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02 | E n g r e í d a


―¿ENTONCES QUÉ PASA EN LO QUE esperamos a que los recuerdos regresen? ―Preguntó Melanie mientras apretaba sus manos al rededor de sí.

El Demonio se quedó observándola; sus ojos clavados en su rostro.

Era una muchacha hermosa, pero tan malditamente engreída. Eso lo intrigó, pero había ignorado toda clase de romance desde hacía un largo, largo tiempo.

―Esperamos. Sólo eso ―él dijo deslizándose contra la pared para sentarse junto a ella―. Si crees que esto es aburrido, la espera, piensa por lo que yo he tenido que pasar: he tenido que hacer frente a miles de almas como tú que quedan atoradas aquí.

―Pobre de ti, Satán ―Melanie resopló, pateando una piedra con su zapato. Él le sonrió, divertido de que lo hubiera llamado por uno de sus nombres reales. Hacía un largo tiempo desde que alguien le había hablado a Louis de la forma en la que Melanie lo hizo.

―Dije que me llamaras Louis, ―dijo él― o ¿es muy normal para ti?

―Dado que todavía no creo que seas el Diablo y que posees todos esos poderes malignos y esa mierda, te llamaré como quiera. -Dijo ella, manteniendo su mirada baja. Melanie sabía que había algo malo con ese chico pero, ¿El Demonio? No le creía ni por un segundo.

Louis sonrió y frotó sus manos juntas. Melanie miró con curiosidad y se quedó sin aliento mientras las llamas empezaban a formarse al rededor de los dedos de él. Ella saltó hacia atrás y lo miró con incredulidad.

―Tal vez eres Jesús jugando trucos en mi mente ―dijo Melanie.

Louis se encogió ante el Santo nombre.

―Jesús, mi culo ―él escupió una mirada de puro odio en su rostro―. Si fuese él, ya estarías en el Cielo, comiendo de un platón de plata.

―Realmente no te gusta la religión ¿o sí? ―Ella preguntó, sentándose donde originalmente estaba. Las flamas comenzaron a perder su fuerza en tanto Louis dejó de frotar sus manos muy toscamente.

―No.

―Tiene sentido, ya que eres «El Diablo» ―El sarcasmo era algo con lo que Melanie había nacido. Su madre siempre le decía que se lo había pasado su padre, pero Melanie sólo había reído ante esa ridícula teoría.

―Lo soy. ―Louis era serio. Se estaba agitando con su incredulidad, y sólo esperó que ella no continuara con su arrogante actitud.

―Entonces, ¿dónde están tus cuernos? ¿No se supone que tienen la piel de color rojo y un feo rostro?

―Entonces, ¿tengo un rostro atractivo? ―Louis se burló. Melanie lo fulminó con la mirada antes de levantarse y sacudirse los pantalones.

Miró al rededor de la brumosa cuidad y dejó escapar un suspiro.

―¿Es este el futuro como podría ser? ―Se preguntó en voz alta.

―Si es el futuro tomado por mí, entonces sí ―dijo Louis parándose al lado de ella―. Aunque he escuchado que el Sol, se hinchará al doble de su tamaño y quemará la Tierra para un crujiente.

Melanie resopló.

―¿Eso es lo que crees que pasará?

―Posiblemente. No puedo decir el futuro. Ojalá pudiera, pero no puedo. ―Louis miró por encima de su hombro, hacia la casa de Melanie: era una casa pequeña, pero lo suficientemente grande para albergar a una familia de seis. Parecía una acogedora casa.

Él dejó salir un suspiro.

―Si pudieras ver el futuro... ¿qué quisieras ver? ―Melanie preguntó, cogiendo a Louis con la guardia baja.

―Lo que me gustaría y que sucederá más probablemente es un gran salto: quiero verme como un soberano poderoso. Pero sé que es un hecho que todavía estaré aquí.

―¿No eres el soberano del Infierno? ―Preguntó Melanie, mirando por encima de él.

―Sí, pero hay muchos más a favor del Cielo que del Infierno ―dijo Louis antes de comenzar a caminar por la calle. Se viró hacia la humana y le hizo señas para que lo siguiera―. Ven.

Melanie vaciló antes de caminar con él; si quisiera hacerle daño, ya lo hubiera hecho. Y eso era suficiente consuelo para ella.

Mientras caminaban por el brumoso paisaje, el frío dentro de Melanie profundizó e hizo una mueca cuando el dolor aumentó en su cuerpo, ¿qué estaba mal con ella?

―¿Louis? ―Melanie pidió. Él la miró―. ¿Las personas que llegan aquí experimentan algo de dolor?

Él asintió.

―Sí, casi siempre. En dondequiera que sientan dolor, es lo que los llevó a su muerte.

―Bien ―masculló ella, frotándose la cabeza con suavidad―. Tengo muchas ganas de recordar cómo morí.

―Eres tan arrogante ―comentó Louis, rellenando sus bolsillos con sus manos.

―Tú lo eres. ¿Alguna vez alguien te lo ha dicho?

―Dios.

Melanie lo miró boquiabierta; no hablaba en serio, ¿o sí? Se olvidó de su comentario y caminó a lado de Louis, en silencio.

Cuanto más caminaban, más se acercaban a la plaza del pueblo y Melanie podía ver su preparatoria a la izquierda.

―Estaba tan cerca de mi último año de preparatoria... ―Dijo ella. Louis escuchaba esmeradamente sus palabras―. Y también me aceptaron en la universidad.

―Felicidades ―dijo Louis―. Estoy seguro de que tus padres estaban emocionados.

―Un «felicidades» no es muy útil en este momento, ¿no? ―Chasqueó ella. Todavía no podía entender cómo era que estaba muerta. Nunca se puso en peligro, entonces ¿cómo es que había terminado en el Más Allá?

Una parte de ella sabía que Louis no estaba mintiendo, sólo no quería creerle era demasiado imposible.

Llegaron a la plaza y Melanie miró el bloque de pisos cerca del ayuntamiento. Su mejor amiga, Rachel vivía ahí. Habían sido amigas desde maternal, y nada podía separarlas.

―¿En qué piensas? ―Louis preguntó de repente. Dejó de caminar, y estaba parado justo detrás de ella.

―Mi amiga ―dijo en voz baja―, Rachel.

―Háblame de ella ―dijo Louis y Melanie sonrió mientras relataba todos los momentos divertidos que pasaron juntas; desde niñas, hasta el final de sus años de juventud.

―Es la mejor persona: realmente graciosa y siempre había estado ahí para mí ―comenzó Melanie―. Pero es muy egocéntrica a veces. Es como... creída pero, ¿la gente no es así en su propia forma? ―Melanie miró a Louis, quien levantó una ceja.

―¿Por qué me miras? ―Él cuestionó.

―No hay razón ―dijo Melanie encogiéndose hombros―. Pero, ella tiene un novio genial llamado Kaleb que es muy agradable también, y le gusta hacer dinero, es un poco jugador.

―Elección de vida saludable ―dijo sarcásticamente―. Continúa.

Melanie frunció el ceño mientras una imagen venía a su mente: globos y luces brillantes junto con varios cuerpos danzantes.

―Estaba en su fiesta...

―¿Antes de que murieras?

―Sí... ¿Mis recuerdos están volviendo?

Él sacudió su cabeza.

Estarás recordando el tiempo justo antes de murieras. Cómo perdiste la vida es lo que necesitas recordar.

―Oh ―Melanie estaba decepcionada―. Estaba en su fiesta dieciocho de cumpleaños antes de que yo... Muriera. Todos estábamos ebrios. Recuerdo esa parte, ¿cómo no podría recordar eso? ―Ella rió―. Entonces... no puedo recordar nada después de la fiesta.

―Dijiste que estabas ebria, ―expresó Louis― ¿eres lo suficientemente grande aún para beber?

―Sí, tengo dieciocho ―dijo ella rodando los ojos―. Fue mi cumpleaños el mes pasado.

―Feliz cumpleaños retrasado.

―Gracias ―dijo Melanie, frunciendo el ceño para sí. ¿Qué había pasado después de la fiesta? ¿Tal vez Rachel le dio un aventón a su casa y se había resbalado y golpeado la cabeza en el camino hacia la puerta? ¿Tal vez había tratado de obtener algo para comer y cayó en un cuchillo? ―Sigues diciéndome que estoy muerta.

―Lo sé. Porque lo estás ―él dijo.

Melanie lo miró lento.

―¿Sabes cómo morí?

Louis permaneció en silencio antes de asentir lentamente.

El brillo de sus ojos la hacía estremecerse.

―Sí.

-¡Hijo de puta! ―Chilló ella―. ¿Por qué no sólo me dijiste?

―Porque no es así como funciona. ―Louis dejó salir un suspiro antes de continuar―. Tienes que recordarlo por ti misma, o podría inclinarse la balanza.

―¡Eso es mierda! ―Ella gritó―. Sólo dime cómo morí.

―No puedo.

Su rostro era serio. Ella sabía que tenía que insistir mucho más duro si quería obtener una respuesta.

―¡Tengo el derecho de saberlo! ―Ella dijo; la lágrimas resbalando por sus mejillas―. Tengo el derecho de saber cómo diablos morí.

―Ya lo sabes, Melanie. Está en la parte más profunda de tu mente. Te darás cuenta pronto.

―Pero quiero saberlo ahora ―ella susurró―. Tan pronto recuerde, podré irme de aquí.

―Recordarás con el tiempo, ―dijo él, dándole la espalda― con el tiempo... todos recordarán.

―Detén toda la enigmática charla ―demandó Melanie―. Quiero acordarme de qué me ocurrió. Si tienes el poder de darme mis recuerdos, ¿por qué no lo harás?

―¡Ya te lo he dicho! ―Bramó él; sus ojos abiertos con cólera. ―¡No creas que puedes ordenarme nada, Melanie Cooper! Si te regreso tus recuerdos podría causar... ¡Diablos! Podría lastimarte a ti también, así que, deja que resurjan naturalmente.

Melanie se puso de pie silenciosamente. Estaba asustada cuando el estaba enojado, y juró por la vida de su madre que podía ver sus ojos tornarse rojos

―¿Naturalmente? ¡¿Crees que todo esto es natural!?

―¡Para mí sí! ―Escupió e―l. Sólo cállate y sé paciente por una vez en tu vida. Oh, espera, ¡la perdiste!

Melanie estaba llorando. La malevolencia en su voz fue la suficiente para hacerla enojar, pero fue el mero hecho de que él no se preocupaba por ella lo que trajo lágrimas a sus ojos.

Se giró y corrió al hogar de Rachel, dejándolo atrás en la calle.

Louis la vio. Sus ojos se entrecerraron.

Una vez dentro del edificio, Melanie cerró la puerta y corrió escaleras arriba a la habitación de su mejor amiga; estaba justo como antes: la pequeña y antigua mesita junto a la cama matrimonial, pósters en las paredes, maquillaje y accesorios para el cabello esparcidos a través de las repisas y cualquier otra superficie limpia.

Melanie sonrió ante la familiaridad de la recámara. ¿Tal vez eso era lo más cercano a estar con ella de lo que volvería a ser de nuevo?

Se giró y vio en el espejo colgado en la pared; se veía completamente normal. Su largo y rubio cabello caía en ondas por su espalda y sus azules ojos estaban muy abiertos y claros.

No se sentía muerta, pero todavía había algo horriblemente mal.

Las palabras de Louis resonaron en su mente y pensó fuertemente.

¿Qué me ocurrió? ¿Por qué morí? ―Pensó en muchas posibilidades diferentes que podrían haber causado su muerte. Pero ninguna le sonaba. Todo lo que podía recordar era la fiesta y el tiempo justo después de la media noche.

Melanie dejó que sus ojos vagaran al rededor de la habitación; vio una pequeña caja (que realmente era rosa cuando no estaba en el Más Allá) donde ella y Rachel solían guardar sus Barbies a salvo cuando niñas.

Ellas habían jugado por horas con su cabello y ropa.

Esos recuerdos la hicieron acongojarse: sabía que mientras estuviera muerta, ella y sus amigos no podrían pasar tiempo juntos nunca más. A menos que decidiera perseguirlos, claro.

Escabulléndose al rededor de la habitación, Melanie se sentó en la cama con un suspiro poco suave. Se limpió las lágrimas y escuchó con atención; todo lo que podía oír era su propia respiración. El silencio era misterioso, aunque había otra persona ―si se puede llamar a Louis «persona»― no muy lejos de ella. Se preguntó qué es lo que estaba haciendo.

Una sonrisa vino al rostro de ella cuando resolvió que había un pequeño tarro lleno de dinero en la parte posterior de uno de los estantes.

La familia de Melanie se hallaba extremadamente en abundancia y la habían consentido durante toda su vida. Pero nunca fue una de hacer alarde a su riqueza. Le gustaba hacer cosas útiles con su dinero. Una era ayudar a sus amigos cuando estaban batallando.

Muchas veces, Rachel había estado preocupada a cerca de los bajos ingresos de si familia, preocupada de que pudieran quedarse pobres y fueran lanzados de su casa a las calles. Melanie había entregado de buena gana algo de dinero para ayudarles,.

La mejor parte de ser amiga de Rachel, era que ella miraba más allá del dinero, y veía a Melanie como la persona real que era.

La respiración de Melanie se le quedó atrapada en la garganta cuando la puerta crujió lentamente, abriéndose. ¿Cómo había logrado entrar?

Miró por encima de Louis hacia la puerta entreabierta, dejando escapar un agitado suspiro.

―No quiero verte.

―Nadie lo hace, estoy acostumbrado al rechazo.

Melanie lo miró. Louis se aclaró la garganta y caminó por la habitación. Él miro alrededor y asintió para sí mismo.

―¿Qué quieres?

―Bonita habitación ―él dijo lentamente―. No exactamente de mi estilo, pero es lo suficientemente linda.

―Louis, ―Melanie estaba harta ya de él― ¿qué es lo que quieres?

―Vengo a disculparme por no darte tus recuerdos ―dijo él―. Desearía poder, porque eres bastante molesta y estaría encantado de deshacerme de ti, pero así no funciona. Si yo restaurara todos tus recuerdos antes de lo que el tiempo toma su curso, el Más Allá podría hacerse añicos y dejar de existir.

―¿Entonces? Hay Cielo e Infierno, ¿no?

Louis asintió.

―Pero entonces, ¿a dónde irían las almas con asuntos inconclusos? No pueden pasar sin completar su cometido, estarían flotando para siempre, incapaces de descansar.

―¿Hay otro lugar? ―Cuestionó Melanie.

―Si el Más Allá es destruido, entonces habría ―dijo Louis, sentándose junto a ella―. No estoy tratando de ser malo, no necesito tratar para lograrlo. Sólo quiero que te des cuenta de que no sería justo dejar a cientos de personas así. ¿Te gustaría estar flotando en una oscuridad tan grande, que se comería tu cordura... para siempre?

Melanie se estremeció ante tal pensamiento y sacudió su cabeza.

―Supongo que no.

―Ahí está tu respuesta. ―Louis se levantó y extendió su mano para ella―. Vamos, Cooper, caminemos.

Melanie consideró su oferta cuidadosamente antes de tomar su mano y dejarlo jalarla hacia arriba.

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