Capítulo 10
(...)
-Listo, señorita- dijo el doctor- sus permisos ya están firmados y puede irse a su casa.
-Muchas gracias doctor- contesté, habían pasado dos días en los que había estado aquí en el hospital y no veía la hora de irme.
En estos dos días me he sentido incómoda, histérica y estresada, no solo por el simple hecho de odiar los hospitales sino también porque no he podido dormir en las noches. Aún siento la calidez de unos ardientes besos en mis labios y cuando menos pienso sueño con aquel extraño de grandes e intensos ojos azules, era raro, porque siempre había visto esos ojos, en visiones y sueños cuando era niña. Y por un momento los había olvidado, pero, ahora habían vuelto a mí subconsciente. Tal vez en otra vida o en otras épocas, lo cierto es que, aún de una forma indirecta los recordaba y recordarlos me hacían querer saber quién era él, porque lo recordaba y los más importante, qué significaba para mí aquel extraño. Kary me visitaba en las tardes y me ayudaba a ponerme al día con los apunte del colegio, y es que, ya solo faltaban dos días para que culminará esta semana, eso me preocupaba considerando que solo faltaban unos días para graduarnos y aún no hacía, ni presentaba mi trabajo final. Lo que era peor porque si no lo hacía no podría recibir mí cartón de bachiller.
-Anni- me llama kary- ya nos podemos ir, descansa estos dos días que faltan para terminar la semana yo te pondré al día- dijo mientras empacaba algunas cosas en el pequeño maletín que ella había traído para mi vestimenta.
-Eso no pasará Kary, tengo que presentar mi trabajo final- contesté levantándome de la cama.
-¿Porqué carajos tienes que ser tan necia?- preguntó poniendo los ojos en blanco.
Hice lo mismo, aunque quisiera no podría seguir faltando a clase, el profesor de religión, el otro día que vino dijo que me daría la oportunidad de presentar mi trabajo después, pero que ya no sería el mismo tema asignado. El muy hijo de puta, me lo cambió por no haberlo presentado a tiempo, ni siquiera respecto el accidente sacando de excusa que una cosa no tenía absolutamente nada que ver con la otra, en fin, el punto es que ahora tenía un fuerte dolor de cabeza y un trabajo de religión que hacer. Claro está, si me quiero graduar.
-Si presenta algún dolor fuera de lo normal me llama o viene de inmediato- agregó el doctor.
-No se preocupe doctor estará en buenas manos- contestó Kary.
Salimos de la habitación, Kary tomaba mi brazo mientras me ayudaba a subir al ascensor, solté un suspiro porque al fin podría irme de aquel lugar tan sobrio, oscuro y deprimente. No tengo nada en contra de los hospitales, solo era un fobia provocada por; no lo sé en realidad, siempre me ha provocado cierta incomodidad, tristeza y lastima a las personas que sufrían estando aquí o aquellas que lloraban la muerte de un ser querido. Su olor a cloro y su limpieza total era lo que más me producía escalofríos, en los pasillos en los que caminábamos, en las habitaciones en las que dormían, incluso con las mantas con las que se cubrían habían estado personas que ahora estaban muertas.
-Horacio nos está esperando afuera nos llevará, hable con Ducan y dije que no irías a trabajar por dos ó tres días- habló mi amiga.
-¿Y qué dijo?- pregunté, en el ascensor se marcaban en unos pequeños círculos en la parte superior de la puerta unos números que marcaban los pisos que bajábamos.
-Que no había problema pero que tendrías que compensarlo- hace tres días estaba en el segundo piso, pero hoy, me habían trasladado al últimos ya que debían hacerme unos exámenes.
-Genial doble turno- dije sarcástica, recosté mi espalda contra la pared.
El aparato en el que estábamos subidas iba pasando por el segundo piso, faltaba un poco para llegar al primero, las luces titilaban y el ascensor se detuvo de inmediato provocando una turbulencia. Me puse derecha mientras Kary desconcertada marcaba de nuevo el primer piso, pero no siguió su trayectoria, se mantuvo inmóvil, las luces aún seguía prendiéndose y apagándose solas y eso sinceramente me ponía los vellos de punta.
-¿Pero qué sucedió?- preguntó Kary, para ese momento ya estaba como maniática apretando todos los botones.
-Basta Kary, lo vas a terminar de joder.
-Es qué... Esto no es normal.
-Tal vez una falla técnica- me encogí de hombros.
-Pon-te en mar-cha apa-ra-to infernal de mi-er-da- maldijo mientras le pegaba patadas a la puerta y repetía esas palabras pausadamente, con una turbulencia aún más fuerte siguió su trayectoria.
-Ves una falla técnica.
-O solo necesitaba que lo tratarán a la fuerza- reí ante su comentario.
VIERNES 8:50 AM
-¿No deberías ir al hospital por esos mareos?- preguntó Horacio.
-No el doctor dijo que sería normal que los sintiera por el fuerte golpe en la cabeza- conteste encogiendome de hombros.
Ambos entramos al colegio a paso lento y caminamos por los pasillos, algunos profesores me saludaban amablemente, otro me sonreirán. Soy muy conocida aquí no sólo porque mi hermana estudió aquí toda su vida, sino también porque mi madre también lo había hecho, era algo así como una tradición. Por eso siempre nos recibieron con cariño y agrado, ambos tomamos diferente caminos.
Subí unos escalones que llevaban a un gran salón que era el aula en el que se reunía todos los profesores, iba buscando el profesor de religión para que me diera mi tema del trabajo porque para colmo de males tenía que presentarlo el lunes a primera hora. Cuando llegue a la puerta tuve un panorama diría yo muy tentador y sexy, el profesor de historia Luc se estaba quitando su camisa para ponerse otra, mi boca cayó en una "O" perfecta (podría decir que salieron una cuantas babas) deberían prohibir profesores que alborotarán las hormonas de las estudiantes y me incluía a mí allí. Tragué saliva, cuando me descubrió mirándolo.
Aparte la mirada, poniéndome de un ligero color escarlata, lo vi de reojo y me estaba devolviendo la mirada a mí, de esa manera tan intensa y penetrante. No sabía que hacer, la culpa no era mía o tal vez si, por estarlo mirando pero... Yo no tenía la culpa de jamás en mi vida haber visto un cuerpo tan marcado y sexy, bueno, he visto muchos hombres desnudos en mí vida, pero él, era diferente. El tipo de demonio (o así lo veía yo) que te hacía desearlo como nadie en tú puta vida.
-Señorita Wilson- giré mi rostro para mirarlo, mientras él se acomodaba unas arrugas que le habían quedado en su camisa.
-¿Sí?- dije tratando de calmarme, le sonreí, volví a tragar saliva.
-¿Necesita algo?- arqueo la ceja, ¿por qué tenía que verse tan sexy haciendo eso?... Annia calmate y concéntrate.
-Ah... Sí... Sí... Ah... Yo- maldición por qué mi voz sonaba así- bus... Buscaba al profesor de religión- dije finalmente.
-Tengo que irme puede esperarlo si gusta- tomó su maletín y camino a mi dirección, se acercó tanto que casi me rozaba el rostro- espero tenga una hermosa mañana- su aliento a menta llegó a mí.
Camino fuera del aula bajando los escalones, solté un suspiro cerrando los ojos, mis manos temblaban de una forma anormal, mi corazón galopaba sin cesar. Jamás iba a entender porque mi cuerpo reaccionaba de éste modo cada vez que él estaba cerca, no era miedo, eso podía saberlo, más bien era un vínculo especial. Como si me encontrará conectada a él de una forma indirecta.
-¿Me espera a mí?- preguntaron detrás de mí, di un pequeño brinco soltando un grito de susto- ¿Así de fea es mi voz que la asuste?- preguntó el profesor que siguió de largo al salón.
-No... No... Es sólo que, yo estoy... Estoy un poco distraída- contesté al señor delante de mí.
-Debo imaginar a qué viene- agregó buscando algunas cosas en una carpeta- asentí- bueno- camino hasta a mí y me paso una hojas- los siete pecados capitales, su origen, ¿por qué se consideran capitales? Como se procrearon ¿por qué se volvieron pecados?.
-¿Qué? ¿todo esto?- pregunté sorprendida.
-Lunes a primera hora y sin excusas.
Hooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooola.
Chicos como están, oigan se que la tengo descuidada pero... Estoy terminando mí otra novela para dedicarme a está por completo.
¿cómo están? Quiero informarles que... Próximo sábado actualizo siete capítulos de "Me observan" y se termina la historia, a llorar magdalenas.
Bueno me gusto haberlos saludado nos vemos pronto, muy pronto.
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