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troupe.

010/compañía.

Me remuevo bajo las sábanas sin poder conciliar el sueño. Miro el reloj colgado en la pared, las seis y cuarto de la madrugada. A penas llevo tres horas durmiendo. Torturo mi cabeza pensando en cómo lo haré con Negan, si tengo que estar con él todo el día significa que no podré estar con Dwight, pero si sigo juntándome con él significa que acabará peor que Jay.

Suspiro profundamente y me sumo completamente bajo las sábanas, aspirando el olor a jabón que desprenden, antes de levantarme. Decido ir a tomar el aire para despejar la mente, agarro una chaqueta simple que estaba en la cómoda y salgo de la habitación.

Los hombres que vigilan los pasillos me miran de reojo, deben de empezar a acostumbrarse a verme por aquí. Camino tranquila hasta el primer piso, donde está toda la gente durmiendo, al salir ignoro por completo el murmullo de los caminantes en la verja y lleno mis pulmones del aire fresco de la madrugada.

Apoyo las manos en la barandilla mirando la luna, ¿Savannah debe estar mirándola también?

—¿No puedes dormir?

—Sí, en verdad estoy durmiendo calentita en mi cama y todo esto es un sueño erótico tuyo. —Sonrío con ironía— ¿Tú tampoco?

—Yo no duermo. Veo la televisión toda la noche.

Saca un cigarro de la caja y lo posa en sus labios, ahuecando la mano para que el leve viento no apague la llama del mechero.

—Te ves sexy fumando.

Me mira extrañado, antes odiaba que lo hiciera. Pero con el chaleco y la cara así de verdad le quedaba bien.

—Bueno, si tú no puedes dormir y yo tampoco... —Paseo los dedos por encima de su mano

—Ni se te ocurra, diablo rubio.

Reímos al unísono. Un hombre de aspecto raro, gordo y con una melena morena nos mira desde la distancia, parece uno de esos frikis que te encontrabas en la cómic-con. Intento ignorarlo, pero sigue mirándonos sin descaro.

—¿Te gusta mirar?

—Sí. —Asiente lentamente con la cabeza

—Esa respuesta es algo escalofriante. —Sonrío— ¿Quién eres?

—Negan.

Ruedo los ojos.

—Eso ya lo sé, pregunto tu nombre.

—Eugene Porter.

—Pareces diferente, ¿como trabajas aquí?

—Puedo fabricar balas, soy ingeniero y sé de arquitectura, también...

—¿Por qué no vuelves a la cama, Eugene?

Deja de mirarme a mí para observar a Dwight unos instantes antes de desaparecer entre la oscuridad del edificio.

—Vaya friki.

—Lo es —Confirma

El humo danza en el aire, tornando el negro del cielo en un gris extraño. Vuelve a girarse, apoyando los codos en la barandilla, y yo lo imito, volviendo a la privacidad de nuestra conversación.

—¿Por qué lo hiciste? —Pregunta mirándome a los ojos

—Ya te lo dije, —Reposo la mano en su antebrazo, acercándome más a él— déjame salvarte. Mientras esté yo aquí no...

—No despierta. Normalmente despiertas luego de dos horas, pero él no ha despertado.

—Me importa una mierda. —Digo con énfasis— Ese podrías haber estado tu, Dwight. Y nunca me lo hubiera perdonado.

Juega con el mechero para no mirarme, pensando en lo que acabo de decirle.

—Tú eres mío. —Susurro acariciandole la mejilla, haciendo que me mire— Y lo que es mío nunca le pasa algo malo.

Exhala el humo y me agarra la mano para dejar un beso en los nudillos. Suelto el aire de mis pulmones lentamente, admirando el vaho que se forma.

—Deberías irte antes de que vengan más. —Avisa sin soltarme la mano

—¿Olvidas el poder que tengo sobre Negan?

Sonrío sin mostrar los dientes. Le doy un beso, un beso lento, me acaricia la mejilla yo lo agarro de la nuca... Creo que no podría volver a vivir sin esto.

Entro en el edificio, alejando el frío del ocaso. Camino entre la oscuridad con cuidado, en la noche los pasos parecen sonar el triple de fuerte. Entro de nuevo en la habitación para recoger la pistola que guardo bajo la almohada, la pongo en la funda que cuelga de mi cinturón. Quería ir a desayunar pero el silbido a lo lejos me avisa de que no va a ser posible, cada vez suena más cerca. Me quedo mirando a la puerta esperando a que aparezca. Su figura, de un momento para otro, se encuentra dentro de mi habitación, bien peinado, con la chaqueta de cuero y mi bate, dando unos golpes en la puerta.

—¿Preparada, rubia?

—¿Para qué?

Me sonríe apoyándose en el marco de la puerta.

—Nos vamos de expedición —Exclama divertido

Lo miro sin entender. Hace una seña para que lo siga, y obedezco.

—¿A estas horas? —Lleno el silencio del pasillo con mi voz

—Tengo un pequeño problema con un grupo, —Carraspea— han matado a muchos de mis hombres en las últimas semanas, y hoy vamos a arreglarlo.

—Entiendo.

Intento seguirle el paso, ya que un paso largo suyo son tres por mi parte. Bajamos las escaleras para encontrarnos con tres camiones enormes en la entrada, dos blancos y uno negro. Varios hombres estaban aquí, tantos que cubrían casi todo el patio, pero entre todos distinguí al castaño que le partí el labio. Involuntariamente paso la lengua por el labio inferior, ya se ha curado.

—Hoy nos vamos de caza. —Empieza a hablar delante de todos— Vamos a hacer que paguen, ¡les vamos a enseñar que nuestras normas de cumplen!

—¡Sí! —Exclaman al unísono

—Muchos de nosotros han caído, ¡la sangre se paga con sangre! ¡No vamos a ser benevolentes con ellos, vamos a causarles tanto miedo que se cargarán encima!

—¡Sí! —Alzan las armas

—¿Que somos?

—¡Los salvadores!

Sonríe ante el populacho, admirando el panorama sintiendo el poder recorrer su cuerpo. Entiendo porque lo hacen, gente ha muerto por su culpa, gente inocente que sólo cumplía son su trabajo. Sí, la sangre se paga con sangre. Quiero que paguen, y ese deseo se nota en mi mirada, ahora el Santuario es mi casa, ellos me hacen compañía, ésta... es mi gente.

—¡A los camiones, muchachos! Es hora de divertirse.

La gente se divide en pequeños grupos camino a los vehículos, él se gira quedando cara a cara. No le bajo la cabeza.

Lucille.

Pronuncia lentamente, con el bate en el hombro y una mano en el bolsillo. Se relame los labios, el vacío que habitaba mí cuando vine aquí ya no está presente, ahora tengo a alguien más por quién luchar y él nota eso.

Negan.

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