XLVII. Luna menguante
Me gustaría que
un cetro de flores
cubriera este esqueleto.
Demasiado dolor para
sentir el armazón ardiente
bajo tierra.
No sientes el vacío
no te da miedo
el precipicio de tus pies,
que peligran sobre el alfeizar
de la ventana.
Traes cuerdas que te pesan,
sin embargo eres la levedad
sobre el abismo,
como un pájaro te balanceas
pendiendo de un solo giro
de tus muñecas.
El hilo que te sostiene
es el epicentro de las mareas
y la luna te acuna en el alambre.
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