
9
En el olvido
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— ¿Crees qué nos olvidaron ya? — pregunto con incertidumbre
— Dudo que alguien llegue a olvidarnos — esboza una sonrisa
Flegt y yo estamos sobre un árbol que encontramos escondido en el valle, él me cubre con sus brazos haciéndome sentir segura, se había convertido en nuestro lugar secreto dónde nos escondimos de todo.
Simplemente éramos nosotros dos y nadie más, siempre era así y no me molestaba, aunque algunas veces no era suficiente para desaparecer el sentimiento de soledad.
— La extraño — digo con melancolía
Comienza a pasar sus dedos por mi cabello y me da un beso en la frente.
No era la única que extrañaba a Farah, él también lo hacía pero no quería demostrarlo pero es su hermana, aquella niña que siempre intento proteger aunque eso desatará miles de peleas y discusiones absurdas.
Simplemente eran familia y la familia siempre te cuida, esa era la diferencia conmigo, yo no tenía a nadie, estaba sola y eso era lo que abrumada mi corazón siempre.
— Yo también la extraño — murmura
Las inseguridad y la incertidumbre era grande el no saber cuando vamos a regresar o si lo vamos a hacer, si alguien lo noto o simplemente lo dejaron pasar, el tiempo pasa y nosotros pasamos con el tiempo.
Tal vez en estos momentos ya quedamos en el olvido y solo somos un recuerdo de las personas que solíamos ser en un lugar que una vez llame hogar ahora podía verse más como un lugar desconocido.
Tiempo, mucho pasa junto a él al igual que la vida.
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Farah Everard
Había pasado medio año y yo seguía esperando, poco a poco los intentos de búsqueda disminuyen hasta ser nulos aunque mi padre y yo siempre buscamos en la entrada del bosque alguna señal de ellos, la tía Samantha decidió creer que Flegt y Aster huyeron juntos lo cual me parece una estupidez ya que ellos no se soportan.
Caminaba sola por las calles de aquel pueblo en el que era conocida cómo la hermana del desaparecido Flegt, se suponía que todos quería a mi hermano pero ¿ahora dónde están?
Yo no era hermana de un persona desaparecida era hermana de alguien que siempre ayudaba a las personas a pesar de todo y sobre todo de alguien que nunca dejaría a su familia si de él dependiera.
— Vamos Farah si pierdes este examen vas a reprobar el semestre.
— Recuérdame ¿por qué quiero hacer esto? — ruedo los ojos
— Porque no hay nadie mejor que tú — Dinea mi única amiga desde que Aster desapareció era la que me había ayudado con la universidad estos últimos meses
— Mi abuela me dijo que quería hablar contigo — toma sus libros y se levanta de la banca
— ¿Tu abuela?
— Para mi también es una sorpresa, pero dijo que era importante.
— ¿Puedo ir el fin de semana? Tengo que terminar de estudiar — ella asiente y se va.
Nuevamente me quedé sola, era algo normal ese sentimiento de vacío desde que se fueron esta vez me quedé horas en la biblioteca estudiando para el examen y no buscando mapas del pueblo para darme una idea de donde puedan estar.
Me dirijo a casa, saludo a mi papá, visitó la habitación de Flegt escucho algunos de sus discos y ordenó su cama pensando que si vuelve lo primero que va a querer es dormir profundamente. Unos cuantos meses bastaron para que ellos quedaran en el olvido y yo solo podía seguir recordando los momentos que pasé con ellos. No podía dormir y eran las tres de la mañana, tomó una chaqueta y mi celular y decido emprender mi viaje hacia el bosque.
Las ramas crujen, el sonido de los búhos y la luz de la luna son mi compañía ¿qué espero encontrar? Obviamente no van a estar en esa montaña diciendo ¡hey gracias por encontrarnos! Pero sigo mi camino aunque mis esperanzas son nulas.
— ¡Flegt!, ¡Aster! — comienzo a gritar cuando me encuentro en la punta de la montaña — ¿Dónde están?
Mi voz se rompe en mil pedazos y comienzo a llorar desolada en aquel lugar, murmurando maldiciones hacia los dos tontos que se les dio por desaparecer en el bosque.
— No llores por favor.
Levanto la vista y doy un pequeño salto tomando la linterna para alumbrar aquella figura extraña que me había hablado, era un castaño, su altura era lo que más destacaba además de sus ojos grises, resultaba atemorizante.
— ¿Quién eres y qué haces aquí? — mis manos tiemblan y luz de la linterna también, intentaba verme segura pero no podía el media casi el doble que yo y había aparecido en medio de la nada
no puede ser nada bueno y lo último que necesita mi padre es otro hijo desaparecido en el bosque
— Por favor no te asustes, me llamo Zorel y en este momento yo temo más de ti que tú de mi — su voz es tranquilizadora al igual que su sonrisa, era demasiado bueno para ser verdad
— Bueno Zorel, te agradecería que me dejaras sola.
— ¿Tú qué haces aquí? No es normal que alguien lloré en una montaña en la madrugada.
— Estaba buscando a mi hermano.
— ¿Y quien es tu hermano?
— Flegt Everard — al castaño se le iluminan los ojos y su expresión se vuelve indescifrable
— No me queda mucho tiempo ¿podemos vernos al final del mes cuando este la luna llena, por favor?
— ¿Bromeas? No te conozco, puedes ser un asesino o algún psicópata.
El da un paso más cerca de mi y yo doy uno para atrás pero no me percató de que es el final de la montaña pero Zorel me salva de caer, tomándome de la cintura y regresandome a la punta
— Te lo pido, si fuera a matarte ya lo hubiera hecho...
No puedo responder porque la luz de mi linterna se apaga y cuando se vuelve a encender no había rastro del castaño, no esperó un segundo más y salgo corriendo nuevamente rogando para que el extraño no esté escondido entre los árboles esperando a secuestrarme y matarme.
El extraño castaño llamado Zorel. Probable asesino en serie.
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