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VIII

Tuvo que convencer a Inuyasha que Kasumi era una persona sin segundas intenciones, también aguantó las ganas de golpearlo cuando lo vio olfatear a su chica, llegaron a la cabaña y le ayudó a ponerse cómoda, calentó agua y comenzó a cocinar la carne que tenía.

-¿Como llegaste hasta acá?
-Kyomi me dijo que podrías estar aquí
-¿Como esta mi familia?
-Tu padre solo habla con el mio de negocios, tu madre y hermana pasan su tiempo con mi madre, pero fuera de todo están bien, y se que quieren que vuelvas.

Kichiro no respondió, solo se mantuvo de pie esperando el agua, no quería dejar a su familia, pero tampoco podía volver a ese castillo, e ir a su hogar, significaría dejar atrás a Kasumi, suspiró y pasó una mano por su rostro, pensando, imaginando como estar con su familia y también con la princesa.

Kasumi se levantó y caminó hasta quedar frente a él, tomó sus manos y las besó, luego abrazó a su amado y acarició su cabello, aprovechó también de oler su ropa, extrañaba su aroma, Kichiro al notarlo sonrió y la abrazó aún más fuerte.

-¿Y cuanto tiempo piensa quedarse, princesa?- preguntó riéndose y acariciando su nariz- ¿o será que se escapó para siempre?
-Yo quiero estar junto a ti- su respuesta lo hizo sonrojar, corrió la mirada y escuchó una suave risa- mi madre tenía razón
-¿Con que?
-Todos demuestran su amor de distintas maneras- respondió mirandolo y acariciando su mejilla- ¿me quieres?
-Te...amo- nunca pensó decir esas palabras, su vida entera aprendiendo a luchar, hecho para batallas, sus padres pocas veces hablaron de contraer matrimonio o tener hijos, pero conocer  a la princesa, verla sonrojarse por su cercanía o por estar sin ropa, definitivamente lo había enamorado, y no se arrepentía- y no lo repetiré
-Me basta con una sola- lágrimas comenzaron a caer por su rostro, sonrió y lo besó- también te amo.
•••
Muy lejos de aquella confesión, se encontraba Kagome, mirando por la ventana de la biblioteca, acomodaba un poco su vestido, había tenido un encuentro amoroso con su esposo en aquel lugar, lo miró y aún estaba sin su haori, la miraba fijamente mientras comenzaba a arreglar su vestimenta, se acercó hasta Sesshomaru y depósito un beso en sus labios.

-Extrañaba esto- habló mientras se apoyaba en su pecho- ¿Seguiremos en la habitación?
-Me gusta la idea- dicho esto guardó todos los pergaminos, acomodó unos papeles sin sellar y salió de la mano con su mujer, se toparon con uno que otro sirviente, quienes le hacían una reverencia, pronto llegaron a su alcoba, con delicadeza y deseo recostó a Kagome mientras comenzaba a besar su cuerpo, sus manos impacientes comenzaron a quitar el kimono, besaba su estomago, Kagome suspiró encantada, pretendía volver a entrar en ella cuando sintió los insesantes golpes en la puerta- ¡ya voy!

Kagome tapó su cuerpo y arregló su cabello, Sesshomaru trató de arreglar su ereccion, caminó y abrió solo unos centímetros la puerta, Kei se encontraba con cara de pocos amigos, supo que algo malo había pasado.

-Kasumi no está en su habitación- esa simple oración le quitó la excitacion y abrió la puerta para ir hasta la habitación de su hija, todo estaba en perfecto orden, revisó cada rincón en busca de alguna señal o pista que le dijera donde podría haber ido, pero nada, salió corriendo hasta la primera planta, gritando su nombre y preguntando a todos si sabían donde estaba, su furia y miedo crecía cada segundo.
•••
Inuyasha se encontraba vigilando, las noches eran tranquilas, pero aun así siempre estaba alerta, ya una vez habían entrado y devastado su aldea, todo por la codicia de poseer a Tessaiga.

También vigilaba de cerca a Kasumi, no confiaba del todo en que viniera sola, así que merodeaba fuera de la cabaña, pero lo único que escuchaba era la plática tranquila de ambos jóvenes, también escuchó la confesión de Kichiro.

El aroma de personas acercándose a sus tierras lo alertó, corrió rápidamente mientras empuñaba su espada, tardó unos tres minutos en llegar y solo vio soldados y en el centro una familia, bajó de un salto sorprendiendo y alertando a todos, quienes se pusieron en posición de combate.

-Estan muy lejos de sus tierras- gruñó irritado, ya tenia suficiente con aquella chiquilla como para que llegarán más personas ahora- largo, y los dejaré vivir
-Por favor, solo buscamos a nuestra hija- Kagome se acercó quedando a unos metros, Inuyasha comenzó a olfatear, su aroma lo conocía, no sólo por que se parecía al de Kasumi, sino de mucho antes- ¿no ha llegado una niña por aquí? Solo tiene diesiocho años
-No, nadie- mintió, solo por Kichiro- ahora largo
-Yo te conozco- Sesshomaru detuvo a su esposa al ver que quería  avanzar más- y se que me reconociste.

Inuyasha no lo negó, solo volteó y comenzó a caminar, los soldados avanzaron unos metros y una ráfaga de viento los detuvo, el hanyo había usado su espada y los miraba desafiantes.

-¡Están en mis tierras!- gruñó irritado y mostrando sus colmillos- ¡no podrán avanzar, antes los mato!

Todos retrocedieron, las leyendas decían que él jamás dejaba una víctima con vida, pero ahora les daba la oportunidad de irse, así que prefirieron no arriesgarse, Kagome se fue tomada del brazo de Sesshomaru mientras lloraba, Kei y Sei iban tras ellos con expresiones serias y tristes, deseaban encontrar a su hermana.

Inuyasha esperó hasta que ya no estaban en su campo de visión, volteó encontrándose con Kichiro, estaba solo y parecía que había escuchado todo.

-¿De verdad conocías a Lady Kagome?
-Fue hace muchos años ya- siguió caminando junto a él, debía admitir, que Kichiro era él primer humano en quien confiaba, así que hablar de eso no presentaba un problema- recuerdo que, en ese entonces, todo era paz y tranquilidad para mi, nadie sabía de mi existencia por que nadie jamás cruzó estos límites- relataba mientras tocaba cada árbol y su paso- pero todo cambió cuando una niña curiosa entró aquí solo para ver la cascada- apuntó a su izquierda mientras sonreía fugazmente- la observé desde que entró hasta que comenzó a jugar con el agua, esperaba no tener que mostrarme, pero al ver que caia al agua a causa de un siervo que la asustó...- detuvo el relato y miró a su acompañante- no pude simplemente continuar mi camino, algo dentro de mi se removió y salvó a esa niña, quien después volvió solo para agradecer, solo que no sabía que era perseguida
-¿Y después?- se detuvieron en la entrada de la aldea, los habitantes pasaban y saludaban con respeto- ¿que pasó?
-Los humanos son codiciosos, buscan siempre el poder, tener más que otros y si es necesario matar, matan- habló serio y apretando sus puños- entraron aquí, mataron hombres, mujeres y niños solo por esta espada- mostró a Tessaiga y acarició su funda- mi lado racional se perdió aquel día, di paso a la bestia que está en mi, Yakuto- dijo cerrando sus ojos- para cuando recupere la conciencia, todos los soldados estaban muertos, la pequeña e ingenua princesa me miraba con miedo y los aldeanos solo pedían recuperar a sus seres amados, es desde ese día, que no confíe en nadie más, me gané el miedo de todos y el respeto de la aldea.

Siguió su camino sin esperar respuesta de Kichiro, llegó a su cabaña, lejos de las demás, y dejó la espada en el suelo, junto a una funda y un collar, cerró sus ojos y prefirió dormir un poco.

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