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2._Café


Bills podía aprovecharse de sus empleados, pero nunca dejaba de pagarles las horas o turnos extras. El siguiente lunes Mary recibió su pago de la manera acostumbrada allí. Aquello la puso de muy buen humor. No era mucho dinero, pero con el podía comprar material de dibujo. El día parecía empezar bastante bien, mas eso pronto cambió. Al llegar a su estación de trabajo descubrió que su cartera había sido cancelada. Le preguntó a la chica que estaba al lado si sabía algo al respecto o estaba en las mismas circunstancias y está le dijo que no sabía nada, pues la suya estaba activa.

-Preguntale a Whiss. Él debe tener una respuesta- le señaló la mujer.

-¿Quién es Whiss?

La muchacha hizo un gesto de fastidio ante la pregunta.

-El asistente de cartera- contestó, pero Mary no estaba familiarizada con ese puesto- El tipo alto que te dió la charla el primer día- agregó como si decir eso hubiera sido algo muy trabajoso.

-Ah, él- exclamó Mary como si hubiera descubierto algo obvio y sonriendo divertida fue a buscar a Whiss.

Era todavía temprano. La mayoría de ejecutivos no había llegado. Por lo mismo le fue fácil localizar a Whiss y preguntarle por su cartera. Lo encontró en un pasillo con una de esas bandejas de cartón en la que insertan los vasos de café en la mano izquierda, mientras con la otra sostenía una bolsa de papel con un dibujo de donas y se esforzaba por sostener unas carpetas apretadas bajo ese mismo brazo que mantenía un poco más arriba para con el hombro mantener pegado el  teléfono celular a su oreja. Esa  ligera contorsión le daba el aspecto de una vara de orozus de color azul derritiendose.

-Disculpe- lo llamó Mary, casi con remordimiento por hablarle en tan incómodo momento.

Él le señaló que esperara un momento levantando el dedo índice de la mano en que sostenía los vasos de café y ella se quedó ahí parada aguardando que él se desocupara un poco. Whiss colgó después de casi un minuto. Mary no supo con quién habló y con lo poco que él dijo no pudo darse una idea de que se trataba el asunto, pero parecía algo bastante urgente y que lo estaba estresando. Al fin con una expresión de mortificación le pidió que lo ayudará dándole la bolsa de papel para poder guardar su teléfono en el bolsillo de su saco y así poder atender lo que ella tenía que decirle.

-Hemos tenido varios problemas diseñando las carteras de los ejecutivos debido al incremento de deudores de créditos y las limitaciones legales que nos han impuesto- le explicó Whiss después de oír a la muchacha. Con cuidado saco las carpetas de bajo su brazo para revisarlas a ver si tenía entre ellas la cartera de Mary que lo miraba con curiosidad- Lo siento linda, debí dejar la tuya en la oficina del señor Bills junto con las otras ¿Puedes ir a pedírsela tú misma? Tengo que ir a una reunión en lugar de él. Ten, llévale esto por mí por favor- agregó al darle uno de los vasos de café y sin darle tiempo de replicar se alejó por el pasillo.

Mary se dió la vuelta para ir hasta ese cubículo de cristal al final de la oficina. No sintió desagrado o inquietud por tener que ir a hablar con su jefe después del tenso encuentro de unos días atrás. Ella se había olvidado del asunto, pero él no. Sentado en aquella silla de alto respaldo bostezaba por tercera vez, cuando la vio ir hacia su persona. La posición y transparentes paredes de su estación de trabajo le permitían observar todo lo que sucedía en aquel lugar. Nada se le escapaba, pese a que parecía no estar prestar atención a lo que estaba sucediendo allí. Siguió a Mary, con la mirada, hasta que ella golpeó la puerta para anunciar su presencia.

-Buenos días- le dijo la muchacha desde la entrada y dió un paso al interior.

-¿Quién te dijo que podías pasar?- le cuestionó Bills sin abandonar su pocisión y con un tono de voz ligero, pero despectivo, casi acusador.

Mary guardo silencio. Lo miró a los ojos y espero sin retroceder o salir, pues él no se lo pidió. Bills se le quedó viendo mientras jugueteaba con un lápiz de estos con gomas en el extremo. Lo hacía girar entre sus dedos como una banqueta.

-¿Qué quieres?

-La cartera de la semana pasada está...- decía Mary, pero él la interrumpió haciendo un gesto con la mano para que se callara.

La muchacha lo vio tomar una de las carpetas que estaban sobre el escritorio y ofrecersela estirando su brazo al mínimo. Mary se acercó para tomar los documentos, pero cuando sus dedos estuvieron a un par centímetros de sujetar la carpeta, Bills echo el brazo hacia atrás evitando que ella la sujetara. Mary quedó con la mano extendidas unos segundos, después la bajo llevándola hacia su costado. A medio camino Bills volvió a ofrecerle la carpeta para luego volver a quitársela.

-Eres muy lenta- le dijo con una sonrisa burlona.

En esa oportunidad Mary cerró su mano que flotaba sobre el escritorio, pero no expresó ninguna emoción.

-¿Qué ocurre? ¿Hoy no tienes ganas de hablar? El otro día parecías un abogado bien pagado- le cuestionó Bills descansando su espalda en el respaldo de la silla, mientras acercaba la carpeta a su frente con un gesto semejante al que hubiera echo un truhán de los años veinte al ponerse el sombrero. La sonrisa ladina cerraba el cuadro.

Mary conservo su silencio e inexpresiva fachada, lo que terminó por hacer que Bills perdiera interés en su jugarreta.

-La gente demasiado seria es aburrida- le dijo arrojando la carpeta sobre el escritorio- Con ese carácter acabarás por espantar a todos lo que morosos que tengan la mala suerte de tratar contigo.

Mary tampoco contestó en esa ocasión, limitándose a intentar tomar la carpeta, mas Bills puso su garra sobre ella para arrastrarla hacia él.

-¿Terminó con su rutina cómica o prefiere que vuelva después?- le cuestionó Mary.

El ceño de Bills se frunció ligeramente, pero ella no cambio su semblante.

-Te crees muy lista ¿no?- le dijo Bills viéndola fijamente a los ojos.

-¿Me dará mi cartera? Casi son las nueve y algunos tenemos que comenzar a trabajar- contestó Mary.

-Asi que eres ese tipo de mujer- murmuró Bills logrando que ella arqueara una ceja, pues no entendió a que se refería.

Él le dió la carpeta y ella se retiró sin darle el café que Whiss le pidió le entregará. No es que aquello fuera una represalia, sino que sencillamente se le olvidó. Para cuando lo recordó estaba en su puesto de trabajo y no tenía pensado volver atrás para darle la bebida a ese sujeto tan desagradable.

Ella quedaba de espaldas a Bills, por lo que no advirtió la horrible manera en que él la miró hasta que sus ganas de un café lo hicieron ir hasta una máquina en medio de la oficina. Mientras iba hacia allá iba dedicándole palabras nada gratas a su asistente que olvidó llevarle el desayuno. Una hora después, cuando Whiss llegó a la oficina, Bills le reclamo ese descuido. Así acabo por enterarse de que Mary tenía su café y estaba dispuesto a ir a recuperarlo, pero su asistente lo persuadió para que no lo hiciera.

-Ese café debe estar frío- le dijo Whiss-Si quiere puedo ir por otro.

-¡Ya no quiero!- exclamó Bills y fue a sentarse a su escritorio.

-Es sólo un café con leche. No hay necesidad de hacer una rabieta por eso.

-¡No es solo un café con leche! ¡Es la bebida que me permite iniciar una buena mañana y esa mujer engreída se la bebió!

Whiss suspiro y miró hacia el cubículo de Mary, antes de comenzar con el resumen de la reunión en la que estaba y en la que se trataron asuntos importantes que pronto absorbieron a Bills haciendo que dejara ese incidente atrás, por un rato.

La segunda semana laboral de Mary inicio de forma un poco accidentada, pero a medio día tenía un buen semblante. Durante el fin de semana había estado pensando en como hacer que las personas la escucharán y había diseñado una estrategia que ensayo con muy buenos resultados. Para la hora del almuerzo se reunió con su amiga y el día continúo sin contratiempos. Bills no tuvo la misma suerte. Tenía mucho trabajo acumulado y no podía delegarlo a nadie más. Whiss podía ayudarlo un poco, pero había temas de seguridad que solo podía ver él. Tendría que quedarse hasta tarde y eso no lo tenía de buen humor. Cuando dieron las seis, la oficina comenzó a quedar vacía. Hubo un par de ejecutivos que se quedaron a hacer horas extras. Las llamadas podían hacerse hasta las diez de la noche durante los días de semana y hasta las cuatro los sábados. Era ilegal llamar los domingos.

Bills dejó el edificio cerca de las once y tenía que volver a las ocho. Él llegaba a las nueve y comenzaba a trabajar a las diez sin ninguna prisa. Pero sus hábitos laborales estaban causando problemas y descontento entre sus superiores, lo que significaba que podían despedirlo en cualquier momento. Si no lo habían hecho hasta ese momento es porque pese a todo era bueno en lo que hacía, mas en la actualidad habían mejores y sobretodo más jóvenes candidatos a su puesto. No podía renunciar. Llevaba tantos años ahí que la compensación que perdería sería millonaria. Le convenía que lo desvincularan, pero su ego no aceptaba la idea con facilidad. Sacudió la cabeza antes de hacer parar un taxi e irse a casa.

A mediados de semana, Herez fue a reclamarle a Bills lo mal que hizo el informe. Su discusión acaparó la atención de la mayoría de los empleados. Mary decidió ignorar el asunto. Nada podía importarle menos que lo que ese sujeto hiciera, pero escucho a la chica, a su lado, hacer un comentario que se ganó un momento de su interés.

-Desde que terminaron se lo pasan peleando por cualquier cosa- dijo la chica y al ver a su costado descubrió Mary la estaba viendo- Ellos estuvieron saliendo. El señor Bills parecía muy entusiasmado, pero no llegaron a nada serio. Dicen que la señorita Herez lo dejo. Y yo creo que sí porque por ese entonces el humor de nuestro jefe era todavía peor. Literalmente lo mirabas y te gritaba horrible- le contó la mujer como si se hubiera sentido obligada a ello.

-Una relación entre dos soles está destinado al fracaso- comentó Mary, confundiendo a su compañera, y volvió al trabajo justo cuando Bills gritó: ¿Ustedes qué están mirando?

Ese día la amiga de Mary no asistió, así que ella decidió no ir a comer a la cafetería. Tampoco podía quedarse en la oficina así que prefirió salir a la terraza para tomar algo de aire fresco. Allí se encontró con Herez. La mujer estaba sola sentada en una banca. Tenía puesto un abrigo ajustado, pues hacia frío. Mary se sentó de costado a ella y la contempló un momento. Le gustaba verla. Se le hacia hermosamente dramática. No iba a acercarse, no iba a hablarle. Le bastaba mirar a aquella mujer como quien contempla un sueño remoto. Había personas que le provocaban esa administración de musa efímera. Herez era una de ellas, pero como todo en la mente de Mary tenía su momento de auge para después dar paso a un mar de cavilaciones. De ahí que cuendo esa mujer la saludo ella no contestará hasta que Herez se inclinó para verla a la cara.

-Pensé que estabas llorando preciosa- le dijo la mujer.

Mary se puso de pie con cierta timidez. No era raro que cuando se sentaba sola por ahí alguien se aproximará a ver si estaba llorando o estaba triste y era un tanto incómodo.

-Buenas tardes- artículo la muchacha a modo de despedida y se dió la vuelta para alejarse.

-Tú trabajas en el departamento de cobranza. Estás a cargo de Bills ¿No es así?

Mary volteo y afirmó con la cabeza. Al hacer eso le permitió a Herez ver su nombre en el gafete.

-No llevas mucho aquí, pero he notado que me observas, Mary- le dijo con una voz hipnótica- Se me hace lindo. Hace mucho no acaparaba la atención de otra mujer.

Mary no contestó. No pensó que ella hubiera notado que le dedicaba una mirada cuando se la encontraba por los pasillos o el ascensor.

-Buenas tardes- reitero y se dió la vuelta.

No es que se hubiera sentido al descubierto o algo así. Simplemente no quería dar pie a ninguna situación confusa, pero mientras iba por el pasillo no pudo evitar sonreír con ese pequeño encuentro que le iluminó el resto de la tarde. Pero al final del día, cuando estaba por retirarse, esa luz se extinguió.

Pasadas las seis treinta, cuando se ponía el abrigo para retirarse,
Bills llegó hasta su puesto con una actitud  un poco más arrogante de lo habitual y una sonrisa de oscura galantería. De esa que augura más una triquiñuela egoísta que un movimiento seductor. Mary lo miró con recelo. Él tenía una carpeta en la mano puesta en su cadera.

-¿Necesita algo?- le preguntó Mary un poco a la defensiva.

Bills se tomó un momento antes de responder:

-Tú me debes un café.



















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