
Capítulo 26
...
Cuando la vida se empeña en arrebatarte todo lo importante que tienes no te queda más remedio que vivir bajo sus condiciones. En éste momento de las circunstancias, donde me estaba enfrentado a todo lo que la mente humana no podía entender y asimilar, no podía hacer nada más que simplemente confrontar mis demonios, esos demonios que por años me persiguieron y que hoy finalmente me han alcanzado. Supe desde muy corta edad que no había sido el destino el que me salvo, aunque de una forma u otra había sido éste mismo el que me puso en este camino, comprendí que había una fuerza más allá de la mejora de una pequeña bebé apuntó de morir, siempre me lo hizo saber, estuvo ahí, en la sombras escondido bajo su más grande aliada, la oscuridad. De unos meses para acá mi mundo había dado un giro de 180° grados donde ni yo sabía que camino seguir. Bien, puedo enfrentarme a todos los obstáculos que ese ser sobrenatural me ha puesto, o simplemente, alejarme de ese otro ente que ha sido la causa y consecuencia de ese error pequeño hace diecinueve años. Quería alejarme y tenía todo el derecho de hacer pero mi obsesión por él me lo había impedido, quiero echarle la culpa a la obsesión que ambos nos teníamos, claro, para no admitir que me había enamorado de ese ser demoníaco.
El vestido que me había mandado era verde manzana, escote corazón, largo hasta arriba de mis tobillos, con abertura en la pierna izquierda. Mi cabello tenía una trenza de lado y me había hecho rulos en las puntas, un maquillaje discreto, un labial mate vino tinto, una sombreado negro y blanco en los ojos, rímel, un poco de base, rubor y un delineado discreto. Trague saliva mientras me miraba al espejo, mis manos sudaban y sentía que el corazón se me saldría en cualquier momento, hoy lo bebería y él con él y le confesaría mi amor, no tenía caso ocultarlo, no valdría la pena seguirlo haciendo y tampoco quería. Me puse el collar que me había mandado y me miré en el espejo de cuerpo entero, yo me veía tan ordinaria como cualquier mortal, no entendía como alguien dotado de belleza como lo era Lucifer. con sus ojos azules, su rostro delineado y su cuerpo de infarto, se había fijado en unos ojos cafés tan comunes en otras chicas, es decir, habían otras mujeres, más bellas que yo y a pesar de ello eligió quedarse a mí lado y luchar por el pequeño infinito que hoy teníamos.
-Estás realmente hermosa, Annia- habló mi madre llamando mi atención- Como la reina que eres.
-Gracias por venir conmigo- Le dije, ella vestía con una falda de tubo y una blusa de tirantes, con tacones de 10 centímetros, traía su cabello en un moño y gabardina cubría sus hombros, se acercó a mí, tomó mis manos y beso mis nudillos.
-Jamás me cansaré de pedirte perdón por todo lo que pasó. Annia, no hay un sólo día en el que no me lo reproche, en el que no me arrepiente, eres lo único que tengo mi pequeña niña- Unas lágrimas se acumularon en mis ojos- Hoy es tú día, jamás, nunca deje de admirarte por que aún así, a pesar de tanta oscuridad sigues brillando con luz propia, te amo mi pequeña niña- me deposito un beso en la frente y para ese entonces unas lágrimas habían salido.
-No tengo nada que perdonar, eres mi mamá y jamás dejaré de amarte.
Tomé a mi madre de la mano y ambas empezamos a salir del apartamento, caminaba con cuidado de no pisar el vestido y caer al suelo. No pasamos por Karina porque habíamos quedado de vernos allá, mi madre aún tenía unos cuanto moretones en el rostro y cuerpo pero ya no eran tan visibles por el maquillaje, bajamos las escaleras pasando por la recepción, el guardia de turno me despidió con un ademán de manos y deseandome suerte. Afuera el frío me azotó ferozmente, las calles estaban mojadas pues había llovido, la luna llena en su mejor esplendor brillaba con intensidad, debíamos tomar un taxi e ir hasta el instituto. Un auto estacionó justo frente a nosotros, de adentro descendió un hombre con traje de corbata, un poco gordo, ojos color café, no muy atractivo la verdad. Fruncí el ceño parecía que esperaba a alguien, supuse que debía ser uno de los choferes del padre de mi mejor amiga, mi madre empezó a mover la cabeza de un lado a otro para buscar un taxi cerca pero no encontrábamos ningún medio de transporte.
-¿La señorita Annia Wilson?- preguntó el hombre dirigiéndose a mí, ahora sí estaba realmente confundida.
-Sí... Si soy yo- conteste desconfiada.
-El Señor Luc Watson me ha enviado para llevarla al instituto, mi nombre en Ferno y seré su chofer- Abrí mis ojos como platos, mi madre me miró frunciendo ligeramente el ceño- Él me dijo que sería mejor por su seguridad- No podía confiarme tal vez era una trampa.
-Él no me menciono nada.
-Hija- me llamó mi madre, volví mi atención a ella- Es un poco tarde y de aquí a que encontremos un taxi será aún más tarde, tal vez tú amigo se olvidó de decírtelo, es mejor que subamos- me lo pensé un segundo y al final accedí.
...
El auto se acercaba mientras yo iba viendo como en la entrada del instituto estaban algunos maestros, alumnos con sus vestidos de gala y sus padres, el hombre que venía manejando se había mantenido en total silencio y no me había preguntado nada y mi madre seguía sumergida en su mundo. El auto aparcó y se detuvo, sentía tantos nervios que mí corazón quería salir de mi pecho, sentía esas famosas mariposas en mi estómago y no se detenían. De inmediato algunas miradas recayeron en el auto y en nosotros también, baje del vehículo Encontrándome con mi mejor amiga en la entrada, estaba con su padre el cual embozo una gran sonrisa. Karina abrió su boca y me mira totalmente sorprendida, después de todo yo le había dicho que no vendría, se acercó a mí corriendo y me abrazo colgándose de mí cuello, ella era realmente bella, muy bella diría yo. Tenía su cabello cepillado y una hermoso vestido azul noche con brillos y escote corazón, definitivamente se veía como toda una reina. Todo estaba adornado con un cartel de bienvenida y muchas luces de diferentes colores, camarógrafos en diferentes lugares del sitio tomando las fotos de grados y una alfombra roja.
-Te juró que por un instante pensé que en serio no vendrías- Habló mi mejor amiga, le sonreí.
-Y no lo iba hacer, mi madre fue quien me convenció- mentí, aunque en parte era cierto, pero realmente había venido por él.
-Señora Alexandra me place verle de nuevo- Le dijo Karina y ella respondió.
-Annia dejame decirte que estas realmente bella- agregó el padre de mi mejor amiga, su nombre era Bairon.
-Muchas gracias.
Le di un último vistazo a Ferno el cual estaba de pie junto al vehículo, si estaba aquí era porque realmente Lucifer confiaba en él. Al entrar vimos mucha decoración, luces de neón por todos lados y telas que colgaban del hecho, la mesas tenían manteles blancos con decoraciones de centro y tarjetas de bienvenida y una pequeña tarima donde diría un discurso de despedida, algunos profesores se encontraban encima de ella pero no veía a Lucifer por ningún lado, solté un suspiro porque tal vez se le había hecho tarde. Me sentía inquieta y me decepcionó un poco el hecho de pensar de que tal vez no vendría, aparte esos pensamientos de mi mente y me senté donde me correspondía juntos a mi madre y mi mejor amiga, al parecer iba a empezar la ceremonia y aún no lo veía por ningún lado, la música se detuvo y el rector empezó a decir unas palabras las cuales no prestaba atención, observaba disimuladamente para todos lados, incluso estaba pensando en irlo a buscar a la sala de profesores pero me arrepentí.
-En éste día tan especial quiero rendirle homenaje y un atributo especial a una ex alumna de esté institución, que por causas inesperadas hoy ya no se encuentra con nosotros. Sin embargo, está noche su hermana se gradúa- Sus palabras atraparon mi atención y la de mi madre- Ariana Wilson- Dijo el rector quitándole un pequeño velo a un porta retrato donde estaba la foto de mi hermana, vi algunas lágrimas en las mejillas de mi madre- Lo hacemos para que la familia Wilson sepa que jamás nos hemos olvidado de uno de los seres humanos más buenos que ha pisado está institución. A continuación, Annia Wilson dirá el discurso de despedida- Limpie algunas lágrimas, me puse de pie y empecé a caminar hacia el frente, subí las pequeñas escaleras de la tarima y agradecí al rector, estaban todos los estudiantes, profesores y padres observando mis movimientos y en un último vistazo me resigne a que no vendría esta noche.
-Buenas noches- empecé hablar con nerviosismo- Hoy culminamos una etapa de la vida y empezamos otra, hoy acabamos un ciclo de risas, llantos, tristezas y pérdidas. Muchos de ustedes llegaron aquí con un sueño que cumplir, unos querían ser astronautas y otros quería acabar en mal en la tierra, nos dimos cuenta que la vida era un juego de azar, unos nacen para ganar y a otros nos toda apostar a la ruleta de éste mundo. Hoy propongo un brindis- alce una copa que traía en la mano y todos lo hicieron conmigo- Un brindis, por lo que no pudo ser y por lo que fue. Por las risas que se convirtieron en llantos, por permitirnos llorar a carcajadas. Un brindis por los que fuimos y lo que seremos, por lo que dejamos atrás y por lo que nos espera adelante y sobretodo, brindo por los que no están y no merecían irse- finalice y bebí de mi copa.
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