03 | Á n g e l
―¿ENTONCES QUIÉN MÁS se ha quedado atrapado en el Más Allá antes? ―Melanie preguntó mientras caminaban de lado a lado.
Louis no había sido interrogado con tantas preguntas antes, especialmente de una persona muerta. Entonces lo encontró divertido. Raramente tenía alguien con quien hablar ―nadie quería hacer nada con él― pero, ¿por qué querrían? Él era el Demonio, después de todo.
―Mucha gente ―dijo él―. Incluso he tenido unos pocos famosos varados aquí, me creas o no.
―¿De verdad? ―Preguntó Melanie, sin esperar respuesta-. ¿Cómo quien?
―John Lennon, ― respondió Louis, ella lo miro boquiabierta― y también J. F. Kennedy.
―¿Estás bromeando? ―Dijo ella―. ¿El presidente y el miembro de Los Beatles? No te creo.
―No crees nada de lo que te digo, ¿o sí?
―No.
Louis rió.
―No te creo... Soy un máster en las mentiras y la corrupción, después de todo.
―¿Por qué quedaron atrapados aquí? ―Melanie preguntó.
―Tenían asuntos sin terminar, como tú ―Louis respondió, mirándola―. Ambos querían encontrar quien los mató antes de irse al Otro Lado.
―¿Fueron al Cielo o al Infierno?
―Al Cielo, claro. ―Louis le sonrió―. Gente buena como ellos siempre van al Otro Lado.
―Wow ―dijo Melanie sacudiendo su cabeza―. Es bastante extraordinario.
―En efecto ―dijo Louis―. Ha habido mucha gente grandiosa pasando a lo largo de los años...
―¿Tú estás muerto? ―Preguntó Melanie. Louis se detuvo abruptamente y la miró...
―¿Por qué preguntarías eso? ―Cuestionó él.
Melanie se encogió de hombros.
―Estás aquí, ¿no? Dijiste que sólo los muertos podían estar en el Más Allá con tal de que tuvieran asuntos pendientes.
Louis sacudió la cabeza.
―Estoy aquí porque nadie más tomaría el trabajo. Soy un paria, así que todos los trabajos adicionales caen apilados sobre mí.
―¿Un paria? ―Melanie cuestionó, de repente confundida―. ¿Qué quieres decir?
Louis se aclaró la garganta apenado. Nunca había estado con un humano que preguntara esas cosas a cerca de su pasado. Lo desconcertaba hablar de eso pero, ¿qué podría posiblemente hacer una chica humana?
―Soy un ángel caído.
Melanie carcajeó.
―¿Un ángel caído? ¡Me dijiste que eras el Diablo!
―Lo soy. Era un ángel antes de que Dios ―se encogió mientras dijo el nombre― me echara del Cielo. Era uno de los tres Arcángeles antes de que fuera exiliado al Infierno.
―¿Por qué te echaron? ―Cuestionó Melanie.
Louis sabía que los humanos tenían sus propias creencias del por qué Dios lo había desterrado del Santo Lugar. Las historias eran interminables y entintadas en muchos libros, como La Biblia.
Louis no compartía nada nuevo con Melanie cuando dijo:
―Quise más de lo que tenía.
―Como... ―Melanie instó, determinada a que siguiera hablando.
―Bueno, tenía todo; sabiduría, belleza, habilidad, perfección... Y a pesar de todo, quería ser adorado como Dios. Y antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, El Señor me desterró, despojándome de todo lo que tenía.
―¿Es por eso que eres feo y rojo debajo de este disfraz humano? ―Melanie dijo, dándole un empujoncito con su brazo. Louis la miró echando fuego por los ojos y ella se aclaró la garganta, apenada. Murmuró una disculpa y mantuvo su boca cerrada para dejarlo terminar.
―Eso no fue muy lindo, pero su necesitas saber... Sí, por eso me veía como... bueno, El Demonio. Gradualmente, me las arreglé para recuperar algunos de mis poderes; la belleza es uno de ellos, quiero decir, mírame: ¡soy maravilloso!
Melanie alzó una ceja antes de dejar salir una risita.
―Nunca recuperé mis poderes completamente, sin embargo. Soy más débil de lo que estoy hecho para ser. Algunos de ustedes creen que soy un jefe supremo con poderes indomables con los que hago lo que me plazca, pero no es cierto, solía ser extremadamente poderoso, pero nunca volveré a ser tan fuerte como una vez lo fui.
―Bueno, eso te pasa por querer tomar más de lo que ya se te había concedido. ―Melanie mantuvo su mirada baja mientras le daba otro golpecito, sin querer enfadarlo más.
―Supongo ―dijo Louis después de un momento―. Todavía quiero ser más poderoso aunque, ¿quién no querría poder ilimitado?
―No todos querrían. A veces cosas como el poder, belleza y riqueza pueden corromper a las personas. Confía en mí, estarías mejor sin todo eso.
―Deberías haberme visto, Melanie, ― dijo Louis―. Yo era impresionante, todos los ángeles lo éramos. Fuimos creados por Dios, así que estábamos destinados a ser casi perfectos.
―Te engrandeces a ti mismo demasiado, ¿sabes? ―Melanie se molestó y Louis rió silenciosamente.
―Lo sé. Pero sólo porque era cierto. Confía en mí cuando te digo que no estoy obsesionado conmigo mismo como sueno.
―Lo dudo, a veces ―Melanie dijo silenciosamente, frotándose el pecho suavemente, justo encima de sus pulmones. El incómodo dolor todavía seguía allí y parecía que lo lento incrementaría la estancia de ella. ¿Mis recuerdos regresarán pronto? El dolor se está poniendo peor.
Louis asintió lentamente.
―Mientras peor se ponga, más cerca están de regresar. Resolverás lo que sucedió pronto.
―Yupiii Melanie murmuró, cerrando los ojos disparadamente, dejando al dolor apuñalar su pecho. No puedo esperar.
―Pensé que eras tú la que estaba desesperada porque regresaran― cuestionó Louis.
―Lo estaba, hasta que me di cuenta que el dolor venía en el paquete. Louis rió entre dientes y frotó la espalda de Melanie cuidadosamente―. Respira a través de él.
―Estoy tratando ―susurró ella mientras se contraía de dolor, una vez más.
Melanie era usada para el dolor; tenía un hermano mayor, quien la había tackleado hacia el suelo todos los días cuando eran niños. Para ella, eso era doloroso. Pero este dolor era diferente; sentía la cabeza como si tuviera fuego, como si algo estuviera cavando un camino hacia sus costillas.
―¿En cuánto dolor más se convierte hasta que recuerde?
―Bastante dolor, casi como si estuvieras muriendo de nuevo ―dijo Louis, frunciendo el ceño mientras veía a la chica llevar su mano hacia la cabeza.
―Fantástico ―murmuró Melanie. Es horrible.
―Lo sé. Se desvanecerá tantito y después regresará más dolor, así que no deberías estarte lastimando dentro de poco.
Melanie se inclinó y situó sus manos en sus rodillas. Respiró profundamente unas pocas veces antes de enderezarse y sonreír débilmente hacia el Demonio. Recordó su historia de que alguna vez fue arcángel y frunció el ceño.
―Pensé que dijiste que no eras una figura religiosa dijo ella. Si eras arcángel, entonces, eres una clase de personaje religioso.
Louis se encogió mientras ella hablaba.
―No me gusta ser conocido por mi ex yo. Me gusta que la gente me tema y no piensen nada más que en mí como el mal.
―¿Por qué querrías eso?
Así mi reputación advierte a la gente que no se meta conmigo
-contestó él simplemente.
―No tienes muchos amigos, ¿o sí? ―Melanie preguntó después de un momento de silencio. Habían estado caminando a través del pueblo por un rato ahora, simplemente porque allí no había nada más que hacer mientras esperaban a que ella recordara su muerte.
―Ninguno, realmente ―corrigió Louis―. Háblame más de ti.
―He dicho todo lo que necesitaba decir de ellos; buena gente, divertidos, amorosos, amables...
―Menos cliché, cosas tan dulces.
―Jódete.
―Quisieras.
Se detuvieron a fuera de una iglesia, y Melanie miró a Louis curiosamente. Le dio un codazo suavemente y dijo:
―Te reto a que entres.
Louis la miró ferozmente.
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