Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

04. Peregrinaje

Dos noches, sólo dos noches han transcurrido desde que a las tortugas se les prohibió salir a la superficie, y para la mayoría de los hermanos es como si hubieran pasado años desde su última salida al exterior.

Ya no podían más...

Raphael era el que más tenía en mente escabullirse en secreto, y por supuesto, sin permiso. Pero él tampoco era estúpido como para comerse el marrón que conllevaba arriesgarse él sólo. No, no, no.

Se reunió con Donnie y Mikey apartados de Leo, y les compartió la idea que llevaba rondando por su cabeza en estas eternas 48 horas en las alcantarillas.

Los hermanos menores se miraban entre ellos compartiendo mutuamente la duda que sentían por tal riesgo. Aunque sin duda alguna, el hecho de salir era muy tentador para ellos. Quizá Leo es el que mejor lo lleve, pero él siempre tiene que ser el mejor ante Splinter. Compartió el de rojo burlándose de la superioridad por parte del líder.

Donnie y Mikey no tenían muy claro que hacer, y la insistencia de Raphael no ayudaba en absoluto mientras que meditaban la decisión de arriesgarse, o dejarlo estar. Claro que preferimos salir. Pero... Splinter... Leo... Murmuraban los hermanos menores con incertidumbre, encogiéndose de hombros aún con la duda.

Raphael resopló rodando la vista por la agotadora conversación, la cual no llegaba a ninguna parte. Estaba cansado de escuchar una, y otra vez las repetidas dudas de sus hermanos. Pues él no se lo complicaba como ellos, lo tenía claro.

Me largo de aquí. Escucharon Donnie y Mikey por parte de Raph dirigiéndose a las escaleras, y ya habiendo subido las primeras a su alcance. Ambos se miraron entre ellos por la iniciativa que había tomado su hermano, pero de ellos dependían seguirlo, o quedarse mientras que Raph disfrutaba de un rato de libertad y ellos no.

Asentaron entre ellos ya al tomar una decisión que egoístamente, valdría la pena. Siguieron a la tortuga de rojo quien ya había escalado gran parte de las escaleras hasta la salida, mientras que Donnie y Mikey tan sólo habían subido los primeros peldaños, y a cada escalón que subían estaban más próximos de la salida.

¡Alto ahí!

Los tres hermanos giraron para ver lo que más se temían en esos instantes, y era más que evidente que fuese a suceder.

Leonardo los detuvo ni tan siquiera moverse, de brazos cruzados con el ceño fruncido lanzando una mirada despectiva, que además sin mencionar palabra alguna, preguntaba por la más mínima explicación razonable para que estos ignoraran las órdenes del maestro rata.

Mikey: No, Leo, no estábamos intentando salir a la superficie sin que te enteres... —Al instante se percató de que, su intento por arreglar la situación, tan sólo la empeoró. Las miradas despectivas de sus dos hermanos hacia él, se lo hicieron saber.—

Leo: Supongo que ahora es vuestro turno para darme alguna explicación. —Se dirigió seriamente a Donatello y Raphael. Se cruzó de brazos esperando oírlos.—

Raph: Nos largamos, Leo. —Aclaró tajantemente, pasando de tener que dar explicaciones. No se veía en la obligación de darlas, tampoco pensaba hacerlo.— Estamos hartos de estar aquí haciendo el mono sin hacer nada.

Donnie: —A diferencia de su hermano, pensaba dar otro tipo de explicación. Optó por mantenerse en silencio ya que no le gustaba verse envuelto en discusiones.—

Leo: ¿Crees qué yo no estoy igual que vosotros? Sé perfectamente como os sentís, porque yo me siento igual. —Se acercó hasta sus hermanos tratando de dialogar con ellos.— Pero debemos mantenernos firmes ante las órdenes de Splinter.

Raph: Ts... —Una risa incrédula fue la respuesta que lanzó ante la sentencia de su hermano. El líder lo miró frunciendo el ceño. Consideraba ridículo que su hermano siguiera las órdenes a rajatabla, como si de un soldado acatando a su capitán se tratara.— ¿Sabes qué, Leo? Eres ridículo.

Leo: ¿Qué ridículo tiene seguir unas simples órdenes, Raph? El maestro Splinter sólo quiere lo mejor para nosotros y debemos actuar como tal sin rechistar. —Defendió su postura firmemente. Por supuesto no iba a entrar en el mismo juego que su hermano con adjetivos despectivos o la falta de respeto.—

Raph: ¡Pero es absurdo! ¡Hemos estado años defendiendo la ciudad, machacando a la gentuza que amenaza la seguridad de los ciudadanos! ¡¿Y ahora por nuestra seguridad debemos permanecer aquí?! —Exclamó contradiciendo a su hermano. Realmente detestaba que Leonardo no viese las cosas como él, cuando Splinter no tenía la total razón con su decisión.—

Leo: —Ante la contradicción que le lanzó Raphael, prefirió mantenerse en silencio. La realidad es que comprendía su punto de vista. También pensaba al igual que él en el hecho de que, si han sido entrenados como ninjas para proteger la ciudad, porqué no seguir protegiendo a los habitantes como este tiempo atrás. Resopló con resignación, y asintió.— Así es. Y no voy a continuar con esta discusión, Raph. De hecho, puedes hacer lo que quieras.

Raph: Por una vez me ha gustado lo que dices. —Respondió con indiferencia. Se dirigió a sus dos hermanos para invitarlos a acompañarle como bien habían decidido.— Donnie, Mikey, vámonos.

Leo: —Frunció el ceño molesto por la invitación al resto. Dirigió la vista hacia los nombrados, esperando comprobar si se mantenían firmes con las órdenes del maestro, o si pensaban igual que Raph.—

Donnie: —Sin esmutar palabra alguna, se mantuvo en modo pasivo subiendo las mismas escaleras hasta las que la tortuga de rojo había ascendido. Era una manera de dar a entender de quién estaba más a favor, sin discusiones ni pérdida de saliva.—

Mikey: —Miró al líder en cuanto se percató de que este se limitaría a observarlo también esperando su disposición.— Lo siento, hermano. Pero nada es mejor que la libertad. —Justificó encogiéndose de hombros, posicionándose junto con sus dos hermanos.—

Leo: —Rodó la vista cuando resopló con resignación. Se frotó la frente brindándole un ligero masaje con sus dedos ya sintiéndose agotado además de harto de que lo ignorasen.— ¡He dicho qué de aquí no se va nadie!

Splinter: No, Leonardo. Déjales que se marchen.

Los cuatro hermanos se exaltaron por la inesperada entrada del maestro rata interviniendo en la disputa. Todos se  mantenían en silencio, a ninguno le gustaba la idea de tener que discutir con Splinter.

Con una expresión de seriedad sumada con una de descontento por sus hijos, se acercó hasta los cuatro. En concreto dirigiéndose hacia los que pensaban marcharse para brindarse esa libertad que no les iba a durar demasiado.

Splinter: ¿Sentís la necesidad de libertad? —Cuestionó mirando detenidamente a sus tres hijos, dejando a Leonardo a parte.— Adelante, marchaos. Pero sed conscientes de que si salís por esa puerta, consideradlo una despedida. Podéis ser libres, no os lo voy a impedir. Lo único que sí os pido es que actuéis con prudencia.

Aquella sentencia del maestro rata les resultó como una gélida ventisca dejándolos congelados. Ninguno esperaba ese atrevimiento del sensei ante sus quejas y deseo de salir a la superficie como bien estaban habituados desde este tiempo atrás.

Leonardo se mantenía junto al sensei, esperando con inquietud la respuesta que sus hermanos pensaban dar ante la invitación de Splinter de marcharse y no volver para tener toda la libertad que quisiera.

Los tres hermanos aún en medio de las escalares se mantenían inmóviles. Compartían sus miradas además del pensamiento mutuo que se les pasaba por la cabeza.

Por supuesto que querían volver a salir a la superficie, y disfrutar de la noche por la ciudad como bien se habían habituado a hacer. Pero sabían que el ultimátum que Splinter les lanzó no era ninguna chiquillada.

Donatello y Michelangelo compartieron unas miradas con decisión, descendieron por las escaleras al mismo tiempo para reunirse con su hermano, quien esperanzado confiaba en la prudencia de sus hermanos.

En cambio, Raphael se lo pensó bastante más. A diferencia de sus hermanos, había una parte de él con una actitud solitaria. Era el único al que más de una vez le ha surgido la necesidad de ir por libre, de tener sus propias reglas, sin acatar las órdenes de nadie.

Pero ese momento, no sería este, por tanto tampoco era el momento de escoger esa decisión. Si alguna vez se le presentaría esa oportunidad, no la dejaría escapar sin tener que pensárselo dos veces. Siguiendo con la decisión de sus dos hermanos, bajó las escaleras resoplando con frustración.

Splinter: La próxima vez que se presente el mismo conflicto, no quiero que Leonardo tenga que repetir vuestro cometido, ni que esta discusión se convierta en bucle. Os quedáis, u os marcháis. —Sentenció firmemente observando a cada uno de sus hijos.— ¿Ha quedado claro?

Ninguno de los hermanos se lo pensó dos veces. Asintieron firmemente acatando a su maestro.

El sensei suspiró pesadamente para calmarse tan pronto como había puesto fin al mismo problema de todas las noches. Pero ahora había otro asunto que debía resolver, y esta era la noche para revelar algo importante.

Splinter: Ahora que ya hemos resuelto este conflicto de una vez por todas, es hora de revelaros un decisión importante. —Anunció con firmeza. Los cuatro hermanos se miraron entre ellos confusos a la vez que intrigados.—

Los cuatro hermanos estaban arrodillados frente a su padre y maestro, centrando en él toda su total atención esperando por aquello que la rata les debía revelar.

La rata se mantenía unos largos instantes con la cabeza gacha y las manos agarradas entre sí en su espalda. Se dio a sí mismo un breve momento para reflexionar en su mente lo que estaba a punto de revelarles la decisión que había meditado, y había decidido con sabiduría.

Suspiró con pesadez preparándose para dirigir la vista hacia sus hijos con una mirada seria con reflejando decisión.

Splinter: Hijos míos, cada uno de vosotros sois unos aprendices excelentes, y unos hijos maravillosos. Poseéis de grandes virtudes que os definen, y al igual que yo debéis de estar orgullosos de vosotros mismos.

Los hermanos tortuga asintieron a su maestro conformes con sus palabras. Era bueno para ellos saber que su maestro estaba orgulloso de cada uno tanto como hijos como aprendices.

Pero la inquietud de descubrir la verdadera razón por la que estaban reunidos, era más veraz que el orgullo que cada uno podía sentir de sí mismo.

Splinter: Deduzco que ninguno de los cuatro sabe el real motivo por el que os he reunido aquí esta noche. —Asintió firmemente cuando sus hijos negaron con la cabeza respondiendo a lo que él ya sabía.—

Mikey: Maestro Splinter... ¿Tiene qué ver con regresar a la superficie? —Esbozó una sonrisilla nerviosa sabiendo lo que preguntaba, además de esperanzado de que el sensei no le propinase por eso.—

Splinter: —Se limitó a responderle con silencio frunciendo el ceño con incredulidad.—

Mikey: —Por si esa mirada de la rata no lo ponía nervioso, se percató de que sus tres hermanos le dedicaban unas miradas nada amigables.— Por si las dudas... —Se encogió de hombros con una risita nerviosa.—

Leo: Sensei, ¿tiene algo qué ver con nuestro cometido? —Preguntó informal a su maestro, dejando a un lado el descaro de su hermano menor.—

Splinter: Así es, hijo mio. —Afirmó asintiendo con la cabeza.— Para ser exactos, esta decisión tiene se trata del deber de uno de vosotros, el más digno de convertirse en un maestro entrenado.

En el rostro de cada uno de los chicos se reflejó la expectación que aquellas importantes palabras del maestro rata les resultó.

El maestro rata estaba esperando al instante más acertado para revelar finalmente su decisión, pero antes sentía que debía prepararlos algo más para la seriedad del asunto y lo que conllevaba.

Splinter: Sólo uno de vosotros, hijos míos, es el indicado de tener el privilegio de realizar un peregrinaje de un año alrededor del mundo. —Anunció con firmeza, provocando nuevamente expectación entre sus hijos. Algunos murmuraban entre ellos compartiendo la hipótesis de cuál de los cuatro sería el elegido.—

Raph: ¿Una peregrinación? ¿Cuándo? ¿Quién de los cuatro? —Lanzó varias cuestiones con inquietud.—

Splinter: —Asintió ante la primera pregunta.— El viaje daría comienzo a partir de ahora. Y, en cuanto al elegido... —Mantuvo nuevamente una pausa dramática captando toda la atención de sus hijos.— Como ya os he dicho, esta decisión ninguno debería sentirse inferior. Pero tengo clara mi decisión.

Aquellas últimas palabras generaron un ambiente de tensión en sus hijos hacia él. Los cuatro lo observaban detenidamente esperando por escuchar la decisión que el maestro rata había tomado.

Splinter suspiró pesadamente teniendo en mente cómo iba a revelar su decisión. La rata conectó miradas con sus hijos manteniéndose firme.

Finalmente, no les hizo esperar más para saberlo.

Splinter: Leonardo... —El mencionado alzó su mirada con expectación.— Realizarás una peregrinación para llegar a ser un maestro entrenado. —Sentenció con firmeza.—

El líder del grupo se puso en pie cuando resultó ser él quien era el indicado. Estaba sorprendido por el deber que su maestro había decidido encomendarle.

Sus hermanos estaban sorprendidos, aunque todos coincidían en que las probabilidades de que Leonardo fuese el elegido eran muy elevadas.

A diferencia de sus hermanos que estaban alegres por el líder, el labio superior de Raphael tembló de rabia. A él no le sorprendió en absoluto, pero en vez de alegría sólo sentía unos repentinos celos hacia él. Esa envidia de que Leonardo fuese el hijo perfecto de Splinter, sólo lo volvían en contra de su hermano.

Splinter dedujo que las reacciones de sus hijos eran positivas. Esbozó una tenue sonrisa dedicada a su hijo elegido.

Splinter: Acércate, hijo mio. —Pidió haciéndole sitio a su lado.—

Leo: —Aún expectante por la decisión del sensei, miró a sus hermanos. Donnie y Mikey les dedicaron una tenue sonrisa indicándoles que se acercara hasta la rata. Sin hacerle esperar más, se acercó hasta detenerse frente a él. Acto seguido hizo una reverencia de respeto.— Sensei...

Splinter: Te felicito, hijo mio. Es un honor para mí encomendarte este nuevo camino en tu vida. Cómo líder de tus hermanos, tú misión es mejorarte a ti mismo a través de la experiencia de este largo viaje. —Sonrió ampliamente, sintiendo un profundo orgullo por su hijo.—

Leo: Gracias, padre. —Sonrió cálidamente a la rata, mostrándose conforme haciendo otra reverencia.—

Aquel momento entre padre e hijo fue la gota que colmó el vaso para Raphael. Se puso en pie bruscamente, reflejaba una expresión de desprecio en su rostro. Sin molestarse en decir nada, abandonó la sala con la clara intención de escabullirse saliendo de las alcantarillas.

Leonardo llamó a su hermano en un intento por detenerlo, mientras Donnie y Mikey se limitaron a girar las cabezas para ver a su hermano salir.

Los tres hermanos se miraron entre ellos compartiendo la mutua confusión por la repentina ida de la tortuga temperamental. Splinter agachó la mirada suspirando con pesadez, él sí se vio venir esa reacción en su hijo.

La rata sabía perfectamente lo que pensaba hacer la tortuga de rojo. Así que a su pesar, decidió mandar a Leonardo para buscarle y traerlo de vuelta.

Splinter: Leonardo. —El mencionado dirigió su mirada hacia él.— Ve en su compañía.

Leo: Sí, sensei. —Asintió acatando a su maestro. Salió del lugar sin tener que correr, pero tampoco a un ritmo lento para no perder a su hermano.—

Raphael había llegado a parar a una azotea del barrio de Chinatown. Solía ser su parte preferida de la ciudad cuando necesitaba el desahogo de propinarle de palizas a los criminales, pero parecía ser que esta no era su noche.

La tortuga de rojo era consciente de que había sido perseguido por su hermano, probablemente porque Splinter se lo pidiese. Sabía que era inútil huir, simplemente se quedó quieto en esa azotea esperando a que apareciera.

El líder no había quedado demasiado atrás de su hermano, de ese modo veía con más precisión a donde se metía Raph. Una vez llegó a la azotea en la que se encontraba su temperamental hermano, se acercó hasta él.

Raph: Ahórratelo, Leo. Hazme el favor, y vete a casa. —Dirigiéndose a su hermano con frialdad sin tan siquiera mirarlo a la cara.—

Leo: No entiendo el porqué de tu reacción, Raph. Pero lo que sí entiendo es que, si hubieras entrenado más duro y seguido sus órdenes, Splinter te habría elegido a ti en mi lugar. —Dijo convencido de ello.—

Raph: ¿Crees qué necesito tú cometario de consolación? —Preguntó en un tono frío, dirigiendo finalmente su mirada despectiva hacia su hermano.— Lárgate.

Leo: Raphael, no quiero tener que irme con más roces entre nosotros. —Pidió él de manera pacífica. Estaba cansado de verse en una pelea constante con su hermano, menos le apetecía ya que tenía que dejar a su familia por un año.—

Raph: No es de mí de quien deberías preocuparte ahora. —El líder ladeó la cabeza con confusión ante aquella insinuación que el temperamental le había lanzado.—

Leo: —En ese instante notó un desagradable nudo tomar acto de presencia en su pecho. Agachó la mirada cuando cayó en la cuenta de que probablemente tuviese que pasar por un mal trago en el momento de contárselo a su novia.—

Aprovechando tal noche de verano como esta, Sara y Lara decidieron quedar con unos amigos para verse y tomar algo en un local Starbucks.

Habían quedado para echarse unas risas con dos buenos amigos de la morena, quienes habían formado amistad con Sara en su primer año académico en la ciudad.

Los cuatro llevaban pasando el rato juntos desde la tarde. Era de esas compañías con las que se pasaban las horas como minutos y sólo había lugar para las risas.

Tim: Y entonces fue cuando le dije: "¡Pero tío! ¡¿Cómo no has podido darte cuenta?! ¡Si te estaba tonteando en la cara!" —Exclamó acompañado de gestos exagerando así sus palabras.— Después llegué a la conclusión de que no le regaba demasiado el coco al pobre...

Puma: Yo tenía dos hipótesis muy claras y sencillas: —Mantuvo una breve pausa para generarles intriga y atención por lo que iba a decir.— Una es que se hacía el tonto demasiado bien quedando como un rey del engaño. La segunda y la más probable, es que se trataba del mismísimo rey de los tontos. 

Sara, Lara: —Tanto la una como la otra estallaba de la risa, sintiendo ese ligero dolor en sus zonas abdominales a consecuencia de tantas risas producidas.—

Lara: Oh, por favor, parad ya o me quedo en el sitio con tanta risa. —Suplicó entre risitas secándose con las yemas de sus dedos las lágrimas que por muy poco estaban a punto de derramarse por sus mejillas. Por mucho que tratase de calmarse, le resultaba imposible cuando se le escapaba alguna que otra risita.—

Sara: —Al igual que la pelirroja, trataba de calmar su risa para al menos poder hablar.— Recuerdo aquello como si hubiese sido esta misma mañana. Qué bueno...

En cuanto la morena logró calmar su risa y estabilizar su respiración, su atención fue captada por el sonido de su móvil cuando este sonó alertando de un mensaje entrante.

De su bolso sacó el dispositivo encontrándose con el símbolo de un sobre junto con el nombre de quien había enviado ese mensaje.

Con un poco de disimulo Sara abrió ese mensaje para leerlo. Era muy concreto además de inquietante por lo breve y frío que resultó Leonardo en el mensaje.

Leo: Tenemos que hablar. Reúnete conmigo lo más pronto que puedas.

No, no quiero tener que dejar abandonada esta historia. Y si para eso tengo que subir un capítulo cada x tiempo, lo haré sin problema.

Bueno, como veis la historia ya se va encaminando hacia lo que todos conocemos y hemos visto en la película.

Pero todavía faltan muchas cosas hasta entonces.

SaraTmnt

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro