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12._Nombre


Ni una palabra salió de esa boca pálida. Ni siquiera en ese momento en que serena y cansada reposaba, todavía desnuda sobre él, esa mujer pronunciaba un vocablo. Todo lo que le gustaba o provocaba curiosidad, Mary lo permitía. Todo lo que rechazaba o no le apetecía lo rechazaba con violencia. El conflicto fue que a Bills no le gustaba le negaran nada. De ahí que su encuentro fuera una contienda voraz sin demasiada cabida por el cuidado del otro. Al fin ambos acabaron satisfechos. Cada quien con su propia experiencia.

Mary pensó que él le pediría se fuera una vez todo terminará. Pero no lo hizo. Los minutos avanzaban sin que él se lo solicitará. De considerarlo un tipo gentil aquello no le hubiera llamado la atención, mas Bills no era amable ni delicado como para tener ese tipo de consideraciones. Quizá solo era su lado pretencioso queriendo verse galante. La idea no encajaba en la concepción que Mary tenía de él. Sin embargo, la situación la estaba llevando a un inusual letargo producto de la pacífica instancia.

El cuarto estaba en silencio y en penumbra. Solo las luces del exterior filtrándose por las cortinas mitigaban la noche.
El cuerpo de Bills estaba tibio debajo de ella. No así sus manos, una de las cuales subía y bajaba por su espalda surcada por línea carmesí que ardían al contado. Mary no se quejaba. Estaba tan quieta que parecía haberse dormido, pero no dormía. Bills estaba seguro de eso. Y aunque no le causaba un gusto particularmente especial el que ella estuviera usándolo como colchón tampoco le desagradaba y pronto él también fue cayendo víctima de un súbito letargo, pero antes de que pudiera entregarse a ello, alguien golpeó la puerta. Bills reconoció la forma de tocar de inmediato.

-¿Qué quieres Whiss?- le preguntó alzando la voz lo suficiente para que, del otro lado de la puerta, su asistente lo escuchará.

-La señora Herez quiere que usted esté presente en la última dinámica del día- le contestó Whiss y agregó que la mujer le había advertido que no volviera sin él.

Había dinámicas compartidas y no todas las podía evadir, pues debían hacer un reporte que luego se entregaba al departamento de recursos humanos. Era todo un fastidio.

-Dile que ya voy...- contestó con un ánimo digno de un funeral.

-¿Por qué tiene la puerta cerrada con llave? ¿Se encuentra bien?

-Siii...-contesto mientras Mary se levantaba y comenzaba a vestirse con un rostro tan frío y calmo como antes de llegar ahí.

-Lo esperaré abajo- acabo por decir Whiss que tuvo la idea de que su jefe no estaba solo ahí. Hace rato no veía a Mary.

Bills se sentó en el borde de la cama para ver como esa mujer terminaba de vestirse. Las mujeres siempre mostraban una actitud diferente después de intimar. Era inusual que no manifestarán su agrado o lo contrario en su semblante, en una frase o una mirada. Mary era como un papel en blanco.

-Nos vemos- le dijo antes de dejar la habitación y Bills solo se sonrió aunque no le quedó muy claro la intención de esas palabras. Tras unos minutos se fue a dar un baño.

Mary se fue a su cuarto para tomar una ducha. No se presentó a la dinámica y se durmió temprano. Cuando le consultaron por su ausencia dijo que se sentía enferma y necesitaba descansar. La verdad se sentía muy tranquila. Tanto que solo quería dormir.

Bills tuvo que bajar a hacer la dinámica y se mostró particularmente colaborador esa jornada, aunque terminó aburriendose y buscando el momento más oportuno para escapar. Su ánimo no paso desapercibido para Herez quien también advirtió la ausencia de Mary.

A la mañana siguiente todo fue más relajado. El viaje terminaba esa tarde y había que presentarse al día siguiente a trabajar. Durante el desayuno Mary se sentó lejos de todos, como era su costumbre. Muchos la vieron de mano de Bills por los pasillos, la tarde anterior, y su presencia despertó murmuraciones, si bien no mal intencionadas si eran algo molestas. Bills se sentó en un lugar desde donde pudiera verlo todo. Conservaba el ánimo de la noche anterior, pero un tanto menguado producto de su preocupación por su futuro en la empresa. Miró a Mary y ella lo miró a él que tras un momento apartó los ojos de ella de un modo algo arrogante. Ella hizo lo mismo, pero se sonrió burlona. Volvieron a mirarse y en esa ocasión Bills se mostró bastante serio, Mary parpadeo lento una vez y volvió su atención a la comida logrando que él chasqueara la lengua. Es que la forma en que ella se fue de su habitación le causó una leve molestia a Bills. Sin embargo, ese detalle no empañaba lo que sucedió.

Después del desayuno todos pudieron hacer lo que quisieran. Mary desembolso dinero de su bolsillo para pagar una tina privada en las terrazas que daban a la montaña. La vista, el agua caliente; todo era muy relajante, pero la muchacha no pudo disfrutar de la paz mucho tiempo. Herez entró en su estancia, con una bata corta y bermellón, diciendo que buscaba la suya. Mary la miró con curiosidad, pero no dudo de sus intenciones hasta que la mujer le propuso hacerle compañía.

-En realidad prefería estar sola- le contestó Mary viendo las montañas y logrando que Herez se disgustara un poco.

-¿Tuviste suficiente compañía anoche, linda?- le preguntó la mujer con un sutil tono irónico.

Mary se giro hacia ella y la contempló con calma.

-No exactamente- contestó- Pero creó que de algún modo fue suficiente.

-Lo único que faltaba- exclamó Herez cruzando los brazos sobre esa bata blanca- Bills no solo rompe conmigo sino que también me roba mi juguete.

Mary inclinó la cabeza a un costado con una expresión un poco ingenua.

-Yo pensaba que fuiste tú quién terminó con él- exclamó Mary.

-Él lo hizo solo porque yo así lo quise- señaló Herez un tanto extrañada de que ella no se ofendiera por haber sido llamada juguete.

-Entiendo- murmuró Mary que agitaba las piernas bajo el agua, como jugando.

-Podriamos habernos divertido mucho tú y yo- le dijo Herez hincandose junto al estanque- Todavía podemos. Él no tiene porque saberlo...

El tono de voz dijo más que las palabras que salieron de esa roja y carnosa boca en la que Mary tenía toda su atención. Unos minutos después Herez dejó aquel lugar bastante molesta, casi ofendida. El rechazo no era algo con lo que ella lidiara muy bien. Menos previniendo de una mujer como Mary que era una chica vulgar. Pero es que ella sabía que, en el fondo, Herez solo estaba jugando. Mary jamás invertia tiempo y esfuerzo en algo tan vacío y superficial. Eso no quería decir que diera mayor relevancia a lo que pasó con Bills. Eso era diferente.

La hora del almuerzo se uso para hacer un cierre a las actividades dejando el resto de la tarde absolutamente libre para todos. Algunos estaban ansiosos por relajarse o tomar tratamientos de belleza. Mary intentó conseguir un turno para masajes, pero de solo ver la fila se espanto y prefirió buscar algo más que hacer. Caminando por los pasillos llegó a un salón donde había un grupo de ancianos llevado allí desde una casa de retiro. Ellos estaban bailando de esas canciones viejas, se veían bastante a gusto acompañados de una mesa de bocadillos y algunos juegos de cartas, ajedrez y demás. Mary decidió entrar.

Bills seguía un poco tenso con sus problemas. El lugar a él se le hacia un tanto aburrido. Salvó por la comida, que consideraba muy buena, no había algo allí que cautivará su interés. Pero el comedor solo abría el buffet a  horas determinadas. Por eso cuando paso por el salón la mesa de bocadillos se ganó toda su atención. Entró allí como si hubiera sido parte del grupo. Nadie le prestó atención, mucho menos impidió que comiera unos bocadillos. Todos estaban metidos en sus asuntos. Había un grupo de viejos reunidos entorno a una mesa y por curiosidad Bills se acercó a ver qué estaba sucediendo descubriendo a Mary jugando damas chinas con un señor. Ella perdió y el hombre de cabello cano le explicaba porque, a lo que ella estaba poniendo bastante atención. El sujeto se levantó después de unos minutos, para ceder su lugar a otra persona y Mary hizo lo mismo encontrándose de frente con Bills.

-Hola- le dijo ella a lo que él contestó de la misma forma, para después meterse el último bocadillo, que tenía en la mano, a la boca.

Nada. Mary no mostró ni un signo de que hubieran pasado una noche juntos. Bills sostenía una sonrisa ladina, ella solo estaba ahí parada viéndole como todas esas veces en la oficina, lo que terminó por llevar de regreso esa molestia al jefe de cartera que le preguntó de una forma un tanto agresiva porque se estaba escondiendo de él.

-Yo no me escondo de usted- respondió Mary- Solo estoy un poco aburrida y busco algo que hacer.

-Hmm ¿Quieres que yo te entretenga?- le preguntyo Bills con un tono avisado.

-A todos nos gusta comer algo delicioso, pero hacerlo a cada oportunidad que tenemos termina hastiando- le contestó Mary mientras levantaba su mano hacia el rostro de él.

A Bills le quedó un poco de polvo de azúcar, en el costado de la boca, y ella se lo quitó con los dedos que después saboreo. No teniendo nada más que decir, ella paso por su lado para retirarse. Él la llamó.

-¿Quieres bailar?- le preguntó.

Mary arqueó una ceja, pero aceptó la invitación con un poco de recelo. No es que creyera Bills iba a hacerle una jugarreta, solo se le hizo muy extraño que él le propusiera tal cosa.

Bailar una balada es algo muy diferente a las danzas contemporáneas. Algo delicado y que requiere confianza, pues conlleva dejarte guiar por alguien más. Alguien con quién debes conseguir sincronía y aunque Mary si lo consiguió, todo el asunto no dejaba de parecerle extraño. Fue incapaz de sostenerle la mirada a Bills, mientras que durante la noche no tuvo problemas para hacerlo. Ese pie de distancia entre los dos le resultaba un abismo. Pero no uno en que fuera a caer. Al suave ritmo de Only You, Mary fue sediento resistencia y entregándose a la suave cadencia de más que solo la música. Eso hasta que Bills se inclinó para susurrarle al oído. El rostro de Mary paso de parecer una hoja de papel a parecer granada en un segundo.
Intentando mantener la compostura, pese a que la cara le estaba ardiendo y por ello sabía de que color estaban sus mejillas, Mary se apartó de Bills para decirle:

-Creo que a estado demasiado tiempo en las aguas termales. Ha comenzado a ebullirle el entrepierna.

Lejos de odenferse Bills solo recalcó esa sonrisita pícara mientras ella dejaba el lugar.

Para cuando todos se montaron en los autobuses, era de noche. El lugar de llegada era la empresa, pero si alguien quería bajar antes podía hacerlo. Las personas tienden a ocupar el mismo puesto en ese tipo de viajes, así que Mary y Bills se sentaron juntos durante el retorno. Ella puso su atención en la ventana, él en un punto del asiento de adelante. Ocasionalmente se miraban, pero sin llegar a hablarse. El resto de pasajeros si lucía animado. Mucho más que antes. Sus risas y charlas podían oírse claras, sonoras. El ambiente era bastante agradable, pero entre ellos dos ocurrían otras cosas.

-¿Te vas a hacer la ofendida por lo que te dije en la tarde?- le preguntó Bills después de un rato.

-No me ofendí- exclamó Mary- Y confieso suena interesante, pero no era el lugar para manifestar ese tipo de ideas.

-¿Tengo que enviarte una propuesta formal para..?

-No sea ridículo- lo interrumpió Mary cruzando los brazos.

-Y dices que no eres tímida- murmuró Bills.

-A usted le consta que no lo soy.

-Ya deja de tratarme de usted- exclamó Bills apoyando su codo en el descansabrazos para reposar en su mano su cabeza- Tú puedes decirme Bills.

Mary escuchó eso con una leve sorpresa que se volvió una sonrisa. No volvieron a hablar. Al bajar del autobús Mary llamó un taxi que no tardó más de cinco minutos en llegar. Antes de dirigirse al automóvil paso junto a Bills que hablaba por teléfono con alguien. Todo lo que hizo fue tocarle el brazo con su mano y regalarle una sonrisa un poco cansina que más que a una despedida pareció ser un: todo estará bien. Bills no respondió en ninguna forma. La acompañó con la mirada hasta el taxi y siguió con lo que hacía. Cuando terminó la llamada, Mary se había ido y Whiss estaba a su lado cantando en voz baja:

Esa chica es mía, casi, casi mía
y está loca por mí, pero aún no se fía.
Esa chica es mía, casi, casi mía
y está loca por mí, y por eso ella es mía...

-¿Por qué me mira así?- le pregunto Whiss a su jefe quitándose el auricular inalámbrico de la oreja- ¿No le gusta la canción?

-¡No molestes, Whiss!- exclamó Bills y se alejó por la acera a grandes pasos.




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