Acabo de llegar a casa. Llevo toda la tarde fuera y ni siquiera he abierto la puerta cuando escucho las voces.

―¿¡Olvidado!? ―exclama mi padre―. ¿Cómo puedes olvidar algo tan importante?

―¿Crees que lo hice a propósito? ―replica mi madre. Aún sin verla, sé que estará colorada. Siempre se torna de ese color en las discusiones.

Entro en casa. Mi padre está de pie, frente a la televisión. Se lleva las manos a la cabeza, echándose el pelo hacia atrás.

―¡Podrías haberte dejado la cabeza, habría sido mejor!

Su esposa le mira desde el sofá con las mejillas encendidas, tal como supuse.

―¡Idiota! ―está aguantando las lágrimas―. Ya me siento bastante culpable sin tu ayuda.

Decido intervenir.

―¿Qué ha pasado? ―ambos me miran sorprendidos, como si acabaran de recordar que tienen un hijo―. ¿Por qué estáis así?

―Tu madre perdió el bolso esta tarde.

―¡Te dije que lo olvidé!

―¡Es lo mismo!

―¡Parad los dos! ―interrumpo―. No tiene sentido ponerse así por un simple bolso. Debes tener más de veinte en el armario.

Mi padre resopla.

―¡Cómo si tuviera doscientos! Se dejó el que le regalé por nuestro aniversario. ¡Ahorré más de tres meses para poder pagarlo!

Recuerdo el bolso del que habla. Es de marca Cussi, rosa palo con bordes dorados y un precioso broche a modo de cierre. Mi madre lleva un mes entero fardando por todo el vecindario y cocinando los platos favoritos de su amadísimo esposo.

―Ya te dije que lo siento. Lo dejé junto a mí y entonces apareció Patana. Es tan atractivo... ―suspira embelesada―. La gente se puso como loca, gritando y empujando. Me levanté para verle mejor y olvidé coger el bolso. ¡Podría pasarle a cualquiera!

―¿Sukhon Patana? ¿Ese actor? ¿Atractivo? ―mi padre abre la boca, perplejo― ¿Dónde demonios estabas, Malee?

La aludida se pone en pie.

―Fui... ―duda apenas un instante―, le vi en el centro comercial. Salió de una de esas tiendas pijas del tercer piso.

―¿Me tomas por tonto? ―replica su marido chasqueando la lengua―. Volviste a ir a uno de esos estúpidos castings, ¿cierto? Sabes lo mucho que odio que pierdas el tiempo así.

Mi madre patalea. Es otra de las cosas que hace cuando discute.

―¡Narong Suwang! ―dice con gesto serio―. ¡No te atrevas a repetir eso! ¿Acaso has olvidado qué tienes a una bella actriz por esposa?

―Por favor, no empieces otra vez con la retahíla. Apareciste en un puñado de comerciales y en la escena de una película; y solo tenías una frase corta.

Mi madre tiene los mofletes hinchados y las aletas de la nariz tan abiertas que podría salir volando como un globo en cualquier momento. Intento mantener cara de póker para no reír con ese pensamiento. De joven trabajaba ocasionalmente como actriz y modelo pero nunca llegó a afianzarse dentro de la industria. Terminó los estudios, conoció a mi padre, un gerente de hotel serio y educado, se enamoraron y sus sueños cambiaron.

Ella nunca se ha arrepentido de abandonar la actuación, pero todavía disfruta acudiendo a rodajes en lugares públicos, castings, encuentros con actores, entrevistas...

Cuando era pequeño jugábamos durante horas a imitar las escenas de sus dramas favoritos. Nos disfrazábamos, colocábamos cámaras de mentira y nos convertíamos en toda clase de personajes. También me llevó a participar en anuncios y sesiones de fotos, era divertido actuar en ellos.

La discusión ha continuado mientras estaba absorto.

―¿Crees que perdí el tiempo? ―está diciendo mi madre―. Entonces te enseñaré las fotos que tomé del guapísimo Patana.

Saca el móvil y comienza a perseguir a su marido por el salón, poniendo la pantalla con la imagen del actor cerca de sus ojos.

―¡Mira que bien sale! ―repite mientras le sigue―. Podrías hacer algo de ejercicio y parecerte un poco a él.

Mi padre intenta alejarse, indignado.

―¡Quita eso de mi cara! ―exclama. De repente toma uno de los marcos del mueble, en el que sale posando con su traje de novio―. Soy mucho más guapo que ese actorzucho, ¿lo ves? ―dice mientras lo usa a modo de escudo.

Esta vez no consigo contener una carcajada al verlos forcejear. Ambos se vuelven hacía mí, sorprendidos. Habían vuelto a olvidar que tienen un hijo. Mi padre se endereza en un intento de recuperar la dignidad.

―Sigo estando enfadado ―dice―, no volveré a regalarte nada caro.

Deja la foto en su sitio y sale del salón. Escucho la puerta de la habitación cerrarse.

―Este hombre... ―murmura mi madre mientras se sienta en el sofá y deja el móvil sobre la mesa.

Suspiro y me pongo a su lado. Permanecemos en silencio unos minutos.

―Tan solo es un bolso ―digo para intentar consolarla―. Papá lo habrá olvidado en unos días y por supuesto que seguirá comprándote cosas caras. Sabes que te adora.

Mi madre sonríe y me mira. Tiene los ojos tristes.

―Tienes razón hijo. Será mejor que empiece a preparar la comida de mañana.

Se va a la cocina tras decir eso, dejándome solo. Conozco a mis padres y sé muy bien lo afectados que están. Ese bolso significa mucho para los dos, y no por ser caro.

En ese momento me fijo en el móvil olvidado sobre la mesa. Ver el pequeño dispositivo me da una idea.

―¡Mamá! ¿Puedo ver las fotos de ese actor?

―¡Claro! La clave de desbloqueo es tu cumpleaños. Verás que guapísimo sale, ¡es tan elegante!

Desbloqueo la pantalla y voy a la galería. En realidad no tengo interés en ver a Patana, quiero encontrar otra cosa. Paso varias fotos antes de dar con mi objetivo.

―¡Lo tengo! ―murmuro con una sonrisa.

¿Tú habrías olvidado el bolso si ves a tu actor favorito de cerca? Yo creo que me habría dejado hasta la ropa interior 🤭😜.

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