night.
006/noche.
Admiro sus ojos por unos instantes en contraste con su piel pálida y su pelo claro. Toco con yema de los dedos su quemadura, aparta la cara ante mi tacto. Insisto, me deja acariciarle con la palma de la mano, parece que no le duele. Desde pequeña me han gustado las heridas y cosas bizarras, podría haber tenido un buen futuro como médica forense.
—¿Aún la quieres? —Questiono, apartandole el pelo de la cara
—Nunca lo he hecho.
Agarra la mano con la que le acaricio el pelo y deja un beso en ella.
—¿Por qué? —Pregunto, volviendo al pasado, cuando le formulé esta pregunta por primera vez.
—Porque me sabe a poco si la comparo contigo. —Y obtengo la misma respuesta
Sin pensarlo dos veces, en un acto de necesidad, me pongo de puntillas y junto nuestros labios. Una sensación ya conocida que no me cansaría de sentirla. Deslizo la mano mientras nos besamos hasta agarrarlo de la nuca, haciendo que bajara de su altura a la mía y tornar el beso lascivo, lleno de deseo y nostalgia. Nostalgia de nuestros tiempos.
—Joder, Dwight —Pronunció al separarnos—. No deberías beber jinebra a estas horas.
Sonríe ante mi comentario. Amo su sonrisa.
—Coge un arma antes de que Negan se de cuenta que estamos tardando demasiado.
—¿Le tienes miedo?
Rodeo la mesa llena de armas, buscando una de mis favoritas con la vista. Pero no, aquí no hay ninguna mágnum.
Levanto la cabeza esperando su respuesta, pero no dice nada al respecto.
Pruebo una pistola reglamentaria teñida de negro carbón, simple y hermosa. Busco la munición pertinente a la arma y la cargo, incluso el espacio de cinco balas en la recámara, y la pongo entre el pantalón y la camiseta. Vuelvo a mirarlo esperando que diga algo pero no me contesta, doy nuestra conversación por terminada. Ando hasta la puerta, el olor a armas no me gusta.
—¿Cuánto tiempo vas a quedarte? —Me pregunta al abrir la puerta, agarrandome del brazo
—No lo sé, quizás no quiera irme. —Le contesto, mirándolo a los ojos— No tengo lugar a donde volver, Savannah ya no está conmigo.
Un pedacito de mi se rompe cada vez que pronuncio su nombre, aun no me hago a la idea de que no voy a volver a verla, abrazarla, cantar con ella al alba... Inspiro profundamente y cierro los ojos, controlando las lágrimas. Llorar no sirve para nada, no va a devolverme nada.
—Incluso si tú estuvieras dispuesto a irte conmigo —Suspiro bajo su mirada—, ¿donde iríamos?
Quiere hablar pero lo detengo.
—He estado ahí fuera durante años, rezando para seguir respirando un maldito día más. No quiero nunca más volver a sufrir eso. —También agarro su brazo— Estar bajo un techo seguro y tener una cama caliente donde dormir, y estar contigo.
Vuelvo a acercarme a su cara, rozando nuestras narices.
—Un hombre que se cree el dios del nuevo mundo no va a apartarme de todo esto, Dwight —Acaricio su mejilla—.
—Ese hombre puede destruirte, Lucy.
—Hace años que lo estoy, ricitos de oro.
Suelto una risa que hace que él también sonría conmigo. Nunca lo he visto tan demacrado, apagado. Ni si quiera cuando todo explotó, siempre tenía una sonrisa y una frase reconfortante para decirte, ahora solo veo a un hombre roto en el apocalipsis.
—Debemos irnos. —Dice luego de un profundo suspiro
Asiento con la cabeza y lo sigo escaleras abajo, oyendo el murmullo de la gente hablando y discutiendo. Miro a través de una ventana, ya es de noche, fría noche, el frío traspasa la camisa que llevo encima. Paramos cerca de la salida, puedo ver las estrellas brillar con fuerza en el firmamento y sentir la gélida brisa acariciar mi piel.
—Solo tienes que vigilar que nadie robe, que no haya peleas y todo esté en orden.
Quito la mirada del firmamento cuando noto su mano agarrarme del brazo.
—Intenta que no te maten. —Me susurra antes de irse
Sonrío tiernamente por su comentario, observando su figura fundirse en la oscuridad escaleras arriba. Observo el panorama frente a mis ojos, cientos de personas en una estancia tan pequeña, durmiendo con un ojo abierto por si a alguien se le ocurría robarlo poco que tenían. Paseo por todo el primer piso, oliendo a madera quemada que proviene de un lugar que desconozco, alguna gente me mira como si fuera el enemigo, solo puedo diferenciar rábia y enfado en sus ojos. Mientras que otros me comen con la mirada, supongo que hay gente como yo, que solo se han quedado porque no tienen un lugar donde volver.
Después de peinar la zona tranquilamente decido salir a fuera para sentir la brisa azotar mi pelo a la luz de la luna. La primera noche que no debo temer si algo me come mientras duermo. En efecto, tan solo poner una de mis botas viejas fuera un frío abrumador invade todo mi cuerpo, no entiendo como podíamos dormir con este clima.
Disfrutando de este sentimiento de frío apoyo los brazos en una barandilla amarilla, viendo como los caminantes en las vallas soltaban gruñidos y sonidos sin sentido. Extraño pero hipnotizante. Un vaho se forma a cada respiración que doy.
Pierdo la noción del tiempo observando el paisaje caótico frente mis ojos, hasta que una voz me saca de mi trance.
—Negan quiere verte. —Giro la cabeza en direción al hombre con el labio roto, Simon.
Frunzo el ceño, extrañada por su petición. Paso por su lado altiva, chocando su brazo con mi hombro. Subo las escaleras hacia el segundo piso, intentando recordar donde estaba el despacho. Una mujer de pelo rizado y las puntas teñidas de rubio sale de una habitación, examinandome de pies a cabeza.
—Rápido, chica. —¿Chica? Debo ser diez años más mayor que ella— No le gusta esperar.
Dicho esto pasa por mi lado y baja las escaleras, supongo que para hacer ella la ronda nocturna. La puerta queda entreabierta, sin titubear la abro del todo, cerrándola tras de mí. Él está de pie, mirando por el balcón con mi bate en su hombro. El cuarto perfectamente ordenado no combina con Negan, se nota que no la utiliza mucho. No se porqué sigo quieta en mi posición, esperando a que me diga qué hacer.
—Deja tu arma encima de la mesa —Dice, como si leyera mis pensamientos—.
—¿Por qué querías verme? —Pregunto mientras dejo la pistola encima de una mesa a mi izquierda
Se gira hacia mí con una sonrisa en su rostro, la misma que cuando me vio por primera vez. No retiro la mirada, se muerde el labio unos segundos para luego girar la cabeza y andar unos pasos.
—¿Que te parece un par de cervezas?
Esa pregunta me toma desprevenida.
—Esperaba una discución sobre mi trabajo aquí o una invitación sexual. —Frunzo el ceño aceptando el botellin que me tiende. Me vuelve a sonreír ampliamente
No dice nada, solamente se me queda mirando a su distancia preguntándome con la mirada si aceptaría.
—Bájate los pantalones y juro por dios que voy a cortar todo lo que vea colgando.
Sacude la cabeza sin dejar de sonreír, relamiendose los labios, se acerca más a mí. Alzo la cabeza para mirarle a los ojos.
—¡Joder, rubia, me encantas! Y no lo digo porque seas una mujer, si tuvieras pelotas sentiría lo mismo.
Con la luz de la luna me doy cuenta de que sus ojos no són marones, si no que tienen ligeras manchas verdes por todo el iris.
—¿Por qué me quieres aquí? —Doy un trago a la cerveza, degustandome con un sabor que parece desconocido para mi paladar.
—Oh, —Suspira dramáticamente— Estar todo el día rodeado de hombres, con sus incoherentes oraciones y su olor a mierda, es agotador.
Esta será una noche muy larga.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro