Eres una sombra

que me oprime el pecho

a veces,

una obstrucción en mi garganta.

Eres el velo de la noche

que se me atraganta

en mis terrores nocturnos.

Me acuerdo de ti

con los ruidos de mi alrededor

pero también pienso en ti

cuando estoy rodeada

de extremo silencio.

Supongo que es porque

cuando todo está callado

puedo oír tus latidos,

la fuerza del fuego

que perdura de lo que ya no está.

Creo que eres incluso

la estrella que se convierte

en mi vista

cuando cierro los ojos

o cuando me los tapo

para no ver tu imagen.

Sé que no es necesario

volver a ver tu fotografía

porque aun sin mirarla te seguiría recordando.

No podría olvidar algo

que sigue sin dejar ciega

a la retina de mi mente.

Te confieso que hoy la he visto de nuevo

quise hacerlo la semana pasada

pero no tenía fuerzas

y hoy me he roto de nuevo,

y cuando he vuelto a mi casa

me he puesto a llorar.

Y he pensado

qué más da si ya estoy rota,

si hoy estoy incompleta

adolorida en mis entrañas

y fría,

muy fría.