Los pedazos de Flegt
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En estas últimas horas o días aún no soy consciente de cuento tiempo ha pasado pero si que ha sido un sube y baja en los que por cortos y escasos lapsos de tiempo logro recuperar la conciencia, la ultima vez que sucedió me encontraba atado a la cama y ahora al pasamanos de las escaleras.

Mi manos dolían al igual que todo mi cuerpo, sentía como que todo quemaba además del roce de las cuerdas con mis muñecas, no los culpaba por amarrarme era eso o que les hiciera daño y no podía soportar hacer eso ya he hecho suficiente.

— ¿Pueden soltarme ya? Tengo
hambre — digo en un murmuro

Tal vez llevo más de dos días sin comer bien.

— Acabas de apuñalar a Aster con vidrio no planeo soltarte hasta que sepa que eres tú — reniega Agatha con severidad

— ¿Cuándo es cinco más nueve? — pregunta Zorel

— Zorel se convierto en cazador no en un bebé — reniega Agatha y rueda los ojos

— ¡Responde! — Zorel eleva la voz haciendo que de un salto

— Da catorce — ruedo los ojos ojos, él se queda un momento contando con los dedos y me desata.

Mis manos duelen y están rojas, casi por sangrar debido al roce de las cuerdas, nunca había pasado tanto tiempo de esta manera y no era nada placentero.

Agatha estaba preocupada dando vueltas por todo el lugar mientras cocinaba como para veinte personas cuando solo eramos tres, no había rastro de Farah ni de Aster a quien quería ver a toda costa, pero estaba estrictamente prohibido.

Podía volver a lastimarla sin que me diera cuanta aunque mi único propósito era cuidarla no lo lograba, Agatha tiene los nervios de punta y tenía miedo que colapsara en cualquier momento.

Sentía como poco a poco solo quedaban pedazos de quien fui una vez, mi estado era desgastante sentía como algo desgarraba mi interior cada vez que salía otra faceta.

Mis ojos ya no cambiaban de color se quedaron de un tono dorado y eso me asustaba más junto al tormento de no saber que sucede con exactitud a mi alrededor.

— Lo lamento, no hay otra forma — se notaba la tristeza en el rostro de Agatha quien me estaba encerrando en la biblioteca.

Solo podrás hacerle daño a viejos libros.

— No importa, lo entiendo...

— De todas las personas en el mundo tu eres la única que no merecía este sufrimiento.

Se encargan de trasladar una cama junto a unas mantas a la biblioteca la cual sería mi nuevo hogar durante este tiempo.

Mi cabeza no deja de dar vueltas pensando en Aster, no sabía nada al respecto de su estado desconocía si estaba viva o al borde de la muerte.

Mi interior comienza a quemar como si mi propio cuerpo quisiera matarme, el desgarrador dolor me hace caer al suelo y ahí es donde sale, yo era solo un espectador de lo que sucedía cuando mi lado de cazador tomaba el control, por más que intentara detenerme no podía, siempre terminaba de la misma manera.

Sólo, con los nudillos llenos de sangre tirado en algún lugar del suelo mientras el frío inunda mi cuerpo haciendo que llegue hasta mis huesos.

Por más conjuros, posiones y cosas extrañas que me daba Agatha nada funcionaba.

No dejes que esto nos acabe, no dejes que gane y que nutra cada vez mi dolor dejando solo la memoria de quien era aquella pequeña castaña.

Era lo único que podía pensar, en alguna manera en que Aster pudiera escuchar mis pensamientos y saber que en realidad no quería hacerle daño, mis manos estaban manchadas de sangre, de su sangre.

Los días pasaban o tal vez solo eran unas cuantas horas que pasaban como días llenos de sufrimiento y dolor.

— Te traje pizza, es la receta de papá.

Observo detenidamente a Farah entrar a la habitación, sus ojos están rojos era notorio que no había dejado de llorar en todo este tiempo, se acerca con cuidado y delicadeza hasta la mesa en donde estoy sentado.

— ¿Cómo están las cosas afuera?

— Todo esta de cabeza y no logro entender por completo lo que sucede, ella esta bien — me toma de la mano

Al sentirla cerca era como si todo el dolor se desvaneciera, era mi hermana pequeña aquella persona de la que me encargué de proteger toda mi vida hoy ella había logrado protegerme a mi de en lo que me estaba convirtiendo.

No digo ni una sola palabra y la abrazo haciendo que ella suelte en llanto murmurando cosas que no puedo llegar a comprender.

— Te busque por meses, en todo lugar posible no dejaré que te vayas, necesito
a mi hermano.

— Qquí estoy Farah, estoy aquí al fin.

Zorel entra a la habitación con un casco de fútbol americano en busca de Farah

— Pero que...

Lanza el casco de lado y se acerca sin temor de observa detenidamente unos instantes y esboza una gran sonrisa.

— Tus ojos volvieron a la normalidad — se toma del cabello y grita con euforia
— ¡Volviste!

— ¿Significa qué puedo salir?

Él asiente y salimos de la biblioteca, me sentía libre, en paz ya nada dolía todo se había detenido incluso el ardiente y persistente dolor el cual creí que me acompañaría hasta la muerte.

— ¡Agatha!, ¡Aster! — salgo gritando

Observo de espaldas a la castaña que porta un vestido rojo, pero para mí sorpresa estaba sostenida de Orion.

— ¿Qué sucede? — pregunto confundido

— Flegt... — dice Aster con emoción intento acercarse a mi, pero Orion se lo impide

— ¿Quién te crees para alejarla de mi?
Me acerco a él listo para soltar el primer golpe.

— Al parecer yo soy el único que se preocupa por su bienestar.

— Vuelve a repetirlo y me asegurare de que no puedas hablar nunca más.

— No creo que haya sido tu mejor idea amenazarme de esa manera.

Ambos estábamos frente a frente retando a ver quién era capaz de comenzar la pelea

Parece como que se van a besar.

Alguna veces mis pensamientos no ayudaban en momentos de tensión.

— Acaso no me puedo ir ni cinco minutos por qué ya comienzas a pelear?

— Que... pero... Agatha...