. —Digo acariciando suavemente su pelo, consolandolo— No quiero que pienses que no me mereces, tu has sido mi ángel motero que me ha salvado el culo muchas veces.
Noto su sonrisa sobre mi piel.
—Déjame salvarte esta vez.
Se separa de mi torso, admirandome con lágrimas por sus mejillas. Las seco con la manga de la camisa y le sonrío tiernamente.
—Gracias por existir.
—Yo también te quiero. —Digo con una sonrisa— Vamos, sigo queriendo ese sándwich.
Antes de levantarse me besa, un beso efímero pero perfecto.
Vuelvo a seguirlo por los pasillos, yendo al piso donde estaba toda esa gente. Pasea por las pequeñas mesas con comida o objetos buscando algo en concreto. Paramos en un puesto que lleva el número 369, coge pan, mostaza y un tarro de pepinillos que pone en la bandolera que llevaba. Apunta algo en una libreta.
—¿Puedes explicarme que acabas de hacer? —Pregunto una vez lejos de la gente
—Cuando quieres algo lo coges, —Repite— Apuntas tu nombre o tu número y suben los réditos
—¿Que es eso?
—Cuantos más réditos más alta es tu deuda, así que debes trabajar más.
—Bueno, como soy una esposa del líder no debo pagar, ¿no es así?
—Vale, vale. Lo retiro. —Sonríe
—No, no, ya lo has dicho.
Salimos de nuevo al huerto, no sólo hay verduras y fruta, también hay gallinas correteando por un corral improvisado.
—No me jodas, —Exclamo yendo hacia las gallinas— ¿De donde sacáis tantas cosas?
Agarro con cuidado a una de ellas, aguantandole las patas para que no me cortara. Acaricio sus plumas con cuidado, siempre me han encantado los animales.
—Mucha gente —Recoge los cuatro huevos que ha puesto— Equivale a muchas cosas. Vamos.
Dejo la gallina donde estaba, al tocar al suelo vuela un poco hasta encontrarse dentro del corral con sus compañeras. Sigo sus pasos hasta unas personas que están cuidando tomateras y lechugas. Se me hace la boca agua solo pensar en el bocata.
Unos pasos ajenos a todos los que estábamos aquí suenan, como si fuera algo normal se arrodillan, incluyendo a Dwight, frente a Negan, que lleva mi bate encima de su hombro. Me quedo en el sitio, sin darle importancia a su presencia. Parece que va a pasar de largo pero para delante mío.
—¿No te arrodillas?
Lo reto con la mirada, negando con la cabeza.
—Dwight —Lo llama sin quitarme la vista de encima, él se pone en pie a mi lado— Llévala a mi habitación, quiero hablar con vosotros.
Sonríe mostrando los dientes, como odio esa sonrisa. Me agarra bruscamente del brazo y me lleva dentro de nuevo, cuando nadie nos puede ver me suelta.
—¿En que estabas pensando? —Exclama
—No voy a arrodillarme frente a él, nunca.
—Yo también lo decía.
—Entiendo que lo hicieras, que aceptaras. Pensabas en otra persona, pero yo no. No debo proteger a nadie porque todo lo que tenía debe estar perdida en Alexandria.
Hace silencio.
Abre una puerta, dejando ver la inmaculada habitación. El rojizo está al lado de Negan, mirándonos en silencio. Temo que esto va a acabar mal.
Ya no lleva mi bate, ahora está sobre el sofá blanco.
Me suelta el brazo y se aparta unos pasos de mi, los dos estamos esperando sus palabras.
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