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29. Impacto

El motor se apaga, al igual que las luces, dejándonos sumidos en un silencio espeso. Apoyo las palmas sobre las rodillas, apretando los dedos mientras examino el aparcamiento. Es tarde y nadie deambula por el lugar, dotándolo de la privacidad que buscábamos.

―No debiste venir ―dice Kasem, haciendo que me gire para mirarle.

―Ya lo hemos hablado.

―Eres un cabezota ―murmura, llevando una mano al cuello.

Me muerdo el labio, consciente de que tiene razón. Este asunto nos ha tenido todo el día como el perro y el gato, desde que amanecimos abrazados en mi cama y Kasem expresó su intención de enfrentarse a su ex y poner fin al chantaje.

Al principio me mostré en total desacuerdo, aterrado por la idea, pero Kasem insistió en poder convencer a Sorawit. Eso dio paso a un debate que se alargó durante horas, avivado por el hecho de que hoy es domingo y no tuvimos que ir al trabajo. Al final cedí en que se vieran esta noche, en un lugar discreto pero, con la condición, de que yo también iría. Pensar en quedarme esperando, sin hacer nada, se me antojaba imposible, así que no cedí hasta lograr salirme con la mía. Supongo que el gen de ponerme colorado a velocidad de vértigo no es lo único que he heredado de mi madre.

―Di lo que quieras ―replico, cruzando los brazos con la nariz arrugada―. No iba a dejar que vinieras solo. No me fío de ese psicópa... de Sorawit.

Kasem niega con la cabeza, tiene un gesto serio.

―Me escuchará ―afirma―. No es mala persona.

Me abstengo de responder. Lo último que quiero es volver a discutir o hacerle sentir mal. A fin de cuentas, estuvieron saliendo; algo bueno tuvo que ver en Sora para mantener esa opinión, aunque para mí resulte un misterio tan indescifrable como un cuadro de arte abstracto.

―Espero que tengas razón ―me limito a decir.

Mi acompañante suspira, pasándose la mano por el pelo. Se ha hecho una pequeña coleta alta y, para evitar ir hasta su casa, le he prestado una sudadera azul marino que le queda algo ajustada, a pesar de ser la más ancha de mi armario.

―Recuerda que has prometido...

―Quedarme dentro del coche ―interrumpo, alargando las palabras―. Lo sé. Pero ―añado, apuntándole con el dedo―, como vea a ese impresentable hacerte algo malo, lo que sea, te aseguro que voy a incumplir mi palabra y le daré una paliza. No pienso volver a quedarme parado.

Kasem levanta las cejas, adoptando un gesto que combina diversión e incredulidad.

―¿Quién eres, y qué has hecho con Chai? ―pregunta, esgrimiendo una sonrisa juguetona.

―No bromeo ―replico, con la frente fruncida. Él ríe con suavidad.

―En verdad eres adorable ―dice, acariciándome la mejilla con ternura.

Un movimiento en el otro extremo del parking nos devuelve al presente con la misma sutileza que una piedra atravesando un cristal. Me agacho con rapidez, llevado por la inercia, mientras Kasem comienza a salir del coche con precipitación.

―Falsa alarma ―le escucho decir tras unos segundos, haciendo que suelte el aire que había estado conteniendo.

Me incorporo. Una pareja camina acaramelada, ajena al sobresalto que ha provocado con su aparición. Aunque la iluminación es escasa, lo más prudente es que Kasem espere lejos del vehículo. De esa forma Sorawit no tendrá ninguna razón para mirar hacia aquí.

―Será mejor que me vaya ―concluye mi compañero, como si acabara de leerme la mente. Respondo con una mirada intranquila―. Todo saldrá bien ―añade, guiñando un ojo.

Después cierra con cuidado y camina hasta un punto alejado, situándose junto al muro. Le observo, con el deseo ferviente de que esa afirmación se haga realidad y con una generosa maraña de nervios campando a sus anchas por el estómago.

Transcurren unos diez minutos antes de la llegada de Sorawit, que cruza la esquina con actitud furtiva y ataviado con esa ropa deportiva oscura que le caracteriza. El chico no tarda en ver a Kasem, aproximándose hasta quedar enfrentados.

A pesar de la distancia, puedo distinguir cierta tensión en el saludo que intercambian y en varios de los gestos que le siguen. No obstante, la conversación parece transcurrir sin incidencias. La curiosidad se alía con un sentimiento de impaciencia: desearía escuchar lo que dicen. Llevo los dedos hasta el manillar, barajando una posible ruta para acercarme sin ser visto. Acabo de tocar el metal cuando sacudo la cabeza y retiro el brazo, reprochándome el haber estado a punto de abrir. Kasem confió en mí. No puedo fallarle.

Sorawit comienza a gesticular con más énfasis, señalando a Kasem con rabia. El aludido le encara, acortando la distancia mientras muestra las palmas. Me mantengo alerta, con el cuerpo rígido. En un momento dado, Sorawit propina un empujón a Kasem y se gira, con intención de alejarse. Sin embargo, apenas llega a dar dos pasos antes de que el otro le detenga, sujetándole del brazo al mismo tiempo que le corta el paso. Creo distinguir lágrimas en los ojos de Sora pero la oscuridad y la lejanía juegan en mi contra.

«Ojalá hubiera alguna farola cerca ―me digo, barriendo la zona con la vista en busca de los escasos puntos de luz».

Es entonces cuando descubro dos siluetas agazapadas tras un todoterreno. Centro mi atención en ellas, con una mezcla de intriga y sorpresa: ¿qué se supone que hacen? Un destello fugaz revela la presencia de una lente y la respuesta me atraviesa con la rotundidad de un rayo: son paparazis.

Deben haber seguido a Sorawit y se las han ingeniado para acercarse sin ser vistos. Un sudor frío hace acto de presencia: si las fotos se publican, los medios no tardarán ni un parpadeo en echárseles encima, ansiosos por engrosar sus cifras reavivando los rumores sobre una relación encubierta. Si la primera vez el acoso fue inaguantable, no quiero ni imaginar cómo sería ahora, tras haber negado todo y volver a ser sorprendidos a solas. Tengo que impedir que ocurra.

No me paro a pensar y salgo al exterior apresurado, dispuesto a intervenir.

―¡Kasem! ―grito mientras corro, captando la atención de todos los presentes―. ¡La prensa!

Señalo en dirección a los reporteros, que me miran atónitos. Reconozco a uno de ellos: es el entrometido con chaleco que me abordó hace una semana, durante el evento. Los sorprendidos guardan las cámaras con velocidad felina e inician la huida. Kasem y Sora permanecen quietos un instante, paralizados por el shock. Sin embargo, ambos toman conciencia de la situación sin necesidad de más explicaciones y se lanzan a la persecución.

Abandonamos el lugar a la carrera, atravesando un callejón que da paso a una avenida más ancha. Los periodistas van en cabeza, seguidos de cerca por los jóvenes. Yo voy algo más atrás, en última posición. Uno de los hombres sigue recto, con Kasem tras él. Su camarada da un quiebro y se cuela entre los vehículos estacionados, con intención de cruzar. Sorawit imita el movimiento y consigue atraparle, sujetándole con brusquedad. Ambos inician un forcejeo por la cámara, tirando de la correa y ajenos al peligro que se acerca por la derecha.

Ni siquiera tengo conciencia de lo que hago, guiado por la adrenalina. Recorto la escasa distancia que nos separa y me abalanzo sobre ellos, propinándoles un fuerte empujón que les desestabiliza y les aparta de la trayectoria del coche, dejándome a mí en su lugar.

El tiempo se paraliza, congelado en el fogonazo de unos faros que me deslumbran y el chirrido estridente del caucho quemando el asfalto. Le sigue un fuerte golpe que transforma la realidad en un entresijo de luces y sombras, acompañadas por fuertes punzadas de dolor que parecen devorar mi cuerpo como bestias hambrientas.

Entonces siento un impacto seco que me roba el aire de los pulmones y me eclipsa los sentidos. Mi mente lucha por discernir las figuras borrosas que me rodean y pronuncian palabras que soy incapaz de retener; como si fueran gotas de agua atravesando un colador. Unos iris cautivadores, bañados en lágrimas, es lo último que distingo antes de que la oscuridad me envuelva, llevándome con ella.



¿Qué puedo decir? Chai ocupa un lugar muy especial en mi corazoncito y este giro de los acontecimientos me está resultando difícil. ¿Te ves capaz de decir adiós? 😭

Me encantará si te animas a comentar y dejar tu voto. Me ayudas un montón. ♥️

PD: Estoy muy emocionada porque estamos a punto de terminar la historia (queda na y menos) y será mi primera novela concluida.

He puesto todo mi empeño en hacer un buen trabajo y en verdad deseo que esteis disfrutando la lectura. Me siento enormemente agradecida por todo el apoyo que he recibido ¡Gracias de corazón! Chai y Kasem no habrían llegado hasta aquí sin vosotr@s. ❤️😊

Me gustaría hacer una mención especial para @M00NTIC 😘 por ese empujón de ánimo en el momento justo y para @Zamia_Pouli 😘 por su buena energía.

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