3._Heroina
-¿Yo le debo un café?- exclamó Mary sin entender y borrando la sonrisa de Bills- ¡Ah!- exclamó después, cuando recordó aquel asunto.
Bills se quedó viendo como ella metía las manos a su bolso para sacar unos billetes y un par de monedas que le ofreció con un ánimo muy agradable.
-Un latte grande del café de la esquina. Son dos con cincuenta. Aquí tiene-le dijo Mary haciendo que su jefe bajara la mirada al dinero que le estaba ofreciendo- Tómelo por favor. Se me hace tarde.
Bills tomó los billetes como quien arranca maleza del suelo, después la siguió con la mirada mientras ella pasaba por su lado dando aquel encuentro por terminado.
-Oye- la llamó y ella se giró a él con un rostro serio- Necesito que te quedes a terminar este informe.
Mary se giro por completo a él y tomó la carpeta para revisar el trabajo. Torció la boca al ver el contenido y con un gesto despectivo regreso el documento a Bills, pero este no lo recibió.
-Este es su trabajo- le dijo.
-Yo soy el jefe y puedo delegar este tipo de tareas a los ejecutivos- le respondió Bills- Revísalo. Está en el contrato.
-Puede delegar este tipo de tareas durante el horario de trabajo y ese ha terminado- refutó Mary.
-Puedes hacer horas extras- le contestó Bills en un tono algo más duro.
-Las horas extra son optativas a menos que se trate de una jornada extraordinaria- le señaló Mary y como Bills no recibía la carpeta, la arrojó al escritorio.
-No si tu jefe te asigna una tarea que no terminaste dentro de tu horario laboral.
-Sí, pero...
-¡Ya deja de protestar!- exclamó Bills cuya paciencia había llegado a su límite- Si te digo que te quedas a terminar este informe, te quedas a hacerlo. Tú estás en periodo de prueba ¿Sabes lo que eso significa? Que yo puedo terminar tu contrato en cualquier momento, sin aviso y sin tener que dar una justificación.
Mary se limpió las gotas de saliva de su jefe que le cayeron en el rostro sin decir una sola palabra, pero con una expresión de piedra.
-En este impasse tienes que tener mucho cuidado- continúo Bills con una voz de advertencia- La extensión de tu contrato depende de lo que yo decida. Hazme feliz- agregó con una sonrisa burlona y tomó la carpeta de la mesa para dársela a Mary otra vez.
La muchacha vaciló un instante. Pudo responder, pero prefirió no hacerlo. Conseguir un trabajo bien pagado era difícil y no estaba en condiciones de perder ese. Hace una semana no le hubiera importado. Simplemente hubiera salido a buscar otro trabajo o dos, pero las cosas habían cambiado. Sin decir una palabra aceptó la carpeta y volvió a su escritorio.
-Cuando termines la llevas...
-Sé dónde es- lo interrumpió Mary con una voz fría y cortante- Tirano- murmuró con disgusto. Él la escuchó, pero no respondió.
Bills solo esbozo una sonrisa socarrona y se marchó. No había escogido a Mary por lo del café. Fue porque en las dos ocasiones que ella hizo el informe, Herez no fue a molestarlo con alguna queja. Ella hacía un buen trabajo. Y por supuesto quería una revancha después de ese primer encuentro con aquella mujer. No había olvidado la insolente actitud de Mary hacia él.
Mary no lo iba a decir en voz alta, pero hacer ese informe le era más agradable que tener que estar haciendo llamada a los deudores. Acabó con aquella tarea en una hora y media. Era sencillo. El agotamiento que experimentaba tenía más que ver con los líos fuera del trabajo. Se colgó el bolso sobre el hombro, doblo su abrigo para ponerlo bajo al brazo y se dirigió a la oficina dónde debía dejar el informe. Allí había una secretaria de cabello corto, cano y con un par de gafas redondas que le daban el aspecto de una lechuza despierta fuera de horario.
-Buenas noches- le dijo Mary y le dió dos carpetas.
-Buenas noches-respondió la mujer y se olvidó de la muchacha cerrando la cortina metálica de manera brusca.
Después de soltar un suspiro, Mary se dirigió a la salida. Todo lo que quería era llegar a su casa y dormir un rato. Eran las ocho de la noche y estaba oscuro. La ciudad todavía tenía bastante movimiento. Por la calle pasaban varios vehículos, pero ahí no se detendría ningún taxi o autobús. Mary debía caminar unas tres cuadras hasta el metro. De no haber hecho tanto frío, se hubiera quitado los zapatos. Odiaba tener que usar tacos. Aunque fueran unos de tres centímetros como los que llevaba. Mientras se ponía el abrigo vio salir del estacionamiento a un tipo grande en una motocicleta digna de su envergadura. Mary no sabía cómo se llamaba, pero si que trabajaba como guardia de seguridad allí. Él se detuvo en la entrada, en uno de los estacionamientos designados que estaba vacío. A Mary le dió la impresión de que tenía un desperfecto en su vehículo y cuando lo vio hincarse a un costado estuvo segura de eso y se acercó. Ella sabía un poco de motocicletas. Tuvo dos.
-Hola- le dijo al sujeto apoyando una rodilla en el suelo junto a él.
Una hora después ambos dejaron aquel lugar en la motocicleta.
A la mañana siguiente Mary volvió al trabajo y saludo al guardia de la puerta diciendo:
-Hola Broly.
Él respondió con una sonrisa pequeña. No tenía permitido levantar la mano como ella lo hizo.
Cuando la muchacha entraba en la oficina, se encontró con Bills apoyado en la fotocopiadora hablando con su asistente. Estaban justo en el estrecho pasillo que la conducía a su cubículo por lo que sí o sí debía pasar por ahí.
-Permiso- exclamó cuando llegó con ellos.
Ambos se hicieron un poco al costado como si hubieran dos puertas corredizas. Whiss salvaguardo su café levantando un poco el brazo. Bills la siguió con la mirada de triunfo de la tarde pasada.
-Antes que todo tienes que saludar, Marta- le dijo Bills cuando ella pasó por su costado.
Mary lo miró por encima de su hombro con una mirada gélida.
-Buen día, señor Bills ¿Cómo se encuentra hoy? Ansioso de cumplir sus deberes, imagino. Lamento la interrupción. No le quitó más de su valioso tiempo- le dijo la muchacha, pero con una tonalidad que no era la de la burla sino la de una amabilidad tan honesta que desconcertó a Bills. Es que incluso le regaló una dulce sonrisa.
-Que chica tan amorosa- comentó Whiss que tampoco pareció estarse burlando, pese a lo que su rostro decía.
-¿Amorosa? Cínica es lo que es- le señaló Bills con disgusto.
-Hmm si usted lo dice- murmuró el asistente un tanto intrigado con la declaración de su jefe.
El día continúo sin contratiempos. A la hora del almuerzo Mary se encontró con su amiga Rox para almorzar. Bills también estaba ahí, pero su atención estaba puesta en otra cosa. Eso hasta que Herez llegó al lugar. Lo que era raro, pues ella no solía comer ahí. Por un momento Bills temió que fuera a molestarlo, pero en lugar de eso la mujer paso de él y fijo su atención en alguien más. Siguiendo la trayectoria en que miraba la mujer, los ojos de Bills fueron a parar a la mesa en que Mary estaba con su amiga. Ignoraba de que podían estar hablando, pero la muchacha se veía bastante entusiasmada con lo que fuera que estuvieran comentando. Sonreía, reía con mucho ánimo, pero cuando notó que él la estaba mirando su expresión cambio inmediatamente. No puso una cara hostil ni nada, solo se puso muy seria y se cambió de ubicación en la mesa para darle la espalda a su jefe y olvidarse de él.
-¿Qué sucede?- le preguntó Rox después de que Mary se sentara del otro lado.
-Nada- contestó la mujer y retomó la charla, pero un poco después su amiga le señaló que Herez llevaba un rato viendo hacia su mesa.
-Pero no mires- le dijo la chica casi entredientes.
Mary se giro justo para recibir un guiño de la apolínea mujer. Ella sonrió por gentileza y luego miró a su amiga que la estaba viendo raro.
-¿Qué?
-Estas loca- le dijo Rox.
-¿En serio crees que ella puede llegarse a interesarse en mi?- le preguntó Mary - Desde luego que no. Como tú me lo dijiste antes, le gusta tener a todos pendientes de ella. Y que entre sus admiradores haya una mujer le complace. No es tan fácil que una de nosotras voltee a ver a otra.
-¿Pero te gusta o la admiras?- le pregunto Rox ignorando lo que dijo Mary.
-Lo que me provoca se parece a lo que me causa un buen vino- respondió la pelirroja dejando a Rox igual de intrigada.
-Odio cuando hablas en acertijo- se quejó la muchacha.
-Odio que tomes comida de mi plato- replicó Mary apartando su bandeja de manos de la muchacha- ¿Por qué no pediste tu porción de papas fritas?
-Porque estoy a dieta. Estoy demasiado gorda- le dijo Rox con cara de cachorrito regañado.
Mary miró su plato casi sin papas fritas, pero en lugar de señalarle a su amiga que comerse la comida de otra persona no reducía calorías, le acercó el plato para que terminara de saborear las papas fritas.
-Subi mucho de peso después de tener mi segundo hijo- comentó Rox. Ella era diez años mayor que Mary y estaba casada.
Siguieron hablando de cosas irrelevantes hasta que Mary tomó las bandejas para dejarlas en el mostrador y retirarse. Allí notó que quedaba un postre y como por dar la mitad de su comida a Rox la dejó con hambre, Mary decidió comprarlo. El único problema con aquella simple acción fue que Bills se había acercado al mostrador con la misma intención. Él había pedido otro postre, pero al ver a su asistente disfrutar del tiramisú quiso probarlo también.
-Lo siento- le dijo la mujer detrás del mostrador- Pero vendí el último a la señorita.
Mary sintió la molesta mirada de Bills antes de que él la llamara para ofrecerle comprarle el postre. Ella todavía no lo probaba.
-Ya dame ese tiramisú, mujer- le dijo poniendo el dinero sobre el mesón.
-Claro, pero quiero uno de diez por el- le respondió Mary.
-¡¿Qué?! ¡Me estás cobrando el triple de su valor!
-¿Ve otro tiramisú aquí? No. Este es el único. Diez o nada- sostuvo Mary que no podía disimular el gusto que se estaba dando.
-¡Eso es usura!-exclamo Bills dando un par de pasos hacia ella que no se movió de su pocisión.
-Usura es cobrar intereses por encima de lo legal en un préstamo- lo corrigió Mary- Esto es oferta y demanda.
-Guardate tus infulas de economista amateur y cobra un precio justo, abusadora.
-¿Le parece que estoy abusando de mi privilegiada posición?- le cuestinó Mary.
Bills entendió el comentario. Se tranquilizó y busco su cartera para poner un billete de diez sobre el mostrador.
-Ahi tienes.
-Lo siento no está a la venta- le señaló Mary.
-¡¿Qué?! ¡No te burles de mí y dame ese postre!- le gritó intentando tomarlo de la mano de la muchacha.
Para evitar que Mary retrocediera, Bills la tomó por el brazo izquierdo y estiró su mano derecha hacia el postre. Eso ocasiono que Mary perdiera el balance, pues él la tiró hacia atrás y de costado mientras intentaba alcanzar el tiramisú. La mujer pudo terminar de cara contra el piso de no tener buenos reflejos. Soltó el postre y se sujeto de Bills, mas eso no evitó que cayera. Solo que uso a su jefe como amortiguador, aunque azotó su frente contra la boca de él.
Todo el lugar quedó en silencio después de eso. Muchos habían estado observando el conflicto con curiosidad y esperando el momento en que la paciencia de Bills simplemente acabara. Nadie se espero eso. El único que se atrevió a acercarse fue Whiss y lo hizo en el preciso momento en que su jefe se quitó a Mary de encima sin un mínimo de cuidado. La empujó con fuerza hacia un costado dejándola tirada en el piso, mientras él se ponía de pie cubriéndose la boca con la mano. Cuando apartó los dedos descubrió tenía un poco de sangre en ellos y miró de reojo a la mujer a su espalda, ella tenía un hilo rojo escurriendo por su frente. Los ojos de Bills lucian terribles y los apartó de Mary con un desdén oscuro. No dijo una palabra e intentó retirarse, mas no vio que el tiramisú estaba en el suelo y al pisarlo resbaló cayendo otra vez. Y aunque fue cómica la manera en que lo hizo, nadie se atrevió a reírse o hacer un comentario. Bills se levantó con un ánimo todavía peor que antes y dejó el lugar a pesados pasos, pero sin prisa. No estaba huyendo solo retirándose.
-La hora del almuerzo terminó- anuncio Whiss para terminar con esa atmósfera- Todos vuelvan a sus trabajos por favor...
Mary se puso de pie limpiándose la sangre de su cabeza. No era de ella. Rox solo le hizo un gesto con la mano anunciando que volvía a su oficina y ella asintió con la cabeza en respuesta. Mary regreso a su cubículo casi con un ánimo penitente. No estaba segura de porqué lo que sucedió con Bills le fue tan desagradable y no reflexionó al respecto. Tuvo la impresión de que todos la estaban mirando y hablando a sus espaldas. Tenía toda la razón, pero lo que no esperó es que ocurriera un aplauso colectivo como si hubiera hecho una azaña heroica o algo así. Mary no entendía nada.
-Se lo tenía merecido- comentó alguien- Ese sujeto en serio puede ser una molestia.
-Creeme que todos hemos querido darle una...- añadió otra persona. Una mujer le pareció a Mary.
-Hace tiempo que requería alguien le diera un buen castigo- agregó alguien más.
Mary levantó las manos de ese modo en que lo hacemos para apaciguar las cosas, mientras esbozaba una incómoda sonrisa y es que ella no tuvo ni la más mínima intención de volverse una heroína con lo que hizo y se temía aquello le causaría problemas. Por suerte su jefe no estaba ahí. No se equivocó aquella reacción fue el preámbulo de una seguidilla de conflictivas situaciones. Desde ese día, cada vez que los empleados tenían un problema con Bills y requerían hablar con él, arrojaban a Mary la bandera de liderazgo y la aventaban a él, como seguramente se empujó a los esclavos y prisioneros a los leones, en el circo romano.
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