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4._Sexual

Mary no pidió ni quería ser la portavoz de sus compañeros. De hecho los detestaba a todos desde que le asignaron aquella tarea y quería verlos con un tubo de concreto metido en el orificio cloacal de preferencia. Sin embargo, no se negaba a ir con Bills para plantearle alguna problemática de la oficina. Lo hacía porque también ella era afectada y nadie más iría a debatirse con el tiránico jefe de cartera, quien por cierto parecía haberse propuesto fastidiarla. Hacia semanas que Bills le hacia pequeñas y molestas jugarretas cuando pasaba junto a ella o la llamaba para darle el informe del día. Así, esa mañana de jueves previo a un viernes festivo, Mary cual gladiador del coliseo romano partió hacia el cubículo de cristal, donde la aguardaba el diabólico léon que la veía como si quisiera tragarla viva.

Bills que ya se había familiarizado con el papel que desempeñaba la muchacha, la siguió con la mirada desde que ella dejó su puesto hasta que llegó a su puerta. La vio y la oyó tocar para anunciar su presencia, pero en lugar de decirle que pasará tomó unos documentos y fingió los estaba leyendo. Por supuesto que ser así de evidente en su intento por ignorarla solo era parte de sus odiosas jugarretas para molestar a esa mujer. Le había tomado una mania extraña. Y no perdía oportunidad de mortificarla, con todo el descaro del que disponía.

-Señor Bills- lo llamó Mary con voz serena y un semblante ecuánime. Él no contestó y tras una breve espera por una respuesta la muchacha ingreso -Señor...

-Hmm ¿Se puede saber por qué siempre entras a mi oficina sin permiso?- le cuestionó él, con una tonalidad un tanto indiferente.

-Porque de esperar a que me otorgue su autorización me quedaría parada en su puerta el día entero- le contestó Mary con la misma actitud del principio.

-Tú no respetas nada. No tienes vergüenza- le dijo Bills apartando, por un instante, los ojos de los papeles que sostenía.

-No señor, no la tengo- afirmó Mary- Mis compañeros y yo queríamos saber si nuestro departamento cumplirá o no el horario completo. Mañana es festivo y los demás sectores se retirarán a las dos de la tarde el día de hoy.

-¿Y?- fue la cansina exclamación que salió de la boca de Bills, que descansaba su rostro en su mano mientras fingía revisar ese papel irrelevante.

- Solo queremos saber si podemos retirarnos temprano- le contestó la muchacha medio encogiéndose de hombros.

-¿Queremos?- repitió Bills y la miró con el rabillo del ojo- Te recuerdo que tú tienes que quedarte a terminar el informe. Saldrás a la misma hora...

-Si, pero...- decía Mary, mas se interrumpió debido a que Whiss llegó al lugar con un portafolio en la mano y una bolsa de papel en la otra.

Él la saludó y ella contestó distrayendose por un momento.

-¿Qué?- inquirió Bills no dando atención a su recién llegado asistente- ¿Acaso tienes algo interesante que hacer al salir del trabajo?

-Mis asuntos personales no son de su incumbencia, señor.

-Por supuesto que no- afirmó Bills despectivamente- Solo que me he estado preguntando si acaso alguien como tú podría tener un novio. Aunque la verdad dudo que haya un hombre capaz de soportar a una mujer con un carácter tan frío y agrio como el tuyo...

Mary apago su mirada y con una voz digna de una ventisca dijo:

-Que coincidencia, yo pienso lo mismo de usted- hizo una pausa para esbozar una sonrisa sarcástica- Sí encuentra a una mujer capaz de soportarlo me encantaría conocerla. Una persona así es digna de admirar...o de un hospital psiquiátrico.

-Golpe limpio. Dos puntos- murmuró Whiss que se había parado al costado de su jefe.

-¡Loco hay que estar para salir con una mujer insípida y frigida como tú!

-Golpe bajo- murmuró el asistente cubriéndose la boca con la palma de su mano.

-Y para que lo sepas yo he salido con muchas mujeres y todas estuvieron muy felices de estar con alguien como yo- agregó el jefe de cartera orgulloso de lo que dijo.

-Las primeras dos semanas siempre son las más felices- señaló Mary- Que esté soltero a los...¿Cuántos años tiene?

-Cincuenta y tres- contestó Whiss entre una fingida tos.

-¡Tú cállate!- le gritó Bills al albino que hacía lo posible por no echarse a reir.

-¿Podemos irnos a las dos la tarde o no?- le consulto la muchacha para terminar con la situación.

-¡Pueden largarse a la una si quieren, pero tú te quedas a terminar el informe!- vocifero Bills poniéndose de pie y azotando la palma de su mano izquierda contra el escritorio.

-No se exalte- le pidió Mary en un tono gentil- No es bueno para la salud...a su edad.

Bills la líquido con la mirada, pero guardo silencio. Verbalmente ella tenía una ventaja: la respuesta rápida. Él tenía superioridad en otra cosa que aun no empleaba. Callado la siguió con sus doradas pupilas hasta que ella se sentó en su puesto de trabajo, hasta donde llegaron varios de sus compañeros en busca de la respuesta a la pregunta que le habían encargado.

-Últimamente está riñendo mucho con esa muchacha, señor Bills- comentó Whiss con un tono insinuoso.

-Es culpa de ella. Cree que lo sabe todo. Es engreída, pretenciosa, cínica e insípida- declaró Bills sin quitar los ojos de la mujer.

-¿Sí? Parece que está muy pendiente de la señorita Mary.

Bills chasqueó

-Yo no perdería mi valioso tiempo observando a esa mujer tan poco atractiva- manifestó con liviandad- Es toda paliducha, sin gracia. Podría usar un poco de maquillaje para darle algo de color a su cara ¿Acaso no sabe que a los hombres le gusta ver a las mujeres arregladas? Apuesto que hace parte de los movimientos feministas... Mujer molesta y...

Whiss arqueo una ceja mientras su jefe seguía quejándose de Mary. Al fin no pudo evitar soltar una pequeña risa, que terminó con aquellos comentarios.

-Es bueno saber que no está pendiente de ella- le dijo con un tono burlón y luego cambio de tema.

Por supuesto Whiss había notado lo mucho que Bills vigilaba a esa mujer. Al principio pensó que tenía que ver con lo sucedido en la cafetería. Evento que Bills recintio unos días, pero en las últimas semana parecía que el interés de su jefe por ella se había pintado de algo diferente. No era raro que lo encontrará mirándola de una forma insistente, pero discreta. O que sin razón buscará algún pequeño lío con ella. Nada grave. Solo cosas molestas. A ratos parecía un niño que intenta llamar la atención haciendo travesuras.

Whiss tenía razón. Al comienzo Bills observaba a Mary buscando un punto flaco donde poder golpear. Quería darle una poderosa lección, sin embargo, mientras la veía notó cosas un tanto...peculiares. La primera era que parecía buscar apartarse de las personas. Salvó por su amiga Rox, Bills no la veía hablar, de manera prolongada, con nadie más. Cuando esa otra mujer no estaba, Mary no iba a comer y salía a la terraza. La segunda cosa que notó es que a su alrededor, cuando se veía forzada a socializar, las personas se volvían más tranquilas. Menos menos imprudentes como si el aura de Mary los llevase a un estado de concentración y sociego. Al mismo tiempo la gente se hacía más natural a su lado. Pese a que no hablaba mucho tenía un trato afable y educado con la gente, aunque mantenía la distancia. A ratos parecía un tanto melancolíca o estar soñando despierta. Tenía una expresión dormilona. Y una sonrisa escasa. Pero cuando estaba con su amiga era juguetona y melosa. Un brillo travieso se asomaba en sus ojos estando en confianza y se extinguía ante cualquier intruso. Era un poco misteriosa. A veces daba la impresión de que estaba tramando algo y estaba, siempre, muy pendiente de lo que pasaba a su alrededor, aunque pasaba de prácticamente todo. Incluso de él. La única razón por la que Mary lo tenía en la retina era porque Bills la estuvo fastidiando desde el principio.

Los ejecutivos se retiraron a la una de la tarde, pero Mary se quedó en su cubículo esperando que Bills le llevará el informe. Tenía puesto un abrigo de lana verde, una gorra y unos mitones. Frotaba sus manos. Hacia frío. Su aliento era visible. Como la mayoría de los empleados se había retirado, habían apagado la calefacción. Para no perder calor, Mary comenzó a caminar por entre los escritorios. Bills todavía no dejaba su cubículo. Podía verlo ahí guardando unos papeles en su portafolio. Cuando él, de casualidad, la miró ella sostuvo la mirada recibiendo un ademán de la mano del sujeto. Le señaló que se fuera y eso le saco una amplia sonrisa. A veces no tenía que quedarse, lo que la hacía muy feliz. Contenta salió deprisa al pasillo recibiendo un café caliente sobre su abrigo, después de estrellarse contra Herez. No la vio hasta que golpeó su cuerpo con el de ella, que no lució muy feliz de haber perdido su bebida y menos de haberse salpicado los zapatos, sin embargo, no fue hostil con Mary que soltó una laconica, pero honesta disculpa.

-Te has ensuciado el abrigo- señaló la mujer de ojos de gato, deslizando su dedo por entre los grandes botones de la prenda de Mary.

-No es nada. No importa- le dijo la muchacha e intento seguir su camino.

-¿No es nada dices? A fuera hay menos dos grados. Si sales así te vas a enfermar- agregó Herez jugando con uno de los botones- Quitatelo. Te daré el mío. Yo tengo otro en la oficina- le dijo viéndola a los ojos.

-No hace falta- balbuceo Mary dando un paso atrás- Así estoy bien. Gracias de todos modos.

-No seas tímida linda. Además es grosero rechazar la ayuda que otros te ofrecen- le señalo Herez que estaba desabotondole el abrigo con tal destreza que Mary solo lo notó cuando bajo la mirada. A esas alturas no presto resistencia.

Herez era unos centímetros más alta que Mary, pero con esos tacones aguja que llevaba quedaba media cabeza más arriba y la muchacha no pudo evitar buscar sus ojos mientras ella deslizaba el abrigo, con delicadeza, hacia su espalda ocasionando que cayera despacio por sus brazos cubiertos por la blusa blanca que llevaba como parte del reglamento. Herez sostuvo la prenda poco antes de que terminará en el suelo. Le dió el abrigo a Mary para poder quitarse el suyo. Lo hizo de una forma que incómodo un poco a la muchacha. Herez estaba muy cerca. El calor que desprendia el cuerpo de la mujer acaricio el suyo cuando ella abrió su abrigo para quitárselo. También se desprendió un perfume de notas gruesas y delicadas que se quedó en el olfato de Mary por varios minutos. Con cierto atrevimiento, Herez la hizo ponerse aquella prenda forrada en piel sintética. Estaba tibio.

-Te queda un poco apretado- le comentó la mujer con una sonrisa ladina y apretó, sin cuidado, el cinturón que acompañaba al abrigo- Pero te luce bien.

-Gracias- fue lo único que dijo Mary y se encogió de hombros buscando donde mirar para escapar de esos ojos. Así fue que se encontró con Bills que las estaba viendo con una expresión de extrañeza- Que este bien...

-Herez. Solo Herez, linda.

-Que este bien, Herez- le dijo Mary y se alejó por el corredor hacia la salida.

Bills paso junto a la mujer y siguió a la muchacha. Él llevaba su abrigo sobre los hombros, se abría a cada paso que daba debido a que aceleró el ritmo para alcanzar a Mary y decirle, mientras pasaba por su lado:

-Tenías que ser lesbiana.

-Yo no soy lesbiana- le dijo Mary y él la miró de reojo- Soy bisexual- añadió y le enseño la lengua antes de echarse a correr agitando la mano. Saludaba a alguien.

Bills quedo más desconcertado que antes. Permaneció de pie en la entrada viendo a esa mujer subir en la motocicleta de uno de los guardias del lugar. Pero a él qué le importaba si ella era bisexual, trisexual, multisexual o lo que fuera. Ella no le gustaba nada. Ni un poco si quiera.

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