5. Desde hoy, soy feliz.
2 SEMANAS DESPUÉS...
Rose no se sentiría a gusto en su nuevo hogar llamado Alexianer Haus (un orfanato cristiano a las afueras de su ciudad natal, Köln), si no fuera por su nuevo y único amigo Garin Múnich.
Se conocieron prácticamente apenas la pequeña que, acompañada por sus padres, entraron al lugar en busca de alojamiento. Ella al no ser alguien que se avergüenza o se intimida con facilidad, apenas vio la oportunidad de hablar y comunicarse con alguien, lo hizo. Esto pasó cuando estaba sentada en una banca de afuera de la sala en donde sus progenitores charlaban con la encargada del lugar. Observó a un niño muy bien arreglado sentado en el jardín que había adelante.
Se acercó lo suficiente para estar en frente del joven, pero con esa acción ella pudo notar que la ignoraba, así que enojada le preguntó:
–Hey, no seas grosero. No deberías ignorar a tu nueva compañera.
–Perdón, no te vi.
–Pero si estoy al frente tuyo, deberías madurar, ¿no? –respiró nerviosa–. Yo sé que nos acabamos de conocer, y que posiblemente jamás nos hayamos visto en nuestras vidas; pero si quieres, podemos ser amigos. –Ella feliz, le extendió la mano.
Tic, toc. Tic, toc.
Aún esperaba que su nuevo amigo le apretara la mano en modo de aprobación... Pero nada ocurrió.
La chiquilla algo triste, exhaló profundo dándole entender a su acompañante que estaba insistiendo.
–¿Qué pasa? –cuestionó el chico.
–Tienes mi mano extendida desde hace un buen rato, ¿pero sabes? No me pienso mover hasta que me la aceptes. Me caes bien.
–¿En serio? Lo lamento. Pensé que mi condición era algo obvia, en especial después de tanto tiempo. Soy ciego.
–¿Qué? No bromees con algo así.
–Te lo juro, tienes mi palabra. Por esa razón no me percaté cuando viniste, y mucho menos que estabas esperando que hiciera algo que ni siquiera estaba observando.
–Es una lástima, ¿me perdonas?
Él asintió con una débil sonrisa. Ella se sentó a su lado a pesar de lo que ocurrido.
–Por cierto, mi nombre es Rose Adameit. ¿Cuál es el tuyo?
–Me llamo Garin Múnich, un gusto en conocerte.
En cuanto hicieron esa corta presentación, los dos jóvenes se quedaron en silencio, más, sin embargo, no se sentían incómodos; muy adentro de sus corazones sabían que la compañía del otro era un beneficio, y eso estaba bien, más que bien.
Diez minutos más tarde, salieron de la reunión los progenitores de la pequeña, acompañados de la reverenda que administraba el orfanato/hogar. Lastimosamente solo fue para despedirse, de la que se supone que debería ser su hija.
–Mira, aquí está tu valija. Hazle total caso a Sor Liese, ¿está bien? –comunicó su padre con serenidad–. Por cierto, vendremos una vez al mes; y sí, ya sé que te visitaremos escasamente, pero también sabes que mantenemos ocupados, así que es un esfuerzo que valdrá la pena esperar.
–Sabes que te queremos, y por esa misma razón estás aquí; es lo mejor para ti –interfirió su progenitora–. Ojalá Dios te cuide, y te ilumine esa cabecita de malcriada, que entiendas de una vez, la razón por la que Él te trajo al mundo y al resto de mujeres en el.
La joven sin musitar palabra alguna, les extendió la mano. Sabiendo precisamente que quizás jamás los volvería a ver. Por un lado, eso era lo que más deseaba; y por el otro, el peor castigo inventado.
«Por lo menos aquí me tratarán mejor, y no me impedirán comer como era en casa. Al fin y al cabo, no todo es tan malo»
–Adiós –dijeron al unísono.
Luego que el gran portón se cerró detrás de la corta despedida del Sr. Stein y la Sra. Ulva. Rose sintió como el lugar se hizo fúnebre y silencioso, eso la estaba incomodando; no como la afonía que había pasado hace poco con Garin. Pero gracias al ánimo que tenía la monja Liese, hizo que el ambiente se volviera más rosa.
–Y... ¿estás lista para conocer tu habitación y dar un pequeño tour por el templo de nuestro amado Dios?
Asintiendo, ella dio la respuesta que la querida anciana esperaba.
–Vale, acompáñame por aquí. Agarra tu equipaje, y por favor, no te pierdas ningún detalle de lo que te diré...
***
Cuarenta y cinco minutos más tarde, la chiquilla conocía gran parte del hogar. Cruzó miradas con algunos jóvenes que vivían allí, y también conoció su habitación; era algo afortunada, o eso dijo su superiora, ya que le tocaba sola; no tenía pareja como en las demás alcobas.
Como era de costumbre, el sitio estaba separado en dos torres, el A era el de damas, y el B era de varones. "Solo son precauciones" decía la sociedad, a la que todavía no se acostumbraba a ser parte.
En su cama, algo cansada, y viendo que no tenía nada para hacer, aprovechó el tiempo que tenía y se dispuso a acomodar sus pertenencias en el pequeño closet que le embarcaba su espacio. Al ser tan pocas prendas, se entretuvo alrededor de 10 minutos.
Pero su mente aún se sentía dispersa, inquieta, disipada.
¿Su causa? Su nuevo amigo.
¿La razón? Su ceguera.
¿La preocupación? Cómo le pasó algo así.
«Necesitas saber qué sucedió. Necesitas conocer su historia. Necesitas hablar con alguien».
Y con ese murmullo en su cabeza, se levantó y fue directo al jardín del orfanato. Para su grata sorpresa encontró a quien estaba buscando con tanto anhelo.
Él se ubicaba al lado de un inmenso árbol, sentado en el rocío pasto; estaba de espaldas, haciendo que su corto cabello color marrón resaltara, además, de su camisa color lila que hacía juego con sus zapatillas vino tinto.
–Hey, hola. Soy la niña de ahora. La fastidiosa.
Se escuchó una sutil carcajada. En definitiva, Adameit sabía cómo romper el hielo y entrar más en confianza.
–Lo recuerdo. Jamás podría olvidar a alguien como tú.
–Ni yo a alguien como tú. –Sonrió–. Oye, pues sé que sonará algo muy ingrato de mi parte, pero lo que me comentaste hace rato me ha dejado muy pensativa, y si no te molesta, me gustaría conocerte mejor.
–Es una larga historia...
«¡Demonios! Cada vez que alguien dice eso es porque no quiere hablar. ¿Por qué fuiste tan directa?» –se regañó para sí misma en sus pensamientos.
–Pero... –continuó Múnich– te la contaré.
«¿Qué? Este chico me confunde... ¡Y eso es extraordinario!».
–Excelente. ¿Vamos a otro lugar o estamos bien aquí?
–Aquí, tranquila.
***
Mientras tanto en la natal casa de la pequeña, sus hermanos estaban tanto alegres como furiosos. Alegres porque sus padres estaban más tranquilos y se les veía de mejor carácter; pero furiosos porque jamás apoyaron a su hermana, haciéndola sentir incómoda y triste en el hogar.
–Me siento tan mal, no debí hablarle así ese día. Sabía perfectamente que ella me consideraba más que su hermana, y la defraudé –dijo en sollozos Heidi, su hermana mayor, la persona más cercana a Rose.
–Ni a mí, fui un patán con nuestra hermana; en vez de apoyarla, no solo le dimos la espalda, sino que también la humillamos... –confesó Theobold, el más pequeño de la manada.
–Ya, dejen de llorar, son como estúpidos. No sé por qué se echan la culpa de algo que ya pasó, y menos, que se hagan las víctimas cuando todos sabemos a la perfección que esto pasó por la mismísima Rose. Si ella no hubiera sido tan mala estudiando, y no se hubiese dejado contaminar de venenosas ideas demoniacas, ella seguiría aquí con nosotros; pero no es así. Ustedes ya saben el resto de la historia –bufó Conrajo en tono egocéntrico–. Mejor concéntrense cada uno en sus vidas; lo que pasó ya pasó, así que aprendan a darle relevancia a lo importante.
Todos afirmaron con la cabeza, hasta que Senta, la tercera de las hermanas, habló:
–Pero no creo que tengamos que pensar de forma tan egoísta. ¿No deberíamos ayudarla? ¿Convencer a nuestros padres de traerla devuelta? O al menos, ¿rezar por su bienestar?
–No Senta. Mejor vayámonos a dormir, tengo mucho sueño. Mañana tenemos que madrugar para ir a estudiar, no como Rose que iba al colegio quién sabe a qué –musitó el único que faltaba por debatir, Imre.
–Me parece bien –dijo Conrajo dirigiéndose a su cama, como los demás.
***
Continuando con la confesión de Garin, era algo abrumador exponerle a alguien sobre su historia. En otro contexto hubiese llorado hasta que ya no tuviese más fuerzas, pero como fue algo que ya superó a su tiempo, solo le da nostalgia decirlo.
–Como ya te avisé, es una historia algo larga, así que si te llegas a aburrir me dices, ¿vale?
–Está bien, aunque supongo que eso no pasará.
–Espero que sea así. Y que tampoco me vayas a juzgar. –Hizo una corta pausa pensando cómo darle inicio a su relato–. Ammm, okey. Antes que nada, tengo 12 años de edad, y desde hace dos años estoy en este orfanato. Que, ¿cómo llegué aquí? Fácil. Fue gracias a mi familia, me imagino que al igual que tú, pero mi caso es algo particular.
»Antes de cumplir los 10 años, yo era como tú, alguien del común. Podía observar todo a mi alrededor, y conocer a alguien por sus facciones; algo que para la sociedad es normal, pero que, para mí, es un privilegio que ya no ocupo, un privilegio que, si lo obtengo nuevamente, sería mejor que un milagro.
»Por otro lado, a mí jamás me ha gustado estudiar, me parece una pérdida de tiempo. Pienso que con la práctica es como uno aprende, y no a base de unos libros escritos hace varias décadas; como si el conocimiento no se transformara. En fin, el punto es que por esa razón perdí mi visión. Y no es que haya sido por reprobar una materia y que de castigo me haya quedado ciego, no. –Los dos rieron por ese comentario tan estúpido–... Sino más bien porque no sabía a lo que me estaba afrontando por no tenerle amor al aprendizaje.
»Cuando mi papá se enteró de mi bajo desempeño en el instituto, se emborrachó; culpándose por no ser un buen padre. Ese día fue el peor de mi vida –el tono de voz de Garin cambió drásticamente; ahora la frustración y el rencor brotaba con fuerza de su ser–. En serio, fue el peor. El maldito al no saber controlar su carácter, ya que ese mismo día había peleado con mi mamá, y le sumé lo de mi "vagancia", él arremetió contra mi integridad. Enojado fue a la cocina y buscó un tarro que contenía veneno para ratas. Yo le gritaba, le suplicaba, le imploraba que no me hiciera daño, pero ya era tarde. Con toda su fuerza me agarró los párpados, impidiéndome cerrar los ojos, y me lo echó sin compasión alguna.
–Lo siento, es una lástima –musitó Rose con un nudo en la garganta.
–Recuerdo que él me decía "No Garin, tienes que aprender, así sea a las buenas o a las malas. Eres la peor pesadilla para mí; por tu culpa peleé con tu madre, por tu culpa quiero matarte a ti y a todo el mundo restante. Espero que lo de hoy sea una lección para ti". –Silencio–. Y estoy seguro que me vociferó muchas cosas más, pero no lo escuché. Mis gritos eran tan fuertes que interfirieron con sus desgraciados mensajes.
»Al poco tiempo que ya no había más veneno para echarme, llegó mi mamá. ¿Pero sabes? No recuerdo absolutamente nada. Supongo que se gritaron entre sí, y ella me ayudó, ya que cuando recobré nuevamente el conocimiento, me encontraba en el hospital; lo supe por el olor que emana éste de por sí, porque no pude ver nada, no he visto nada hasta el día de hoy, y supongo que jamás lo haré.
–No tengo palabras Garin. En serio lo lamento... ¡Me siento tan impotente! ¡Me dan ganas de buscar al desgraciado ese y darle una buena lección!
–No es necesario, él ya pagó por lo que hizo.
–¿A qué te refieres?
–La última vez que vi a mi madre, que fue en este mismo lugar. Me contó que había ido a la cárcel con cadena perpetua, pero que, a la semana siguiente, se suicidó. Él ya no existe Rose, y estoy agradecido por eso.
–Me alegra en parte, pero... ¿qué pasó con tu mamá?
–Ella me abandonó dejándome aquí. Ese día sollozó tanto, pero no pude hacer nada para hacerle cambiar de opinión. Solo me decía, que yo en esta condición, sería muy difícil para ella amarme como antes, y todo porque le recordaría a mi padre. Así que desde hace dos años no la he vuelto a ver.
–¿Entonces estás solo?
–Sí, o eso creía. Hasta el día de hoy.
–Dios, me cautivaste. Te prometo jamás dejarte solo, tienes mi palabra.
–Hace tiempo no me sentía tan feliz como hoy. Gracias, en serio.
Entre los dos se abrazaron. Podría ser una acción poco común en Alemania, pero este momento lo ameritaba.
–Y por cierto –prosiguió él–. ¿Por qué estás aquí?
Rose animada, le recitó lo que le había pasado. Al terminar, se dieron cuenta que ya tenían la mayor confianza del universo, y eso nadie se las iba a arrebatar.
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Datos curiosos.
El orfanato en el que vive Rose, es real. Y el nombre completo del lugar es: Alexianer Haus Christophorus Wachkoma Zentrum. (Lo sé, algo largo).
*Garin: Guerrero
*Liese (monja): Querida por Dios.
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