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10 | N o t a

TAN PRONTO COMO MELANIE SE DESPERTÓ, sintió como si sus pulmones estuvieran ardiendo. Jadeó fuertemente, sus ojos abriéndose de par en par. Dio dos temblorosos suspiros, tratando de ignorar el dolor dentro de su pecho. Vio movimiento alrededor de ella y voces diciéndole que se calmara. No podía; el dolor era demasiado de soportar para ella. Su cabeza estaba latiendo con golpes pesados y su pecho estaba malditamente adolorido...

―¡Melanie! ―Dijo una voz―. ¡Melanie, cálmate!

―¡Mel! ―Dijo otra voz.

Melanie se quedó sin aliento, la agonía solamente incrementando por todas partes de su ser. Nunca había conocido el dolor de esa forma; agudísimo e interminable. Movió sus piernas violentamente en su cama de hospital hasta que sus brazos y piernas quedaron inmovilizados.

―¡Melanie, quédate quieta! ―Dijo una voz a su derecha―. ¡Vamos a tener que sedarte si no te mantienes quieta!

Melanie miró de reojo a la enfermera sosteniendo una jeringa pequeña y al instante dejó de moverse. El dolor seguía allí, pero la palpitación disminuyó con cada músculo relajándose.

―Duele ―murmuró, cerrando sus ojos. En segundos, estaba dormida de nuevo.

Melanie no sabía si estaba soñando o era realidad cuando vio a Rachel haciéndose camino hacia ella. Se sentó a un lado de su cama de hospital, el rímel corriéndole por rostro. Cuando Rachel se estiró y situó una mano en la de Melanie, supo que era real. Instintivamente, Melanie se alejó y se sentó en su cama, sus ojos abriéndose por el dolor en su pecho.

―¡Aléjate de mí! ―Siseó ella. Rachel sólo estalló en llanto como respuesta.

―¡Melanie, lo siento mucho! ―Lloriqueó―. No estoy segura si todavía no te han dicho, pero... yo estaba... ahí cuando te lastimaste.

―¡Trataste de estrellar el carro conmigo adentro! ―Escupió Melanie, con lágrimas formándose en sus ojos―. ¿Por qué me harías eso? ¿¡Cómo pudiste?!

―Escúchame ―rogó Rachel―, por favor.

―¿Por qué lo haría?

―Porque probablemente no vuelva a verte nunca, ¡y tengo que decirte la verdad! ―Dijo Rachel efusivamente, le temblaba el labio inferior.

―Creo que ya sé todo lo que necesito saber ―dijo Melanie, mirando a lo lejos de la que alguna vez fue su mejor amiga. La visión de ella sola estaba haciéndola enojar―. No hay nada que puedas decirme que haga que deje de odiarte.

―Lo sé ―susurró Rachel―. Pero de todas formas te diré lo que realmente pasó.

De mala gana, Melanie miró alrededor cuando Rachel empezó a hablar.

―Sabes que he estado con Kaleb mucho tiempo, y sabes lo cercanos que somos. Descubrí que era falso. Lo que teníamos. ¿Quieres saber por qué siempre decía que mi familia nunca tenía dinero?

―¿Qué estás di...? ―Murmuró Melanie, sacudiendo su cabeza con confusión.

―Kaleb era jugador. Todavía lo es. Y ama al dinero más de lo que ama a cualquiera en este mundo. Me estaba usando para sacarte dinero, Mel. Por eso quería que murieras esa noche, por dinero. Él... ¡Él era un abusivo, Melanie! Me golpeó y me haría cosas horribles si lo desobedecía de cualquier forma. Tenía un cuchillo que llevaba...

Melanie recordó a Michael diciendo ser apuñalado por Kaleb.

―Como sea, sabía lo cercana que era a ti, y que eras rica. Me hizo hacer cosas, como forzarme a hacerte escribir lo que escribiste en el diario y así tener dinero de ti definitivamente. Pero era solamente para él , no para nadie más. Le dije que no, Melanie. Peleé muy fuerte contra él, ¡pero es un psicópata! Me dijo que si no lo ayudaba a matarte... me asesinaría. Estaba muy asustada, y dijo que lastimaría a todos lo que amo si iba a la policía... No sabía qué hacer.

―Entonces, ¿tú no querías matarme? ―Dijo Melanie lentamente.

―¡No! ―Rachel sollozó―. Te amo, Melanie, ¡de veras! Nunca querría eso para nadie, especialmente no para mi mejor amiga. No tienes idea de cómo actuó... Estaba trastornado, verdaderamente loco. Quería que le diera el dinero que supuestamente tú querías que tuviera. Lo siento, Melanie. Sé que no hay nada que pueda hacer para cambiar el pasado, y que nunca vas a perdonarme, pero solamente quería que supieras la verdad. Kaleb y yo iremos a la cárcel por lo que hemos hecho. Sólo tenía que hablarte y verte una última vez.

Melanie no sabía que estaba llorando hasta que sintió lágrimas caer desde su cara hasta las clavículas. Bajó los ojos y sorbió su nariz.

―Yo... ¿Honestamente? Yo no sé qué decir.

―Eso está completamente bien ―dijo Rachel con una pequeña sonrisa―. Ahora tengo que irme. La policía está esperando justo en frente de la puerta. Fueron lo suficientemente amables para permitirme un tiempo a solas contigo.

―Gracias ―dijo Melanie rápidamente cuando Rachel se levantó para irse―. Gracias por decirme la verdad.

―Lo que sea por mi mejor amiga ―dijo Rachel con la voz ronca. Exhaló fuertemente y rió suavemente―. Oh, wow, soy un desastre. Lo siento, Mel. Te amo, y siempre serás mi mejor amiga. Solamente lamento mucho haberte decepcionado.

―Estabas asustada ―Melanie se encontró diciendo, sin estar bastante segura de poder perdonar a Rachel o no―. No es tu culpa.

―Pero lo es ―susurró Rachel―. Solamente tenía que haber llamado a la policía...

―Rachel ―dijo Melanie severamente―, estabas siendo amenazada por un maníaco

Rachel asintió.

―Lo estaba. Perdón.

―Hora de irse ―una voz masculina dijo desde la puerta. Melanie miró por atrás de Rachel para ver a un oficial de policía esperando a fuera. Vio más lágrimas salir de los ojos de Rachel antes de que abriera sus brazos.

―Ven aquí ―dijo Melanie. Rachel corrió a acercarse y abrazó a Melanie cuidadosamente, tratando de no lastimar las herías que estaban curándose―. Está bien.

―¡Perdón! Lo siento mucho... ―Rachel sollozó una y otra vez en el cabello de Melanie hasta que el policía repitió sus palabras previas―. Bye, Mel ―susurró Rachel.

Melanie veía mientras su amiga dejaba el cuarto. Tan pronto la puerta se cerró, Melanie estalló en llanto. Había estado equivocada a cerca de Rachel todo el tiempo; había sido una verdadera amiga. Rachel había estado asustada de hacer lo que había hecho, y Melanie todavía estaba insegura en si sería capaz perdonarla Después de todo, Rachel había sido la que había tratado y estrellado el auto.

A lo largo del día, mucha gente entró y salió del cuarto de Melanie. Su familia había entrado con lágrimas, al igual que sus otros amigos. Michael le había sonreído y envuelto sus brazos cuidadosamente alrededor de su cuerpo en curación en un abrazo persistente. Tan pronto todo el mundo había salido de la habitación, Michael acercó su silla a la cama de Melanie.

―¿Te acuerdas de todo? ―Preguntó y Melanie asintió con una sonrisa.

―Sí y... Oh por Dios, ¡tiene pene! ―Melanie se interrumpió al recodar sus últimos momentos con el diablo.

―¿Qué carajo? ―Preguntó Michael frunciendo el ceño ante la repentina explosión de Melanie.

―Nada, no importa ―dijo Melanie, encogiéndose de hombros. Michael la vio sonreír para sus adentros y se quejó.

―Por favor, no me digas que se la chupaste ―dijo él―. Eso sería raro.

―Ew, ¡no! ―Dijo ella―. Eso es ir un poco demasiado lejos, Mikey.

―Bueno, él mencionó algo de estarte follando...

―Oh, ¿enserio? ―Dijo Melanie con una ceja levantada―. Caliente hijo de puta.

Michael rió ante se juego de palabras y se sentó lentamente en su silla.

―¿Cómo te sientes?

―Bastante bien, en realidad ―dijo Melanie, mirando hacia abajo a su cuerpo vendado―. Unas pocas costillas rotas y fractura de cráneo. Una de mis costillas casi pincha mis pulmones, por eso tengo el dolor aquí ―dijo, acariciando su pecho con cuidado.

―Lo mío es bastante menor ―dio Michael, tirando del dobladillo de su camiseta. Por debajo, Melanie pudo ver las capas de las vendas que cubrían su estómago y una manchita de sangre en el centro―. Solamente necesitaba puntos de sutura, para ser honesto.

―Suertudo ―dijo Melanie―. Te podrás ir a casa pronto. Yo estaré aquí alrededor de un mes.

―¿Un mes? ―Preguntó Michael, con la boca abierta―. Eso es un poco extremo.

―Es la opción más segura ―Melanie le aseguró―. Mamá y papá han pagado por tratamiento especial, así que debo de estar levantada de nuevo en poco tiempo.

―Te va a cagar estar atrapada aquí durante cuatro semanas, sin embargo ―dijo Michael, haciendo un mohín.

―Viviré ―dijo Melanie con una sonrisa―. Hay esperanza después de toda la mierda por la que hemos pasad o.

―Sí ―dijo Michael―. Odiaría morir de nuevo tan pronto.

―¡Shh! ―Silbó Melanie, mirando alrededor de la habitación―. Si alguien escucha que estuvimos muertos, van a empezar a preguntar cosas.

―Lo siento ―dijo Michael, con una sonrisa tonta en el rostro. Lentamente, se puso de pie―. Mejor regreso a la cama, se está haciendo tarde.

Melanie miró hacia el reloj en la esquina del cuarto y sus ojos se abrieron de par en par: se acercaban las diez, y sus luces se apagarían a esa hora.

―Buenas noches, Mikey ―dijo Melanie suavemente. Sonrió cuando lo vio cerrar la puerta detrás de él y cerró sus ojos a causa de las medicinas que le sambutieron. La hacían sentirse soñolienta. Las enfermeras le habían estado inyectando toda clase analgésicos en su sistema, y la repetición estaba volviéndose algo agotadora.

Cuando apagaron las luces de su habitación, tuvo la oportunidad de maniobrar consigo misma para levantarse y mirar por la ventana. Sus ojos estaban pegados a una sola estrella en la distancia, la más grande cerca a la luna.

De repente, se vio de nuevo en el Más Allá, los recuerdos de su estancia allí estaban intermitentes en sus ojos. Cuando recién llegó, había estado muy confundida y asustada, cuando Louis había salido de detrás de los garajes, la historia de cómo ya no estaba viva, la aparición de Michael. Sin embargo, el recuerdo más fresco que tenía, era el de Louis. La forma en que parecía confiar en ella ―una chica humana―. Un nada en el mundo donde ángeles y demonios vivían. Melanie sintió una punzada de tristeza al resolver que no vería a Louis por un largo tiempo. Sesenta años, si vivía ese tiempo.

Cuando se acostó, pudo sentir de nuevo los labios de Satán en los de ella; la suave caricia de su boca contra la de ella. Qué ganas de sentir su toque al menos una vez más. Sesenta años no eran nada para Louis: era inmortal y ya había vivido múltiples vidas. La de Melanie apenas comenzaba.

Abrir los ojos era casi doloroso. Se esforzó por volver a dormir y regresar a su sueño perfecto, pero no importaba lo mucho que lo intentara, su cuerpo se negaba a perder el conocimiento de nuevo. Lentamente, giró la cabeza para mirar hacia el reloj. Eran poco más de las tres de la mañana y gimió.

Un repentino escalofrío le corrió por la espalda y bajó los ojos del objeto marcando en la ventana, que estaba abierto de par en par. Melanie gruñó y se incorporó en su cama. Con todos los tubos que tenía pegados en la piel, iba a ser difícil hacer su camino hasta allí y cerrarla. De todos modos, sólo lo hizo. Cuidadosamente, se obligó a sacar los pies de la cama y se contrajo de un dolor disparado en su pecho.

Las palabras de Louis le vinieron de repente.

Respira, Melanie. Respira.

Y así hizo. Lentamente, jaló los cables hacia un lado de la cama y empujó el tripie de metal que sostenía su monitor cerca de la ventana. Sus pasos eran estables y lentos, sus ojos fijos en la ventana. Se preguntó cómo le había hecho para salir volando y abrirse y una posibilidad le vino a la mente: Louis. Pero, ¿por qué estaría en el hospital? Melanie cruzó los dedos y se hizo camino hacia la ventana y la abrió. A fuera, las calles estaban vacías y se sintió decepcionada.

―Vamos, bastardo. Dijiste que serías capaz de venir a la Tierra ―se encontró diciendo.

Dejó salir un suspiro y regresó a la cama. Lentamente se sentó en el borde y fijó su monitor de vuelta en su lugar antes de meter sus pies en la matrimonial. Se puso cómoda, recargándose en las almohadas con un suspiro.

Quería ver a Louis de nuevo y no iba a mentirse: lo extrañaba. Nunca había conocido a alguien tan ingenioso como ella lo era. Ambos tenían un terrible pasado, y ser capaz de compartirlo con alguien que estaba en la misma situación, fue lo que hizo que a Melanie le gustara. Y a él parecía gustarle ella.

Melanie volvió a mirar hacia la ventana, pero por el rabillo del ojo, vio algo. Se empujó sobre sus codos y miró en donde sus almohadas se encontraban con la cama. Ahí, atrapado entre las dos, había un sobre. Melanie tiró de él y lo abrió para encontrar una carta dentro. Sonrió cuando leyó a través de la caligrafía cursiva.


Querida Melanie,

Dicen que soy un chico malo: el mal. Manipulador. El Diablo infiel que sólo toma lo que quiere. En el último día, fue obvio para ti que no soy el monstruo que la religión y los mitos aclaman que sea. Quiero que sepas que era la primera persona que permito que entre, y te agradezco por ser tan considerada.

Compartir el pasado es difícil, lo sé. Tú también. A pesar de cuán dura ha sido tu vida, fuiste capaz de confiar en mí todavía como yo lo hice en ti. Nunca tuve la oportunidad de decirte verdaderamente cuán lamentaba tus pérdidas. Perder a alguien que amas es duro. Lo sé.

Asegúrate de dejar de beber, ¿sí? No queremos más accidentes antes de que te conviertas en una pensionada, ¿o sí? Tampoco drogas, probablemente sólo morirías de nuevo.

Como ya sabes, puedo hacer una aparición en la Tierra por veinticuatro horas antes de que tenga que volver. Te voy a estar checando una vez al mes para asegurarme de que no has estado haciendo alguna mierda descabellada, ¿de acuerdo? Considérame tu ángel guardián... con cuernos y una cola, claro.

Dile a Michael que también deje de beber. O no, es tu opción...

Te deseo la mejor de las suertes, Melanie Cooper. Sólo asegúrate de mantenerte alejada de problemas hasta que estés en tus ochentas, ¿sí? Te estaré viendo pronto, amor.

Sinceramente, tu diabólicamente guapo hombre,

Lucifer.


Melanie leyó la nota alrededor de unas tres veces antes de que pudiera aceptar el hecho de que él había estado en su cuarto mientras ella estaba durmiendo. Su sueño vino de nuevo a ella, y recordó el beso que habían compartido. Sólo eso hizo que comenzara a preguntarse si había sido un sueño. ¿La había besado de nuevo mientras había estado dormida? Se tocó sus labios, recordando el suave toque de él.

Se acercó la nota al pecho y sonrió para ella misma. «Tu diabólicamente guapo hombre» Él había dicho. A pesar de su juego de palabras en la oración, a Melanie le habían llegado sus palabras «Tu hombre», había dicho «Tu hombre»

Claramente, solamente llevó la amistad a un nuevo nivel. Pensó Melanie para sí misma.

Miró por afuera de la ventana, todavía agarrando la nota fuertemente.

―Hasta la próxima, Satán ―susurró ella.


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EN LAS PROFUNDIDADES DEL INFIERNO, estaba parada una figura vestida de negro. Sus ojos rojos examinaban la imagen manifestándose dentro de las llamas a un lado de él y la chica humana eventualmente podía ser vista acostada en una cama de hospital, abrazando algo pequeño contra su pecho. Él la observaba silenciosamente, dándose pequeños golpes con su dedo índice.

La chica dobló la nota cuidadosamente y la colocó debajo de su almohada antes de acostarse en la cama, cerrando sus ojos. Él la observaba con una pequeña sonrisita mientras las llamas devoraban la imagen y la evaporan hasta hacerla aire ligero.

―Te estaré viendo pronto, Melanie Cooper ―dijo Lucifer con una sonrisa.


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