14._Riñas
Después de un par de horas Mary comenzó a sentir algunas molestias debido a la posición que era obligada a mantener. Cuando no pudo más intentó escapar del agarre de Bills, pero todo lo que logró fue que él frotara su rostro entre sus pechos, murmura unas palabras sueltas y cerrara sus brazos todavía más fuerte entorno a ella.
-Bills- lo llamó en voz baja- Bills...¡Bills levántate!
-Quedate quieta, mujer...- le respondió fastidiando a la muchacha.
-Me duele la espalda- se quejó la chica intentando quitárselo de encima, mientras él se aferraba a ella más fuerte.
Aprovechando que Bills estaba sujeto a ella, Mary se dejó caer a la alfombra de tal manera que él quedará debajo de su cuerpo. Pero ni así consiguió su libertad.
-¡Que me sueltes!- le ordenó Mary al límite de su paciencia.
No consiguió nada con eso.
Mary intentó hacerle cosquillas, pero Bills no tenía. Lo pellizco y en represalia él la mordió en el hombro. Aquello desató una pequeña contienda que era como un juego que se prolongó por largos minutos. Fue extraño para Mary ver así a Bills. Parecía otra persona. Alguien completamente ajeno al sujeto prepotente e iracundo que siempre estaba demandando ser obedecido. Ese que jugaba con ella era más espontáneo, más alegre y más tranquilo. Pese a que ella notó todo eso, no se detuvo a reflexionar al respecto. No podía. Él no la dejaba. Bills tenía un poder totalmente nuevo para Mary.
Terminaron en la habitación casi como parte de esos juegos que iniciaron. Sin embargo, esas jugarretas no tenían esa connotación y Mary no estuvo segura de lo que pasó. Tampoco de porque él se quedó ahí esa noche. Obviamente no le dió ninguna explicación y ella no se la pidió. Por la mañana salieron juntos al trabajo, aunque el ánimo entre los dos era más distante para nada era tenso. Se les veía de muy buen humor, pese a que Bills se quejó de que el desayuno fue pobre.
Así fueron varios días de esas dos semanas previas a la partida de Mary. Algunos días Bills se invitaba a la casa de la mujer para divertirse junto a ella o solo para descansar. En ocasiones solo se apoderaba de su cama y se tendía ahí a dormir y exigir atenciones de todo tipo, pero había momento en que solo se sentaba en el sofá y se quedaba viendo la nada, perdido en pensamientos que Mary no lograba adivinar. Ella le permitía todo eso porque le era agradable y divertido, pero nunca le dió un significado especial. Pensaba que todo terminaría una vez dejara ese trabajo y no se vieran más, pues Bills nunca le pidió un medio de contacto. Claro que la verdad él tenía acceso a prácticamente todos sus datos.
El último día de Mary como ejecutiva de cobranza se le organizo una pequeña despedida. No es que les agradará especialmente a los demás ejecutivos ni mucho menos. Era solo una buena excusa para perder una hora de trabajo y comer un poco. Hasta llevaron un pastel. Uno barato, pero el gesto era lo importante supuso la mujer al ver aquella montaña de crema blanca con un "Buena suerte" escrito con chocolate. Había bebidas y algunos bocadillos en aquella mesa entorno a la cual se reunieron todos, incluso Bills y su asistente, para dar el adiós acostumbrado a todas las empleados que partían de buena manera.
Parte de la tradición era dar un pequeño presente. Ese tipo de cosas que compras barato y consigues en cualquier estación de servicio o tienda al paso. Pese a que Mary sabia nada de lo que le daban le iba a gustar, lo aceptó de buena gana y compartió con todos. Hasta recibió algunos besos en la mejilla de parte de algún osado. Bills se mantuvo un tanto al margen. Estaba obligado a darle un objeto institucional que apretaba en su mano. Cuando fue su turno avanzó a la muchacha, le extendió la mano, y le dió una pequeña caja de color negro.
-Gracias por trabajar con nosotros- le dijo y se retiró.
Los bocadillos baratos no eran algo que lo entusiasmará y con Mary había hablado todo lo que tenía que ver con ese asunto antes de ese día. Pero cuando llegaba a su oficina, Herez apareció en escena con un hermoso ramo de rosas entre sus manos. Bills la siguió con la mirada. Ella le hizo un guiño poco antes de llegar con Mary a quien entregó las flores.
-Es una pena que te vayas, amor. De haberlo sabido antes te hubiera hecho un lugar en mi departamento- le dijo mientras Bills volvía sobre sus pasos hacia ellas.
-La verdad es que prefiero emplearme en algo menos rutinario. Pero gracias por la consideración- le dijo la muchacha.
-¿Y esto qué es?- exclamó Herez ignorando las palabras de Mary y tomando la cajita que le dió Bills a la mujer- ¿Un llavero? ¿Es en serio? Eres un tacaño- le dijo al jefe de cartera que acaba de llegar.
-Esto no es de parte mía. Es lo que el reglamento indica dar a los empleados- le contestó Bills arrebatándole la caja a Herez que la había abierto para ver el interior.
-Eso ya lo sé, pero bien podrías haberle comprado algo a una de tus mejores ejecutivas...
-Tú no tienes nada que hacer aquí. Regresa a tu oficina y no molestes.
-¿Estoy molestando?- le preguntó Herez a Mary.
-No- contestó la muchacha y Bills la miró como si hubiera dicho una grosería.
-Lo vez. Yo solo vine a despedirme- le dijo Herez a Bills y luego saco algo del bolsillo de su abrigo- Las rosas son un obsequio de mi departamento, pero esto es de mi parte.
Herez le dió a Mary una cajita en cuyo interior había un brazalete metálico muy bonito, que ella se ofreció a ponerle en la muñeca. Bills se cruzó de brazos mientras presenciaba la escena. Herez se mostraba bastante audaz. Incluso le dió un beso en los labios a Mary. Un beso superficial, pero que desató varios murmullos debido a que muchos sabían la relación que Bills sostenía con la muchacha.
-Te voy a extrañar preciosa- le dijo Herez a Mary y luego se marchó con una satisfacción algo oscura.
Bills la vigiló hasta que dejó el lugar. Cuando Herez salio del cuadro, su atención paso a Mary a quien dió una mirada de reclamo que la estremeció. No dijo una sola palabra y se retiró también dejando a Mary con una sensación molesta que aumentó cuando lo vio irse antes de su usual hora de salida.
Mary dejó el edificio una hora después de Bills. Cargando dos grandes bolsas de papel hizo detenerse un taxi para irse a casa, donde se quedó sentada en la sala varias horas. La mirada de Bills después de el beso que Herez le dio le dejó una especie de quemadura en su interior. Ella no vio algo malo en lo que sucedió, en cambio él si pareció hacerlo.
-¿Celos?- se preguntó en voz baja y abrazando sus piernas- No... esos no fueron celos, pero se acercan a eso- se dijo y miró su teléfono.
Mary pensó en llamar a alguien para conversar. Terminó por descartar tal cosa. Se levantó y se fue a dormir. Al día siguiente tenía mucho que hacer. Por la mañana se levantó temprano y habiéndose alistado rápido uso el resto del tiempo para ver los obsequios que le habían dado sus compañeros. Un chocolate, un par de aretes, un bolígrafo barato; nada realmente útil o de su gusto. Pero el llavero con el logotipo de la empresa...ese si lo uso.
Ese primer día sin Mary en la oficina, Bills parecía bastante aburrido. Whiss lo veía bostezar por cuarta vez en media hora. No tenía ánimo de nada y ponía los números uno por uno en ese archivo en su computadora de manera mecánica. Incluso ignoraba a su asistente, que fastidiado por la falta de atención de su jefe le dejo caer todas las carpetas que sostenía a un costado de él.
-Ten más cuidado- le reclamo Bills, regresando a su posición.
-Supongo que extraña a la señorita Mary- le dijo Whiss- Reñir con ella lo ponía de buen humor.
-Esa mujer es una despistada. Solo me ha hecho perder el tiempo- le dijo con despecho y muy desde dentro. Tanto que tomó por sorpresa a su asistente.
El nuevo trabajo de Mary era en una tienda de venta y reparación de libros antiguos. Le era interesante porque podría aprender a hacer encuadernados y costuras, además tenía acceso a todo tipo de lectura. Sin embargo, también tenía bastante tiempo libre y esos días se lo paso pensando en algunas cosas. A la una de la tarde, ese viernes, llamó a Rox. Debía estar almorzando en el comedor suponía Mary. Su amiga no tardó en contestar. Charlaron un poco, mas pronto Rox advertío que esa llamada tenía un propósito ajeno a lo que ella creyó.
-¿Qué sucede?- le preguntó.
-¿Alguna vez has conocido a alguien capaz de silenciar tu cabeza solo con su presencia?- le consultó Mary.
-No entiendo...
-Mí cabeza siempre está trabajando. Hay mucho ruido aquí dentro.
-Te lo vives pensando- rio Rox- Eso lo sé.
-Sí. Pero cuando él está cerca mi cabeza se calla por completo. Todo es más fácil, de algún modo. Sé que es raro...en especial si sabes que él tiene un carácter de los mil demonios, mas así es. Él calla mi cabeza. No soy ni la mitad de lo que soy con todos los demás. Me vuelvo una niña que ríe, juega y...es vulnerable. Es aterrador y al mismo estimulante.
-¿Estás hablando del señor Bills? Mary no te estoy entendiendo nada- exclamó Rox y al pronuncia esos dos nombres se ganó toda la atención del jefe de cartera que estaba unas mesas más allá- ¿Mary me estás oyendo? ¿Mary?
-Perdon estaba atendiendo un cliente- le respondió la muchacha al tomar de nuevo su teléfono.
-Pero si me estabas... No importa. ¿Sabes que creo?
-Qué me he enamorado.
-Yo quería decirlo- exclamó Rox.
-¿Por qué si la enamorada soy yo?
-Olvidalo- rio Rox- Ustedes estaban saliendo ¿no? Deberías decirle.
-Hmm no creo me haya tomado en serio.
-¿Por qué no?
-No estoy segura solo no lo creo- contestó y pareció meditar- No tengo su número y...
-¿Quieres hablar con él?
-¿Qué?
-Dame un minuto- le dijo Rox y se puso de pie para ir a la mesa del jefe de cartera- Es para usted señor Bills.
Él la miró con extrañeza y dudo en tomar el teléfono. Lo veía como si le hubiera acercado una serpiente. Se dio una idea de quién podía hacer, pero eso no evitó que respondiera con rudeza una vez recibió el aparato.
-¿Quién es y qué quiere?
Mary no había visto ni hablado con Bills desde que dejó la empresa. Él no la buscó ni ella a él.
-Soy Mary- contestó la muchacha después de pensarlo un momento.
-Ah...eres tú ¿Y qué quieres? Tu liquidación se te enviará por...
-Solo quería pedirle un favor.
-¿Qué favor?- inquirio Bills.
-¿Podria decirle a Herez si quiere salir conmigo?
-¡No me estés tomando el pelo! ¡Yo no soy la celestina de tus amoríos lésbicos! ¡Si quieres hablar con esa mujer llámala a su teléfono y no me estés molestando!- le gritó a todo pulmón, sin importarle que todos ahí lo escucharán.
-Lo haría si me hubiera dado el número, pero tal parece que ahí no es costumbre no dar un medio de contacto- le contestó Mary.
-¡Eres una atolondrada y distraída, yo si te di mi número! ¡Pero tú te lo vives en la luna! ¡Además eres terriblemente egoísta!
-Yo no soy egoísta...- le contestó Mary, analizando las palabras de Bills respecto a que era distraída.
-¡Presta atención y no me hagas perder el tiempo!- le gritó antes de colgar y por poco arrojar el teléfono de Rox del otro lado de la habitación.
Bills volvió a su almuerzo comiendo con más ganas que antes de esa llamada. No hizo ningún comentario e ignoro las miradas sobre él.
-Le hacia falta discutir con ella- murmuró Whiss y hundió su cuchara en su postre medio riendo pese a la mirada que su jefe le dio.
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