19
Sin ella
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— Por favor no puedes morir, eres mi única amiga.
Zorel hace presión sobre la herida y comienza a sacar el vidrio, pero no era lo que me dolía; dolía más el hecho de quien lo había ocasionado, no era Flegt quien intento matarme por segunda vez, pero él iba a recordarlo de esa manera y no creo que su frágil corazón pueda con ese recuerdo.
— Llevábame con Orion, él sabrá que hacer — digo mientras un poco de sangre sale de mi boca
No me fascinaba la idea de pedirle ayuda, pero era el único brujo que conocía y el único que me podía salvar en estos momentos.
Las vendas impedían que siguiera sangrando dándome tiempo para llegar a la casa de Orion.
— Necesitamos tu ayuda.
Deja caer al suelo la dona que esta comiendo al vernos parados en la puerta.
— Rápido, vamos — dice abrumado por la escena — ¿Qué sucedió?
— Se resbaló y cayó sobre un vidrio — responde Zorel
— ¿Fue él, verdad?
Zorel con algo de pena asiente levemente, observo como Orión toma distintos libros para preparar una especie de bebida que huele a lavanda y oliva.
— Bebe esto lentamente, sanará tus heridas de inmediato, al menos las físicas.
Me ayuda a levantarme para tomar la bebida que con rapidez comienza a hacer efecto haciendo que Zorel al fin pudiera volver a respirar.
— ¿Tienes algo para este pobre duende que esta al borde de un colapso nervioso? — pregunto con diversión al lograr levantarme
— Hay pastel de chocolate en la cocina.
Este no dice más y Zorel se dirije a la cocina, Orión limpia los restos de sangre que hay en mi abdomen e inspecciona la herida.
— Gracias por la ayuda, pero debería irme antes de que magnolia se de cuenta que estamos aquí.
— Aster, no vivo con mi madre y si fuera así no dejaría que te mande a la calle en este estado.
— No iría a la calle, regresaría a casa — su rostro cambia drásticamente y no logro descifrar a que se debe
— Deberías quedarte aquí, al menos algunos días.
— No puedo quedarme aquí, es muy lindo de tu parte pero tengo que regresar.
— Si regresas ahí lo más probable es que termines muerta, solo quédate unos días — baja la mirada — Conozco a los cazadores, por favor...
— Conoces a los cazadores, pero no a Flegt — me pongo de pie — Gracias por la ayuda Orion.
Me levanto y voy por Zorel a la cocina, efectivamente había terminado de comer todo rastro de pastel que hubiera en esta casa.
— Vamos, en casa te preparo más pastel.
— Sería mejor idea que yo lo preparé, tú tienes que descansar.
Me hace una señal para que suba a su espalda, pero me niego y comenzamos a caminar a la salida en donde Orion nos espera.
— No conozco a Flegt, tienes razón, pero tú y yo sabemos él que no es Flegt.
— Deberías de quedarte — Zorel me observa un momento — Si por alguna razón no logras sanar y mueres serán dos personas a las que perderemos a ti y a Flegt.
— Cuídalo por mi por favor — lo abrazo he intento que las lagrimas no salgan
— Te lo prometo y tú cuida a mi hermana, te estaré vigilando — le advierte a Orion.
— No sabia que eran hermanos — dice confundido
— Ni yo lo sabía, pero ya escuchaste mi hermano no dudará en hacerte daño si algo me sucede.
— Prometo que nada pasará — levanta la mano
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— Te queda bien — Orion saca las galletas del horno
— No suelo usar...
— ¿Colores?
— Iba a decir cosas llamativas, pero también aplica lo que dijiste — sonrio y tomo una galleta.
Una semana había pasado y no había sido tan malo en realidad creo que recuperé un par de kilos gracias a las espectaculares comidas que prepara Orion.
Nunca creí que dos personas fueran tan distintas, pero él y su madre eran la prueba, me había cuidado todo este tiempo y no me dejaba sola, no me dejaban ir a casa para no evitar que algo más pasara, lo extrañaba desde su risa hasta sus malos chistes incluso los viernes de pizza en donde decimos que nos gusta aunque este quemada.
— ¿Podemos ir hoy?
— Aster... sabes que...
— Por favor — lo observo con súplica
— Esta bien, pero yo te acompañaré.
La alegría me invade y salto a sus brazos haciendo que él me sostenga evitando que mis pies toquen el suelo, pasa un mechón de cabello detrás de mi oreja y esboza una gran sonrisa que hace notar su perfecta dentadura.
— ¿Alguna vez te dije lo hermosa qué eres?
— Eh... eh... — digo en un tartamudeo — Orion yo... — hace una mueca y me deja en el suelo
— Tenemos que irnos.
Caminamos en silencio hacia la casa, pero al entrar el silencio se termina debido a los gritos de Farah hacia Agatha.
— ¡No puedes entrar, puede hacerte daño!
— ¡Es mi hermano, me cuidó toda la vida no lo voy a dejar cuando me necesita!
— Yo también quiero verlo — me acerco a ellas — Quiero saber quién eres — cruzo los brazos y fijo mi vista en Agatha
— Voy a explicarles todo pero...
¡Farah! — grita al ver que esta sale corriendo hacia la biblioteca.
— Yo voy por ella solo voy a buscar mi casco, mi cabeza no soportara más golpes — dice Zorel quien está bajando de las escaleras
— Les voy a explicar todo, esperen en la sala — dice Agatha antes de salir corriendo de la habitación
— Tu familia es demasiado complicada, me gusta — Orion coloca su brazo sobre mi cabeza y caminamos a la sala — ¿Lo quieres?
— ¿A quién?
— A robert pattinson — dice con sarcasmo — Hablo de Flegt.
Tomo las manos de Orion y lo observo a los ojos, tenía que admitir él es alguien atractivo con las facciones de su rostro marcadas y su cabello negro que resalta en lo blanco de su piel al igual que sus ojos azules.
— Sí, lo quiero, tal vez lo he querido desde que tengo diecisiete años o tal vez solo le tengo cariño por lo que hemos pasado juntos, pero no puedo dejarlo solo ahora no.
— Te esperaré hasta que lo sepas, tenemos tiempo.
Recuesto mi cabeza en su hombro y el pasa sus dedos por mi cabello.
— ¡Agatha!, ¡Aster! — escucho los gritos de Flegt venir hacia la sala
— ¿Qué sucede?
— Flegt... — no podía creer que estaba aquí, que era él, intenté ir hacia el para poder abrazarlo pero Orion me toma del brazo evitando que pueda ir
Mi corazón late con fuerza al verlo parado en medio del lugar, solo pensar en todo lo que ha pasado me quita la respiración.
— ¿Quién te crees para alejarla de
mí? — dice entre dientes, Flegt se acerca a él mientras pone en un puño su mano.
— Al parecer yo soy el único que se preocupa por su bienestar — Orion se acerca a él retandolo
— Vuelve a repetirlo y me aseguraré de que no puedas hablar nunca más.
— No creo que haya sido tu mejor idea amenazarme de esa manera.
— ¿Acaso no me puedo ir ni cinco minutos por qué ya comienzas a pelear? — todos vemos hacia aquella dulce voz
— Pero... Agatha...
— ¿Gi? — digo tartamudeando
— ¿Tú... no estabas...? — Orion me intenta alejar como si pudieran hacerme daño
— Les voy a explicar todo, se los prometo...
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