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Capítulo 36

...

Desperté poco a poco, me giré en la cama pero la encontré vacía, fruncí el ceño y me incorporé. Lucifer no estaba, me puse de pie, miré para todos lados en la habitación, estaba sola. Salí hacia el pasillo y fui a la cocina, no había nadie ¿Se habría arrepentido de mostrarse como realmente era ante mí? ¿habrá huído? Deseche esa idea de mi cabeza, no, él me amaba, me acerque a la barra del desayuno, ahí, se encontraba un plato tapado y una nota junto a éste "No podré estar a tú despertar pero te he preparado el desayuno, volveré para la hora del almuerzo. Por favor, prepara tus cosas, esta noche nos vamos. Te amo, Annia" sabía que no podría dejarme, solté un suspiro, me senté en la silla y empecé a comer. Había preparado huevos revueltos, con pan tostado, tocino y jugo de naranja. Se sentía muy raro no desayunar junto a él. Me puse de pie de nuevo y recorrí la casa hasta llegar al baño y abrí la ducha para que se llenara la bañera, me despoje de mi ropa y entre al agua. Cerré los ojos, relajándome un poco. Se sentía muy raro. Lucifer no se cansaba de repetirme que todo estaba bien, pero no se sentía así, él nunca me terminó de contar lo que ocurrió con su hermano y claro, yo tampoco se lo había preguntado, lo único que sabía era que el bar se había incendiado y lo sabía por Karina, se lo preguntaría después. El ruido de una puerta cerrarse se escuchó afuera, me sobresalte al instante, abrí los ojos y me quedé mirando la puerta del baño, esperando el siguiente ruido. Nada, no se escuchaba nada, el silencio de la casa era aterrador. Me dije a mi misma que debía calmarme, estaba muy paranoica, volví a recostar la cabeza en el borde de la tina. Trate de relajarme de nuevo, si hubiera sido Lucifer quien entro me hubiera llamado y no sólo eso, me estuviera buscando, por ende, se escucharon más puertas cerrase, me incorpore sentándome de nuevo en la bañera y me quedé no sé cuánto tiempo mirando la madera de la puerta. Solté un suspiro, me levanté, tomé la bata y me puse en el cuerpo y la ajuste, giré suavemente la perilla de la puerta y la abrí, no había nadie en la habitación, fruncí el ceño, estaba segura de haber escuchado una de las tantas puertas cerrarse. Remoje mis labios, los sentía secos. Volví adentro y cerré la puerta con seguro. El agua aún seguía tibia, empecé a quitarme la bata de nuevo pero me arrepentí, volví ajustarla a mi cuerpo y tomé una toalla en el perchero para secarme el cabello, volví a salir y seguí de largo a la cocina, quería preparar el almuerzo. Solté un pequeño grito de miedo y me quedé pasmada en mi sitió. El corazón se me detuvo por un momento, mis manos empezaron a temblar, la garganta se me seco y sentí que la voz se me iba a la mierda.

-Oh, Annia, que bueno verte de nuevo- Me quedé mirándolo, estaba sentado en una de las sillas del desayuno, trague saliva pesadamente. Él pasó su vista por mi de forma descarada- Ya veo por que mi hermano se fijó en tí.

-Miguel- Mi voz salió ahogada, aclaré mi garganta- Tu... Tu ¿Qué haces aquí?- trague saliva.

-Vine a recordarle a Lucifer sobre su promesa de regresar al Infierno- Contestó sin la mayor importancia, ¿de qué estaba hablando? su sonrisa me daba escalofríos.

-¿De qué estás hablando? Miguel- Pregunté. Él abrió sus ojos con sorpresa, su sonrisa se hizo más grande que el gato de Alicia en el país de las maravillas, se puso de pie y empezó a caminar por todo el lugar.

-No me digas. Annia, no te lo dije.

-¿Decirme qué?.

-Tú amado Lucifer, hizo un tratado de sangre conmigo. Juro que volvería al infierno, si prometíamos que a tí no te pasaría nada malo y que cuando muriesen irías directo al cielo, sin importar los pecados que hubieras cometido en vida- Solté un sollozo- Le di tres días y vine a asegurarme que no me meterá conejo por liebre. Él volverá al Infierno, aunque mi vida dependa de eso.

-No- negué- Él no me dejará, él me ama.

-¿Eso crees Annia? mi hermano sólo quería una mortal más para divertirse, no olvides que estamos hablando del rey del engaño. Es un demonio y un villano nunca deja de ser un villano.

-¿Cómo creerte?- Sentía muchas ganas de llorar, por eso quería escaparse estos tres días, porque serían los últimos- Tú querías matarme.

-Yo no quería matarte, sólo quería que el Diablo regresara adonde pertenece, al Infierno. él no te ama, Annia, nunca lo hizo- Di un paso atrás, lo miré reteniendo las lágrimas. Si, Lucifer podía ser el Diablo, el rey del engaño, el mal personificado. Pero de algo si estaba segura, él me amaba me lo había demostrado.

-No- dije con determinación- Lucifer podrá ser muchas cosas, pero de algo si estoy segura, él me ama, de otro modo no se hubiera enfrentado a ustedes.

-Eso crees.

-¿Por qué? porque es imposible que sienta algo por mí.

-No, porque es imposible que estés tan ciega como para no ver lo poco que te conviene.

-Los demonios también pueden amar- Le dije mientras mis lágrimas caían.

-No, Annia, no pueden amar, esa no es su naturaleza. Si lo dejo quedarse a tú lado, solo será cuestión de tiempo para que destruya todo lo que te importa en el mundo, por que esa es su verdadero ser- Se acercó a mí y me miró directamente a los ojos- Destruye todo lo que toca, corrompe a todo lo puro y bueno, aniquila toda esperanza en las personas, ese es Lucifer. Yo solo te estoy salvando, Annia.

-Pues no te creo- Le dije entre dientes.

-Algún día te darás cuenta que yo tenía razón- Dio media vuelta, un humo blanco lo envolvió y entonces, desapareció dejándome sola. Necesitaba respuestas.

...

-¿Cuándo ibas a decirme que regresarías al Infierno?- Le pregunté a Lucifer cuando cruzó por la puerta de entrada.

-¿Qué?- Pregunto, se quedó de pie en el marco de la puerta ni siquiera había terminado de entrar- Annia... De dónde...

-No te atrevas a mentir en mi cara. Miguel estuvo aquí, quiso asegurarse de que cumplieras tú promesa- Tenía tanta rabia, a la misma vez sentía mucho dolor en mis adentros.

-¿Miguel estuvo aquí?- Preguntó- ¿Tú estás bien? Te... ¿Te hizo?- preguntó esta vez él, entró definitivamente al vestíbulo y quiso acercarse a mí, de inmediato retrocedí y le indiqué que no lo hiciera- Annia... Yo te lo iba a decir, pero no encontré el momento indicado, lo juró, Annia.

-Me mentiste... Me trajiste aquí porque serían los últimos días juntos, no te importo ilusionarme de la manera más cruel. ¡Te dije hace dos noches que estaba dispuesta a luchar por esto y tú ya tenías una decisión tomada!- Solté un sollozo, mis lágrimas cayeron por mis mejillas- ¿Cómo te atreviste?- Sentía que me faltaba el aire, y el dolor en el pecho no disminuye ni poco.

-Annia, tienes que entenderme, te amo tanto que preferiría amarte a la distancia que intentar luchar por esto y que salieras lastimada. Annia, Miguel te sentencio a muerte y no descansará hasta que te vea tres metro bajo tierra- Se pasó la mano por el cabello frustrado y empezó a caminar de un lado a otro- Te amaría de cualquier forma, en cualquier mundo, con cualquier pasado. Prefiero verte lejos de mí a tener que vivir con el remordimiento de que provoque que te hicieron daño- Lo mire, sus ojos estaban cristalizados.

-Llévame a casa ahora. Lucifer, no quiero estar aquí, contigo- Le dije, abrió su boca brevemente con sorpresa, trago saliva, asintió.

- Yo... Yo creí que querías quedarte hasta la tarde...

-No- Lo interrumpí, sentía mucho dolor en el pecho y estar más con él solo incrementan más ese dolor- Me quiero ir ya, no quiero estar más aquí. Ahora llévame a casa- Una pequeña lágrima se deslizó por su ojos y volvió a asentir, esto me dolía más de lo que pudiera dolerme a mí.

Salimos de la casa y nos introducimos en el auto, está vez no abrió la puerta, ni siquiera me molesté en mirarlo a los ojos, no podía, me quemaba. Puso en marcha el vehículo y empezamos a avanzar, mire por la ventanilla. Adiós cuento de hadas, hola de nuevo, realidad. Una lágrima se deslizó por mis ojos, me encogí más en mi asiento, tratando de darme calor a mi misma, me sentía sola junto a la persona que más amaba. Lo miré de reojo, sólo miraba al frente, una mirada distante y unos ojos sin vida, eran cuatro horas de camino de nuevo a casa y podía apostar que sería un silencio muy incómodo. Cómo podía haberme hecho esto, cómo podía haber tomado una decisión sin sentarse a hablar primero conmigo. los árboles pasaban a gran velocidad, no me atrevía a mirarlo, no quería hacerlo, me dolía el alma me partía en mil pedazos de sólo imaginar que se iría, no volvería a verlo y que todo esta lucha y esfuerzo se había ido a la mierda, ya se había enfrentado a ellos una vez porqué no podía hacerlo de nuevo. Me quedé mirando por el cristal, estaba cansada y tenía miedo, me había enamorado de él, se había metido hasta lo más profundo de mí. Iba ser difícil, antes, no nos veíamos en persona, pero siempre estaba ahí haciéndome saber que me cuidaba, algunos tienen un ángel guardián como protector, pero yo siempre lo tuve a él, al ángel de la muerte, ahora no estaba segura si volvería a ver o no, quizá pasarían meses, años, o décadas. Tal vez no nos veríamos ni después de la muerte, era el fin. Este era nuestro destino, el nada, el nunca, el adiós. Seguramente él se iría y posiblemente yo seguiría con mi vida y él formaría parte de mi pasado uno más de mis recuerdos como mi más grande amor, no lo olvidaría, no creo ser capaz de hacerlo nunca, pero lo enterraría en lo más profundo de mis recuerdos, por ahí, donde están todos los sueños rotos. Volví a mirarlo, está vez gire mis rostro definitivamente, me miró brevemente, sus ojos estaban rojos y cristalizados, me partió el alma y esto terminó de quebrarse más, aparte mi vista de él, no soportaba verlo así. Hay personas que son tú alma gemela, están destinados a amarse eternamente pero no a estar juntos y quizá eso era lo que teníamos a hacer, amarnos en silencio sin que nadie se diera cuenta.

...

-Adiós, Lucifer- Me atreví a hablar después de haber estado en silencio todo el camino. Fueron las peores cuatro horas de mi vida. Bajé del auto y al frente se encontraba la casa de mamá, no quería regresar con Kary y que empezará a bombardearme con preguntas, sollocé tratando de calmarme, la puerta de la casa estaba a algunos metros, pero la veía muy lejos.

-Annia... Espera- Me detuve en seco, me quedé mirando la puerta de entrada, no quería verlo, esto sería muy doloroso- Mírame, te lo suplico, terminemos con la cara en alto este amor- Solté un suspiro, giré en mis talones y levante mi vista para mirarlo a los ojos, pero en ese mismo instante se me vinieron las lágrimas- No... No... No. Annia, no llores por favor, no soy tan fuerte- Me mordí el labio inferior- Entiéndelo, te amaría lo que dure la eternidad, eres lo más preciado que tengo. Lo único bueno que tuve en esta vida. El infierno no es algo bonito y prefería mil veces rechazarte y provocarte este dolor que al fin y al cabo pasará con los años a tener que condenarte a ti a ese lugar, no soportaría verte allí- Empezó a llorar y comprobé que yo tampoco era tan fuerte, se pasó la mano por el cabello, se acercó a mí y tomó mi rostro y lo acarició esparciendo las lágrimas por mis mejillas- Si alguien me hubiera advertido lo que iba a doler el amor, hubiera evitado enamorarme de ti. Pero, ¿a quién quiero engañar? Es mentira, te habría amado de igual forma, incluso con más intensidad- Dolía, dolía como el infierno. Sollocé, cerré los ojos con fuerza y apreté los labios- Annia, un beso. Un último beso- Se acerco a mis labios, pero a penas los rozo, yo me aleje de él.

-Si te beso ahora, no seré capaz de dejarte ir después- Conteste, limpie unas lágrimas, pero fue inútil, salieron más- ¡Te necesitaré más a ti, que tú a mí, es muy injusto! - Exclamé- Cómo es posible que me estés destruyendo la vida y yo no cause el mismo efecto en ti. Eres mi primer gran amor y también el último, no creó nunca podré amar a alguien como te amo a ti y eso no lo entiendes. Te amo y a diferencia de ti, yo si estaba dispuesta a luchar por lo que amo, tenía un propósito ese eras tú y te juro que si me condenas a perderte, yo te condenó al pasado- Me di media vuelta y corrí a casa, dejando a Lucifer atrás y también mi alma destrozada. Abrí la puerta y me recosté en ella, me cubrí la boca amortiguando mis sollozos.

-Anni- Me llamó mi madre, levanté mi vista y la miré mientras ella iba saliendo de la cocina, ella abrió sus ojos con sorpresa y se dirigió a mí- Annia, hija mía, mi princesa. ¿Qué ha pasado, qué haces aquí?- Se puso de cuclillas y me abrazó, me aferre a sus brazos y me permití llorar.

- ¿A dónde se supone que vas cuando te duele el alma, mamá?- Solté un sollozo- Lo perdí, mamá, lo perdí para siempre- No podía hablar bien, todo salía entre gemidos- ¡Ay, me duele mamá, lo perdí, se ha ido!- exclamé.













Hoooooooola mis lectores, cómo han estado.

bueno, cuentenme cómo va la historia hasta ahora, ya casi llega el final.

hacía días no dejaba noticas al final de la historia saludandolos, diganme que piensan, ¿nuestros protagonistas quedan juntos o separados? los leo.

ando súper inspirada y si todo sale como va a más tardar la próxima semana público los últimos capítulos y una de ellos será muy especial,

sin más, nos leemos muy pronto

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