12. Una ayuda inesperada
El tiempo parece detenerse mientras aguardo lo inevitable pero en ese momento Kasem aparece de la nada, interponiéndose.
―¿Qué está pasando? ―inquiere, apretando la mandíbula.
La tensión podría cortarse con un cuchillo.
―¡Quita de en medio! Voy a explicarle a este mierda que no se liga con la churri de otro. Aquí no pintas nada.
―Pero... ―empiezo.
―Él no estaba ligando con nadie ―interrumpe Kasem.
―¿Crees que no lo vi? Estaban tonteando.
―Imposible.
La determinación en la mirada de Kasem hace que su oponente baje ligeramente el puño.
―¿Y cómo estás tan seguro, eh? ¿Acaso es tu novio? ―se mofa.
Kasem sonríe, torciendo la cabeza.
―Exacto ―dice.
Entonces se gira y me besa.
Noto el sabor dulzón de sus labios acariciando los míos. El aire escapa de mi ser y una ola de excitación recorre mi columna hasta la nuca, donde Kasem ha colocado la mano, sujetándome con cariño. Ha cerrado los ojos. Había fantaseado muchas veces con este momento pero el movimiento me pilla totalmente por sorpresa y apenas soy capaz de reaccionar antes de que el bravucón me empuje con brusquedad, separándonos.
―¡Bah! No valéis la pena ―espeta. Dedica un gesto rabioso a Kasem y se aleja a trompicones entre la multitud.
―Lo sentimos mucho ―dice entonces la joven que intentó defenderme―. Ese descerebrado está obsesionado con mi amiga desde que lo dejaron y monta numeritos cuando bebe. No queríamos meteros en problemas.
―Olvídalo ―responde Kasem―. Pero la próxima vez que os moleste deberíais llamar a la policía.
Las tres hacen un leve gesto de disculpa antes de desaparecer, dejándonos a solas.
―¿Estás bien? ―pregunta mi salvador.
Me quedo observándole, incapaz de responder. Todavía estoy procesando lo sucedido; como si alguien me hubiera desconectado y necesitara recuperar las funciones vitales poco a poco.
―¿Chai?
―Sí, sí ―articulo torpemente―. Estoy perfecto.
Kasem me mira, travieso. Es tan atractivo que olvido parpadear. Se acerca de nuevo a mi, haciendo que el cálido aire de su aliento me roce la piel.
―De nada ―susurra.
Después me guiña un ojo y se aleja hasta la barra. Llevo la mano a la boca en un acto inconsciente, sin dejar de mirarle.
«¿Qué acaba de pasar?».
Se supone que el beso era un engaño y, sin embargo, parecía tan real...
Permanezco quieto, sumergido en un remolino de confusión. Ahora mismo, aunque entrara por la puerta un desfile de pingüinos sería tan incapaz de moverme como un chicle pegado al asfalto. Kim aparece de la nada para sacarme del embrujo.
―Caray Chai, veo que no puedo perderte de vista ni un momento ―dice en tono burlón.
―Piérdete.
―Ohhh, vamos. Está clarísimo que aquí está pasando algo. Te conozco y llevas toda la noche actuando raro.
―Deja de decir estupideces. Un borracho quería lío y Kasem me ayudó fingiendo ser mi novio. Nada más.
Procuro sonar convincente pero comienzo a notar un rubor de lo más inoportuno. Kim es amigo mío desde la secundaria y sé a ciencia cierta lo perspicaz que puede llegar a ser cuando algo le interesa.
―Vaaale ―afirma encogiendo los hombros con falsa inocencia―. Supongamos que me trago tu versión y no pasa nada raro. Entonces, ¿por qué te has quedado embobado?
―Yo no...
―¡Vamos! ¡Pero si parecías una estatua de mármol! Por no decir que llevas toda la noche pendiente de lo que hace. ¡Juraría que vas a desgastarlo de tanto mirar!
Mi amigo comienza a reír mientras un sentimiento de agobio me acorrala: ¿tan evidente he sido? ¿y si Kim se va de la lengua? o, peor aún, ¿y si Kasem también se ha dado cuenta?
Mi interlocutor parece leerme el pensamiento.
―Tranqui Chai ―me rodea los hombros con el brazo al hablar―. Somos colegas. Sabes de sobra que tu secreto está a salvo.
Asiento a modo de respuesta aunque no puedo evitar torcer el labio. Debo tener más cuidado en el futuro.
―¿Estáis saliendo? ―pregunta de repente.
―¡¿Qué!? ¡Para nada! ―exclamo mientras me zafo de su agarre―. Somos compañeros, no inventes.
―Peeeeero, te gusta.
―Sí, o sea, ¡no! Tan solo le admiro porque es muy buen actor.
Recibo un gesto crítico como respuesta. Es evidente que ese argumento no podría engañar ni a un infante. Suspiro, aceptando la derrota.
―Deberías decírselo ―continúa Kim―. Creo que es buen tipo. Haríais buena pareja.
―¿Bromeas? Apenas me conoce. Ni yo a él. ¿Y si me rechaza? Tendría que verle todos los días en el trabajo.
"Por no mencionar que interpretamos una pareja, lo cual haría la situación mucho, muchísimo, más incómoda" ―añado para mis adentros. El problema es que no puedo contar nada de eso a Kim porque tengo prohibido revelar detalles sobre la serie.
―Entonces ¿piensas limitarte a mirar de lejos como un fan hipnotizado?
―No es tan fácil, ¿sabes?
―Ok, ok. Lo pillo. Te daré espacio. Solo prométeme que hablarás con él antes de que te salgan canas, ¿de acuerdo? O, tendré que ir yo mismo a proclamarle tu amor.
Mueve los labios imitando besos mientras comienza a abrazarme. Le propino un codazo para alejarle y empezamos a reír.
―¿Podéis contar el chiste? ―Kasem y Nuer acaban de unirse. Kim se encoge de hombros con inocencia.
―Tan solo explicaba a Chai lo orgullosa que estará Jane cuando sepa que apareces en el mural de la fama.
―¡Serás idiota! ¡Ni se te ocurra contarlo!
Mantenemos la broma un rato hasta que Diao vuelve y propone una nueva ronda de chupitos. Nos dirigimos a pedir cuando Kasem me sujeta del brazo para forzar que me detenga. El grupo se adelanta.
―Chai, yo... ¿podría pedirte un favor?
―Claro.
A pesar del tumulto y la pésima iluminación puedo notar que está bastante avergonzado. Verle así me desconcierta: hace apenas un momento no ha dudado en besarme para fingir ser mi pareja y, ahora, parece alguien totalmente distinto: inseguro y tímido. ¿Qué puede necesitar que le haga cambiar tanto?
Ui, ui, ui... ¿A qué ha venido ese beso? ¿Crees que Kasem solo quería ayudar o que es un pícaro y aprovechó la oportunidad? 😏 A lo mejor nuestro protagonista tiene más opciones de las que cree o, simplemente, Kasem es demasiado impulsivo. Supongo que tendremos que seguir conociéndole para averiguar la respuesta.
Me encantaría que comentaras y que te animes a dejar tu voto ♥️
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