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#   prólogo








ALINA BLISS DEJÓ QUE EL AIRE DE AFUERA DESORDENARA SU LARGO CABELLO CASTAÑO al abrir la ventana en el asiento copiloto mientras encendía un cigarrillo. La música sonaba fuerte en los parlantes del auto mientras bailaba en su asiento al ritmo de la canción que había puesto desde su teléfono cantando la letra como si no hubieran existido problemas en su vida: había pocas cosas que agradecía a lo largo de su existencia, pero su hermana estaba en el primer puesto desde que tenía memoria.

De pequeñas, ambas habían entendido que siempre iban a estar la una para la otra. Su madre podría fallecer primero que ellas (en sentido figurado claro, Helen estaba bastante viva desde las últimas cuarenta y ocho horas en que la había visto) su padre podría haberlas abandonado, pero siempre iban a estar entre las dos como si no hubiera nadie más.

"Tienes que tomar la próxima salida" le señaló mientras miraba por los espejos del auto para cambiar de carril. Era un gran esfuerzo para ella dejar California, nadie más que Alina podía ponerse en el lugar de su hermana a pesar de que no experimentara el mismo amor por el estado.

"Estoy congelándome ya" admitió con las manos aferradas al volante, la plata de sus anillos parecían enfriarse con el viento helado que entraba por la ventana abierta, y el aroma al cigarrillo se comenzaba a mezclar con el de los árboles mojados y el bosque de la carretera en un olor raro "¿Puedes apagar esa cosa pronto y cerrar la ventana? Para poner algo de calefacción"


Sophia no entendía por qué a la gente le gustaba tanto el frío. Lo habían romantizado en las películas y ahora el mundo creía que la nieve era una especie de sinónimo de romance cuando lo único que gritaba era morir congelado de una manera cruel, sin embargo, ahí estaba. Conduciendo hace tres días para ir a un lugar cuya temperatura promedio puede llegar a los quince grados bajo cero, con unas terribles ganas de dar media vuelta al momento leer el gran cartel de «Fairbanks» a kilómetros antes de llegar. Aun que tuviera que conducir durante tres días más a California.

Hacía esto por su hermana. Tuvo que repetírselo varias veces mientras cantaba por lo bajo, se rehusaba a ser lo bastante egoísta como para ponerse por encima de Alina, tal vez por lo mismo no dudó en aplicar a la Universidad de Alaska cuando ella le pidió casi de rodillas que se fuera con ella a un lugar lo suficientemente alejado de todo lo que había sido California.

Su madre no podía permitirse costear que fueran a distintas universidades en un rumbo totalmente distinto al mismo tiempo, y le parecía totalmente entendible después de la economía y lo complicado que era mantenerte por tu propia cuenta de una manera decente. Quería estudiar, suponía que daba igual dónde.


"¿No te hace feliz respirar el aire de la naturaleza?" le preguntó "Alejarse de la contaminación"

"¿Sabías que las chimeneas contaminan más?" la miró de reojo con algo de desaprobación, no estaba de su mejor humor por motivos claros "Por la congestión de la leña y esa mierda, búscalo en google"

"Te quiero mucho" — "Te lo recuerdo por si te olvidaste, puedo sentir tu odio"

Ella también la quería, no había duda en eso. Aun que no quitara el hecho de que muy en el fondo siguiera algo resentida con ella por haber tenido que dejar de lado todo el flash de vida que se imaginó de haber tenido suficiente dinero como para estudiar en Hawai'i. Debió haberse buscado a un anciano al borde de la muerte para heredar toda su riqueza.

Todo era relativamente parecido. Las pequeñas casas escondidas entre los árboles siendo cubiertas por pesadas capas de nieve, el camino infinito y el atardecer del día; era un bonito paisaje. Uno que veía en las postales en las tiendas de turismo o viajes pensando que eran de revista.

No había salido muchas veces de California, había ido a Disneyland una vez y lo calificaría como una experiencia de otro mundo, pero nunca a algún lugar como Alaska. No es que estuviera en su pirámide de prioridades.

"Dobla en la siguiente calle a la derecha" Alina miraba el GPS de su teléfono mientras cambiaba la música "Vivimos cerca de Growden Park, la tercera casa cuando dobles a la derecha"

"Emocionante" casi pudo verla rodando sus ojos con desagrado, sin embargo no le dijo nada mientras seguía sus instrucciones estacionando en frente de la casa que iban a compartir el resto del año, todo le parecía gris, verde y monótono.

Se guardó las llaves del auto en el bolsillo antes de tomar la cámara instantánea de su mamá que se había dedicado a restaurar minuciosamente durante el verano. Tomó una foto a su hermana de espaldas de la casa antes de guardarla en el bolsillo de su pantalón.

"Estamos en nuestro territorio" le dijo celebrando "Ya no mas Helen metiendo ruido en la mañana con la aspiradora o escuchando ABBA" — "¿Sientes eso? Es el llamado de la independencia, Bliss"

No pudo evitar reír ante su emoción a pesar del desgano mientras volvía a acercar la cámara instantánea a su ojo izquierdo para tomarle una nueva foto entre el paisaje y la nieve, queriendo recordar ese momento.

Era una casa normal, mucho más pequeña de la que vivía con su mamá pero lo suficientemente grande como para que ambas pudieran convivir en un espacio agradable, justo a los pies del bosque que se perdía por detrás de la fachada.

Con un suspiro de dramático dolor, colgó la cámara instantánea a su cuello y se dejó abrazar por la calidez de su nuevo hogar en Alaska de la mano de Alina.


Los días soleados oficialmente habían acabado, y el cielo sabía que Sophia Bliss era completamente miserable.












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