007/subido de tono.

—¿Por qué no buscas a otra mujer para pasar el rato? Tengo cosas que hacer.

—Esas pequeñas princesitas —Acerca su cara a la mía, para susurrarme a la oreja—, suplican para que me las folle con tan solo olerme.

Y no me extraña. Negan es uno de esos típicos hombres malos al que me hubiera abierto de piernas sin pensarlo dos veces. Pero no ahora, no debo. A Dwight le ha sentado como una patada en el estómago que Sherry se acostara con él, no puedo hacerle esto. Pero entre nosotros hay una tensión que algún día se romperá, y después me sentiré culpable por haber hecho daño a la persona que más quiero después de Savannah.

Así que voy a resistir la tentación, al menos de momento. 

—Rubia. —Me llama

Pestañeo varias veces para salir de mi trance. Me hace una seña conforme vaya con él a sentarme fuera. Respiro profundamente y obedezco. Salgo fuera, sentándome en una de las dos sillas, mirando el cielo estrellado una vez más.

—Cuéntame tu historia. —Le pido, rompiendo el silencio cómodo que se había formado entre nosotros mientras mirabamos al cielo oscuro— ¿Cómo un profesor de gimnasia puede construir un reino en un mundo caído?

Frunce el ceño y me mira, pero yo sigo admirando las estrellas.

—Fuiste un substituto —Doy un trago corto a la bebida entre mis manos—. Por aquel entonces estudiaba para ser quiroptráctica, nunca me diste clase.

Tiro de la delgada goma que  sostiene el moño mal hecho, dejando caer el pelo, de nuevo enredado, en mi espalda para no sentir el frío en el cuello.

—Pero, joder, todo el mundo sabía tu nombre —Sonrío recordando esos buenos tiempos—. Cuando se corrió la voz de que te tiraste a una de las animadoras mi padre me quitó de esa universidad.

—Y a mi me echaron. —También sonríe, toma un trago de su bebida— Explícame porque no te recuerdo.

—Mis padres siempre me mantuvieron al margen de todo —Apoyo la espalda en la silla y coloco los pies en la barandilla— Chicos, alcohol, faldas demasiado cortas, salir después de las nueve, fiestas... Ya sabes, me limitaba a seguir las normas. Hasta que un día la persona equivocada se cruzó en mi camino e hice todo lo que no debía.  Probé todo el alcohol en cada fiesta que iba, subía más mi vestido y viví en dos meses la vida que me perdí.

Para atención a lo que le explico, parece que le gusta hablar del pasado, rememorar su antigua persona.

—Pero me aburrí. Nada me producía esa adrenalina que al principio, quería cosas nuevas, hacer cosas prohibidas. —Giro la cabeza para mirarle, me mira a los ojos intentando recordarme, pero no lo consigue— Y solo me faltabas tú. Con esa sonrisa y esa puta camiseta ceñida.

Me sonríe con un atisbo de nostalgia en su mirada, recordando el hombre que era antes.

—Tiré tus cosas varias veces para que me hicieras caso, pero esa animadora siempre se ponía de por medio. —Vuelvo a beber, solo me queda la mitad del botellín. Me remuevo incómoda en la silla

No se porqué le cuento esto, quizá por querer aferrarme al pasado, quizá porque sigue siendo mi último objetivo, quizá porque no se cuanto más voy a vivir en este mundo de mierda. En cualquier caso, me gusta hablar con alguien, me gusta hablar con Negan.

—También me tiraste un café. —Suelta una carcajada y me uno a su risa

—Lo hice.

—Sé quien eres, Lucille Pients.

—Sé quien eres, Negan A-hole.

Hicimos silencio mirándonos a los ojos, como si de un espejo al pasado se tratse.

—¿Esos críos lo hacían tan mal que fuiste a buscarme? —Pregunta con una voz ronca, gutural.

Creo que la conversación esta tomando un camino algo subido de tono. Relame sus labios esperando ansioso mi respuesta, pero no voy a alimentar más su ego.

—Nunca lo supe —Doy un trago—.

Se cruza de piernas, sobreentiendo que ya está empalmado. Levanta una ceja divertido.

—¿Tengo cara de virgen o algo así ? —Respondo la pregunta que me ha hecho sin hablar— No, no lo soy.

Suelta una risa.

—Es extraño que una mujer hable libremente de sexo y sea de armas tomar, y joder nena, eso me la pone dura.

Acerca su cara a la mía, noto la respiración agitada, ¿puedo hacerlo sin si quiera tocarle?

—Pienso desesperarte, Negan. —Le sigo el juego, dejando el botellin vacío en el suelo y acercándome más a él— Voy a hacer que supliques para que te folle y vas a arrodillarte delante de mí.

—Maldición, mujer, ¿por qué?

Me acerco más para susurrarle;

—Simplemente porque me divierte.

—¿Que te hace pensar que no lo voy a hacer antes?

—Sé que no eres ese tipo de hombre —Vuelvo a mi posición, con los codos encima de mis rodillas—, ¿violar a una mujer? ¿Chantajearla para hacerlo? ¿Tú? Recuerdo que le partíste el labio a un amigo mío por propasarse con una chica que solo era una calienta braguetas.

Baja la cabeza sonriendo.

—Juega bien tus cartas, Lucille, me conoces pero yo a ti también.

—Solo viste lo que yo quise que vieras.

—Entonces cuéntame, la noche es muy larga.

—Quizá en otra ocasión.

Lo miro a los ojos una última vez y me levanto de la silla, despidiendome de la noche, ya que en mi nueva habitación no hay ventanas. Su mirada sobre mi en todo momento, observando cada movimiento que hago. Pensaba que iba a detenerme e iba a besarme y empotrarme contra la pared, algo en mi quería que lo hiciera, pero nunca lo hizo.

Agarro la pistola para meterla de nuevo en mi pantalón y cierro la puerta tras de mí. Me apoyo en ella pensando en todo lo que me ha ocurrido estos últimos días, aunque tener un lugar seguro donde poder vivir si no estás en ella no es vida, te hecho de menos hermana. Suelto un suspiro antes de emprender camino al cuarto.

Nadie hay en los pasillos, excepto algunos armados que hacen guardia, el murmullo de la gente ya no se oye. Solo mis botas al pisar el suelo llenan el vacío del silencio.