13._Ambición
Ese lunes Bills llegó temprano al trabajo. Nunca fue amigo del frío y ese día la temperatura estaba bajo cero por lo que llevaba un abrigo bastante grueso que cada tanto acomodaba sin más razón que lidiar con la ansiedad que le estaba causando la reunión. De pie frente a la sala de reuniones que todavía no era abierta a ratos deslizaba sus manos por su rostro estirando su piel como si quisiera hacer una mueca, pero acaba por dar a su rostro una expresión que gritaba estaba al borde de un arranque de nervios.
-Intente calmarse o terminará haciendo subir su presión, señor Bills- le dijo Whiss que de pie en el corredor veía a su jefe casi sudando frío.
-Estoy calmado- exclamó molesto.
Whiss arqueo una ceja y se le quedó viendo. Si eso era estar calmado no quería imaginar como era estar nervioso. Con el paso de los minutos el estado de Bills no hizo sino empeorar su humor llegando a gritarle a un pobre chico solo porque se le cruzó en el camino, aunque la verdad es que tenía buenos motivos para estar así.
La reunión comenzó a las ocho de la mañana y terminó a las once porque después de revelar que fue exactamente lo que sucedió con la fuga de información, se les dió una charla de seguridad informática y otro montón de cosas. Cuando Bills dejó esa sala lucía mucho mejor hasta sonreía como a punto de hacer una travesura mientras iba a su oficina. Whiss lo miraba callado, aunque no pudo evitar hacerle ver que Mary no estaba en su cubículo esa mañana. Si bien aquello no cambio el ánimo de Bills si consiguió que fijará su mirada en ese puesto vacío.
-Al fin deberá acostumbrarse a su ausencia. La señorita Mary se marchara dentro de poco- señaló Whiss.
-¿Y eso qué? Solo debes contratar a alguien que la reemplace- respondió Bills sin dar ninguna relevancia al asuntos.
Whiss soltó un suspiro y cambio de tema. Mary llegaría pasado el medio día, casi a la hora del almuerzo. Se había tomado la mañana y se excusó temprano con él. No le mencionó eso a su jefe.
En el comedor Mary se sentó en la mesa de costumbre, junto a Rox que quería saber que tal había salido el viaje a las termas. Apenas Mary ocupó aquel lugar la mirada de Bills le cayó encima como una espada. Ella la sintió y le miró regalandole una sonrisa, pero él apartó la mirada casi como si le hubiera ofendido. Sin entender esa actitud, Mary puso su atención en la comida logrando que él volviera a verla insistentemente.
-¿Y ahora qué le pasa?- se preguntó Mary sin darle demasiada atención.
Esa tarde, al terminar el horario de trabajo, Mary fue a reunirse con Rox para ir con ella a un lugar muy importante. Salió rápido de la oficina lo que llamó la atención de Bills que abandonó la suya casi de inmediato. Tenía un par de cosas que decirle a esa mujer que lo estuvo ignorando todo el día. Durante la tarde ella no lo miró ni una sola vez. Ni siquiera lo saludó cuando casi tropezó con él en la fotocopiadora. Para cuando Bills la alcanzó, en la entrada del edificio, Mary tenía en sus brazos a un niño de unos dos años de cabello rubio y piel muy blanca. Le muchacha jugaba con el pequeño que reía y descansaba sus manitas en el rostro de la mujer. Era una escena bastante tierna, pero que a Bills le provocó otra cosa.
-¿Tienes un hijo?- le preguntó de forma bastante brusca, logrando que ella volteara a verlo- ¿Por qué no me lo dijiste?
Mary se le quedó viendo como si le hubiera costado digerir esas preguntas. Tras una pausa en que acomodo al niño en sus brazos, mientras esté le tiraba del cabello, la mujer le dijo sonriendo divertida:
-No creí que fuera importante decirte algo así- hizo una pausa- Después de todo tú solo querías una noche conmigo...
Aquella declaración volvió la expresión de Bills muy seria y casi molesta. Ella apartó sus ojos de él para ponerlos en el niño.
-¿Y el padre de niño dónde está?
-Se fue- contestó Mary con naturalidad, pero sin mirarlo a los ojos- ¿Quieres ser su nuevo papá? Mira mi cielo este será tu nuevo papi...- le dijo al pequeño que sujetó de tal manera que pudo acercarlo de frente a Bills.
Él permaneció con los brazos cruzados limitándose a ver al "mocoso" que agitaba sus manitas como tratando de alcanzarlo.
-Te gusta tomarle el pelo a la gente- exclamó Bills que se había dado cuenta de que ella solo estaba bromeando.
Mary acercó al niño a su pecho, otra vez, y no pudo evitar echarse a reír. Bills la observó con una expresión de reclamo que a ella no la inmutó. Después de un rato y dando un paso hacia ella le cuestinó el que no le haya preguntado cómo le fue en la reunión, agregando que era una mujer bastante despreocupada.
-Se haberte ido mal no hubieras estado en tu oficina toda la tarde y menos con ese ánimo tan bueno- le respondió Mary.
Con esa declaración Bills entendió que pese a que él no lo notó, ella si lo estuvo observando.
-¿Lo sostienes un momento? Me están llamando- le pidió la muchacha poniéndole al niño en las manos para sacar el teléfono celular de su bolso.
Como si sostuviera una bolsa de mercado, Bills sujetó al niño y puso atención al breve intercambio de palabras que Mary sostuvo con su interlocutor, entendiendo que ella iba a una entrevista de trabajo. Antes de que ella terminará de hablar, Rox regreso quedando un poco sorprendida de ver a su hijo en brazos de Bills que se lo devolvió rápidamente. Cuando Mary colgó, Rox se disculpó con ella por no poder acompañarla, pues no había encontrado una niñera.
-No te preocupes. Iré sola. No hay drama- contestó la muchacha y se despidió de su amiga.
-¿Necesitas una porrista para que te apoye en una entrevista de trabajo?- le cuestinó Bills.
-Rox me iba a presentar con su un amigo suyo para conseguir un puesto en su empresa- le respondió Mary con calma.
-Entonces si vas a renunciar- exclamó Bills escarbandose una oreja con el dedo meñique y viendo al cielo.
-Mi renuncia es un hecho. En menos de dos semanas deberé marcharme- señaló Mary y se echo a caminar por la acera.
-Sí, es verdad...- murmuró Bills como si lo acabará de recordar. Iba caminando al lado de ella- ¿Y tienes que ir hoy?
-Sí- respondió Mary.
Caminaron en silencio un par de minutos por la acera.
-Si necesitas un trabajo conozco a alguien que puede darte uno. Es una conocida y siempre requiere gente para su corporación...- le dijo Bills después de un tiempo.
-Suena bien, pero prefiero algo menos formal- respondió Mary a quien la oferta le causó extrañeza- Por cierto ¿A dónde vas?
-A tu casa- le contestó Bills dando un tono meloso a su voz.
-¿A qué?- le preguntó Mary viéndole con curiosidad.
-¡Quieres dejar de intentar tomarme el pelo!- le gritó Bills haciendo a Mary cubrirse la oreja con la mano- ¡¿A qué crees que podría querer ir yo a tu casa?! ¡¿A ver una película?!
-Pues hay muchas cosas que se pueden hacer en una casa- le dijo Mary medio riendo- Podemos comer, jugar, descansar, tener sexo o...
-¿En serio tú no entiendes nada, Mary?- le preguntó Bills en voz baja y viéndola un poco decepcionado.
La muchacha se paró en la orilla de la acera para detener un taxi, pero él la sujetó por el brazo.
-¿Qué haces? Voy a llegar tarde a mi entrevista.
-¿Qué no oíste lo que acabo de decir?
-¿Eso de que no entiendo las cosas?
-¡Que te puedo conseguir un trabajo!
Mary se le quedó viendo un tanto confundida, pero entendió. Entendió mucho más de lo que esas palabras decían de ahí que quedará tan extrañada.
-Vale...vamos a casa- le dijo cambiando la expresión de Bills.
Juntos volvieron atrás por la acera, pues de ese lado no conseguirían transporte para llegar al lugar. Mary miró de reojo a Bills que a su lado sonreía contento y se sonrió también porque le pareció simpático todo el asunto, sin embargo, no reflexionó en nada de lo que estaba pasando. Cuando se lo proponía su jefe podía ser bastante agradable y hasta se podía charlar tranquilamente con él, tal y como hicieron durante el viaje a casa. Bills le contó de la reunión e indirectamente le hizo saber que ella tenía razón respecto a como el señor Dai trató el asunto. Durante esa conversación Mary supo que la fuga de información sucedió en el departamento de Jerez.
-Espero no tenga problemas por eso- comentó Mary al bajar del taxi.
-Si tanto te preocupa tu amiga deberías llamarla- exclamó Bills un poco molesto.
-Lo haré más tarde- le contestó Mary sonriendo divertida- Ella jamás me dió su número- le contó con una expresión traviesa que dió paso a una más sería.
La mujer le explicó a Bills que su casa era pequeña y no tenía muchas cosas porque no le gustaba tenerlas. Él lo confirmó cuando entró en el lugar. La sala tenía solo un amplio y cómodo sofá de color verde bajo el cual había una alfombra gris que llegaba hasta el mueble de la televisión. Tras el sofá había un muro hecho con plantas de interior tras el cual había una mesa redonda con tres sillas. En las paredes colgaban atrapasueños de rústico diseño y unas repisas con libros. La cocina era estrecha y estaba tras una cortina de abalorios azules que parecía una cascada en contraste con las paredes verdes musgo. El piso era de madera y algunas tablas crujieron bajo el fino calzado de Bills que observó todo el lugar sin perderse detalle.
-No es mucho, pero espero te sea cómodo- le dijo Mary colgando su bolso en el perchero.
-Entonces vives sola aquí- dijo Bills sin ninguna intención en la voz.
-Sí- contestó Mary poniendo sus manos en los hombros de él para quitarle el abrigo y colgarlo también- Ven...descansemos un poco ¿quieres?
Mary lo tomó por la muñeca y lo condujo hasta el sofá para hacerlo sentar de costado ahí, poniéndose detrás de él para quitarle la corbata y abrirle la camisa. Con cuidado metió las manos ahí, pero aunque al principio eso pareció el atrevido inicio de un juego caliente resultó que Mary solo le estaba ofreciendo un suave y confortante masaje que poco a poco consiguió relajarlo. Bills no presto ninguna resistencia. Después de largos y tranquilos minutos acabó estirando las piernas sobre el sofá, para descansar su espalda en Mary. Adormecido Bills balbuceo unas palabras que la muchacha no logró entender.
Era un momento muy pacífico. Muy semejante a ese en que se quedó tendida sobre él en la habitación del hotel. Un instante en que realmente Mary no estaba pensando en nada. De pronto el cuerpo de Bills se hizo más pesado y su brazo cayó al piso. Se había dormido. Posiblemente el estrés lo extenuó demasiado y solo quería descansar. Para eso la buscó a ella. Algo que Mary comprendió, pero que no entendía exactamente a que se debía. Si le tocaba ser honesta ella creía que una vez pasarán una noche juntos él se olvidaría de ella. En lugar de eso...
-A tí hay que ponerte luces de neón para mostrarte el camino- exclamó Bills que cuando sus dedos golpearon el piso despertó- Eso es bastante fastidioso.
Mary iba a apartar las manos de él, pero Bills le sujetó una sosteniendola un rato antes de soltarla para apartarse un poco de ella y quitarse el saco. Se dio la vuelta y se tendió boca abajo sobre las piernas de la mujer.
-Sigue...- le dijo en un tono juguetón.
Obviamente se refería a que Mary le masejeara la espalda.
-¿Y yo qué voy a obtener de esto?- le cuestinó la muchacha.
-Trátame bien y ya verás...
-¿Trátame bien y ya verás?- repitió Mary frunciendo el ceño, pero enseguida de sonrió y de forma relajada comenzó a acariciar la espalda de Bills que se quedó tendido en su regazo de una manera que la ablando de una forma muy particular.
Él volvió a dormirse a gusto y satisfecho, después de todo había obtenido esa ternura que ella mostraba a ciertas cosas y que él estuvo observando, ambicionando, desde hacia tiempo. Pero quería más. Quería todo de ella.
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