Único
Las luces de la ciudad me hacen pensar en ti y en todo lo que no pudimos ser. Pero está bien, porque nunca íbamos a ser tú y yo contra el mundo. Siempre he sido sólo yo.
Te alejé, me alejaste, pero de una u otra manera estamos cerca el uno del otro; nunca encontrándonos pero siempre viéndonos de lejos. Te veo en mis sueños y tú me ves desde lo profundo de tu mente. Somos como fantasmas que deambulan por aquí y por allá, espíritus marchitos que anhelan el calor de nuestros cuerpos juntos.
Eres un fantasma que se manifiesta en todo lo que veo, siento y escucho. Lo peor es cuando tu mano traslúcida trata de tocar mi rostro, mi cintura, mi corazón. Entonces mi mente colapsa y comienzo a entrar en pánico; es ahí cuando un manto repleto de miedo y soledad cubre mi cuerpo inerte, así no puedes llegar a mí y tengo tranquilidad por un periodo de tiempo. Pero después, vuelves a ir tras de mí y el ciclo se repite.
En cambio, yo soy de esos fantasmas que están tras de ti sin intentar nada; un ente débil que trata de protegerte a la distancia. Quiero cuidarte de ti mismo, porque eres tu mayor peligro. Pero soy un fantasma deambulante, sin fuerzas, sin raciocinio. Entonces no logro hacer nada y una impotencia garrafal me hace perder la cabeza. Recuerdo nuestros momentos juntos y el eco de tu voz me susurra al oído, mientras mi alma fantasmal poco a poco se va haciendo más fría.
Las luces de la ciudad me recuerdan a ti. A tu espíritu aventurero y excéntrico, con ganas de comerte al mundo. Eres creativo, risueño, independiente. Sin embargo, en tus entrañas crecen raíces solitarias que se distribuyen lentamente por todo tu cuerpo. Te carcomen por dentro y lo único que puedes hacer es perderte entre mil colores, sensaciones y dimensiones.
Te gusta ir a ese mundo en donde los árboles te hablan, en donde el tiempo avanza y se detiene de manera diferente al mío. Piensas que así te encuentras, pero la verdad es que estás totalmente perdido en un abismo infinito. Y yo soy lo suficientemente egoísta para dejarte solo, darte la espalda y seguir con mi monótona vida.
Las luces de la ciudad nos unen. Yo puedo verlas aquí en lo alto y tú lo haces desde tu ventana.
Te extraño, me extrañas, pero el demonio que está entre nosotros me impide hacer lo correcto. Y aunque dijiste que todo estaba bien, no puedo darte la cara. No soy capaz de volver a admirar tus pecas y pestañas divinas.
Así que conformate con mis fotos, el recuerdo de mi fragancia, mi mirada profunda y asustada. No te olvides de lo que te hice sentir y sigue buscándome, porque aún no puedo dejarte ir.
Las luces de la ciudad me hacen pensar en ti.
¿También piensas en mí?
M
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro