XIV.
Ensúciame mi rostro
con el otoño sepultado
en ramas en tus manos,
vísteme a días nublados
destrúyeme con los estragos
de tu sonrisa,
déjame en ruinas
que yo seguiré viva
en las metáforas de tus flores rotas
de las acacias
que se mueren de nieve,
porque el frío no existe
cuando una rima ahoga
tu existencia
a bajo cero.
Intento supurar los tejados
como si fueran lo inerte
de la piel que ya no es,
porque en realidad
ya nada es,
tengo vibraciones de caos
y corrientes aéreas
que te recuerdan a todas horas,
en los viajes en rojo
de mis sentidos
a las hojas tendidas
en el suelo,
bajo llave de la tierra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro