III
Regulus Black se sentó en uno de los compartimentos vacíos del tren que le llevaría a Hogwarts.
Cerró los ojos apoyando la cabeza contra el respaldo del asiento y suspiró, sintiendo como su cuerpo se relajaba un poco al estar alejado de sus padres.
Miró por la ventana de su compartimento, observando a todas las familias y estudiantes ir y venir. Rodó los ojos cuando vio a un estudiante abrazar a sus padres y besar sus mejillas antes de irse. Sólo los malditos muggles daban tales muestras de afecto en público, algo que a Regulus le resultaba terriblemente desagradable.
Apartó la mirada del gentío para volver a cerrar los ojos, con esperanzas de quedarse dormido, puesto que desde el día que su hermano se marchó de casa había sido incapaz de hacerlo.
Todas las noches era lo mismo, una y otra vez.
A mitad de julio la familia Black se encontraba cenando en completo silencio, como ya era habitual. Pero aquella cena estaba lejos de ser lo normal.
Walburga Black rompió el silencio y comenzó a hablar del señor oscuro y de lo contenta que estaba al ver como esos asquerosos muggles estaban recibiendo su merecido.
Si bien a Regulus la muerte le parecía un poco extrema, creía que los magos eran claramente superiores a los muggles y por lo tanto ellos y sus hijos no debían mezclarse con la magia, por lo que no le molestó en demasía el discurso de su madre.
Sirius por el contrario apretaba sus cubiertos con fuerza hasta dejar sus nudillos blancos y su ceño estaba fruncido.
Regulus observó a su hermano, deseando que por una vez se callara y no desafiara a su madre, pero no fue así.
Sirius comenzó a rebatir los argumentos de su madre y antes de que el menor de los Black se diera cuenta, gritos comenzaron a llenar la sala.
Que Sirius y Walburga discutieran tampoco se salía mucho de lo normal, pero el grito de su madre hizo que todo su cuerpo se erizara.
-¡Suficiente traidor! ¡Crucio!
Encogido desde su silla en la mesa Regulus observó aterrado como su hermano se retorcía en el suelo mientras gritaba.
A pesar de que aquello duró a penas unos segundos, para todos los presentes se sintió como si hubiesen sido horas.
Sirius se levantó con dificultad y lanzó a su madre una mirada cargada de odio y repulsión para luego correr hacia su habitación.
Una vez su hermano hubo dejado la sala, Regulus se mantuvo paralizado en su asiento, tratando de retener las lágrimas.
Esa misma noche se encontró a su hermano en las escaleras con maleta en mano.
-No te vayas Sirius, por favor.
Fue todo lo que el menor pudo decir, sabiendo que no podría detenerle.
-No me queda otra opción Reggie.
La puerta de su compartimento abriéndose le sacó de sus pensamientos.
Por ella entraron Evan Rosier, Peter Parkinson y Severus Snape. Todos salvo Snape, quien era un año mayor, eran Slytherins de su edad, puristas y las personas con las que sus padres le dijeron que se juntara cuando entrara a Hogwarts, pero lo cierto es que les odiaba.
-¿Qué tal las vacaciones Black? Corre el rumor de que el traidor de tu hermano se ha escapado de casa, ¿es cierto?
Regulus contuvo las ganas de rodar los ojos ante las preguntas de Rosier, pero se limitó a asentir y a sacar un libro de su baúl, completamente desinteresado.
Pero sus compañeros tenían otros planes, Parkinson se sentó a su lado y le arrebató el libro de sus manos.
-Estarás contento, ahora que ese traidor se ha quitado del camino eres el heredero de la familia Black.
Regulus alzó una ceja, entendiendo de repente el interés de los chicos en el estado de su familia. Los Black eran una familia poderosa y si eran amigos de su heredero, con suerte podrían probar algo de ese poder.
Suspiró y asintió con la cabeza, sabiendo que eso era exactamente lo que ellos querían ver. Iba a ser un viaje largo.
~°°°~
Durante la cena a penas escuchó el discurso de Dumbledore pues estaba muy ocupado mirando fijamente a la mesa de Gryffindor.
En ella su hermano hablaba y reía con sus amigos, poniéndole completamente furioso.
El resto de aquel verano Regulus había estado tan aterrado de que sus padres le maldijeran a él también que apenas había podido dormir y Sirius estaba allí, bromeando con sus amigos como si no pasara nada, como si no le hubiera abandonado.
Fue por es mismo motivo por el que, cuando escuchó la voz de su hermano llamar su nombre tras la cena, se giró con su mejor expresión neutra.
-¿Podemos hablar en un sitio más privado? Por favor.
Regulus asintió, sabiendo que no sería bueno para él que le vieran hablando con su hermano.
Una vez estuvieron alejados de todo el mundo, Sirius esbozó una pequeña sonrisa.
-Y bueno... ¿Cómo has estado?
Regulus sintió ganas de gritar cuando la pregunta salió de los labios de su hermano. ¿Cómo se atrevía a preguntarle eso siendo él quien le abandonó allí?
Optó por no contestar, puesto que a pesar de que no parecía haber nadie a su alrededor, sabía que si contestaba acabarían peleándose y no quería correr ese riesgo.
Sirius suspiró al recibir la fría mirada de su hermano y estiró su mano para agarrar el brazo de su hermano.
-Vamos Reg, por favor habla conmigo.
Pero antes de que pudiera si quiera tocar a su hermano, este apartó el brazo bruscamente.
-No me toques y no vuelvas a llamarme así. Me abandonaste allí, me dejaste solo con ellos, me cambiaste por el idiota de Potter. Tú ya no eres mi hermano.
La respuesta cegada por el odio de Regulus hizo que una lágrima se deslizara por la mejilla de Sirius.
El mayor se apresuró a limpiarla con el dorso de su mano.
-Si es así como te sientes supongo que no puedo hacer nada para arreglarlo.
Y dicho esto se dio la vuelta y se marchó, dejando a Regulus solo en el pasillo. Solo una vez más.
Una lágrima cayó por la mejilla del chico, luego otra y antes de que se diera cuenta estaba sollozando solo en aquel pasillo, solo como de costumbre.
Cuando se hubo calmado un poco decidió salir al patio a tomar aire, pues no le apetecía volver a su sala común a escuchar las sandeces de Parkinson y Rosier.
Caminó hacia la puerta que daba al patio, tan pronto como la cruzó una melodía llegó a sus oídos.
-Hey Jude
Don't be afraid, you were made to go out and get her...
La delicada voz cantaba una canción que Regulus desconocía, acompañada de un instrumento que nunca antes había escuchado.
Sintiéndose atrapado en la canción, comenzó a andar hacia donde procedía la melodía.
Se detuvo de golpe cuando visualizó a la persona que cantaba, aunque tan sólo veía una figura con el uniforme de Hufflepuff y que le daba la espalda.
Cuando ésta dejó de tocar, Regulus supo que se había dado cuenta de su presencia y no queriendo que otra persona viera en que estado se encontraba se apresuró a hablar.
-No sabía que había nadie aquí, me iré.
¡Hola!
Tercer capitulo y primera vez que vemos la historia desde el punto de vista de alguien que no es Willow.
¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Tenéis parte favorita?
Gracias por leer y no os olvidéis de votar y comentar si os ha gustado. <3
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