XXXVIII. Lucía.
He vuelto a leer una novela
que empecé con 12 años
increíble cómo intentamos protegernos
en un mundo ficticio dónde no nos
hagan daño,
dónde ser diferente
solo sea algo de lo que pasar
como el relente se introduce
en el espejo de los coches.
A veces por la noche me pongo a pensar
en ti
estoy demasiado tranquila por el sueño
que recordarte no me duele,
aunque por el día sí.
Siento que hay que escribirte en frío
porque no sé cómo sentirme
de que no estés aquí.
No lo tolero, Lucía.
Me arrepiento muchísimo
y esta tortura no va a acabar
nunca y en parte me lo merezco
porque se podría haber hecho justicia.
Se podría haber visto algo dentro
de tus ojos oscuros
como el café.
Haber visto algún atisbo
de lágrima en tus labios que sonreían
como la lluvia sacudida por el parabrisas.
Fingir que está todo bien
a veces es lo mejor ¿ no?
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