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único !

La puerta sonó con tres toques concisos, Mina caminó tranquila mientras dejaba su copa de vino en la mesa de centro que tenía en la sala. Cuando abrió la puerta se encontró a una Lalisa algo inquieta que llevaba consigo una bolsa de comida.

Mina la saludó con un beso en la mejilla.

—Hola, ¿Qué haces aquí tan tarde?—le ayudó con la bolsa que llevaba en las manos y la tailandesa cerró la puerta detrás de sí, se quitó el abrigo y lo dejó en un sofá.

—Pues... le pedí a mi jefe unos cuantos días de vacaciones, estaba sola en mi apartamento y pensé que sería bueno tener una reunión de amigas, ya sabes, para pasar el tiempo—se sentó en el sofá, Myoui regresó de la cocina con una copa y una botella de vino.

—Ya veo, así que vienes con bastante tiempo disponible.

Sirvió el vino y se lo entregó a la menor, Lisa hizo una pequeña reverencia y dio un trago.

—Así es—habló con la voz tranquila.

Mina alcanzó su propia copa y la rellenó, después probó un poco, dando un trago más largo que Lisa

—-¿Y qué quieres hacer?— se cruzó de piernas y movió la copa de vino en círculos lentos, la tailandesa en cambio terminó su copa rápidamente, la dejó en la mesa de centro y jugó con sus dedos.

—No lo sé, hace mucho que no pasamos tiempo juntas— se pasó la mano por el cabello y suspiró.

Mina terminó su copa de vino y sirvió un poco más, impresionando a la contraria, después dio un sorbo pequeño y su mirada profunda chocó con la de Lisa.

—Si te refieres a lo que pienso entonces no te preocupes, aún no he perdido la práctica— guiñó un ojo, dejó la copa en la mesita y se puso de pie, entonces le ofreció una mano a la menor y esta la tomó, siguiendo a Mina por un pasillo recto.

Entraron a la habitación de Mina, cerraron la puerta y Lisa se sentó en la orilla de la espaciosa cama, observando como Myoui sacaba una caja perfectamente cerrada de entre su ropa.

—¿A qué vienes dispuesta?— preguntó la japonesa cuando colocó la caja al lado de Lisa y la abrió, la tailandesa fijó su mirada en los distintos objetos dentro, entre ellos se encontraba una soga gruesa, consoladores, vibradores, lubricante, vendas para los ojos, mordazas y un cinturón.

Lalisa suspiró, pensando detenidamente qué era lo que realmente deseaba sentir sobre su cuerpo esa noche, al final después de tanto pensarlo llegó a una conclusión, tomó a Mina por las manos y contestó:

—Empecemos con algo tranquilo, después quiero que suba la intensidad poco a poco y hoy quiero que me amarres—su voz firme hizo sonreír a la japonesa, quien asintió a su petición.

Mina dejó la caja sobre una mesa de noche y regresó para sentarse al lado de Lisa.

—Tus deseos son mis órdenes— acarició sus mejillas y ambas se acercaron para besarse, la tailandesa cerró los ojos, dejándose llevar.

Ambas sin pensarlo mucho volvieron el beso húmedo, sumando sus lenguas a la acción con un baile lento que ambas conocían perfectamente. Mina sostuvo con fuerza la cintura de Lisa.

—Quítate toda la ropa— ordenó.

Lisa se puso de pie y acató la orden, comenzando a quitarse la ropa lentamente, Mina hizo lo mismo y pronto ambas estaban desnudas, Mina volvió a sentarse y dio pequeñas palmadas sobre sus muslos.

—Ven pequeña, siéntate—ordenó de nuevo, Lisa comenzó a sentir un hormigueo en todo su cuerpo por la expectativa, acompañado de un calor que pronto se instaló en su vientre.

Caminó sin oponerse, tomó asiento colocando sus piernas sobre la cama, a ambos lados de las de Lisa, su centro húmedo quedó sobre el muslo izquierdo de su amiga y envolvió sus brazos alrededor del cuello contrario.

Myoui la tomó por la cintura y volvieron a besarse, retomando el ritmo que tenían con anterioridad, ambas sintieron el calor elevarse entre ambas. Mina bajó sus manos a las caderas de Lisa en cuanto la sintió moviéndose de enfrente hacia atrás, frotando su vagina contra la piel de su muslo.

—Mantén ese ritmo— susurró en medio del beso, la tailandesa no contestó nada, pero siguió con sus movimientos.

Mina guió las caderas para que el resultado fuera aún mejor y Lisa lo sintió, pues comenzó a soltar pequeños jadeos cada tanto, hasta que Mina atrapó su labio inferior entre sus dientes, tirando de él un poco. Lalisa comenzó a sentir como el calor se volvía cada vez más fuerte y la sensación de placer aumentaba.

Mina atrapó su culo con ambas manos y le dio un apretón, que la incitó a no parar, sin embargo comenzaba a cansarse, Myoui lo notó así que la ayudó, moviendo su pierna hacia arriba, buscando frotarla. Lisa pudo sentir como la tibia lengua de su amiga jugaba con sus pezones, dándoles juguetonas lamidas.

—Juro que no hay mejor vista que tú montando mi muslo mientras tus pechos se mueven frente a mi rostro— la japonesa le dio otro apretón y después una ligera nalgada.

Lisa sintió como su cuerpo se tensaba, cerró los ojos y soltó un gemido contra el cuello de la japonesa, cuando terminó una repentina vergüenza la inundó, provocando que un sonrojo apareciera en su rostro.

Mina comenzó a reír un poco mientras acariciaba su espalda de arriba a abajo.

—De verdad tenía mucho que no hacías esto—sus manos se dirigieron a los pechos de la chica y dieron un apretón suave, para después jugar con los pezones, Lisa siguió con la cabeza enterrada en el cuello de la contraria.

Mina besó su cuello algo sudoroso, descendiendo hasta la clavícula y regresando.

—Recuéstate, voy a elevar la intensidad—susurró contra su oído, Manoban hizo lo que le dijo, mientras sus piernas temblaban como gelatina debido al reciente orgasmo.

Mina por su parte, caminó y tomó el lubricante que estaba en la caja, regresó y se sentó al lado de Lisa, observando lo indefensa que se veía así, acostada sin poner alguna resistencia, acatando sus órdenes.

La japonesa lubricó dos dedos y los acercó a la vagina de la chica.

—Abre tus piernas para mí— pidió mientras la veía a los ojos, Lisa suspiró y lo hizo, abrió las piernas con total disposición y un escalofrío la hizo temblar en el momento que sintió los dedos pasándose de arriba a abajo, entre sus labios vaginales y sobre todo concentrándose sobre el sensible clítoris.

Mina tomó un pecho con la otra mano, masajeandolo con cariño y dedicación, sin ser brusca o dura, sus labios mientras tanto iniciaron un beso desordenado, en el que Lalisa iba perdieron al estar bastante agitada. La tailandesa acercó a Mina, tomándola por el cuello, ambas sintieron como sus pechos chocaban entre sí y el ambiente de antes volvía.

Manoban estaba bastante sensible por su anterior orgasmo, así que sabía que no duraría mucho. Mina jugó con su entrada y metió un dedo, buscando no lastimar a su amiga, cuando se acostumbró al intruso dentro suyo Mina agregó otro, ahora eran dos dedos, que pronto comenzaron a entrar y salir, acompañados de caricias al clítoris.

Lisa estaba hecha un desastre de gemidos y pronto alcanzó nuevamente el pico del placer, dejándose llevar por cada caricia que su amiga le daba, volviéndose loca. Mina dejó de besarla y sacó los dedos de ella cuando la conmoción pasó.

—Respira un poco—se puso de pie y sacó de la caja un consolador que vibraba, junto a una venda de color negro, el color favorito de su amiga.

Lisa estaba hecha un desastre, su cuerpo temblaba debido a los dos orgasmos que ya había vivido y eso la impacientaba más, pues quería seguir sintiendo como su amiga la dominaba de esa forma.

Mina volvió a sentarse a su lado.

—Te voy a poner esta venda en esos lindos ojos que tienes, espero que no te moleste—Lisa se incorporó y entonces Mina le vendó los ojos.

—Recuéstate de nuevo—susurró contra su oído, la tailandesa acató la orden, regresó a su anterior posición y jugó con sus manos, pues al no ver nada se sentía nerviosa por lo que seguiría.

Mina se recostó sobre ella, usando sus brazos para no aplastarla y besó sus labios.

—Relájate—comenzó a bajar hacia sus pechos y los tomó con ambas manos, después jugó con uno de los pezones usando su lengua y finalmente succionó, repitiendo el proceso con el restante. Lisa enredó sus dedos en el cabello azul de la chica y la acercó más contra sí misma.

Mina se separó un poco para abrir el lubricante y vertir un poco en la vagina, así como en el consolador, una vez se aseguró de que estaba bien lubricado lo encendió.

—Déjate llevar— en cuanto dijo eso acercó la punta hacia el clítoris, provocando que Lisa soltara un gemido debido a las vibraciones del juguete.

Myoui siguió con su tarea en los pechos de la chica, quien no podía parar de tirar de su cabello, como una forma de controlarse.

—Déjalo entrar bebé— la punta del juguete se dirigió a su entrada y comenzó a entrar de a poco, Mina no la presionó así que se tomó su tiempo, dejando que Lisa pudiera acostumbrarse al tamaño.

Se separó de ella solo un poco y observó las mejillas sonrojadas acompañadas de los labios entreabiertos, unos pechos con pezones erectos y el pecho de la chica subiendo y bajando rápidamente, una obra maestra.

Empujó un poco más el juguete, Lalisa arqueó la espalda sin lograr controlarse, así que comenzó a gemir con fuerza, sintiendo como un orgasmo se creaba rápidamente.

Mina jugó con sus pezones, tirando de ellos con delicadeza y provocando que algunas lágrimas mojaran la venda que Lisa portaba.Mina no pudo esconder su entusiasmo por ésto así que elogió a la chica.

—Qué buena niña eres, bonita y sumisa—tomó el juguete y lo sacó hasta la punta para después meterlo de nuevo.

El cuerpo de Lisa comenzó a moverse con pequeños espasmos que indicaban su próximo orgasmo, Mina se detuvo.

—Aún no te corras—ordenó y después capturó nuevamente los pezones entre sus labios.

Lalisa negó con la cabeza.

—-N-No, no puedo aguantar más— las lágrimas seguían humedeciendo la vendas sobre sus ojos, Mina suspiró y retiró el juguete.Lisa negó con la cabeza.

—Mina... por favor— suplicó con la voz rota, la mencionada se acercó a ella y atrapó sus labios en un beso.

—¿No puedes aguantar más? Dios, realmente estás caliente, ya te corriste dos veces y quieres más—atrapó su labio inferior entre sus dientes y tiró de él.

Lisa la tomó por el cuello, enredó sus dedos entre los mechones del cabello ajeno y la acercó más.

—Por favor, por favor, déjame correrme— dio besos por la mejilla de Mina mientras le suplicaba una vez más, la japonesa encendió el juguete de nuevo y volvió a acercarlo.

—Espera hasta que cuente 20— ordenó. Presionó el juguete contra el clítoris de la chica unos cuantos segundos y después comenzó a contar lentamente, pues quería que durara el máximo tiempo posible.

Lisa comenzó a temblar, intentando contener su orgasmo lo más que podía, sin embargo cuando Mina llegó hasta el número 15 no pudo aguantar más tiempo, pues su cuerpo cedió al placer. Sus piernas temblaron y sus músculos se contrajeron, mientras dejaba salir unos cuantos gemidos entrecortados.

Mina apagó el juguete y se alejó, tomó la caja y sacó la soga junto a una mordaza, colocó las cosas al lado de la agitada chica que seguía intentando recomponerse, dando respiraciones profundas y aceleradas. Mina le quitó la venda de los ojos y observó el delineador corrido a causa de las lágrimas.

—Ve lo que has hecho, mírate—dijo con tono autoritario, Lisa recorrió su propio cuerpo con la mirada, enrojeciendo por la vergüenza, sin embargo Mina no la dejaría, aún no.

Myoui estiró la soga.

—Es hora de que la verdadera diversión comience—Lalisa mordió su labio inferior cuando imaginó la soga alrededor de su cuerpo, castigandola por ser desobediente. Mina comenzó a colocar la soga, haciendo nudos y creando un hermoso patrón por la piel de la chica. Se concentró en las manos y pies de la chica, asegurándose de que Manoban no podría desatarse aunque lo intentara.

Al terminar tomó la mordaza y se la puso.

—Tienes que aprender a acatar órdenes—colocó una almohada debajo del trasero de la tailandesa, logrando que se elevara. Lisa solo pudo contestar con unos gemidos debido a la mordaza.

Mina conectó su mirada con la de Lisa y bajó hasta la vagina para comenzar a estimularla con su lengua, todo sin romper el contacto visual, en un momento la tailandesa cerró los ojos por el placer, sin embargo Mina le dio una nalgada como castigo.

—Mírame—ordenó, la menor asintió con la mirada pesada.

La lengua de la japonesa jugó con el clítoris, moviendolo rápidamente de un lado a otro, después con sus dos dedos acarició la entrada de la chica. Lisa por su parte sólo podía observar, mientras intentaba contener sus ganas de apartar la mirada.

Mina se alejó después de succionar el clítoris, dejando un hilo de saliva que la unía a la vagina, tomó el juguete de antes, volvió a lubricarlo y lo encendió. Lalisa que seguía observando intentó hablar, sin embargo lo único que salió de su boca fueron gemidos debido a la mordaza.

Mina acercó el juguete al clítoris.

—Tranquila, va a pasar rápido—aseguró, la tailandesa cerró los ojos por un breve momento, en el que Mina aprovechó para llevar el juguete a su entrada y empujó un poco.

Lisa abrió los ojos sorprendida y más gemidos salieron de su boca, Mina se acercó a ella sin dejar de penetrarla con delicadeza.

—Esto es lo que querías desde que pisaste mi apartamento, eres una chica sucia—acercó sus labios a los pezones de la chica y succionó el izquierdo. Los ojos de Lisa se pusieron blancos por un momento, Mina dejó de penetrarla, pero el juguete seguía dentro de la menor, vibrando de forma potente.

Mina subió su mirada.

—Te ves hermosa con el delineador corrido—acarició su mejilla y observó cómo su rostro se contraía a causa del placer que sentía, bajó su mirada de a poco y mordió su labio inferior cuando se topó con la soga que mantenía sus brazos y piernas juntos, mientras el consolador dentro de ella vibraba con potencia.

La espalda de Lalisa se arqueó, Mina le bajó la mordaza que tenía en la boca para poder escuchar sus gemidos y se inclinó para besar sus labios, mientras los jadeos de ambas se combinaban.

Lisa mordió el labio de Mina cuando llegó al orgasmo, su cuerpo volvió a tensarse y pronto se relajó, la japonesa apagó el consolador y lo sacó, besó la frente sudorosa de la tailandesa y le sonrió.

—¿Estás cansada?— Lisa asintió.

—Demasiado—dijo como pudo, sus ojos estuvieron a punto de cerrarse, pero Mina le dio un beso en los labios.

—Déjame desatarte, después tomaremos un baño y podrás dormir ¿Sí?—susurró sobre sus labios, la tailandesa volvió a besarla.

—Está bien—contestó con la voz débil.

Mina comenzó a desatarla con cuidado, masajeando la piel en el proceso, Lisa dejó hacerse y al final fue cargada hasta la tina de baño repleta de agua tibia. Mina se sentó detrás de ella y comenzó a bañarla, depositando de vez en cuando algunos besos en el cuello de la menor.

Ambas caminaron felices y se metieron debajo de las sábanas, Mina abrazó a Lisa por la cintura, siendo la cuchara grande y cerraron los ojos para dormir, hasta que Lisa habló.

—Mina...—la mencionada hizo un sonido de contestación y esperó.

—¿Qué somos?


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